Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

jueves, 14 de diciembre de 2017

La alternativa: CINCUENTA DE CINCUENTA “Llenar un nicho para los nuevos autores, poder trabajar de tú a tú, conocer de verdad a tu autor, manejando todo el proceso, eliminando escalones burocráticos propios de las grandes editoriales, y acortar los tiempos de producción”. Serie editoriales independientes: Cincuenta de Cincuenta


Por PL
12 DE DICIEMBRE DE 2017 03:21 AM | ACTUALIZADO EL 12 DE DICIEMBRE DE 2017 04:23 AM
Las editoriales independientes en Venezuela responden ante la crisis del país con apuestas cada vez más arriesgadas, sólidas y meritorias. Presentamos una serie de preguntas que les hicimos a los más destacados sellos nacionales de esta naturaleza, sobre el origen de su iniciativa, la labor que realizan, los autores que publican y sus próximos proyectos. Continuamos la serie con Cincuenta de Cincuenta, editorial que se inició en el año 2001 y que dirige la poeta y diseñadora Claudia Noguera Penso.
―¿Qué motivaciones y entusiasmos determinaron la creación de su editorial? ¿Cuál es su historia? ¿Por qué el nombre?
“Yo tenía una empresa que se llamaba Titulus, que se dedicaba al diseño gráfico e impresión en gran formato. Cuando en el 2001 la empresa cumplió cinco años, en vez de hacer una fiesta decidí, con el respaldo de mi socia, montar una editorial, era un proyecto que tenía entre ceja y ceja. Gisela Viloria, mi socia, diseñó el logotipo. Le pusimos ‘Cincuenta de Cincuenta’ porque nuestra idea era sacar tirajes muy limitados y numerados de 150 a 200 ejemplares, pero fonéticamente me pareció que la palabra ‘Cincuenta’ era perfecta cuando la repetías de manera continua: Cincuenta de Cincuenta.
Nuestra premisa, a la hora de diseñar, es que cada libro merece un diseño y una tipografía en particular, ningún autor se parece a otro. Tuve la suerte de que las dos personas que diseñaron los nueve libros (Gisela Viloria los tres primeros, e Ivoly Noguera los otros seis) son personas sensibles, lectoras y con mucha experiencia en el diseño editorial.
A mí me gustaba mucho editar y presentar varios libros al mismo tiempo, significa que puedes trabajar todas la ediciones en bloque. En la primera tanda salieron Sastre de José Luis Blondet, Libro de cetrería de Beverley Pérez Rego y El viaje de mi autoría. En la segunda, salieron, Y de la noche tanto, de María Gabriela Lovera, Grado superlativo, de José Antonio Parra, Diario de guerra, de Blanca Elena Pantin y Poesía en tránsito, de Poetas en tránsito. Y en la tercera tuvimos la suerte de poder reeditar Casa o lobo, de Yolanda Pantin, a veinte años de su primera edición, y Boulevard, de Leonardo Padrón.
Titulus se encargaba de todo: la parte legal, diseño, edición, corrección, promoción, bautizo, el espacio para presentar, igualmente corríamos con todos los gastos. No estábamos en capacidad de pagar derechos de autor o regalías, así que entregábamos diez ejemplares a cada autor, y hacíamos contratos por un solo año. En las tres presentaciones contamos con el respaldo incondicional de los espacios de María Fernanda DiGiacobbe, como el espacio Balzac en el antiguo Café del Ateneo, Librería El Buscón y Soma Café. Igualmente todos los autores contaban con presentadores de lujo: Yolanda Pantin, Rafael Castillo Zapata, Igor Barreto, Rafael Cadenas. También se sumaron Ricardo Jiménez con fotografía, Corina Michelena con ilustraciones e Ivoly Noguera con dibujos”.
―¿Con qué criterios decide su editorial la publicación de un libro? ¿Podría darnos algunos ejemplos al respecto?
“No tenemos un criterio en particular, pero tenemos predilección por la poesía y si son autores inéditos mucho mejor. Tratamos de no trabajar con autores conflictivos, el proceso tiene que ser muy fluido y de mucha confianza. Un par de veces tuvimos que devolver los manuscritos, porque los autores eran muy problemáticos, y lo que hacían era retrasar la salida de las publicaciones de sus compañeros”.
―¿Hay libros más apropiados que otros para los buenos oficios de una editorial alternativa?
“Eso depende de lo que quiera o busque el editor. A mi parecer, si el diseño, la parte gráfica y la estética visual es muy importante para ti, como editor, probablemente buscarás libros que te permitan jugar con eso y que no opaque el contenido del libro. Para mí la poesía se presta, porque poesía es imagen”.
―¿Para un autor, qué diferencia hay entre ser publicado por una editorial alternativa o por una editorial comercial?
“Es una pregunta difícil porque depende del autor. Quizá con la comercial el músculo económico y de promoción sea mejor, aunque eso no garantiza que el libro vaya a los lectores adecuados. Y hablo en el caso de la poesía: en ese caso las alternativas tenemos nuestro público muy claro, sabemos quién quiere leernos”.
―¿En qué consiste la contribución que las pequeñas editoriales independientes hacen a los lectores?
“Lo acercan a la lectura. A mí me llama muchísimo la atención los autores que eligen para publicar las editoriales alternativas como Dcir, Team Poetero, Letra Muerta, e inclusive algunos títulos de Oscar Todtmann, que podemos considerar como una ‘sección de poesía’ alternativa. Se empeñan en estar en ferias, presentaciones, recitales y lecturas. Eso es muy importante para un autor, el roce directo con su público”.
―¿Qué clase de apoyo deberían recibir las editoriales alternativas?
“El apoyo a las editoriales alternativas debe venir por parte de los lectores, de hecho sobrevivimos y seguimos adelante gracias a ellos. Yo me he conseguido personas que quince años después se acuerdan de algún título que publicamos en Cincuenta de Cincuenta, esa es mi ganancia y me dice que valió la pena”.
―¿De acuerdo a su experiencia, diría que son respaldadas por otras instituciones, que suelen recibir financiamiento o apoyo promocional externo?
“Creo que las editoriales alternativas saben o deben aprender a defenderse solas, con el apoyo de pequeños aliados; en el caso de Venezuela, con organizaciones como Team Poetero, Autores venezolanos, Librería Kalathos, El Buscón, Lugar Común, Papel Literario, las ferias de libros, los festivales, recitales como los Jamming, Poesía de Ocasión, y de la difusión que hacen muchos promotores como Gabriela Rosas, Kira Kariakin, Graciela Yáñez, Oriette D’Angelo o Marlo Ovalles”.
―¿Qué es lo más difícil de gestionar para una editorial como la suya?
“Los costos de todo el proceso, porque cambian de un día para otro”.
―¿Cuál es la mayor dificultad con que se han enfrentado en el último año?
“Durante los últimos años han sido los costos. A Cincuenta de Cincuenta le quedaron dos libros extraordinarios sin poder publicar: Nido de tordo, de Eleonora Requena, que posteriormente salió por Kalathos Ediciones, y el libro La comarca era la casa de Aly Pérez, que me lo había entregado Igor Barreto. Estaba casi listo cuando el autor falleció y finalmente, por cuestiones internas de la familia de Pérez, no se pudo publicar. Posteriormente El Perro y La Rana hizo una edición”.
―¿Qué explica, en su opinión, el surgimiento de pequeñas editoriales independientes a lo largo de los últimos años?
“Llenar un nicho para los nuevos autores, poder trabajar de tú a tú, conocer de verdad a tu autor, manejando todo el proceso, eliminando escalones burocráticos propios de las grandes editoriales, y acortar los tiempos de producción. Pero en la mayoría de los casos, como en el nuestro, es simplemente que hay mucha pasión por el libro, como objeto que contiene la obra, el alma y el corazón del autor”.
―¿Cómo influye el contexto nacional en su labor editorial: imprenta, distribución, promoción, ventas?
“La situación país rige absolutamente todo, por lo tanto seguir publicando es nadar contra la corriente y finalmente llegar a la orilla, eso es lo que hacemos las editoriales alternativas”.
―¿Diría usted que el ser una editorial alternativa ha funcionado como ventaja o como desventaja dentro del mercado editorial actual en el que se desempeñan? ¿Por qué razones?
“Es una ventaja, hay muchísimos escritores jóvenes escribiendo libros extraordinarios; poder publicarles su primera obra es una sensación indescriptible. Cincuenta de Cincuenta publicó cuatro libros de poetas primerizos: José Antonio Parra, María Gabriela Lovera, José Luis Blondet y los Poetas en tránsito”.
―¿Cómo es la proyección de una editorial como la suya fuera del país?
“Yo me encuentro fuera del país desde hace un año, y uno de mis planes, a corto plazo, es retomar las publicaciones de la editorial. Así que sería a la inversa: a mí me interesa mucho, por razones obvias, el mercado lector venezolano, es mi público principal”.
―¿Puede comentarnos algún título o autor particular de la literatura venezolana que deseen o vayan a editar próximamente? ¿Por qué ese título o autor en especial?
“Quedó pendiente una antología que llamamos Del poema suelto: todos los escritores tenemos poemas o textos, que, por una razón u otra, han quedado fuera de sus libros. Este es un proyecto que quedó pendiente, y que en su momento tuvo mucha expectativa. Tuvimos algunas conversaciones con Eleonora Requena, Ruth Hernández, Blanca Elena Pantin, Igor Barreto, José Antonio Parra y otros amigos escritores para que se sumaran a la antología.
Ese sería el proyecto perfecto para el segundo aire de Cincuenta de Cincuenta”.


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