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A pesar de la brutal represión de los cuerpos de seguridad
del Estado y de la actuación de grupos paramilitares, la protesta adquiere una
dimensión más profunda y gana cada día más adeptos / Abraham Tovar
Por ALY LA RIVA V.
VIDEO: ABRAHAM TOVAR
INFOGRAFÍA: MARÍA ALEJANDRA MORALES
VIDEO: ABRAHAM TOVAR
INFOGRAFÍA: MARÍA ALEJANDRA MORALES
23 DE ABRIL DE 2017 11:37 AM | ACTUALIZADO EL 23 DE ABRIL DE
2017 11:59 AM
Un hombre desnudo con una Biblia en la mano es herido con
balas de goma y bombas lacrimógenas mientras pide a guardias nacionales el cese
de la represión; una señora ataviada con el tricolor nacional hace retroceder
una tanqueta en medio de la asfixia por los gases; una fila de ciudadanos pide
paz con las manos en alto frente a un contingente de la Policía Nacional
Bolivariana; millones de personas siguen en las calles pese a la represión y a
la violencia de grupos paramilitares. En Venezuela la entereza parece superar
al miedo. Los venezolanos empiezan a descubrir lo que significa la protesta y
la resistencia cívica no violenta, la vía que propone la dirigencia opositora
para enfrentar al gobierno de Nicolás Maduro.
En un intento por acabar con la manifestación, generar temor
y callar a la disidencia, el Estado arremete brutalmente contra quienes con
banderas, pancartas y pitos ya no solo demuestran su descontento por una
precaria calidad de vida, sino que también exigen con convicción elecciones,
respeto a la democracia y la libertad. Pero paradójicamente, a pesar de los
esfuerzos del gobierno, la lucha adquiere una dimensión más profunda y gana cada
día más adeptos.
“Se busca meter a Venezuela en cintura a juro, pero
sabemos que los venezolanos a juro, ni a la esquina. Ya desde el siglo XIX
estaba clara la caracterización de este pueblo cuando decían que Venezuela es
un cuero seco, que si lo pisas por un lado se levanta por el otro”, afirmó el
sociólogo e investigador del Centro de Estudios Políticos de la Universidad
Católica Andrés Bello (CEP-UCAB), Daniel Fermín.
Estudios realizados por el CEP-UCAB con chavistas
descontentos y ex chavistas han determinado que el miedo es la principal razón
para no manifestar. “No obstante, la represión desmedida, lejos de mermar la
participación, ha encendido una llama de indignación en los venezolanos, que
están determinados a no dejar las calles hasta lograr sus conquistas. Esto es,
también, resultado de una estrategia convencidamente no violenta, que es la que
hace que la gente se indigne ante la brutal arremetida de cuerpos de seguridad
y paramilitares contra un pueblo sin armas”, agregó.
El sociólogo Enrique Alí González Ordosgoitti sostiene que,
en la práctica, mientras más masiva es la resistencia pacífica, menos
posibilidades tiene el régimen de silenciarla con represión.
Indica que el aumento de la participación de los ciudadanos
tanto en Caracas como en el interior del país es una demostración de fuerza
que, a su vez, representa un salto político y organizativo. También se envía un
mensaje a los cuerpos de seguridad: mientras más arrecies la represión contra
manifestantes, más puntos de movilización impedirán que domines a todos.
“De esta manera le dices a las fuerzas represivas: ‘Ustedes
están peleando contra todo el pueblo y no pueden vencer a todo el pueblo’. Ese
mensaje mina por una parte la moral de los funcionarios y, por otra, la visión
política de los directores de esos organismos. Hace que se pregunten: ‘Si esto
es tan masivo, y es todo el pueblo el que está alzado, ¿de qué lado me voy a
poner yo?’. También se dan cuenta del riesgo de ponerse del lado de una minoría
represiva porque, por ejemplo, los organismos internacionales están vigilantes
y la violación de derechos humanos no prescribe”, explicó el doctor en Ciencias
Sociales y profesor titular en la UCV y la UCAB.
Es clave entender que el objetivo de la protesta cívica no
violenta no es enfrentarse a los funcionarios, sino hacerle entender a los
opresores que es costoso reprimir, agrega el analista político Ángel Álvarez.
“Hay que ganar a los represores o al menos una parte de
ellos como aliados para que permitan que el movimiento avance. Hay que hacerles
entender que se desprestigian si reprimen, que hay sanciones en el futuro por
la violación de los derechos humanos. Si no hay esta fractura en el seno de los
opresores y estos se mantienen unidos en torno a la represión, el movimiento no
logra sus objetivos y se desgasta en el tiempo. Hay que lograr propiciar dudas,
conflictos o tensiones internas entre los que dirigen a los organismos de
represión”, advierte.
A juicio de Álvarez, la única manifestación que realmente le
importa y le preocupa al gobierno es la pacífica, principalmente porque no
tiene justificación para reprimirla: “Una manifestación violenta la reprimo
mucho más fácil. Es más sencilla de controlar porque además son solo 40 o 50
muchachos con molotov y piedras. Estos grupos, así sean pequeños, perjudican a
la oposición y promueven la represión, de forma inconsciente o voluntaria. Por
eso hay que desmarcarse permanentemente de la violencia”.
La paz como bandera
El sociólogo Daniel Fermín afirma que la protesta no
violenta está lejos de ser, como algunos podrían pensar, una postura pasiva ni
“comeflor”, sino que está basada en la acción creativa y organizada, sustentada
en la participación masiva y contundente de la gente. Asegura que es
especialmente efectiva en la lucha contra gobiernos represivos y autoritarios.
“Hay personas que pueden pensar ‘muy bien, pero eso no
funciona contra este tipo de gobierno’, pero es justamente contra este tipo de
gobierno represivo y altamente centralizado que la no violencia tiene su mayor
efectividad. Ejemplos sobran: Suráfrica, Filipinas, Serbia, Turquía, Ucrania y,
más recientemente, Túnez. Todos son casos de cómo la lucha no violenta
conduce, si se lleva a cabo correctamente, a un cambio de régimen”, indica.
El investigador del Centro de Estudios Políticos de la UCAB
asegura que la evidencia histórica demuestra que la resistencia no violenta
causa desafecciones, cambios de lealtades y sube los costos al gobierno,
mientras que la violencia disminuye la participación y cohesiona las fuerzas
del régimen.
“La dirección política y la organización son cruciales para
que la protesta se mantenga en los rieles de la no violencia y se procure la
mayor participación posible. Esto es también una vacuna contra los
infiltrados”, agregó Fermín.
Constancia y paciencia
Analistas políticos y sociólogos coinciden en que el
movimiento opositor está avanzando, pero que debe quedar claro que se trata de
un proceso paulatino que requiere perseverancia. Es fundamental ir adquiriendo
mayor poder de movilización, de organización y de empoderamiento político.
El sociólogo y profesor del Instituto de Estudios Superiores
de Administración (IESA), Ramón Piñango, considera que con la naturaleza del
gobierno de Nicolás Maduro la protesta pacífica tiene sentido si es tenaz.
“Se requiere una tenacidad a toda prueba. Debe haber
inteligencia, organización e imaginación para mantener a los ciudadanos
descontentos con el gobierno en la protesta, a que no se cansen, porque es muy
fácil agotarse día tras día. En los países en donde ha habido éxito siempre los
resultados no son inmediatos: toman días, semanas y meses. Tiene que haber una
clara disposición a mantenerse firmes y cohesionados”, dijo.
Daniel Fermín: “Uno de los retos de la dirigencia opositora,
fundamental para enfrentar el agotamiento natural de la gente, es hablar claro
a los venezolanos y manejar con seriedad las expectativas de una lucha que es
de resistencia. No podemos repetir los errores de la abstención, el paro
petrolero y demás episodios que se dieron por hablarle irresponsablemente a las
gradas en busca de aplausos. Eso solo deviene en frustración para la gente y
pérdida de legitimidad y capacidad de convocatoria para la dirigencia”.
Ángel Álvarez: “Se trata de una intensa lucha sostenida en
el tiempo que requiere constancia y paciencia. Generalmente no son movimientos
que tienen éxito de forma instantánea, pueden durar meses o años en la búsqueda
de la solución a los problemas. También suelen ser perseguidos y reprimidos
brutalmente. Pero la respuesta es seguir protestando y mantenerse en la calle
de forma pacífica”.
Enrique Alí González: “La resistencia pacífica implica
también perseverancia. Significa continuas actividades de calle, ir
incorporando a cada vez más sectores de la sociedad venezolana e implica una
fuerte represión por parte de un gobierno autoritario (…) no se plantean cosas
de películas como ‘salgamos a la calle y no regresamos más nunca”.
Los retos de la oposición
La oposición, de acuerdo con los expertos, se encuentra en
un momento de mayor madurez, mayor claridad de metas y mayor fuerza.
La presencia de dirigentes y diputados a la cabeza de
manifestaciones ha aumentado la empatía entre la dirigencia y los ciudadanos,
afirma el doctor en Ciencias Sociales, Enrique Alí González.
“Hay un crecimiento cualitativo en la relación entre la
conducción de la oposición y el pueblo que lo sigue. Los diputados a la
Asamblea Nacional, por ejemplo, han cumplido un rol fundamental para crear ese
vínculo afectivo”, destacó.
El analista político Ángel Álvarez sostiene que en la
protesta y la resistencia cívica no violenta se identifican uno o varios
líderes que, más que dirigentes del movimiento, lo simbolizan. En el caso
venezolano, el símbolo es la Unidad.
“La Unidad tiene un liderazgo heterogéneo, son muchos. En
estos últimos días el rostro se lo han puesto principalmente los diputados
jóvenes de diversos partidos. Eso ha refrescado la imagen física de la idea de
Unidad, movimiento que intenta democratizar Venezuela”, agregó.
A juicio del sociólogo y profesor de la UCAB, Daniel Fermín,
debe insistirse en realizar una convocatoria amplia, que incorpore a todos los
factores descontentos y que vaya más allá de los partidos políticos y de la
Mesa de la Unidad Democrática, como los sindicatos, los estudiantes, los
gremios, el chavismo disidente y las fuerzas vivas de la sociedad.
El camino a seguir, agrega, debe ser insistir en las
reivindicaciones populares, en metas claras y concretas como el llamado a
elecciones, el reconocimiento de la AN, la liberación de los presos políticos y
la apertura del canal humanitario.
“Hoy el descontento es unánime y no solo buscan un cambio
los que llevan 18 años oponiéndose al proyecto oficial, sino también los que lo
acompañaron hasta ayer e incluso quienes todavía se consideran chavistas. Esta
es una oportunidad para que la oposición política se muestre como alternativa
de gobierno y así dibujar, junto al pueblo, una propuesta de futuro compartido
de país”, ratifica.
Bajo esta misma línea, los expertos consideran que la lucha
opositora debe ser capaz de abarcar todos los escenarios. Por eso es que, lejos
de las críticas de sectores radicales, aseguran que la situación del país no
solo implica calle, sino también negociación. Lo importante es dejar claras las
condiciones y avanzar en el cumplimiento de los objetivos.
“Los procesos de este tipo siempre se llevan en los dos
planos. No es posible establecer acuerdos con el gobierno que permitan la
transición, si no hay un cierto nivel de negociación implícita o explícita. Es
absurdo pensar que no es así. No queda más remedio que ejercer las dos fuerzas
que tiene la oposición: la presión popular y la negociación. No es inmoral
negociar, la política es negociación, lo que pasa es que la palabra en
Venezuela está desprestigiada”, agrega Álvarez.
Fermín pide no caer en “simplismos” que hacen ver como
opciones mutuamente excluyentes aquellas que no lo son: “Si se convocan
elecciones regionales, como un intento por bajar la presión, hay que acudir a
ellas y organizarse para arrasar y desmontar así la estructura de apoyo
clientelar del oficialismo en las regiones. Votar no es una traición a la lucha
de calle, sino precisamente una conquista de esa lucha. La batalla se debe dar
en todos los frentes y eso hay que asumirlo sin complejo”.
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