Notitarde 13-11-12
Crónicas de disidencia
El reto de la descentralización
La descentralización es uno de los temas principales de la política venezolana actual. Consagrada como política de Estado en la Constitución del 99, vive la paradoja de las contradicciones de un régimen centralista en el seno de un orden jurídico federal. Por eso el intento permanente del Presidente de la República de pasar de contrabando la reforma constitucional -derrotada el 2 de diciembre de 2007- como lo estamos apreciando en el último esfuerzo plasmado en la truculencia del Estado Comunal paralelo.
La Carta Magna es, pues, letra muerta en medio de la debilidad del orden jurídico. El único poder de contención ante el abuso sistemático del mandato personalista y la quiebra de la institucionalidad formal, son las fuerzas sociales y políticas que, organizadas democráticamente, ejercen resistencia y presión popular.
Algunos rasgos democráticos han podido sobrevivir debido a la existencia de una cultura democrática sólida, que se expresa a través de las instituciones de la sociedad civil, gremios, colegios profesionales, universidades, ONGs, opinión pública, partidos democráticos y un tejido social plural y abierto que, conjuntamente con una juventud combativa, son los herederos de la vieja cultura democrática iniciada el 23 de enero de 1958.
Solo fortaleciendo la cultura democrática y provocando un movimiento simultáneo de desestatización y descentralización del Estado y de la sociedad, irá cediendo poco a poco la agobiante presencia del caudillismo y del personalismo que con un marcado rasgo narcisista inunda los espacios actuales de nuestro país.
Próximos a un desenlace electoral pautado para el 16 de diciembre -elección de gobernadores- la ocasión es buena para ir modificando el cuadro institucional presente y ofrecerle a la República un orden político equilibrado en la perspectiva de sucesivos cambios para lograr enrumbarla hacia un sistema de plenas libertades, fundado sobre las bases de la justicia social y la renovación política e institucional.
De nuevo se plantea, entonces, una reforma del Estado y de la sociedad, para abordar con seriedad y sinceridad lo tocante al proceso descentralizador, fuertemente atacado en la actualidad por un gobierno de marcado tinte centralista, autoritario y totalitario.
Tenemos pues, en el horizonte de la República, un cometido transformador para retomar el camino que una seudo revolución abandonó, atascándose en los vicios y errores del pasado político venezolano. Esta realidad tiene que ser claramente entendida por el liderazgo político, particularmente por los liderazgos regionales y locales, para plantear con fuerza y posibilidades de victoria el reto de la descentralización como política de Estado. El debate electoral de nuestros días, muy importante en sí mismo, y destinado a obtener el mayor número de gobernaciones y posteriormente de alcaldías para las fuerzas democráticas, no debe en ningún momento olvidar los grandes tópicos de la crisis nacional que nos envuelve y que deben ser privilegiados pensando en el futuro político del país .
La descentralización tendrá un buen destino en la medida en que la Constitución vigente logre efectividad e inserción en la vida política nacional, afianzando sus contenidos e influenciando vigorosamente el cauce de la Nación. La falta de ideas y de sustentación teórica ha debilitado y enrarecido peligrosamente la controversia nacional, creando incertidumbre y desaliento en la población, que exige de sus líderes mayor elevación en su discurso y sindéresis en su conducta personal. El estatismo y el presidencialismo primitivo hacia donde nos empuja el chavismo es, en estos inicios del siglo XXI, pura regresión y oscurantismo. El Estado democrático de nuestro tiempo marcha hacia la descentralización, el pluralismo y el equilibrio de los poderes, mediante la contención de las hegemonías. Todos a votar, el sufragio es la herramienta del cambio, conjuntamente con la movilización y las luchas sociales y políticas.
dabacalao@cantv.net
La Carta Magna es, pues, letra muerta en medio de la debilidad del orden jurídico. El único poder de contención ante el abuso sistemático del mandato personalista y la quiebra de la institucionalidad formal, son las fuerzas sociales y políticas que, organizadas democráticamente, ejercen resistencia y presión popular.
Algunos rasgos democráticos han podido sobrevivir debido a la existencia de una cultura democrática sólida, que se expresa a través de las instituciones de la sociedad civil, gremios, colegios profesionales, universidades, ONGs, opinión pública, partidos democráticos y un tejido social plural y abierto que, conjuntamente con una juventud combativa, son los herederos de la vieja cultura democrática iniciada el 23 de enero de 1958.
Solo fortaleciendo la cultura democrática y provocando un movimiento simultáneo de desestatización y descentralización del Estado y de la sociedad, irá cediendo poco a poco la agobiante presencia del caudillismo y del personalismo que con un marcado rasgo narcisista inunda los espacios actuales de nuestro país.
Próximos a un desenlace electoral pautado para el 16 de diciembre -elección de gobernadores- la ocasión es buena para ir modificando el cuadro institucional presente y ofrecerle a la República un orden político equilibrado en la perspectiva de sucesivos cambios para lograr enrumbarla hacia un sistema de plenas libertades, fundado sobre las bases de la justicia social y la renovación política e institucional.
De nuevo se plantea, entonces, una reforma del Estado y de la sociedad, para abordar con seriedad y sinceridad lo tocante al proceso descentralizador, fuertemente atacado en la actualidad por un gobierno de marcado tinte centralista, autoritario y totalitario.
Tenemos pues, en el horizonte de la República, un cometido transformador para retomar el camino que una seudo revolución abandonó, atascándose en los vicios y errores del pasado político venezolano. Esta realidad tiene que ser claramente entendida por el liderazgo político, particularmente por los liderazgos regionales y locales, para plantear con fuerza y posibilidades de victoria el reto de la descentralización como política de Estado. El debate electoral de nuestros días, muy importante en sí mismo, y destinado a obtener el mayor número de gobernaciones y posteriormente de alcaldías para las fuerzas democráticas, no debe en ningún momento olvidar los grandes tópicos de la crisis nacional que nos envuelve y que deben ser privilegiados pensando en el futuro político del país .
La descentralización tendrá un buen destino en la medida en que la Constitución vigente logre efectividad e inserción en la vida política nacional, afianzando sus contenidos e influenciando vigorosamente el cauce de la Nación. La falta de ideas y de sustentación teórica ha debilitado y enrarecido peligrosamente la controversia nacional, creando incertidumbre y desaliento en la población, que exige de sus líderes mayor elevación en su discurso y sindéresis en su conducta personal. El estatismo y el presidencialismo primitivo hacia donde nos empuja el chavismo es, en estos inicios del siglo XXI, pura regresión y oscurantismo. El Estado democrático de nuestro tiempo marcha hacia la descentralización, el pluralismo y el equilibrio de los poderes, mediante la contención de las hegemonías. Todos a votar, el sufragio es la herramienta del cambio, conjuntamente con la movilización y las luchas sociales y políticas.
dabacalao@cantv.net