Con este texto extraído del folleto “Sobre el Apocalipsis de San Juan” (Ediciones “El
hombre nuevo” Editorial “Acción y vida”, Caracas, mayo 1987), entrevista a
Josefina Chacín Ducharne por Carmen Cristina Wolf y otros, honro a quien estuvo
como Maestra física en mi vida entre 1984-1992 y hasta el presente a través de
sus consejos, libros y folletos: Josefina Chacín Ducharne, y junto a ella al ex
sacerdote franciscano Pio Raffaele Angelisanti, ex Custodio de Tierra Santa y
luego ya en Venezuela, gran compañero de ruta en las reflexiones que junto a él
hice en “La Cuevita” Carrizal, (Edo.Miranda) y en la Urb. Las Palmas de Caracas,
cuando pertenecí a los hombres y mujeres que tuvimos la suerte de acceder al
camino de vida propuesto en la obra canalizada por Josefina titulada“Mensaje a
los hombres de la Nueva Tierra” con el que me siento muy identificada, por eso
cercano al 23 de setiembre cuando se habla de un acontecimiento apocalíptico
citando la profecía del Apocalipsis Capítulo
12
Capítulo 12
1 Y UNA grande señal apareció en el cielo: una mujer vestida
del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce
estrellas.
2 Y estando preñada, clamaba con dolores de parto, y sufría
tormento por parir.
3 Y fué vista otra señal en el cielo: y he aquí un grande
dragón rojo, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete
diademas.
4 Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del
cielo, y las echó en tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que estaba
para parir, á fin de devorar á su hijo cuando hubiese parido.
5 Y ella parió un hijo varón, el cual había de regir todas
las gentes con vara de hierro: y su hijo fué arrebatado para Dios y á su trono.
6 Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar aparejado
de Dios, para que allí la mantengan mil doscientos y sesenta días.
7 Y fué hecha una grande batalla en el cielo: Miguel y sus
ángeles lidiaban contra el dragón; y lidiaba el dragón y sus ángeles.
8 Y no prevalecieron, ni su lugar fué más hallado en el
cielo.
9 Y fué lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente
antigua, que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña á todo el mundo; fué
arrojado en tierra, y sus ángeles fueron arrojados con Él.
10 Y oí una grande voz en el cielo que decía: Ahora ha
venido la salvación, y la virtud, y el reino de nuestro Dios, y el poder de su
Cristo; porque el acusador de nuestros hermanos ha sido arrojado, el cual los
acusaba delante de nuestro Dios día y noche.
11 Y ellos le han vencido por la sangre del Cordero, y por
la palabra de su testimonio; y no han amado sus vidas hasta la muerte.
12 Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos.
¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido á
vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo.
13 Y cuando vió el dragón que Él había sido arrojado á la
tierra, persiguió á la mujer que había parido al hijo varón.
14 Y fueron dadas á la mujer dos alas de grande águila, para
que de la presencia de la serpiente volase al desierto, á su lugar, donde es
mantenida por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo.
15 Y la serpiente echó de su boca tras la mujer agua como un
río, á fin de hacer que fuese arrebatada del río.
16 Y la tierra ayudó á la mujer, y la tierra abrió su boca,
y sorbió el río que había echado el dragón de su boca.
17 Entonces el dragón fué airado contra la mujer; y se fué á
hacer guerra contra los otros de la simiente de ella, los cuales guardan los
mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de Jesucristo.
que como leimos predice la aparición metafórica de "una
mujer vestida con el sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce
estrellas en su cabeza" el 23 de septiembre de 2017. Y tras este dato,
llegamos nuevamente a las alineaciones astronómicas. Muchos creen que una
alineación entre las constelaciones de Virgo y Leo y Libra, el sol y los
planetas Mercurio, Marte, Venus en el signo de Virgo y Júpiter en otro signo
femenino Libra y la Luna en Escorpio, (Virgo es el signo de la Virgen y
setiembre en Venezuela es un mes dedicado a las mayores advocaciones de ella:
la Virgen del Valle y la patrona del pais, la Virgen de Coromoto), es el inicio
de dicha profecía. Según los seguidores de esta profecía, el 23 de septiembre
se iniciará un periodo de siete años durante el cual el Anticristo traerá la
destrucción sobre la Humanidad.
Ante tanto escándalo y comentarios que con perioricidad admirable se repiten casa cierto tiempo, me fui a mi biblioteca y consulté lo aprendido sobreel Apocalipsis con Josefina Chacín y los apuntes de las conferencias del sacerdote Raffaelle sobre el tema que ahora comparto con Uds:
"Revelación de Jesucristo, que para instruir a sus
siervos sobre las cosas que han de suceder pronto ha dado a conocer por su
ángel a su siervo Juan, el cual da el testimonio de la palabra de Dios y el
testimonio de Jesucristo sobre todo lo que él ha visto. Bienaventurado el que
lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y los que observan las
cosas en ella escritas, pues el está próximo". (Apoc. 1, 1-3)”
“El Apocalipsis es el libro más enigmático que jamás se haya
escrito. La profecía se mezcla con la historia pasada y reciente y se traduce
en imágenes atrevidas. El drama de las ultimidades de los seres humanos se
reviste de enigmas en un escenario de personajes que se debaten entre el Bien y
el Mal definitivos. La comprensión del Apocalipsis ha constituido el reto de
los intérpretes bíblicos. En él se condensan los grandes acontecimientos que
dan paso a un “Cielo Nuevo” y a una “Nueva Tierra” La persona que escribe el
Apocalipsis (el Apóstol San Juan, el evangelista) lo hace movida por el
Espíritu Santo, Quien es su verdadero Autor; su lenguaje es de acuerdo a la
idiosincrasia de la persona que escribe, de acuerdo a la época y a la cultura
en que vive. Para poder comprender el “lenguaje” del Apocalipsis es
imprescindible estar en sintonía con el Espíritu, pues el “lenguaje” pertenece
al tiempo y con éste se agota su significado, dificultando más bien la
interpretación racional de su contenido. Esta dificultad no es casual, pues la
palabra de Dios permanece siempre “sellada” para la razón y sólo el Espíritu la
puede dar a comprender. El Espíritu es eterno y el sentido de su mensaje es
siempre presente a cualquier época y, una vez comprendido, puede ser traducido
a cualquier lenguaje.
¿Quién es la mujer parturienta y el dragón, un gran dragón
de siete cabezas, como se dice en el capítulo 12? La “mujer parturienta”
significa la Voluntad de Dios; Voluntad que está representada en el ser humano
que negándose a sí mismo se identifique con Ella y, al mismo tiempo que se
niega, la Voluntad en ese ser humano, o en esos seres humanos, está dando a luz
a su Hijo, el Único. Ese Hijo ha comenzado a nacer con Jesucristo Resucitado,
quien, junto con todos los seres humanos que antes de él se realizaron, forma
la Cabeza del Hijo Unigénito; Unigénito que se manifestará en el “último
miembro” del Cuerpo, poniendo fin al Tiempo.
El Dragón de siete cabezas es “el poder de este mundo” en
plenitud, poder que ejercen los seres humanos que se someten al “espíritu del
mundo” opuesto a la Voluntad de Dios.
¿Qué sentido tiene esa batalla “en el cielo” de que se habla
en el capítulo 12? Se dice que la batalla se da “en el cielo” porque es una
batalla que se da entre los ángeles y en el espíritu, presente en los seres
humanos. El sentido que tiene es la consumación del 11 poder de elección de los
seres libres: los ángeles, quienes ya consumaron su poder de elección, y los
seres humanos, que están llegando ahora a la consumación de su poder de
elección.
¿Cómo entiende usted la relación entre el dragón y la
primera bestia que hace grandes señales?, y ¿qué significa la bestia que “salía
del mar que tenía diez cuernos y siete cabezas”, con “nombres de blasfemia”, y
“el dragón que le dio su poder, su trono y una autoridad muy grande”, y que “se
le dio una boca que profiriera palabras llenas de arrogancia y de blasfemias
contra Dios” y que “le fue otorgado hacer la guerra a los santos y vencerlos”,
como se dice en el capítulo 13? La bestia que “salía del mar” y que tenía “diez
cuernos y siete cabezas” es el “poder” ejercido por los dioses, ángeles, a
través de los seres humanos; poder que ha gobernado en el mundo apoyado por
Satanás, “el dragón”. Esos poderes gobernaron en Babilonia, en otras naciones y
en Roma por mucho tiempo, cuando se adoraba a los gobernantes como a dioses. No
se refiere a la forma de gobierno que conocemos hoy, gobierno sostenido por
Dios para velar por el orden de los pueblos, sino al poder ejercido por
aquellos seres humanos que se atribuyen el poder divino, pretendiendo tomar el
puesto de Dios; eso es lo que significan los “diez cuernos y las siete cabezas
con nombres de blasfemia”. Blasfemia es arrogarse un poder divino. Y Dios
permite esto porque está dentro de la elección de sus criaturas libres, los
seres humanos; por eso dice que “se le dio una boca que profiriera palabras
llenas de arrogancia y de blasfemias contra Dios”, oponiéndose a todo lo que
era verdaderamente de Dios, oponiéndose a: la Verdad, la Justicia y el Amor, en
cualquier 12 ser humano, yendo contra ellos. De este modo “le fue otorgado
hacer la guerra a los santos y vencerlos”.
FRANCISCO Y EL PRINCIPIO DE REALIDAD
Eduardo Mackenzie | septiembre 15, 2017 | Web
del Frente Patriótico
He
visto los videos disponibles en Youtube sobre la
visita papal de cinco días a Colombia. Examiné con especial atención los
sermones y homilías de Francisco en la Casa de Nariño y ante los
jóvenes de Medellín. También ante la juventud que fue a oírlo ante el palacio
arzobispal de Bogotá. Escuché las palabras papales en Cartagena y desde luego
su intervención, tan esperada, de Villavicencio, ante la enorme multitud, con
muchos creyentes venidos desde muy lejos, y ante varias víctimas y ex
victimarios que tomaron la palabra.
¿Qué me queda de
todo eso? Una inmensa duda. ¿No hubo desde el comienzo de la visita un desfase
entre la visión lenitiva de Colombia que aparece en la alocución papal y la
cruda realidad política del país? Francisco ofreció en sus discursos un
conjunto de fórmulas conocidas del pacifismo evangélico y puso el acento en la
generosidad y el desprendimiento. Habló de perdón, confianza y reconciliación
como valores ya adquiridos o asimilados e instalados en el corazón de las
multitudes colombianas. Tocó, muy rápidamente, otros puntos de doctrina y evitó
otros que eran de gran actualidad, como las amenazas que pesan contra la
familia y la libertad religiosa, como si la predisposición espiritual y anímica
del país hacia la reconciliación moral inmediata con sus verdugos eclipsara los
otros temas.
Aunque no tocó
ese punto de manera explícita, Francisco se mostró habitado por el
convencimiento de que el acuerdo de paz redactado en La Habana entre Santos y
las Farc había arreglado el problema de la violencia en Colombia. De alguna
manera dio a entender que, gracias a una mano invisible, el comunismo
terrorista había entrado en una dinámica genuina de renuncia a sus ambiciones
destructivas respecto del país que ha martirizado durante más de 50 años.
¿Es esa la
situación de Colombia? ¿Se ha operado un milagro o estamos ante un espejismo?
¿Las Farc han escogido la luz y dejado las tinieblas? ¿Colombia ha abrazado la
doctrina del amor incandescente que perdona de manera ciega y que
renuncia, como decían la Madre Teresa de Calcuta y la comunidad de
Taizé, a saber qué hará el perdonado con su perdón?
Ese panorama me
parece irreal. El pacto secreto concebido en Cuba y firmado en Bogotá sigue
escandalizando al país: éste lo rechazó conscientemente el 2 de octubre de
2017. El país sigue repudiando ese texto así como la decisión de Santos de
imponerlo de manera brutal a pesar de que el plebiscito había designado como
ganador al No. Es más, Colombia aspira a liberarse de ese mamotreto que
destruyó la Constitución e impuso otra completamente espuria. Colombia quiere
que haya justicia y elegir un gobierno bien diferente del actual. La misma
proximidad del papa no impidió que el país gritara su repudio a
Santos. ¿Esa es la Colombia dispuesta a renunciar a la justicia y al
estado de Derecho en aras de una reconciliación moral y política inmediata e
incondicional con las Farc y sus satélites?
Creo que hay una
brecha entre lo que propuso el papa y el momento psicológico del país. Entre lo
que dijo y entre lo que calló. No todos los papas omiten el nombre de los
enemigos de la religión y de los pueblos. Juan Pablo II luchó por los derechos
de las minorías del Sudán y denunció al gobierno por tratar de imponer la ley
coránica a la población cristiana del sur del país. El condenó abiertamente el
apartheid, pidió la liberación de Nelson Mandela, condenó y obró contra el
comunismo soviético. ¿Por qué Francisco no designó, así fuera elípticamente, al
comunismo narcoterrorista? ¿El drama colombiano no lleva más de 30 años?
¿Estima él que en Colombia no hay victimarios pues todos son víctimas?
Durante los
encuentros con Francisco el entusiasmo y el recogimiento espiritual de las
personas fueron ejemplares y conmovedores. Eso habla sobre todo de la nobleza
de carácter y de la fuerza del catolicismo de la nación colombiana. ¿Pero el
otro bando, absolutamente minoritario, vivió ese momento de la misma forma?
Creo que pasada la exégesis papal, el principio de realidad se impondrá. Lo que
es perfectamente natural, pues lo que dicen y hacen las metamorfoseadas Farc
confirma que no hay en este momento un espíritu de integración leal en ese
sector violento.
Se puede ver que
la gira papal por Colombia había sido estructurada alrededor de un concepto
preciso: la reconciliación. Ese tema pastoral no siempre es utilizado por
Francisco. Durante su visita a Cuba, él no propuso la reconciliación. ¿No era
acaso de actualidad ese concepto? ¿No hay un pueblo que sufre bajo el yugo de
una dictadura marxista que debería entrar en un proceso de reconciliación con
su pueblo? Desde luego que sí. Pero como cosa curiosa eso no fue planteado. Esa
palabra aparece sólo en las referencias que hubo allí sobre el “proceso de paz”
de Colombia.
Francisco y el
equipo papal al abordar el tema de la reconciliación suelen citar ciertos
versículos del Nuevo Testamento: Romanos 5:10; 2 Corintios 5:18; Colosenses
1:20-21, Filipenses 4:7, Juan 15:15. Pero allí se trata de la reconciliación
del hombre con Dios, de la gracia, de la reconciliación que permitirá a los
hombres “ser presentados ante El”. Es la reconciliación hecha “por la sangre de
la cruz”. Para resumir: “Éramos enemigos de Dios, pero ahora somos
Sus amigos”.
El papa da a ese
tema un tono diferente. La reconciliación entre los hombres debe ser sin
exigencias: entre agresores y agredidos, entre víctimas y victimarios, sin
designar el estatuto de cada uno de ellos. El acto de la “reconciliación” pasa,
en esa versión, por encima de los valores centrales del amor, del perdón y de
la verdad.
Trasladado al
escenario colombiano ese enfoque lleva al error de ver en el llamado
“conflicto” a todos sus actores como igualmente culpables, el país y sus
componentes: el gobierno, el ejército, la justicia, la industria, la prensa, la
iglesia y –gran concesión– las Farc y las otras bandas armadas.
Todos serían “actores armados” con una señal idéntica: todos son malhechores.
Inventada hace casi 20 años en un centro universitario de París, esa
superchería hizo que Francia no distinguiera durante años entre un gobierno
legítimo y los que trataban de destruir la democracia. Esa fue la matriz de la
teoría no declarada de la neutralidad diplomática ante las “partes”
colombianas.
La reconciliación
preconizada por Francisco recuerda ese modelo. El papa dijo durante su visita:
“Todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un
fracaso”. Ante la ausencia de precisión sobre quiénes y a qué título hacen ese
“compromiso” los reconciliables devienen noción ficcional. Lo que diferencia a
los actores desaparece. “Todos somos víctimas”, se atrevió a declarar el papa
en Villavicencio. Conclusión: la reconciliación debe ser hecha sin que el
arrepentimiento, el perdón, la verdad, la justicia, jueguen un papel. Siglos de
evolución del derecho canónico y del derecho civil son así ignorados.
¿Quién es el más
beneficiado con tales omisiones? Dentro de unos meses veremos los efectos de
ese viaje papal.
CRÓNICAS DEL DESENGAÑO
Antonio Sánchez García | septiembre 15, 2017 | Web
del Frente Patriótico
Lo que siga a las
presidenciales del 2018, si llegaran a realizarse, no dependerá de ellos ni de
quienes hayan sido sus estafados. Dependerá exclusivamente del próximo tirano
cubano, otro miembro de la dinastía consanguínea de los Castro, que Raúl ya
habrá pasado a la reserva. ¿Cómo no volver una vez más a mencionar a Albert
Einstein, quien sostenía que sólo el universo y la estupidez humanas eran infinitos,
si bien de lo infinito del universo tenía serias dudas?
Antonio Sánchez García @sangarccs
Cuando Enrique Mendoza, cabizbajo y en el colmo de la desesperación movía la cabeza mirando al suelo y balbuceando a media voz que no podía hacer nada porque no tenía las actas, es decir: que no saldría a proclamar el fraude que nos había caído desde Miraflores como una lápida, tuve perfectamente en claro que con ese y cualquier otro liderazgo heredado de la llamada cuarta república no se podría vencer jamás al desaforado e inédito malandraje que se había apoderado del país. Estaban presentes en ese pequeño cuarto que servía de despacho del encargado de prensa de la Coordinadora Democrática, Chuo Torrealba, los mismos dirigentes que hoy comandan la MUD. Y eso no sucedió ayer: sucedió hace más de 13 años, la madrugada del 16 de agosto de 2004. Fue la confirmación de una segunda muerte anunciada. Tras dos años de la primera de estas interminables confirmaciones de cobardía, pacatería, mengua intelectual, pusilanimidad y traición de la élite política puntofijista, de los nuevos liderazgos y de nuestras patéticas y corrompidas fuerzas armadas. Me refiero a la inconcebible derrota en que un general golpista hoy encarcelado, un pobre empresario hoy desterrado, y un obispo ultramontano hoy convertido en cenizas trocaron una gloriosa victoria de la sociedad civil en la oprobiosa derrota y muerte de la democracia venezolana. 11 de Abril de 2002.
Los antecedentes de la farsa que nos había traído a esta debacle estaban frescos. Destacados políticos profesionales, jueces y periodistas habían defenestrado a Carlos Andrés Pérez, sus compañeros de tolda lo habían expulsado del partido sumándose al cortejo del asalto, mostrándose absolutamente incapaces de ponerle un freno a la barbarie. Y como la barbarie daba rating, todos los medios televisivos seguían al Atila de los llanos como a un actor de cine o a un cantante de rock: pisándole los talones adonde quiera que fuese. La prima dona del sangriento asalto tanto atraía a las masas, que hasta telenovelas interminables y que duraron años fueron dedicadas a las circunstancias del asalto. La decadencia del establecimiento daba para llenarles los bolsillos a los empresarios mediáticos, que en lugar de enfrentarse al fascismo vernáculo prefirieron ver modo de sacarle partido, profundizando la crisis y alimentando el rencor y el odio que transitaban por estas calles. Poco después, en ocasión del bautismo institucional de su presidencia, ni Henry Ramos Allup ni Henrique Capriles pestañearon ante la boutade del teniente coronel convertido en primer magistrado como en un cuento de las mil y una noches, quien se permitió humillar a Rafael Caldera, ya un anciano con un pie en el sepulcro, y a la magna obra que llevara su firma, la Constitución de 1961. Bautizada como la moribunda. Ni jueces, ni diputados, ni ministros y funcionarios del gobierno saliente ni altos magistrados de la Corte Suprema tuvieron la hidalguía y el coraje como para ponerse de pie y dejar solos en su tenebrosa Mise-en-scène al anciano abrumado por el desafuero, al verdugo al que ayudara a asaltar el Poder y a los sorprendidos invitados internacionales que pudieron constatar en vivo y en directo la lava de inmundicia que comenzaba a brotar de las entrañas de la tierra de Doña Bárbara. La hora de la grandeza y la civilidad había terminado y todo parecía darle razón a quienes sostenían que Venezuela fue, era y seguiría siendo un país portátil por los siglos de los siglos. Y como los liberales del Siglo XIX fueron unos ladrones, el liberalismo jamás encontraría suelo fértil en el país de las izquierdas asaltado por el golpismo. Bravo por haber defenestrado a quien tuvo la osadía de pretender su autocrítica y tratar de pellizcar el cielo de otra Venezuela. Es la máxima astucia de nuestros historiadores: somos lo que fuimos. Jamás seremos lo que debiéramos. Dejémonos de reclamos imposibles.
Los diecisiete años transcurridos, que nada hace prever que llegarán a su fin ante la decisión inquebrantable de la dictadura de convertirse en la segunda tiranía totalitaria de la región, gústele o no les guste a quienes se prestan a sus juegos de tronos, han demostrado hasta la saciedad que el electoralismo, esa enfermedad congénita de las élites venezolanas, no pavimentará el camino hacia una democracia, así sea de regreso a la decadente democracia puntofijista. Si durante el reinado de Hugo Chávez, tanto o más inescrupuloso, hamponil y anti patriótico que Nicolás Maduro, y disfrutando de insólitos recursos financieros, pudieron contar con el respaldo de sus masas de apoyo y lograron simular sus procesos y victorias electorales – montados desde esos aciagos hechos del Referéndum Revocatorio de 2004 sobre un aparataje de fraudes manifiestos – desde diciembre de 2015 se han encaminado a un abismo inevitable. Están acorralados, nacional e internacionalmente. Y sólo sobreviven sobre la barbarie extrema de sus fuerzas armadas, privadas de la más mínima moral. Un escenario cantado para que la inevitable y siempre reciclada indignación popular saque sus garras y vivamos otra revolución, pero esta vez democrática, cívica y popular. Así haya pasado el huracán de Abril, en medio de esos tiempos tormentosos nos hallamos. Volverán los ciclones.
La retahíla de derrotas y desengaños – años tras año, derrota tras derrota, victorias dictatoriales verdaderas o fingidas, todos los partidos opositores sólidos creyentes del parto de los pájaros – hubieran continuado incólumes si la actuación opositora hubiera quedado entregada a la voluntad de la máxima dirigencia de la MUD, que tras todas sus derrotas decidió seguir obedeciendo el calendario electoral de la dictadura, desoyendo el reclamo de “radicales y abstencionistas” que recordaban la existencia constitucional del 333 y el 350. Muchos de cuyos dirigentes siguieron dudando de la naturaleza dictatorial del régimen. Y con la vista puesta en las presidenciales del 2018. Máxima aspiración congénita de sus factores hegemónicos: Henry Ramos Allup, Henrique Capriles y Julio Borges. Presentes en ese mínimo despacho de las honras funerarias del referéndum revocatorio, cuando el descomunal fraude continuado de 15 de agosto del 2004. Y dotados de una soberana paciencia a la hora de esperar a la sombra de algunas canonjías por los frutos a los que aspiran.
Confieso haber creído que la derrota que sufriera Nicolás Maduro en diciembre de 2015 sería irreversible. Como lo juró el mundo entero. Y lo hubiera sido, si quienes se aprovecharon de ella y colmaron sus ambiciones convirtiéndose, de la noche a la mañana y sin la más elemental preparación, experiencia y conocimiento previos, en respetados diputados de la República, hubieran tenido la virtud del coraje, la decisión y la voluntad acordes con el mandato recibido por una aplastante mayoría opositora. Ya definitivamente decidida a desalojar a la dictadura. Por la razón o la fuerza. No la tuvieron, no la tienen, ni la tendrán. Ni siquiera hubieran conquistado dicha mayoría, pues nadie voto por ellos, sino en contra del régimen. Y tampoco esa mayoría hubiera adquirido la fuerza que llegara a poseer si no hubiera sido por la inesperada emergencia de LA SALIDA y la asunción de un nuevo liderazgo verdaderamente contestatario en las figuras de María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma. Quienes, enfrentando por segunda vez al dictador de la única manera factible y realista, con la conquista de la calle – ya nos referimos a la primera, del 11 de abril de 2002 que siguiera el mismo guion – pusieran a Nicolás Maduro contra la pared y amenazaran con reconquistar la libertad para Venezuela. Hasta la llegada de los tartufos de siempre, que corrieron a lanzarle el salvavidas al verdugo.
No fueron ellos los artífices de la gran victoria del 6 de diciembre de 2015. Fueron los mártires del 2014, los presos políticos, la espantosa crisis humanitaria desatada por un régimen criminal y corrupto, que despertó el odio parido de la gente. Pero sí fueron los artífices del fracaso de la victoria que usurparan. Convirtieron esa notable victoria de la civilidad en agua de borrajas. Para lanzarla inmediatamente después al vertedero en aras de la próxima ilusión electorera, “las regionales”. El guion será el mismo: conquistarán las gobernaciones que el régimen esté dispuesto a dispensarles, pronto convertidas en cascarones vacíos. Y volverán a la reincidencia de la misma farsa: las abandonarán detrás del señuelo de las presidenciales. Henry Ramos Allup no descansará hasta ganarle en primarias el derecho a ser el candidato al otro aspirante mantenido por el régimen libre de inhabilitaciones y encarcelamientos: Julio Borges. De sus polvos serán los lodos.
Lo que siga a las presidenciales del 2018, si llegaran a realizarse, no dependerá de ellos ni de quienes hayan sido sus estafados. Dependerá exclusivamente del próximo tirano cubano, un miembro de la dinastía consanguínea de los Castro, que Raúl habrá pasado a la reserva. ¿Cómo no volver una vez más a mencionar a Albert Einstein, quien sostenía que sólo el universo y la estupidez era infinitos, si bien de lo infinito del universo tenía serias dudas?
Antonio Sánchez García @sangarccs
Cuando Enrique Mendoza, cabizbajo y en el colmo de la desesperación movía la cabeza mirando al suelo y balbuceando a media voz que no podía hacer nada porque no tenía las actas, es decir: que no saldría a proclamar el fraude que nos había caído desde Miraflores como una lápida, tuve perfectamente en claro que con ese y cualquier otro liderazgo heredado de la llamada cuarta república no se podría vencer jamás al desaforado e inédito malandraje que se había apoderado del país. Estaban presentes en ese pequeño cuarto que servía de despacho del encargado de prensa de la Coordinadora Democrática, Chuo Torrealba, los mismos dirigentes que hoy comandan la MUD. Y eso no sucedió ayer: sucedió hace más de 13 años, la madrugada del 16 de agosto de 2004. Fue la confirmación de una segunda muerte anunciada. Tras dos años de la primera de estas interminables confirmaciones de cobardía, pacatería, mengua intelectual, pusilanimidad y traición de la élite política puntofijista, de los nuevos liderazgos y de nuestras patéticas y corrompidas fuerzas armadas. Me refiero a la inconcebible derrota en que un general golpista hoy encarcelado, un pobre empresario hoy desterrado, y un obispo ultramontano hoy convertido en cenizas trocaron una gloriosa victoria de la sociedad civil en la oprobiosa derrota y muerte de la democracia venezolana. 11 de Abril de 2002.
Los antecedentes de la farsa que nos había traído a esta debacle estaban frescos. Destacados políticos profesionales, jueces y periodistas habían defenestrado a Carlos Andrés Pérez, sus compañeros de tolda lo habían expulsado del partido sumándose al cortejo del asalto, mostrándose absolutamente incapaces de ponerle un freno a la barbarie. Y como la barbarie daba rating, todos los medios televisivos seguían al Atila de los llanos como a un actor de cine o a un cantante de rock: pisándole los talones adonde quiera que fuese. La prima dona del sangriento asalto tanto atraía a las masas, que hasta telenovelas interminables y que duraron años fueron dedicadas a las circunstancias del asalto. La decadencia del establecimiento daba para llenarles los bolsillos a los empresarios mediáticos, que en lugar de enfrentarse al fascismo vernáculo prefirieron ver modo de sacarle partido, profundizando la crisis y alimentando el rencor y el odio que transitaban por estas calles. Poco después, en ocasión del bautismo institucional de su presidencia, ni Henry Ramos Allup ni Henrique Capriles pestañearon ante la boutade del teniente coronel convertido en primer magistrado como en un cuento de las mil y una noches, quien se permitió humillar a Rafael Caldera, ya un anciano con un pie en el sepulcro, y a la magna obra que llevara su firma, la Constitución de 1961. Bautizada como la moribunda. Ni jueces, ni diputados, ni ministros y funcionarios del gobierno saliente ni altos magistrados de la Corte Suprema tuvieron la hidalguía y el coraje como para ponerse de pie y dejar solos en su tenebrosa Mise-en-scène al anciano abrumado por el desafuero, al verdugo al que ayudara a asaltar el Poder y a los sorprendidos invitados internacionales que pudieron constatar en vivo y en directo la lava de inmundicia que comenzaba a brotar de las entrañas de la tierra de Doña Bárbara. La hora de la grandeza y la civilidad había terminado y todo parecía darle razón a quienes sostenían que Venezuela fue, era y seguiría siendo un país portátil por los siglos de los siglos. Y como los liberales del Siglo XIX fueron unos ladrones, el liberalismo jamás encontraría suelo fértil en el país de las izquierdas asaltado por el golpismo. Bravo por haber defenestrado a quien tuvo la osadía de pretender su autocrítica y tratar de pellizcar el cielo de otra Venezuela. Es la máxima astucia de nuestros historiadores: somos lo que fuimos. Jamás seremos lo que debiéramos. Dejémonos de reclamos imposibles.
Los diecisiete años transcurridos, que nada hace prever que llegarán a su fin ante la decisión inquebrantable de la dictadura de convertirse en la segunda tiranía totalitaria de la región, gústele o no les guste a quienes se prestan a sus juegos de tronos, han demostrado hasta la saciedad que el electoralismo, esa enfermedad congénita de las élites venezolanas, no pavimentará el camino hacia una democracia, así sea de regreso a la decadente democracia puntofijista. Si durante el reinado de Hugo Chávez, tanto o más inescrupuloso, hamponil y anti patriótico que Nicolás Maduro, y disfrutando de insólitos recursos financieros, pudieron contar con el respaldo de sus masas de apoyo y lograron simular sus procesos y victorias electorales – montados desde esos aciagos hechos del Referéndum Revocatorio de 2004 sobre un aparataje de fraudes manifiestos – desde diciembre de 2015 se han encaminado a un abismo inevitable. Están acorralados, nacional e internacionalmente. Y sólo sobreviven sobre la barbarie extrema de sus fuerzas armadas, privadas de la más mínima moral. Un escenario cantado para que la inevitable y siempre reciclada indignación popular saque sus garras y vivamos otra revolución, pero esta vez democrática, cívica y popular. Así haya pasado el huracán de Abril, en medio de esos tiempos tormentosos nos hallamos. Volverán los ciclones.
La retahíla de derrotas y desengaños – años tras año, derrota tras derrota, victorias dictatoriales verdaderas o fingidas, todos los partidos opositores sólidos creyentes del parto de los pájaros – hubieran continuado incólumes si la actuación opositora hubiera quedado entregada a la voluntad de la máxima dirigencia de la MUD, que tras todas sus derrotas decidió seguir obedeciendo el calendario electoral de la dictadura, desoyendo el reclamo de “radicales y abstencionistas” que recordaban la existencia constitucional del 333 y el 350. Muchos de cuyos dirigentes siguieron dudando de la naturaleza dictatorial del régimen. Y con la vista puesta en las presidenciales del 2018. Máxima aspiración congénita de sus factores hegemónicos: Henry Ramos Allup, Henrique Capriles y Julio Borges. Presentes en ese mínimo despacho de las honras funerarias del referéndum revocatorio, cuando el descomunal fraude continuado de 15 de agosto del 2004. Y dotados de una soberana paciencia a la hora de esperar a la sombra de algunas canonjías por los frutos a los que aspiran.
Confieso haber creído que la derrota que sufriera Nicolás Maduro en diciembre de 2015 sería irreversible. Como lo juró el mundo entero. Y lo hubiera sido, si quienes se aprovecharon de ella y colmaron sus ambiciones convirtiéndose, de la noche a la mañana y sin la más elemental preparación, experiencia y conocimiento previos, en respetados diputados de la República, hubieran tenido la virtud del coraje, la decisión y la voluntad acordes con el mandato recibido por una aplastante mayoría opositora. Ya definitivamente decidida a desalojar a la dictadura. Por la razón o la fuerza. No la tuvieron, no la tienen, ni la tendrán. Ni siquiera hubieran conquistado dicha mayoría, pues nadie voto por ellos, sino en contra del régimen. Y tampoco esa mayoría hubiera adquirido la fuerza que llegara a poseer si no hubiera sido por la inesperada emergencia de LA SALIDA y la asunción de un nuevo liderazgo verdaderamente contestatario en las figuras de María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma. Quienes, enfrentando por segunda vez al dictador de la única manera factible y realista, con la conquista de la calle – ya nos referimos a la primera, del 11 de abril de 2002 que siguiera el mismo guion – pusieran a Nicolás Maduro contra la pared y amenazaran con reconquistar la libertad para Venezuela. Hasta la llegada de los tartufos de siempre, que corrieron a lanzarle el salvavidas al verdugo.
No fueron ellos los artífices de la gran victoria del 6 de diciembre de 2015. Fueron los mártires del 2014, los presos políticos, la espantosa crisis humanitaria desatada por un régimen criminal y corrupto, que despertó el odio parido de la gente. Pero sí fueron los artífices del fracaso de la victoria que usurparan. Convirtieron esa notable victoria de la civilidad en agua de borrajas. Para lanzarla inmediatamente después al vertedero en aras de la próxima ilusión electorera, “las regionales”. El guion será el mismo: conquistarán las gobernaciones que el régimen esté dispuesto a dispensarles, pronto convertidas en cascarones vacíos. Y volverán a la reincidencia de la misma farsa: las abandonarán detrás del señuelo de las presidenciales. Henry Ramos Allup no descansará hasta ganarle en primarias el derecho a ser el candidato al otro aspirante mantenido por el régimen libre de inhabilitaciones y encarcelamientos: Julio Borges. De sus polvos serán los lodos.
Lo que siga a las presidenciales del 2018, si llegaran a realizarse, no dependerá de ellos ni de quienes hayan sido sus estafados. Dependerá exclusivamente del próximo tirano cubano, un miembro de la dinastía consanguínea de los Castro, que Raúl habrá pasado a la reserva. ¿Cómo no volver una vez más a mencionar a Albert Einstein, quien sostenía que sólo el universo y la estupidez era infinitos, si bien de lo infinito del universo tenía serias dudas?
ES PRECISO RECORDAR LO QUE QUIERE EL PUEBLO VENEZOLANO
Mercedes Montero | septiembre 15, 2017 /Web del
Frente Patriótico
El pueblo venezolano ha venido manifestado en forma
creciente su inmenso rechazo por el régimen corrupto e inconstitucional de
Nicolás Maduro, la protesta ha sido general y en muchas y variadas formas, así
como también se han ido incrementado el destrozo del país y la humillación de
la nación hasta llegar a la situación actual en la que Venezuela física, administrativa
y emocionalmente está al borde del colapso socioeconómico. Lo único que hará
que Venezuela vuelva por su fuero es que la nación regrese a la libertad que
solo se preserva en democracia y esto último es lo que quiere terminar de
confiscar la dictadura Castrocomunista del ilegitimo Maduro, títere de los
Castro.
El pueblo venezolano que en un principio creyó que se harían
realidad las promesas populistas hechas por Chávez, se fue convenciendo que
estas eran solo palabras huecas ya que la situación del país se deterioraba
cada día más. Con la muerte de Chávez en La Habana la situación socioeconómica
y política del país se transformó en una debacle que originó una crisis
humanitaria sin precedentes que ha asombrado al planeta, ya que es imposible
ocultarla; lo cual no impide que algunos de esos países que le sacaron a
Venezuela un equivalente a la “parte del rey” estén tratando ahora de preservar
lo que le robaron a nuestro país valiéndose de la brutalidad, ignorancia e
inmoralidad de aquellos que en nombre de la revolución bonita saquearon y
dieron permiso para saquear a Venezuela hasta dejarla en la ruina y endeudada
hasta quien sabe cuándo.
La esperanza de recuperar la democracia en Venezuela como país y nación renació cuando a principios del año 2016 la oposición gano las Elecciones Parlamentarias al obtener 113 diputados que le daban la mayoría calificada necesaria para sacar del poder al inconstitucional e ilegitimo Nicolás Maduro, sintió una alegría inmensa ya que regresaría el país a la ansiada democracia, al respeto por la verdadera ley, rescate de la economía del país y, respeto por todos los derechos ciudadanos La alegría tendría una vida corta, valiéndose de todo tipo de argucias, la dictadura Castro comunista le quitó a la Asamblea Nacional los tres representantes indígenas del estado Amazonas y no hubo forma que echaran para atrás semejante confiscación. La Asamblea Nacional presidida por el diputado opositor presidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup, en cuyas declaraciones decía que se estudiarían las cinco salidas del poder legales y legitimas establecidas en la Constitución quedó en veremos al dejar correr el tiempo sin actuar. En cambio si se llevaron a cabo todas las diligencias pertinentes para ir a una Mesa de Diálogo cuyos miembros son jurados comunistas y enemigos de la democracia. Rodríguez Zapatero, Ernesto Samper entre estos. Con mucho dolor tengo que decir que así como la Conferencia Episcopal Venezolana ha sido un baluarte en la defensa de moral, principios y amor por Venezuela, siento una profunda decepción con la actitud del papa Francisco, quien ha marcado distancia con el pueblo venezolano asediado por el Castrocomunismo.
El pueblo venezolano ha demostrado ampliamente su deseo y derecho de regresar a la democracia, el Plebiscito del 16/07/2017 no pudo haber sido más fehaciente, las protestas llevadas a cabo por la resistencia destacando la generosidad de nuestra juventud, que dejo 131 jóvenes asesinados, incontables presos, torturados, lisiados, violados, abusados, que ha transformado a Venezuela en un país de emigrantes y con cada venezolano que se marcha del país, queda atrás una familia incompleta y llega a otro país un venezolano más. La diáspora ha sido tan grande que por muy buena intención que tenga el país que recibe a los migrantes venezolanos llega un momento en que el venezolano se vuelve una carga que el nacional del país receptor reciente.
Ante la situación infernal con la que se vive en Venezuela, hoy en día transformada en tierra de nadie, con un futuro borrado por una” revolución involucionaría”, con unas justicia y respeto condenados a muerte, el pueblo a cuyo voto aspiran, exige porque es su derecho y deber exigirlo, que cumplan con las promesas hechas porque además de ser su deber, la maldad infligida al pueblo venezolano ha sido demasiada.
La esperanza de recuperar la democracia en Venezuela como país y nación renació cuando a principios del año 2016 la oposición gano las Elecciones Parlamentarias al obtener 113 diputados que le daban la mayoría calificada necesaria para sacar del poder al inconstitucional e ilegitimo Nicolás Maduro, sintió una alegría inmensa ya que regresaría el país a la ansiada democracia, al respeto por la verdadera ley, rescate de la economía del país y, respeto por todos los derechos ciudadanos La alegría tendría una vida corta, valiéndose de todo tipo de argucias, la dictadura Castro comunista le quitó a la Asamblea Nacional los tres representantes indígenas del estado Amazonas y no hubo forma que echaran para atrás semejante confiscación. La Asamblea Nacional presidida por el diputado opositor presidente de la Asamblea Nacional Henry Ramos Allup, en cuyas declaraciones decía que se estudiarían las cinco salidas del poder legales y legitimas establecidas en la Constitución quedó en veremos al dejar correr el tiempo sin actuar. En cambio si se llevaron a cabo todas las diligencias pertinentes para ir a una Mesa de Diálogo cuyos miembros son jurados comunistas y enemigos de la democracia. Rodríguez Zapatero, Ernesto Samper entre estos. Con mucho dolor tengo que decir que así como la Conferencia Episcopal Venezolana ha sido un baluarte en la defensa de moral, principios y amor por Venezuela, siento una profunda decepción con la actitud del papa Francisco, quien ha marcado distancia con el pueblo venezolano asediado por el Castrocomunismo.
El pueblo venezolano ha demostrado ampliamente su deseo y derecho de regresar a la democracia, el Plebiscito del 16/07/2017 no pudo haber sido más fehaciente, las protestas llevadas a cabo por la resistencia destacando la generosidad de nuestra juventud, que dejo 131 jóvenes asesinados, incontables presos, torturados, lisiados, violados, abusados, que ha transformado a Venezuela en un país de emigrantes y con cada venezolano que se marcha del país, queda atrás una familia incompleta y llega a otro país un venezolano más. La diáspora ha sido tan grande que por muy buena intención que tenga el país que recibe a los migrantes venezolanos llega un momento en que el venezolano se vuelve una carga que el nacional del país receptor reciente.
Ante la situación infernal con la que se vive en Venezuela, hoy en día transformada en tierra de nadie, con un futuro borrado por una” revolución involucionaría”, con unas justicia y respeto condenados a muerte, el pueblo a cuyo voto aspiran, exige porque es su derecho y deber exigirlo, que cumplan con las promesas hechas porque además de ser su deber, la maldad infligida al pueblo venezolano ha sido demasiada.
¿Puede Rusia?
José Toro Hardy
Es frecuente escuchar que las sanciones de EEUU arrojarán al
régimen en los brazos de Rusia y China. Veamos:
En 1961 Fidel Castro dijo:
“¡Lo que no pueden perdonar los imperialistas es que
hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de los Estados
Unidos!”
Acto seguido le entregó Cuba a la URSS que procedió a
emplazar cohetes atómicos capaces de alcanzar todo el territorio de los EEUU.
Aquello ocurrió en el momento más álgido de la Guerra Fría.
En 1962 un avión espía U2 descubrió aquellos cohetes y
Kennedy exigió su retiro. El mundo estuvo al borde de un holocausto nuclear. A
última hora, Kennedy y Kruschev llegaron a un acuerdo: La URSS retiraría los
cohetes y EEUU se comprometería a nunca invadir a Cuba.
Pero la economía cubana estaba destruida. Sólo pudo
mantenerse porque la URSS se la echó a cuestas. Pudo hacerlo porque la potencia
comunista se encontraba en la apogeo de su poderío militar y económico. Una
plataforma a pocas millas del territorio norteamericano era un activo
estratégico invaluable.
Después el comunismo se vino a pique en el mundo. En el
llamado “otoño de las naciones”, en 1989, se desmoronaron la Cortina de Hierro
y el Muro de Berlín. Incluso en 1991 el comunismo se desplomó en la propia URSS
la cual se desintegra en 15 naciones diferentes.
“Es el fin de la historia” proclamó Fukuyama. Se
había acabado la Guerra Fría. Uno de los dos sistemas que pugnaban por
controlar el mundo -el capitalismo y el comunismo- había sido derrotado.
Y esto nos trae de regreso a Venezuela. Con varias décadas
de retraso, Chávez y Maduro intentaron repetir la hazaña de Fidel: proclamarse
socialistas en las propias narices de los EEUU. Ya emularon a Castro:
Destruyeron la economía del país en un lapso asombrosamente corto lanzando al
82% de las familias venezolanas por debajo de la línea de la pobreza y al 50%
por debajo de la pobreza extrema (UCAB, UCV, USB)
Cabe ahora preguntarse: ¿logrará Maduro repetir la otra
hazaña de Fidel, es decir, la de que Rusia se eche a cuestas a Venezuela?
A diferencia de lo que ocurría en 1962, la URSS comunista ya
no existe. Rusia atraviesa por una muy comprometida situación económica
porque, tal como nosotros, depende extremadamente del petróleo y el gas. No
puede sin embargo afirmarse que su economía se esté yendo por un sumidero como
la venezolana.
Tras sufrir en el 2009 la mayor crisis desde el fin del
comunismo, Rusia entró en una nueva depresión en el 2015 y 2016 debido a la
fuga de capitales, la caída del rublo, la baja del petróleo y las sanciones
occidentales que siguieron a la crisis de Ucrania. Su economía decreció durante
dos años consecutivos (-3,7% en el 2015 y -0,8% en el 2016) y se prevé un
crecimiento marginal en el 2017. Su situación podría definirse como
“establemente mala”.
No está Rusia en condiciones de lanzarse a ninguna aventura.
En todo caso sus prioridades geopolíticas siguen siendo Ucrania (porque en
Sebastopol está la Flota rusa del Mar Negro) y Siria (porque en Tartus se
encuentra su base naval en el Mediterráneo).
Mal podría Rusia echarse a cuestas como un fardo a
Venezuela, cuyo régimen ni siquiera logra pagarle la deuda vencida que alcanza
a $ 2.840 millones. Rusia tuvo que recortar su presupuesto en el 2017 en $
1.000 millones debido a la falta de pago de Venezuela y, para colmo, los
envíos de petróleo por pago de deuda convenidos con PDVSA de 70.000 barriles
diarios no se han cumplido. Adicionalmente, hace poco una naviera rusa
-Sovcomflot- embargó en San Martin un cargamento de petróleo de PDVSA por una
deuda de $ 30 millones.
El saldo de la gestión revolucionaria es: PDVSA destruida,
la producción petrolera cayendo, escasez rampante, la inflación más alta del
mundo, un déficit fiscal inmanejable, el agro devastado, el aparato productivo
en ruinas, el bolívar destrozado, crisis humanitaria, aislados del mundo, al
borde del default, sancionados por EEUU y sin acceso al financiamiento.
Es poco probable una reedición de la Guerra Fría en defensa
del régimen. Dudo que Rusia esté en condiciones de salvarlo del atolladero,
aunque sin duda el oso ruso intentará sacar todo el provecho que le sea por
posible de la situación, incluyendo contratos petroleros que le ofrecen en
bandeja de plata a costillas de nuestra soberanía.
Próxima entrega: ¿Puede China?
@josetorohardy
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