FOTO Wilmeyker Souza
Por CATHERINE MEDINA MARYS
29 DE ABRIL DE 2017 12:04 AM | ACTUALIZADO EL 29 DE ABRIL DE
2017 00:11 AM
Imagine usted que tiene los ojos cerrados, y el único sonido
que puede percibir es el de agua corriendo. Se siente también un goteo
constante. ¿De dónde viene? ¿Qué es? Posiblemente sea algún manantial mediano,
lluvia, o un río crecido. ¿Y el goteo? De seguro son gotas de lluvia o de rocío
de este manantial o río hipotético que caen en algún charco. Pero de repente
entra otro factor que no había usted tomado en cuenta, y es un olor putrefacto.
Comenzó como algo tolerable, pero empeoró hasta convertirse en algo
insoportable. Es un olor de alfombra húmeda, de estanques creadores de
paludismo y dengue.
Abra los ojos, porque está en una alcantarilla y necesita
salir de ahí por su salud. Peor que una alcantarilla: usted está en una ciudad
fundada sobre una alcantarilla.
“Un enemigo del pueblo”, del dramaturgo noruego Henrik Ibsen,
publicada en 1833, es una historia cuyo punto de partida es la inauguración de
un balneario de aguas termales, construido por la gestión del gobernador Pedro
Stockmann y que promete convertirse en un potente impulso económico, además de
fungir como lugar de reposo y curación para los enfermos. Pero su hermano, el
Dr. Tomás Stockmann, descubre después de numerosos estudios y análisis que el
agua del balneario ha sido contaminada por los desechos que provienen de las
fábricas circundantes, y revertir los efectos de la polución tomaría un lapso
no menor de tres años.
Es entonces cuando Tomás recurre a su hermano y le explica
la situación, esperando que este tome la decisión de postergar la inauguración
del balneario-ciénaga hasta solventar el problema. Mas lejos de ello, el
gobernador Stockmann decide hacer caso omiso al descubrimiento de su hermano y
seguir adelante con su proyecto, aun a sabiendas del riesgo potencial que
representan las aguas contaminadas. Comienza así una lucha en la que ambos
Stockmann sepultan su lazo fraternal y se declaran la guerra, pues Tomás espera
dar a conocer la verdad y desenmascarar, con el apoyo popular, lo que en
realidad ocurre con el balneario prometido por su hermano.
Lo que no espera Tomás Stockmann es que sea precisamente la
verdad su punto débil. El Gobernador logra silenciar a los medios de
comunicación, antes adversos a su gestión, y convertirlos en simples entes
panfletarios que sobreviven a cambio de un subsidio. Pronto la opinión pública
se vuelca en su contra, hasta el punto en que el mismo pueblo declara como
enemigo al hombre que intenta salvarlo de su destrucción. Tomás es testigo de
su propia ruina, observando que la persecución hacia su persona luego se torna
hacia su familia, que lejos de disuadirlo de sus ideales lo apoya férreamente y
permanece con él hasta el final. Pedro Stockmann representa el poder
brutalizado, orientado a la sobrevivencia por medio de la supresión de la
disidencia. Tomás Stockmann representa el poder de la moral que no puede ser
corrompida ni comprada con sobornos, y es esta lucha de poderes el principal
argumento de Ibsen.
En una ciudad cuyo único río es una fosa séptica, donde ya
no se habla de neblina sino de gas lacrimógeno y el pensar distinto se
convierte en una afrenta al gobierno, “Un enemigo del pueblo” es un espejo de
nuestra grave situación como pueblo. Dice un refrán anglosajón que la sangre es
más espesa que el agua ―blood is thicker than water― para expresar que
el vínculo sanguíneo es más fuerte que el afectivo. Pues bien, el argumento de
Ibsen es muy contundente: en esta ciudad la sangre dejó de ser más densa que el
agua, porque esta está envenenada.
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