Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

jueves, 26 de mayo de 2016

Primer sitio contra Puerto Cabello

Crónicas Republicanas / La República Andante


Primer sitio contra Puerto Cabello


Asdrúbal González
Estamos en el año 1813. Puerto Cabello en poder de 
los realistas. Los días comprendidos entre el cuatro 
y el veintiséis de Agosto se diluyen en una suerte 
de polémica diplomática-militar sobre si debía 
ratificar o no Monteverde, la capitulación celebrada 
entre el ejército patriota y la comisión del Capitulo 
caraqueño. Monteverde, quien ya había demostrado 
un año antes el respeto que sentía por las capitulaciones, 
retarda hábilmente la negociación y aprovecha tan 
precioso tiempo para preparar la defensa de la plaza; 
mientras, el ejército patriota permanecía en la 
inactividad, y cuando el veintiséis de Agosto se 
presenta ante los muros de Puerto Cabello, lo hace 
sin llenar los extremos mínimos a observar en el tipo 
de guerra que ahora libraba, cual era la de fijar sitio 
formal a una plaza preparada precisamente para 
resistirlo. Ni siquiera artillería trajeron los patriotas! 
Ante tales elementos, puede fácilmente concluirse 
que Bolívar tomó la decisión del sitio en forma 
intempestiva, seguro quizás de la posibilidad de que 
Monteverde se entregara sin combatir.
El mantenimiento de la plaza resultaba vital para 
defender la costa desde Puerto Cabello a Maracaibo, 
única parte del territorio en manos españolas. El peso 
de la defensa recayó esta vez sobre milicias voluntarias 
formadas con los habitantes de la ciudad, reforzadas 
con los restos de tropas emigradas: una verdadera 
defensa popular, que unida al estallido revolucionario 
de los pueblos negros de Paracotos, Tuy, Santa 
Lucía, Santa Teresa, San Francisco de Yare, Ocumare, 
Cúa, Tácata y Charallave, además del levantamiento a 
favor de la causa realista de los habitantes de los llanos, 
colocaba a la República y a sus valientes defensores 
frente al pueblo que paradójicamente querían 
liberar. El año siguiente de 1814 será decisivo, y la 
República caerá abatida por un verdadero ejército 
popular que los realistas hábilmente habían sabido 
mantener bajo sus banderas (hasta tanto la causa 
patriota no logra atraerse las simpatías populares 
y el pueblo cambia de partido, no estará segura la 
emancipación).
El veintiséis de Agosto, dirigido por el Libertador 
y su Estado Mayor en pleno, el ejército patriota 
atacó Puerto Cabello. Al carecer de artillería, 
correspondió a la infantería el peso de la lucha. 
Bajo las órdenes de Atanasio Girardot, fueron 
conquistadas ese mismo día las vigías Baja y Alta 
(del centro) y el reducto del Negro, a las espaldas y 
dominando el fortín Solano. En el ataque al 
arrabal o pueblo exterior, se debieron sufrir 
sobre el flanco izquierdo los fuegos combinados de 
la artillería del castillo, del Príncipe, y de buques 
de guerra y lanchas cañoneras anclados en la bahía; 
sin embargo las tropas de la Unión logran capturar 
el arrabal, controlando la desembocadura del río, 
fundamental para el establecimiento del sitio. 
También fueron capturados los fuertes del Trincherón, 
San Luis, Los Tanques y La Puntilla, dominada en 
consecuencia la cadena defensiva de la montaña.
Las tropas sitiadoras debieron soportar en los días 
sucesivos el incesante cañoneo con balas de todos 
los calibres, incendiarias, metralla y bombas, que 
arrojaban las bocas de fuego de que estaba bien 
provista la plaza. Es sólo el veintinueve de Agosto 
cuando los republicanos logran establecer baterías 
con algunas piezas traídas desde Valencia y las 
acondicionadas de los fuertes de la montaña: con 
los fuegos de las baterías recién instaladas, se 
logró alejar los buques de guerra que causaban 
considerables daños.
En el “Boletín del Ejército Libertador” de fecha 30 
de Agosto de 1813, en tres líneas se señala el 
establecimiento del bloqueo naval, única forma de 
hacer efectivos los esfuerzos del sitio: eran dos 
bergantines y tres goletas, las naves de guerra de 
la escuadrilla patriota.
A consecuencia del ataque nocturno del 30 de Agosto, 
que llevó a las fuerzas sitiadoras frente a los muros 
de La Estacada, los realistas del Mirador 
Solano deciden evacuarlo; así, tras sólo cuatro días 
de asedio, es ocupada la más importante fortaleza 
extramuros. En la persecución inmediata, 
Antonio Zuazola, comandante del Mirador, junto a 
varios soldados, fue capturado el día 2 de 
Septiembre. Bolívar aprovecha para reanudar 
el canje de prisioneros propuesto desde el 
momento mismo de iniciarse el sitio, con la precisa 
intención de liberar entre los cientos de cautivos al 
coronel Diego Jalón. El presbítero Salvador 
García regresó emisario ante Monteverde, proponiéndose 
el canje de Zuazola ahorcándole del asta de banderas 
del Mirador, y se pasó por las armas los recién 
capturados. A pesar de que las negociaciones 
continuaron, llegándose a los extremos de aceptar 
Bolívar el canje de todos los españoles en poder 
de las tropas revolucionarias (se calcularon en 
4.000) por los centenares de presos de Puerto Cabello, 
se arribó a un punto neutro ante la intransigente 
negativa de Monteverde. 
El sitio y bloqueo de Puerto Cabello continuó 
sin mayores incidentes. Ante los avances de la insurrección 
popular en los valles del Tuy, combatida por José 
Félix Ribas, Manuel Villapol y Luis María Rivas 
Dávila, el Libertador con fecha seis de Septiembre 
y desde el Cuartel General frente a Puerto Cabello, 
lanzó una proclama sobre la Guerra a Muerte, 
que ampliaba notablemente la inicial del quince 
de Junio en Trujillo, haciendo extensiva la pena de 
muerte a los americanos que conspiraran contra la 
estabilidad de la Unión. De tal magnitud debió ser 
la conmoción popular que afloraba en esos 
momentos en el territorio venezolano, que debió 
Bolívar recurrir a medida tan severa contra sus 
compatriotas.

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