Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Tres hombres en la vida de una ciudad... Valencia

El Carabobeño 26 marzo 2012

Guillermo Mujica ||

De Azules y de Brumas

Tres hombres en la vida de una ciudad... Valencia

Alonso Arias de Villacinda o el Hombre de la Tarde

El nuevo Gobernador de las provincias de Venezuela, Don Alonso Arias de Villacinda, ha dejado caer sobre la vetusta silla de cordobán y madera la amplia capa y el airoso chambergo, desciñéndose de la fina y dura espada toledana para tomar asiento, sosegadamente, tras la vasta mesa donde despacha quehaceres de máximo representante del bien amado Rey Don Felipe, Segundo de todas las Españas, todas las Indias y amo del mar océano. Sírvenle de fondo, de fondo, cual un áurea, una panoplia, herencia de los que antecediéronle en este rudo cargo, y el escudo soberano de los castillos y los leones junto al águila bicéfala de los Austrias, simbología terrible, cruel y heroica de la voluntad imperial de sus señores. ¡Que pase el maestre Don Juan! Ordena el magistrado al soldado guardián. Y acto seguido Don Juan de Villegas hace su entrada y arrimando uno de los pesados sillones toma el asiento delante del Gobernador, después de saludarlo con ese sabroso ceremonial de los tiempos antiguos.

¡Escuche vuesa merced!... Y el rudo guerrero comienza a hacer el relato maravilloso de las tierras que había más allá de las serranías de Nirgua, más allá de las comarcas fieras de las “Jiraharas”. Tierras encantadas, sitas en un valle delicioso y a orilla de un lago de ensueños... El Gobernador Villacinda quien se encuentra sumamente disgustado estos días, pues ha pretendido fundar una ciudad o puesto en el Valle de Nirgua, rico en metales preciosos, con el nombre de “Las Palmas” y los tremendos indígenas acosando fieramente a sus hombres le han despedazado varias expediciones y su sueño poblador... se va sumergiendo lentamente en el relato del bravo conquistador, cuyo cuerpo cúbrenlo más de un mandoble y un flechazo aborigen.

El relato emocionado de Don Juan, hombre más del terno férreo que del tierno madrigal, sorpréndelo un tanto y le hace recordar lejanamente al Virgilio que leía de vez en cuando allá en su adolescencia estudiantil de Salamanca, cuando cursaba para obtener la Licenciatura.

“Al entrar en aquel valle, llenos de sudor y sangre por los encuentros que hubimos de sostener, el sol nos pareció más luminoso que el de los demás días. Era como si primera vez amaneciera sobre el mundo”. ¿Y dice Usía que esa tierra deliciosa se encuentra hacia el territorio inexpugnable de los Caracas, es decir entre éstos y los empecinados Jirajaras? Si, Vuecencia. En la boca de esas naciones Caracas y más allá de los Jirajaras de la serranía, son duros de vencer estos indios: ya sabe Ud. lo que me ha costado fundar Nuestra Señora de Borburata hace años...

Al ducho Licenciado, a quien la gente autóctona ha estorbado el proyecto colonizador, se le ha ocurrido una idea luminosa: “Si en esas tierras se pudiera fundar un asiento o pueblo serviría de base para la conquista de los Caracas, así como también para sujeto de estos salvajes de la serranía, pues le quedaría en el flanco. Y el hombre para esto es aquel individuo mitad soldado y mitad colono, que es alcalde de la Borburata, Alonzo Díaz Moreno. Don Juan de Villegas está hecho más para sabor acre de los combates que para labor pacífica y paciente del colonizador. Y si no la prueba al canto: fundó la Villa de Borburata contra viento y marea, luchando como él solo sabe hacerlo contra los indios y piratas y luego entrególa a la Gobernación, no exigiendo ni tierras en ellas. Su alma no se halla bien, arrullada por el manso susurro de las hojas de las plantaciones de añil o de caña sino en medio del silbar de las flechas y en angustioso palpitar de los tambores de combate.

Tomado del libro Evocación, Realidad y sueño de la Patria Chica.


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