Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Yo en cambio no salgo de mi asombro y orgullo de ver en lo que nos hemos convertido. En que cada venezolano que dábamos por perdido en el olvido de la apatía y miedo se ha convertido en soldado de la libertad. Que por cada político que no les gusta, hay un estudiante, un periodista, una ama de casa, un cura, una maestra que salen a la calle sin miedo a hacerse oír.

Sed de héroes

ARIADNA NAVARRO CAPRILES |  EL UNIVERSAL
miércoles 12 de marzo de 2014  12:00 AM
Pasé meses oyendo. Sin ganas de escribir más análisis sin repercusiones prácticas. Sentí que hablábamos más de lo que hacíamos. Pero ese ya no es el caso.

Pero por fin nos activamos, despertamos, revivimos. Como lo quieran llamar. Salimos de la pe-queña burbuja que cada quien se había inflado para decir a gritos: "Este país es mío".

Esto lo empezaron los estudiantes. Y a ellos quiero darles las gracias eternamente. Leopoldo lo agarró muy oportunamente para multiplicar el deseo reprimido de muchos de agarrar calle. En tiempo récord lo convirtieron en héroe y santo magnánimo de la oposición.

Los estudiantes siguieron escalando sus voces y dejándolas grabadas en sangre en nuestros vientos venezolanos. Surgieron nuevos líderes, mandados a hacer a la medida de las circuns-tancias. Jiménez, Requesens, Guerra, Tintori. Cada uno con cualidades específicas que llenan un espacio hambriento de voz.

Y entonces me sorprende que aún hay muchos que están sentados furiosos con sus líderes de preferencia. Los que están bravos con Henrique porque no fue el que llamó a la calle, los que están bravos con Leopoldo porque llamó a la revolución y la dejó guindando.

Yo en cambio no salgo de mi asombro y orgullo de ver en lo que nos hemos convertido. En que cada venezolano que dábamos por perdido en el olvido de la apatía y miedo se ha convertido en soldado de la libertad. Que por cada político que no les gusta, hay un estudiante, un perio-dista, una ama de casa, un cura, una maestra que salen a la calle sin miedo a hacerse oír.

En la búsqueda insaciable de encontrar a alguien a quien amar e idolatrar no nos hemos dado cuenta que nosotros mismos nos estamos convirtiendo en líderes. Que nosotros mismos esta-mos madurando en este tema llamado "oposición" para salir a luchar con cabeza, con ideas, con estrategia, organizados.

El movimiento de la calle es eso. De la calle. No podemos esperar que los políticos hagan lo mismo siempre. Es absurdo y esfuerzo perdido. Los líderes políticos tienen que estar haciendo política. Tienen que estar preocupados de cómo reparar la economía, de cómo desmontar los colectivos, de cómo garantizar libertades, de cómo crear empleos, de cómo establecer relacio-nes internacionales, para que cuando tengamos oportunidad de rehacer el país no se nos ven-ga todo encima.

No hablo de no estar unidos. Por el contrario. De unirse por completo. Cada quien entendiendo por primera vez su rol dentro de la unidad, dentro de un objetivo único e universal. La libertad. Y sí, a los líderes políticos de la oposición pónganse de acuerdo que los que están en la calle no tienen chance si ustedes buscan glorias personales.

No confundamos líderes de calle con líderes políticos. No se angustien que cada quien tiene que hacer lo suyo. No se desesperen si no encuentran a quien montar en un pedestal. Las pa-siones hay que guardarlas por ahora y pensar con la cabeza.

@ariadnaclara

ariadna@asylumco.com

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