El nuevo titular, que viene de ser
ministro de Comunas, aún responde titubeante, y lo admite: aún se está empapando. Sin embargo, se siente confiado de contar con un equipo “bastante preparado, por encima del promedio”.
Entre sus tareas más inmediatas está organizar la
Fiesta del Joropo, con gira nacional y cierre en Caracas, y el Congreso Nacional de la Cultura, que explorará “la revolución cultural y la cultura comunal”.
¿Qué oportunidades le da ser novato en el campo cultural?
Supone limitaciones obvias. Llego con voluntad y necesidad de aprender y escuchar. Hay un trabajo de dignificación y visibilización de todo lo que hacen los cultores que debe mantenerse y profundizarse. Debemos hacer políticas más específicas de lo cultural desde lo popular. Tenemos que eliminar la distancia universal entre las artes y el pueblo, y trabajar en la reconstrucción histórica.
¿Qué quedó pendiente en las gestiones anteriores?
Aquí cada quien hizo su aporte muy importante a un ministerio que ni siquiera existía. No me corresponde a mí hacer inventario de las cosas que se han podido hacer mal. Venimos a aplicar una política establecida en el Plan de la Patria.
¿Para cuándo estarán los reglamentos de las leyes de Cultura y de Protección Social del Artista que establezcan detalles sobre los fondos y otras cuestiones?
Ese es uno de los objetivos del Congreso Nacional de Cultura. La idea es definir esas precisiones de las que yo, con toda franqueza, me estoy enterando. Si lo que hace falta es publicar el reglamento hay que hacerlo en el menor tiempo posible.
¿Cuándo se instala el congreso?
Será del 1 al 5 de octubre. Se evaluó posponerlo y yo pedí hacerlo porque hay mucha expectativa, mucha demanda de información. Hay un equipo que trabaja en esa organización. La otra semana daremos detalles.
¿Qué opina del paso de la Villa del Cine y Amazonia Films al Minci?
Me parece fundamental que haya articulación institucional, independientemente de a cuál ministerio pertenezcan. Desconozco las razones de ese cambio pero lo importante es que hay una política clara en lo cinematográfico. El cine debe ser un espacio no al servicio de la revolución bolivariana sino de la gente que hace cine. En la medida en que el arte dialoga con lo popular, con la calle, gana la sociedad, gana el arte y ganan los creadores. Debemos dar las condiciones para que ese diálogo se produzca, para que se recreen los imaginarios, que todavía siguen siendo muy de élite, muy de clase media.
Hay cineastas preocupados por la independencia del Cnac, en caso de que pase al Minci.
Creo que la independencia es deseable. Una democracia debe procurarse los medios de escuchar las voces críticas y disidentes. La mejor manera de dialogar con el que piensa distinto es que el conflicto se dirima en el plano cultural, eso enriquece a la sociedad, las distintas miradas y estéticas sobre una misma circunstancia. Lo que no puede pretender la élite es que van a seguir controlando el cine, la literatura, las artes plásticas para excluir al sujeto popular, invisibilizar al pueblo o construir una visión deformada y caricaturizada. A mí, por ejemplo, me parece más honesto el aporte estético de Jackson Gutiérrez sobre la violencia que esa visión predecible y manida que en general han tenido los cineastas venezolanos, con esa mirada a partir del prejuicio que criminaliza la pobreza.
Se dijo que Tves nació para ser una televisora cultural. ¿Cómo ve la programación de ese canal, con un show matutino de formato tradicional, con “Violetta” de Disney y producciones foráneas más que nacionales?
Yo creo que la TV pública debe tener público. Se usa mucho como excusa eso de que las audiencias están alienadas. Desde la izquierda decimos mucho eso, que a la gente lo que le gusta es Sábado Sensacional. Eso también es una posición de élite de la izquierda cultural. No hay que tenerle pavor a la sociedad de masas y la industria cultural, hay que acercarse a la candela sin quemarse. La necesidad de reinventar en el plano estético implica no repetir la estética de la cultura de masas. Como decía el Comandante, hay que inventar lo nuevo y que la gente te vea. La cuestión no son los géneros o formatos sino reinventarlos. Yo no estoy a favor de repetir fórmulas gastadas aun y cuando garantices audiencia. Tenemos que ser más audaces.
Cuando se promulgó la Ley Orgánica de Cultura, la diputada Gladys Requena decía que el Estado no podía promover el rock por no ser una expresión de la identidad venezolana.
Lo que pasa es que no hay arte puro. Si nos ponemos a indagar en el origen del Alma llanera (una zarzuela) y nos ponemos estrictos entonces rechazamos todo lo que venga de España. Es una ridiculez y una falta de respeto. Yo creo en la discriminación positiva, en darle espacio a la música que se produce aquí, sin cerrarnos a la influencia incluso de la industria cultural. Lo que tenemos es que competir, en el mejor sentido. A mí me gusta el rock, me gusta Tego Calderón que es reguetón, me gusta Calle 13, me gusta el merengue.
¿Min-Cultura apoyará el rock y otros géneros urbanos?
Sí. Hay grupos muy buenos como Campesinos Rap al que le hemos dado apoyo. Hay una política de apoyo al rock nacional. Yo me enteré de que en Alba Ciudad hubo un escándalo porque pusieron una canción de Michael Jackson. Ese es uno de los artistas más extraordinarios de la humanidad. Creo que hay que ser más amplio en todos los términos, y eso no tiene nada que ver con la necesidad de defender nuestra música tradicional.
¿Ser amplio implica trabajo conjunto con gobiernos de oposición, por ejemplo?
Hay razones de índole político que impiden eso. Eso se expresa a todo nivel de Gobierno. En algunos órdenes eso no debe ser. En términos ideales, sería mucho más provechosa la cooperación interinstitucional.
En octubre de 2012 Chávez regañó a sus ministros porque no se veía el espíritu comunal. ¿Cómo reflejarlo en la cultura?
Cuando el Comandante hablaba de eso hablaba de las transformaciones en el plano inmaterial. La revolución no es simplemente saldar la deuda material del pueblo pobre. Hay que ir creando las condiciones para producir los valores de una nueva sociedad. Hay que articular el esfuerzo abajo. Usualmente los consejos comunales no impulsan los comités de cultura y están pendiente más de resolver problemas de infraestructura y económicos. Es una visión muy honesta. La relación se da, no hay comuna sin transformación social más allá de las instancias formales. Eso hay que cimentarlo.
¿Cómo quiere ser recordado en Min-Cultura?
Como alguien que hizo política cultural desde la calle.
¿En qué plazo se verán sus primeros resultados?
En seis meses es que uno controla la institución, pero los resultados hay que irlos produciendo de inmediato… En enero, pues, para no darle largas.
¿Se sintió preparado cuando lo nombraron ministro de Cultura?
Lo primero que pensé fue: “Yo no sé nada de cultura, por qué me van a poner ahí”. Después el Presidente me explicó sus razones.
¿Cuáles?
Para el Presidente, yo soy un intelectual. Me dijo que ya me había probado en el frente de masas, y ahora había que trasladar esa experiencia para acá. Me habló de la necesidad de reimpulsar la revolución cultural, de construir hegemonía cultural, que lo popular predomine, y trabajar fuerte el tema de la identidad. Me he puesto de tarea desmontar la compleja trama del discurso discriminatorio, el discurso de “este país de mierda” que está en la esencia antichavista.
¿Identificarse con el país no pasa por tener uno sin cortes de luz, sin escasez, etc.?
Esta es una revolución asediada. Es verdad que cometemos errores, que hay decisiones que no se terminan de tomar, que no hemos logrado hacer productivas algunas empresas, todo eso es verdad. Pero también es verdad que estamos en una guerra económica que hay que reconocer, así como el esfuerzo de Chávez por evitar que esto se convirtiera en una lucha fratricida.
Su Perfil
Reinaldo Iturriza fue nombrado por el presidente Nicolás Maduro como titular de Cultura el 2 de septiembre de 2014.
Antes fue ministro para las Comunas, desde 2013.
Es sociólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (2000) con mención Magna Cum Laude. Trabajó para la Defensoría del Pueblo (2003) y el Ministerio del Trabajo (2006-2007). Dirigió Ávila TV (2009). Fue profesor de la UCV (2006) y la Universidad Bolivariana de Venezuela (2004-2005).
Por el medio de la calle
Reinaldo Iturriza habla con franqueza y critica con fuerza el
burocratismo. “Lamento nuestra impresionante incapacidad para transmitir lo que ocurre en las comunas, donde hay gente que contra todo pronóstico supera obstáculos, incluyendo los que pone el Gobierno bolivariano, porque este sigue siendo un Estado burocratizado”. “Allí hay gente creando otra cosa, practicando la política de otra manera y en contacto permanente con lo que molesta: la clientela, el politiquero. Eso produce mucho malestar y es un signo de muy buena salud del pueblo chavista. Allí hay una sociedad tratando de reinventarse”. En el III Congreso del Psuv, los delegados lo pitaron denunciando corrupción y lentitud en el que fue su despacho. “No solamente hubo pitas sino que mi intervención terminó al grito colectivo de ‘revisión’. Allí se criticó fuertemente a Fundacomunal. Hay una propensión todavía, a raíz de que el Estado sigue siendo burgués, que se mezcla con lo peor de nuestra cultura política de izquierda: pretender que la gente es masa de maniobra y clientela política. Yo aprendí a detestar esa política porque me asqueaba”.
-¿Esa política se ha perpetuado? -Hay una continuidad. Es muy difícil. Eso lo dijo el comandante Chávez hasta que se cansó. Donde uno esté tiene la obligación de combatir eso.
El ministro se reúne con su antecesor y asoma que irá a otro cargo.
Foto: Luis Vallenilla