Tomado del blog del excelente astrólogo venezolano Pedro González Silva "Termómetro Zodiacal"
El jueves 23 de octubre a las 7:28 de la mañana, hora de Venezuela (11:58 GMT) entra el Sol a Escorpio y activa sus energías, que son de intensa transformación; es la etapa más poderosa del otoño, donde los cambios se acentúan hasta lo más profundo del planeta y de los seres humanos.
Solemos pensar en los signos del zodíaco como en características de la personalidad de cada individuo de acuerdo a su fecha de nacimiento, pero son más que eso; son posiciones en el cielo que marcan un ambiente en general que nos toca a todos; por supuesto que el que nace en una determinada época, queda impregnado de la energía del signo que corresponde a la fecha, pero a la vez, el signo que predomina, genera influencias en el ambiente y en el inconsciente colectivo, que nos mueven a cada uno de nosotros, independientemente de la fecha en que hayamos nacido.
En este caso, Escorpio, cuya energía estará activa hasta el 22 de noviembre, va creando en el ambiente una mentalidad de transformación, que en cada individuo se manifestará de acuerdo a sus vivencias personales, y en lo colectivo nos da una disposición propicia para cerrar ciclos y desprendernos de aquello que se torna caduco.
Escorpio se asocia al fenómeno de la muerte y al mito del ave Fénix que renace de sus cenizas. El simbolismo escorpiano, también asociado al arcano 13 de tarot (la muerte) devela este momento como tiempo de aprender a desprendernos del pasado, asumir los cambios, cerrar ciclos para emprender el camino del renacimiento.
Indica Deepak Chopra en uno de sus libros, que la Biblia dice que todo bajo el Sol tiene su tiempo, hay tiempo para nacer y tiempo para morir, y bajo este precepto, para cada célula de nuestro cuerpo hay un tiempo para vivir y un tiempo para morir, y lo más asombroso es que las células mueren porque quieren hacerlo.
Una célula se autodestruye de manera minuciosa cuando sabe que ha llegado su tiempo: se encoge, destruye sus proteínas básicas y desmonta su propio ADN. En su superficie aparecen burbujas cuando abre sus puertas al mundo exterior y expele todas las substancias químicas vitales, que serán devoradas por los glóbulos blancos. Cuando el proceso está terminado, la célula se ha disuelto sin dejar rastro.
Algunas células deciden no morir; renuentes a dictar su propia sentencia de muerte, estas células rebeldes se dividen de manera incesante e invasora: el cáncer, la más temida de las enfermedades, es el resultado del repudio del cuerpo hacia la muerte, mientras que el suicidio programado es su boleto a la vida. Esta es la paradoja de la vida y de la muerte, y el tiempo de Escorpio es propicio para reflexionar sobre este tema.
Comprenderemos la muerte cuando desechemos la ilusión de que la vida es continua. La esperanza que yace más allá de la muerte proviene de la promesa de renovación, si te identificas apasionadamente con la vida y no con el desfile efímero de formas y fenómenos, la muerte adopta su posición de legítimo agente de renovación. La vida y la muerte son naturalmente compatibles.
Plutón es el astro de la muerte y la resurrección, el planeta de la necesaria regeneración, que promueve la expulsión de lo que ya no sirve, para dar paso a lo nuevo, tal y como ocurre en nuestro cuerpo cada vez que se renuevan nuestras células.
Al activarse la energía de Plutón, el ambiente nos dispone para intensos cambios, donde debemos “destruir un mundo” y prepararnos para nacer de nuevo. Esta tarea no debe atemorizarnos, al contrario, esa es la esencia de la vida. Morir y nacer son los extremos que se tocan. Morir es igual a no haber nacido, y justamente ese estado de muerte es el que permite que algo nazca.
Por eso la muerte no es el fin, es la transformación o transmutación. En ese proceso de cambio debemos desprendernos de algo que ya no nos sirve, que ya nos molesta o nos hace peso, debemos permitir la “muerte” de una situación, para dar paso a lo nuevo, para regenerarnos, para vivir nuevas experiencias y evolucionar.
En tiempos de Escorpio aprendemos por tanto a soltar los apegos, a aceptar los cambios luego de un período de “crisis”. Plutón, su planeta regente, es el que destruye y nos deja el terreno limpio para que luego podamos construir lo nuevo.
Escorpio es el signo de la evolución, por eso se le asocia a tres animales: la serpiente, que es el estado menos evolucionado y de bajas pasiones; el escorpión o alacrán, que representa un grado un tanto más elevado de evolución, y finalmente el águila, que es cuando finalmente alzamos el vuelo y nos remontamos a las alturas de la espiritualidad.
Las energías del Plutón y de Escorpio, se asemejan a la de los eclipses, pues son acentuadamente transformadoras, de manera que si un eclipse se produce en tiempos de Escorpio, su efecto será aún más intenso, como es el caso ahora, ya que el mismo día que el Sol entra a Escorpio, pero unas horas más tarde, es decir, el 23 de octubre a las 5:28 de la tarde, hora de Venezuela (21:58 GMT) se produce un eclipse solar.
El Sol encarna a nuestro “yo superior” que ilumina nuestra consciencia, ese “yo superior” que somos nosotros mismos y que cada cierto tiempo necesita reformular estrategias y dar una nueva dirección a la vida que llevamos.
El Sol es energía, pone en marcha las cosas; evidentemente, cuando sale el Sol se produce un despertar, todos los seres vivos son motivados a entrar en acción; el Sol es luz, hace que las cosas puedan ser vistas y conocidas como son en realidad.
El Sol representa la visión clara y objetiva de las cosas. Al momento del eclipse “muere” el Sol, para en breve lapso renacer en todo su esplendor, con nuevos bríos y renovada vida. Así ocurre también con nosotros, pues el astro rey es nuestra esencia interna.
Como el Sol representa el mundo de la conciencia, las transformaciones que provoca un eclipse solar, pueden ser manejadas con mayor claridad mental, lo que nos permite trazar un propósito definido, luego de una etapa de reestructuración en nuestras prioridades y esquemas de vida; en cambio, el eclipse lunar es menos manejable porque su efecto es en nuestro mundo inconsciente y sus procesos transformadores se van dando sin que los podamos controlar.
Mercurio y Venus se "cruzan" a "corazón abierto"
El viernes 17 de octubre se encontrarán Venus y Mercurio en el signo de Libra; el primero avanza en su propia morada con toda su fuerza activa, mientras el segundo viene retrocediendo y se cruzará con el dueño de la casa.
Mercurio que había empezado a retroceder en Escorpio removiendo lo más profundo de nuestra psique, regresó a Libra el pasado 11 de octubre, por lo que todo aquello que nos movió en lo interno deberemos ahora expresarlo en relación con los demás, para recomponer y reestructurar nuestras relaciones.
Este proceso llegará a su momento más intenso, precisamente cuando Mercurio se cruce con Venus, pues los procesos mentales, de comunicación, y de relaciones con los demás, tendrán ahora un fuerte componente afectivo que le agrega el astro del amor.
El viernes, precisamente el día de Venus, nuestros pensamientos y actos deberemos enfocarlos hacia lo que más amemos, y a la vez, estemos abiertos a recibir señales que nos harán entender situaciones que venimos arrastrando y que nos ayudarán a darle una nueva dimensión a nuestras relaciones humanas y a la forma como expresamos el amor; será una extraordinaria oportunidad de “abrir” el corazón… o como dice Yordano: “…dejar que corra libre un manantial de corazón…”
Veamos también el significado profundo de estos aspectos astrológicos y de estas señales del cielo; Libra se asocia al arcano del tarot “La Justicia”, que nos muestra su balanza y nos invita a equilibrar nuestros actos.
Es el arcano del karma, es decir, el que guarda las energías de todas aquellas cosas que hemos hecho y de las consecuencias que recibimos por estas acciones; el karma siempre guarda relación con nuestras relaciones, con la forma como nos hemos comportado con las demás personas.
Por eso con esta energía activa es importante recapitular sobre los actos de nuestra vida y sus consecuencias, porque nosotros cosechamos lo que vamos sembrando a lo largo de nuestra existencia; a veces sembramos en el hielo o en tierra infértil y así no podemos esperar cosecha; a veces ni nos ocupamos de sembrar y entonces ¿qué cosecha podemos esperar?
Aprovechemos esta energía tan propicia para hacer un recuento de nuestros actos y de nuestras relaciones, lo que venga a nuestra mente puede ser el fruto de esa siembra y la oportunidad para una mejor cosecha.
Y ya que mencioné a ese extraordinario cantautor que es Yordano, aquí les dejo el enlace para que disfrutemos de uno de sus más grandes éxitos: “Manantial de corazón”:http://youtu.be/-J43wtaQ_0c
La Luna se oculta en Aries y se eclipsa el ego
El miércoles 8 de octubre, a las 06:25 de la mañana, hora de Venezuela (10:55 GMT), se producirá un eclipse lunar. Los eclipses de este tipo sólo se producen cuando hay fase de Luna Llena, en donde el Sol se encuentra en el signo opuesto de donde está nuestro satélite, y por tanto, al estar enfrente la ilumina con más fuerza; pero cuando la Tierra se interpone, por breves instantes se oculta este brillo y se produce el eclipse. En esta ocasión, el Sol está en Libra y la Luna en el signo opuesto, que es Aries.
Los eclipses, tanto de Sol como de Luna, generalmente producen transformaciones en la psique y en los propósitos de los seres humanos, no de manera instantánea, sino en un lapso de unos seis meses como máximo.
Al eclipsarse el Sol o la Luna, su energía se interrumpe por unos momentos. En el caso de nuestro satélite, como éste rige el inconsciente, nuestra psique recibe alteraciones que inducen a transformaciones internas; esto ocurre en el plano individual como también global, pues la Luna rige al “inconsciente colectivo”.
El eclipse de Luna provoca cambio de hábitos, hace que afloren viejos temores, traumas o fobias, dándonos la oportunidad de limpiar nuestra mente y liberarnos de esas conductas caducas que tenemos arraigadas y que nos impiden avanzar.
El eclipse lunar es excelente para enfrentarnos con nuestro mundo interno, hacer una revisión profunda de aquellas conductas que perjudican nuestro avance en la vida, conocer y comprender nuestros miedos para vencerlos y producir un cambio de hábitos en el área de nuestra vida que así lo requiere.
Con la Luna eclipsándose en Aries, es preciso que cada uno de nosotros trabaje en la reestructuración y transmutación de su ego, para limpiar aquellas facetas indeseables de nuestra personalidad, aquellas que traban nuestro camino, y destacar y desarrollar nuestras mejores cualidades para ponernos en acción.
Este eclipse puede remover los cimientos de nuestra personalidad y hacerla renacer con nuevos bríos, entusiasmo por la vida, espíritu emprendedor, pionero y de conquista, fortaleciendo nuestra autoestima y fe en nosotros mismos. Podemos asumir esta energía como un renacimiento.
Aún más, la energía transformadora del eclipse lunar estará reforzada por la presencia de Urano, en conjunción con nuestro satélite en Aries, provocando un muy poderoso impacto renovador, una aceleración de los procesos de cambio en cada uno de nosotros, abriéndonos a eventos sorpresivos, regalos del universo que nos llegan cuando menos lo esperamos.
Este eclipse de Luna en Aries guarda relación con la energía del Sol en Libra, por tanto este reacomodo de nuestro mundo personal, también está conectado con nuestras relaciones con las demás personas; es un tiempo para renovar y mejorar nuestro mundo afectivo, la forma como expresamos el amor, la manera como desarrollamos nuestras relaciones humanas.
Como dato curioso, este eclipse de Luna coincidirá con una lluvia de estrellas (Dracónidas), cuyo momento cumbre se producirá tanto el 7 como el 8 de octubre. Esta lluvia de meteoros recibe este nombre porque su punto radiante casi coincide con la cabeza de la constelación Draco, el Dragón, que se encuentra en el hemisferio norte.