Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

lunes, 24 de abril de 2017

¡Y se dicen herederos del Libertador!





LA ESTÚPIDA IMPIEDAD DE UN RÉGIMEN DESALMADO
Antonio Sánchez García | abril 23, 2017 Web del Frente Patriotico
La proximidad del terrorismo islámico con la narcodictadura venezolana no es casual. Obedece a parecidas  pulsiones genéticas y merece un mismo tratamiento. O se los desaloja o nos desalojan. Hablamos de los aliados consanguíneos del Estado Islámico – ISIS o DAESH, da lo mismo –  infiltrados en el estado venezolano, y a quienes, enquistados en la mal llamada Defensoría del Pueblo,  la ingenuidad opositora pretende recurrir para denunciar y detener sus atropellos.  


Antonio Sánchez García @sangarccs
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Asistimos a la estúpida impiedad de un régimen tiránico que en su brutal inconsciencia ha terminado por carcomer, corromper y gangrenar todos los valores morales de nuestra institucionalidad democrática, gangrenándose de paso a si mismo. Una cruenta impiedad que bordearía la locura si sólo fuera la expresión de una pandilla de asesinos corruptos y desquiciados, que también lo son. Para nuestro infortunio, como lo fuera en su momento para la Rusia estalinista, la Alemania hitleriana y la Cuba castrista, es muchísimo peor y más complejo que todo eso, por su naturaleza caribeña, corrupta y subdesarrollada: es el extremo de bajeza, miseria moral y ruindad al que pueden descender quienes se sirven de una ideología fracasada, corrompida y extraviada, con la que pretenden mantener con vida su cadáver: los últimos estertores del marxismo leninismo. Una ideología que sea en los gobiernos filo castristas o en las oposiciones a los gobiernos liberal democráticos, aún sobrevive en América Latina por una tara ancestral que se aferra a su última expresión gangrenosa: el caudillismo militarista, el castrocomunismo y una izquierda corrupta, pervertida y alienada a nivel continental y mundial que se solaza y revuelca en el subdesarrollo.
Esa izquierda continental aún disfruta o aspira al Poder para imponer la podredumbre material, moral e ideológica del subdesarrollo, exactamente como también sucede en los países árabes. Porque le garantiza a su numerosa clientela una vida sin responsabilidades, exigencias ni deberes. Y antes que luchar por sacudirse la lacra pestífera del populismo clientelar, estatista o clerical,  y promover una sociedad civil de logros, esfuerzos y emprendimientos, prefiere seguir estirando la mano tras la limosna de los caudillos. Y tampoco por azar dispendiosos gracias a sus pozos petrolíferos. Por todo ello, la proximidad del terrorismo islámico con la narcodictadura venezolana no es casual. Obedece a parecidos condicionamientos, a semejantes pulsiones genéticas y merece un mismo tratamiento. O se los desaloja o nos desalojan. Hablamos de los aliados consanguíneos del Estado Islámico – ISIS o DAESH, da lo mismo –  inflitrados en el estado venezolano, y a quienes, enquistados en la mal llamada Defensoría del Pueblo,  la ingenuidad opositora pretende recurrir para denunciar sus atropellos.  

Ya el análisis del aberrante fenómeno del nazifascismo europeo, con su siembra de odios y su carnicería genocida, tuvo que trascender la explicación estrictamente personalista e individual de esa tragedia. Y enfrentarse a un hecho por demás incuestionable: no era posible atribuir las aterradoras prácticas violatorias, genocidas y devastadoras de los más elementales derechos humanos sufridos por la Europa liberal a manos del nazismo, al simple desquiciamiento de un sujeto y su perversa capacidad de seducir a millones y millones de sus ciudadanos hasta convertirlos en verdugos de sus propios semejantes. Hitler no estaba loco. Estaba perfectamente cuerdo. La enfermedad yacía en lo profundo de una sociedad gravemente enferma, perfectamente permeable al odio, a la matanza, a la carnicería. 
Como también lo estaba la sociedad soviética, que prohijara el matadero de Stalin bajo las mismas coordenadas totalitarias, industrializadas bajo el aparente signo del progreso de una Europa que avanzaba tras del delirio de un desarrollo material, social y tecnocrático que creía indetenible. Fascinada por los avasallantes éxitos de la industrialización, mientras creaba las bases materiales para la sociedad totalitaria. Como lo estaba y lo sigue estando la sociedad que preparó las bases y recibió alborozada el asalto de la barbarie chavista, que hoy despliega toda su saña carnicera.

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No faltaron los visionarios que advirtieran de ese peligro inminente para la Europa liberal. El 4 de enero de 1849, en medio de los graves sucesos de la llamada “revolución europea” de 1848, que sucediera a la revolución francesa y precediera a la Comuna de Paris y a la revolución bolchevique, el diputado, jurista, diplomático y luego sacerdote Juan Donoso Cortés lo expresó con una asombrosa capacidad premonitoria, filosófica y analítica en un discurso histórico ante las cortes españolas, en el que dibujara el perfil del futuro Armagedón: “Señores: las vías están preparadas para un tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso; todo está preparado para ello; señores, miradlo bien; ya no hay resistencias, ni físicas ni morales; no hay resistencias físicas, porque con los barcos de vapor y los caminos de hierro no hay fronteras; no hay resistencias físicas, porque con el telégrafo eléctrico no hay distancias, y no hay resistencias morales, porque todos los ánimos están divididos y todos los patriotismos están muertos.” Vio despuntar a un siglo de distancia al comunismo y al nazismo, esos monstruos gemelos productos inexorables del rumbo que llevaba la sociedad europea y brotados de la más lúcida y deslumbrante de sus utopías: el comunismo marxista. Poco antes, el joven Alexis de Tocqueville, tras recorrer los Estados Unidos de Norteamérica de Oeste a Este y de Norte a Sur, había anticipado que las dos superpotencias del futuro serían Rusia y los Estados Unidos. Una crucial divisoria de aguas entre el totalitarismo soviético o nacionalsocialista, y la democracia liberal que casi dos siglos después aún resiste en grandes extensiones del planeta, mientras Venezuela se arrodilla ante la añeja estupidez y la sombría barbarie castrocomunista.
Así, al análisis propiamente estructural de Donoso Cortés, se unió el deslumbrante complemento del análisis geopolítico y sociológico de Tocqueville. Pero faltaba ahondar en las profundidades del ser europeo para dar con la clave del totalitarismo. Marx Hokheimer y Theodor Adorno, sobre la base de la recién estrenada ciencia del psicoanálisis de Freud y la comprensión del desarrollo de las entrañas socioeconómicas de Marx, llegaron a la conclusión de que tras el aberrante fenómeno del totalitarismo se encontraba lo que llamaron “la personalidad autoritaria”. eje fundamental del autoritarismo autocrático en el seno de las masas. Y una aterradora constatación antropológico cultural: el desarrollo y el progreso arrasaban de la mano de la razón instrumental con los valores más profundos de la civilización, preparando el camino hacia la barbarie y la deshumanización. 
Fue el motivo de una de las obras más importantes del pensamiento europeo de entre guerras: La dialéctica de la Ilustración. Sustentada en una hipótesis aparentemente insólita: a mayor progreso, mayor regresión, y a mayor ilustración, mayor barbarie. Fue el trasfondo de la Teoría Crítica desarrollada en la famosa Escuela de Frankfurt,  así llamada por surgir del seno del Instituto de Investigación Social establecido en los años treinta en dicha ciudad alemana, que además de contar en sus filas con grandes intelectuales, deudores en su gran mayoría de una comprensión estrictamente científica y filosófica del marxismo originario, como los mismos Adorno y Horkheimer mencionados, contara con grandes pensadores alemanes como Walter Benjamin, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Jürgen Habermas y otros, dedicados al análisis antropológico cultural del post capitalismo industrial.
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Lo cierto es que en cuanto al análisis científico de nuestra permanente sumisión al autoritarismo y su barbarie, luego del importante esfuerzo de análisis de sus determinaciones antropológicas y culturales, debidas al positivismo venezolano y muy en particular a la obra de Laureano Vallenilla Lanz y los invalorables aportes de los intelectuales orgánicos del gomecismo y del post gomecismo, como Caracciolo Parra Pérez,  Alberto Adriani, Arturo Uslar Pietri y sus sucesores, Mario Briceño Yragorri, Augusto Mijares, entre otros, las raíces de la barbarie que pudieron ser represadas durante los casi cuarenta años  de democracia saltarían hechas pedazos ante la primera crisis estructural de la economía petrolera y el quiebre del rentismo producto de la baja de los precios del petróleo y la incapacidad de haber asumido con voluntad y coraje el imperativo del liberalismo post gomecista: “sembrar el petróleo”, pensado originalmente por Alberto Adriani y popularizado por Arturo Uslar Pietri. Y sentar las bases sociológicas para una sociedad liberal. Lo único cierto ha sido que, el deseo expresado por Pedro Grases en 1980, citado por Simón Alberto Consalvi, el último heredero de la tradición liberal ilustrada venezolana, en su estudio sobre Augusto Mijares, otro de nuestros importantes pensadores de la venezolanidad, no se cumplió: “Provisto de un excepcional dominio de cuanto ha acontecido en el suceder venezolano desde los días coloniales hasta el momento actual, Mijares ha acometido durante largos años, a través de sus libros, ensayos y artículos, la revisión de las virtudes públicas de que no ha carecido Venezuela, con el designio de formar un corpus de principios que deben sentar tradición.” No sólo no sentaron tradición: ese corpus de principios ha sido brutalmente pisoteado por la barbarie militarista que hoy hunde a Venezuela en la deshonra, la inmoralidad y la miseria.
La barbarie desatada por militares, paramilitares y civiles, cebados con corruptelas, privilegios y granjerías en el asesinato de jóvenes manifestantes absolutamente pacíficos, expresa la costra de viejísimas barbaries, hondamente aposentadas en los últimos resquicios de nuestra identidad, alborotada y reciclada por el chavismo, con sus secuelas de narcotráfico, corrupción y terrorismo y la indignidad de altos oficiales de las fuerzas armadas, que traicionan a diario sus juramentos y deberes constitucionales. Sacudírnosla de encima de una vez y para siempre, es la única alternativa que tenemos los venezolanos de bien que amamos a nuestra Patria y quisiéramos rescatarla del horror en que el militarismo, el socialismo de todo origen y el castrocomunismo nos la han hundido. ¡Y todavía hay quienes no osan llamar al monstruo por su nombre y esperan un gesto de salvación desde sus cuarteles! De ellos, unos no sirven porque ya estaban corrompidos. Otros, porque se rindieron a la corrupción en cuanto uno de ellos se alzó con el Poder. Los más, porque no tuvieron ni la moral ni el coraje de oponerse a la barbarie. Y los menos, porque han guardado un cobarde y ominoso silencio. La estupidez, la inmoralidad y la cobardía, he allí su enseña. Y continúan ofendiendo y ultrajando el gentilicio. 
¡Y se dicen herederos del Libertador!

SUBVERSIÓN / ENTRE LO CIERTO Y LO VERDADERO
Oscar Tenreiro | abril 23, 2017 Web del Frente Patriotico
Lo que sigue no es una Digresión, el título es preciso así como lo son sus consecuencias.
Yo, Oscar Tenreiro, de domicilio conocido, expresándome públicamente a través de este Blog, estoy haciendo, consciente de lo que significa, un llamado a la subversión del pueblo venezolano ante la Dictadura que nos oprime.
Ya perdí la paciencia, como la han perdido millones de venezolanos, la de esperar que los delincuentes que dirigen el gobierno se den cuenta de que la inmensa mayoría del pueblo quiere que salgan del poder y que den cuenta de sus actos. Y digo, como parte de este alegato, con toda claridad, que efectivamente nos están dirigiendo, han confiscado el Poder de un país orgulloso de un pasado con nombres luminosos que ilustran el alcance de la lucha por construir una sociedad afirmada en los más altos valores; nos están dirigiendo repito, lo he dicho muchas veces, una camarilla de delincuentes. Y lo digo hoy abiertamente, directamente, porque no tengo nada que perder, cuento sólo con mi persona y con mi gente querida: Venezuela está dirigida por unos criminales. Diosdado Cabello, el capitán multimillonario, es un ladrón,  existen todas las pruebas que lo demuestran; Tareck El Aissami es un narcotraficante porque la denuncia que desde el exterior se hace está basada en evidencias que él no ha refutado;  se ha enriquecido y opera con testaferros. Aristóbulo Istúriz se enriqueció, directa o indirectamente y ahora es vocero de la ignominia. Y así muchos más, muchísimos hasta el punto de que la Dictadura se ha convertido en un caso único en la historia del robo de los dineros públicos; no los nombro porque sería demasiado largo y muchos de ellos operan en la sombra. Y en el tope de la pirámide está quien en definitiva funciona como su tabla de salvación, ese torpe personaje que se cree la reencarnación del ya fallecido irresponsable, comandante eterno de la maldad, ejemplo en el manejo de la mentira y el cinismo para un sucesor que lo imita de un modo que hierve la sangre; sí, a ese le costará muchísimo demostrar cuando ya no tenga la protección de sus bombas lacrimógenas y sus tanquetas blindadas, que no metió las manos en el tesoro público, que no tuvo privilegios indebidos, que no protegió con su influencia a conocidos e identificados criminales que hoy esperan sentencia.
Y es por su condición de criminales, lo hemos dicho muchas veces, lo sabe toda Venezuela y ya es tiempo de que se sepa con claridad en el mundo entero, que esos personajes nunca dejarán el Poder si no se ven obligados a ello.
Y sólo los obligará la subversión, llegó el momento de decirlo. Ya basta de eufemismos y temor a decir las cosas. Subversión como resistencia, subversión como negativa a volver a la normalidad,  es la única opción que tenemos para que se cumpla el deseo mayoritario, democrático y pacífico, de darle al poder público la indispensable decencia y dignidad mediante unas elecciones limpias que permitan la expresión real y sin interferencias de nuestro pueblo. Con reconocimiento pleno a nuestra legítima Asamblea Nacional. Sin presos políticos.  Subversión expresada en la negativa a ser pasivos. En sostener nuestro derecho a ocupar los espacios de la ciudad hasta que los delincuentes tomen las decisiones que abran el camino eleccionario.

Y a los jóvenes especialmente tiene que dirigirse este llamado. Para recordarles que lanormalidad sería para ellos la continuación del estancamiento pavoroso de un país que en las condiciones actuales no les ofrece nada para su futuro. Ustedes son los primeros que tienen que luchar porque no vuelva la normalidad. Que se mantenga la dificultad, que no cese un entorpecimiento dirigido también a despertar las conciencias de los eternos miedosos, de los pusilánimes de siempre, de los que nunca darán un paso arriesgado a menos que no tengan más remedio. ¡Y de eso se trata, de que no tengan más remedio que decir también como decimos todos que ya basta! A esos jóvenes les recuerdo lo que siempre le he dicho a mis hijos: que ser joven no puede ser una excusa sino un acicate para actuar. Los hijos propios pueden o no hacer caso de estos llamados que hago; los de los otros también pudiera ser que los ignoren, pero todo padre sabe que su deber es hacer llamados y esperar consecuencias, y así como insisto siempre con ellos lo hago ahora con los jóvenes posibles lectores de estas líneas cumpliendo en cierto modo un deber análogo, no de padre sino de ciudadano de edad mayor de este país que sufre. Los increpo y les pido que quiten la mirada de la computadora y las redes, que se alejen de la comodidad del aislamiento y se comprometan lanzándose a su ciudad, al espacio público, a compartir con otros directamente. Viéndoles la cara, compartiendo entusiasmo, una de las mayores gratificaciones de participar en las marchas que los venezolanos venimos haciendo durante todos estos años aciagos de opresión demagógica y falaz. Verles la cara a los que comparten tus angustias en una protesta visible, real, que se puede tocar con la mano, porque para eso, para tocarnos con la mano es que estamos en el mundo: para ser verdaderos, no fantasmas de la electrónica. Y les recuerdo, porque conviene tenerlo presente ya que a veces lo olvidamos, que quienes construyeron la sociedad en la que hemos vivido eran también muy jóvenes, acaso demasiado jóvenes cuando tuvieron que lanzarse a la calle, no sólo a compartir sino a impulsar la anormalidad. Que no pierdan de vista que el 19 de Abril de 1810 Simón Bolívar apenas tenía veintiséis años. Poca edad y sin embargo mucha para pronunciar aquella famosa frase dirigida a los demasiado pacientes: ¿Es que trescientos años de calma no bastan? Poca edad como la de una figura que no es de nuestra cultura ni nuestra geografía pero que resulta un ejemplo extraordinario de responsabilidad adolescente. Hablo de Juana de Arco nacida en una época en la cual las mujeres solo se consideraban aptas para servir, y sin embargo, con sólo diecisiete años dirigió los ejércitos de Francia. No le importó ser niña para sentirse responsable. Y la movió además, eso también es lo que me lleva a nombrarla, un ideal, un principio superior, un amor mayor a todos los amores, amor que anida en lo profundo de toda alma juvenil buscando manifestarse.

Y finalmente quiero llamar a quienes dirigen mi Universidad, la Central de Venezuela donde fui profesor durante treinta y cinco años. Para reiterarles lo que ellos ya saben. Sí Señora Rectora, ya no es posible mantener abierta una Universidad que ha sido sometida a las más escandalosas humillaciones. La Universidad Central de Venezuela tiene que declararse en rebeldía, en apoyo a la resistencia, en voz principal de defensa de la absoluta necesidad de no regresar a normalidad alguna en las condiciones dictatoriales que hoy rigen en nuestro país. También les hablo a mis colegas profesores de la Facultad de Arquitectura. Pretender formar arquitectos en las condiciones venezolanas es una insensatez. En las Facultades de Arquitectura, tradicionalmente, siempre ha habido una conciencia especial de la importancia de reconocer el contexto donde se actúa para poder abrirle paso a una arquitectura con raíces. Y es indiscutible que en el contexto actual venezolano nunca será posible el surgimiento de una arquitectura capaz de convertirse en patrimonio de una cultura. Ese contexto tiene que cambiar porque además de todo lo que he dicho, ha creado las condiciones para convertir en cotidiano el crimen que nos acorrala a todos, sin dejar de nombrar los últimos asesinatos de estos días de protesta, terribles pérdidas que muestran hacia donde quiere llevar las cosas el actual poder político.
Siendo fiel a su historia, siendo fiel a la disciplina que es su razón de ser, disciplina basada en el juego tolerante entre los ciudadanos, obstaculizado hoy por la manipulación dictatorial, la Facultad de Arquitectura tiene el deber de convertirse en vanguardia de la resistencia. En guardián contra la vuelta a una normalidad que no será otra cosa que la aceptación de la hegemonía de la mentira, del cinismo y la corrupción.


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