Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

domingo, 30 de agosto de 2015

En dos contextos y con signos ideológicos muy diferentes, estamos presenciando el uso irresponsable de la xenofobia en el campo electoral. Por parte de Donald Trump, en Estados Unidos, y de Nicolás Maduro, en Venezuela...Y lo peor, siendo Nicolás Maduro Moros COLOMBIANO de nacimiento y por familia y ostentar la Presidencia de Venezuela gracias a los beneficios que tanto en él como sus correligionarios han disfrutado siempre de Venezuela, cosa que los venezolanos nunca hemos hecho ni en Colombia ni en nuestro propio país...

La xenofobia como peligroso recurso en política

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En dos contextos y con signos ideológicos muy diferentes, estamos presenciando el uso irresponsable de la xenofobia en el campo electoral. Por parte de Donald Trump, en Estados Unidos, y de Nicolás Maduro, en Venezuela.
De la misma manera como Hitler y su aparato propagandístico responsabilizaron a los judíos de la hiperinflación que registrara en su trágico final la República de Weimar, hoy Trump y Maduro, desde extremos ideológicos que se tocan y con objetivos diferentes, recurren al mismo protocolo de bajeza.
En Estados Unidos, el excéntrico de Trump dice que todos los problemas del país son culpa de México y de China, y no menos de los inmigrantes de origen hispano. Con base en estas apreciaciones, propone la deportación de 11 millones de personas, destrozando vidas y dividiendo familias. Pero no se detiene ahí, también ha sugerido desconocer el derecho constitucional a la ciudadanía a los nacidos de padres indocumentados en territorio estadounidense.
Trump cabalga sobre el sentimiento “antipolítico” del que hoy es víctima el partido republicano luego de haberlo cultivado sin calibrar los riesgos. La retórica del odio de Trump moviliza radicales y lo auxilia en su propósito de cooptar una organización que, sin darse cuenta, se aleja de sus raíces históricas: de resultas, el partido de Abraham Lincoln está hoy transformado en promotor de la exclusión social. ¡Increíble!
Pero esa narrativa no solo es irresponsable, sino sobre todo carente de todo sustento en los hechos. La economía de Estados Unidos viene en una formidable recuperación y fortalecimiento, que incluye, por cierto, independencia energética; y los hispanos documentados o no son uno de los grupos que más contribuyen con su trabajo y emprendimiento al crecimiento de esa economía. De hecho, estudios de toda solvencia revelan que los hispanos representan 30% de la iniciación de nuevas, pequeñas y medianas empresas en Estados Unidos. Por otra parte, las cifras oficiales también demuestran que, entre todos los grupos étnicos o nacionalidades, los hispanos, y particularmente los inmigrantes indocumentados, constituyen el segmento de la sociedad con menos propensión a cometer delitos. De hecho, los hispanos sin papeles representan el grupo social con menor índice de comisión de delitos violentos y violaciones. ¿Entonces, de qué habla Trump? Muy simple, vocifera mentiras que dividen. Ofertas engañosas que apuntan a resultados con base en la política del miedo.
En lo mismo anda Maduro. Sin el menor recato ante la violación de los derechos humanos de miles de personas, está intentando poner en la frontera con Colombia la razón de su inmenso e inocultable fracaso económico, que es resultado de 15 años de continuas equivocaciones agravadas por su presidencia.
Hoy Venezuela padece, por fallas que se le imputan directamente: devaluación continua (porque el sistema cambiario es complejo y absurdo, e incluso después de la creación del llamado Simadi no hubo ningún esfuerzo sostenido de ofrecer dólares por esa vía); escasez, porque las políticas del gobierno nos han convertido en importadores de todo, hasta de café, y colapsaron los precios del petróleo sin que hubiese previsión alguna, más aún, se redujo nuestra capacidad de producción diaria de petróleo comprometiendo ya casi 500 barriles por día en el pago de una deuda con China cuyos recursos nadie sabe en qué se invirtieron; hiperinflación e inseguridad ciudadana, derivadas de los desatinos ya mencionados.
Ahora Maduro apuesta, luego de varios fracasos en la búsqueda de un culpable fabricado, por la carta de la xenofobia. Lo curioso es que, a diferencia de Trump, que intenta asaltar el poder como un outsider de la antipolítica, Maduro lo hace desde una presidencia que agoniza por falta de ideas y de gente capaz de revertir un colapso que asfixia a Venezuela.
Por otro lado, a Trump las encuestas le conceden una primera minoría en el seno del Partido Republicano, con la que podría imponerse para polarizar en la escena nacional. Pero cuesta ver que Maduro tenga algún éxito por nimio que fuera, con lo que hace para revertir esos 20 puntos porcentuales de ventaja que la oposición, según todos los sondeos.
Algo sí que consiguen ambos con su prédica de encono. Dividir y potencialmente complicar la solución de problemas ya de por sí complejos, que solo encontrarán solución con amplios entendimientos nacionales, lo suficientemente incluyentes como para cosechar confianza, oportunidad y esperanza.
De momento, ese escenario, deseado por las mayorías venezolanas, luce enfangado por las aguas del río Táchira donde chapotean, con sus enseres y sus lágrimas, las víctimas del vergonzoso y fallido intento de Maduro de esquivar un destino que está a punto de alcanzarlo. 

Y por la otra parte de la frontera una misión de la ONU llegó ayer a Georgetown para abordar la disputa entre Guyana y Venezuela por el Esequibo, indicó el gobierno guyanés en un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores. Sin embargo, representantes de Venezuela no participarán en la reunión porque no fueron notificados, afirmaron fuentes de la Cancillería.

Misión de la ONU en Guyana abordará disputa por Esequibo

Carl Greenidge, vicepresidente y Ministro de Asuntos Exteriores | Foto: iNews Guyana
Carl Greenidge, ex vicepresidente de Guyana | Foto: iNews Guyana
El gobierno guyanés reiteró su posición de llevar la controversia a la Corte Penal Internacional 

Una misión de la ONU llegó ayer a Georgetown para abordar la disputa entre Guyana y Venezuela por el Esequibo, indicó el gobierno guyanés en un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores. Sin embargo, representantes de Venezuela no participarán en la reunión porque no fueron notificados, afirmaron fuentes de la Cancillería.
La misión está encabezada por la encargada de las Américas de Asuntos Políticos de la ONU, Martha Doggett, que conversará con funcionarios del gobierno guyanés: el ex vicepresidente Carl Greenidge, el facilitador del Proceso de Buenos Oficios Ralph Ramkarran y los ex cancilleres Carolyn Rodrigues-Birkett, Shridath Rampal y Rashleigh Jackson.
Luego se reunirá con los ex directores de la Cancillería y embajadores Rudy Collins y Elisabeth Harper, y el ex jefe de las Fuerzas Armadas de Guyana general retirado Joseph Singh. 
Mientras, personal de la Misión Permanente de Venezuela ante la ONU aseguró que ningún representante fue convocado para participar y que “el embajador Rafael Ramírez se encuentra en Nueva York”.
De acuerdo con el comunicado, “el gobierno de Guyana será el anfitrión de una Misión de Naciones Unidas para discutir las opciones en virtud del Acuerdo de Ginebra para solucionar el reclamo de Venezuela referido a que el Laudo Arbitral de 1899 es nulo”. Y reiteró su posición de llevar la disputa a la Corte Penal Internacional.
La internacionalista Elsa Cardozo afirmó que la visita a Georgetown podría ser la materialización de la solicitud hecha a la ONU por el presidente Maduro en julio, pero aseveró que el anuncio debió hacerlo una instancia imparcial y no el gobierno guyanés. “Debería incluso haber un comunicado de la misma ONU, pues Venezuela debería estar presente”.
Aunque las autoridades no precisaron la fecha de la reunión, Doggett permanecerá en Guyana hasta el 2 de septiembre. Se espera que luego los presidentes de Guyana, David Granger, y de Venezuela, Nicolás Maduro, conversen en la Asamblea General de la ONU que se desarrollará en septiembre. Cardozo agregó que el encuentro de la misión de Naciones Unidas en Guyana podría “preparar el terreno” antes de esta cita.

En las casas de La Invasión, en San Antonio del Táchira, comenzaron a aparecer banderas de Venezuela. Con ese símbolo tratan de salvarse de otro pintado en algunas viviendas: la letra “D”, de demolición, con la que los militares marcaron las que pertenecían a colombianos que fueron deportados, y que luego cambiaron por una seña un poco menos evidente, un punto hecho en spray rojo. El sector permanece militarizado una semana después de que el presidente Nicolás Maduro cerró el puente Simón Bolívar y anunció el estado de excepción en 6 municipios fronterizos, ampliado luego a 10, que abarcan a una población de más de 441.000 personas. El gobierno dice que con la medida busca frenar el contrabando de alimentos y combustible, así como el paramilitarismo en la zona. Por ahora ha propiciado el retorno forzado de por los menos 5.717 colombianos, entre deportados, repatriados y quienes ante el temor de ser expulsados decidieron cruzar las cientos de trochas que mantienen viva una de las fronteras más calientes de la región

Frontera a media asta

En las viviendas del sector Ezequiel Zamora del barrio La Invasión, en San Antonio del Táchira, fueron izadas banderas de Venezuela. Sus habitantes, muchos de ciudadanía colombiana, creen que con ondear el pabellón nacional evitará las deportaciones ejecutadas por la Guardia Nacional Bolivariana. “Pusimos las banderas para que no nos tumben las casas y no saquen a la gente, así sabrán que somos venezolanos. Nadie nos mandó a colocarlas, es una idea que se nos ocurrió después de ver cómo se llevaban a nuestros vecinos”, dice Liliana Garzón, moradora de Ezequiel Zamora.
Aunque las banderas fueron izadas, la nacionalidad en la frontera está a media asta por las familias rotas y la migración forzada. La Invasión es una comunidad repleta de militares desde el 22 de agosto. Ese día un batallón de la GNB, con tanqueta y retroexcavadoras, entró al barrio para aplicar un Operativo de Liberación del Pueblo. Buscaron a los ciudadanos de nacionalidad colombiana  y allanaron decenas de viviendas sin orden judicial. Se ampararon en el estado de excepción, ordenado por el presidente Nicolás Maduro –primero en seis municipios fronterizos y luego en cuatro más– con la intención de frenar el contrabando de alimentos y de combustible hacia Colombia. Pero desde hace poco más de un mes los OLP se han aplicado de la misma forma en varios estados del país.
“Sacaron a la gente bajo engaño. Los guardias nacionales pidieron a los colombianos que se trasladaran a la cancha deportiva para supuestamente hacer una revisión de papeles de identidad. Los soldados dijeron que solamente era un chequeo de rutina, que anotarían nombres para hacer una reseña y luego dejarían que todos regresaran a sus casas.  Pero no fue así, porque muchos vecinos fueron deportados”, agrega Garzón.
Tras 12 días del cierre de la frontera colombo-venezolana y la aplicación del OLP en Táchira han sido deportadas más de 1.088 personas, 4.260 que volvieron de forma espontánea y 369 que retornaron a su lugar de origen en Colombia, según un comunicado emitido el jueves por la Organización de Naciones Unidas. Todos suman 5.717 personas.
Con un largo historial de roces diplomáticos, los más de 2.219 kilómetros de tierra que comparten Colombia y Venezuela constituyen una de las fronteras más calientes de la región. Las deportaciones que han ocurrido esta semana se suman a un goteo que ya acumula más de 6.200 ciudadanos en situación irregular deportados en dos años y medio, que fue denunciado en mayo pasado por la Cancillería colombiana. Las cifras alcanzan los niveles de los años ochenta y noventa, cuando el conflicto armado en el país vecino expulsó a una oleada de ciudadanos, de acuerdo con datos del Centro de Migraciones de Cúcuta. Como en toda frontera, en esa franja de territorio las nacionalidades están mezcladas. No todas las familias son totalmente venezolanas o colombianas.
Al padre de Flor María Heredia se lo llevaron el miércoles en una ambulancia de Protección Civil Táchira. El hombre, de 93 años de edad, estaba postrado en una cama. “Le pedimos que vinieran a buscarlo, porque finalmente vendrán por nosotros y preferimos que él sea trasladado con atención médica, pues está delicado de salud”, cuenta la mujer mientras llora en su casa en proceso de mudanza.
Heredia, de 56 años de edad, fue desplazada por el conflicto armado en su país. Vivía con su familia en la población de Sardinata, en el departamento Norte de Santander, pero un día de 2001 llegó un grupo de supuestos paramilitares y acusó a los moradores de colaborar con la guerrilla. Ese mismo día hubo una oleada migratoria en esa localidad, afirma. “Nosotros no apoyábamos a nadie. Pero tuvimos miedo, muchos nos fuimos de nuestras tierras. Una amiga en Táchira me dijo: ‘Véngase para acá’. Cuando llegamos nos costó mucho construir nuestra casita, comenzar una nueva vida.  Nos vinimos a Venezuela porque los paramilitares nos desplazaron y ahora el gobierno de Venezuela nos desplaza”.
Sentada en una silla dentro de su casa y acompañada de un par de amigas, Heredia solo piensa qué será de su vida al regresar a Colombia. Los vecinos se le acercan para abrazarla y decirle que el presidente Juan Manuel Santos va a ayudarla. Prometen que resguardarán sus pertenencias mientras todo vuelve a la calma. Es una escena que, por estos días, se ha hecho común en Táchira.
Los escondidos
PP, un hombre de 46 años de edad, escondió a 16 colombianos en su casa, localizada en San Antonio de Táchira, para que no fueran deportados por los militares venezolanos. “Un funcionario de Migración, un buen hombre, me dijo: ‘Dale refugio a tus paisanos, te los entregaré con maletas y documentos para que los ayudes a huir’. Los escondí en mi casa. Llegaron hambrientos y llorando, solo tenían  algunos bananos verdes y yo tampoco tenía mucha comida. Solo estuvieron día y medio, luego les buscaron un sitio adonde irse. Volvería a esconder a más familias, porque en mi casa todos somos hijos de Dios”.
DR, otra habitante de San Antonio, que hacía el miércoles una fila en el llamado “corredor humanitario” cerca del Puente Internacional Simón Bolívar, asegura que también refugió a una familia colombiana en su casa durante el comienzo del OLP. “Estaban buscando casa por casa a los colombianos. Tengo una amiga que se encontraba desesperada y ya estaba identificada por la Guardia Nacional. Sus hijos son venezolanos y, como decían que les quitaban a los niños, le ofrecí mi casa. Estuvieron tres días allí, pero luego lograron entrar a Cúcuta y están bien. Espero verla pronto y llevarle unas cositas que dejó acá”.
Pero otros colombianos han decidido regresar a su país. “Que no me busquen, me iré sola. Quiero regalarle mis huesitos a Colombia. Yo tengo la cédula de identidad de residente, pero casi todos mis amigos y vecinos han sido expulsados. Llegué en 1985 a Venezuela, viví con mi hermana en Caracas y ella murió. Le cogí cariño al país y me mudé a Táchira. Pero ya no tengo motivos para quedarme porque este país ha cambiado mucho. Ahora el gobierno cree que todos somos paramilitares y no es así, meten a muchos colombianos presos. La verdad es que muchos somos pobres, pero honrados”, expresa Leonor Padilla, de 74 años y vecina de San Antonio.
Las casas marcadas
De la familia Ortega Fuentes solo quedan recuerdos. Sus vecinos en el sector Mi Pequeña Barinas del barrio La Invasión aseguran que son “gente de bien”. “Mire, el único pecado de la señora Gloria era hacer uñas y el del señor Robinson arreglar carros dañados. Por eso vinieron los guardias nacionales a destrozarles la casa y sacarlos como perros. Los acusaban de paramilitares y les decían que se pusieran sus zapaticos porque se iban a su país. Nosotros intentamos defenderlos, pero los soldados tienen armas y era mejor dejar eso así”, relata una mujer que no quiso revelar su identidad.
Todo está revuelto y fracturado en la vivienda de la familia deportada. Hay vidrios y paredes rotas. En el piso están tiradas fotografías, discos compactos, libros escolares, copias de sus documentos de identidad, una patineta sin ruedas, un ventilador roto, un equipo de sonido, muñecos y potes de pintura. Entre esos escombros deambula un perro de raza poodle que, según vecinos, se niega a abandonar la casa. En el estacionamiento está un automóvil sin placas, recién pintado de blanco. Y en el patio, un montón de ladrillos rotos, un depósito subterráneo y unas rosas.
Casi todas las casas de La Invasión fueron marcadas con las letras “R” (revisada) o “D” (demoler). El viernes cambiaron las letras por puntos rojos hechos igualmente con spray. Según miembros del consejo comunal del sector Ezequiel Zamora –uno de los tres que hay en el barrio– 66 viviendas han sido marcadas con la D. Es solo una fracción, pues La Invasión cuenta con otros sectores que agrupan más viviendas marcadas por la GNB. “Antes de que entraran los soldados, en Ezequiel Zamora había 265 familias y ahora solo quedan 150. Algunas casas han sido demolidas, otras serán destruidas. Cada vez que vemos pasar la máquina demoledora nos asustamos”, dice un miembro del consejo comunal.
El general José Morantes Torres, comandante de la Zona Operativa de Defensa Integral de Táchira, declaró el miércoles en la noche que La Invasión “servía de plataforma bidireccional de logística del contrabando y de labores de paramilitares”. Además, informó que revisaron 2.572 viviendas y que luego analizarán lo que harán con el barrio porque estaría instalado en una “zona de seguridad”.
En La Invasión, fundado en enero de 2004, solo hay caminos de polvo; pocas son las calles pavimentadas y el año pasado la gobernación entregó recursos para hacer el sistema de cloacas. Hay casas construidas con bloques o con tablillas de madera, bodegas, un Simoncito, 10 iglesias cristianas, una base de misiones en la que el mes pasado realizaron una jornada de Mercal, algunas canchas deportivas delimitadas con viejos neumáticos. La gente se moviliza comúnmente en motocicletas.
Es una población rodeada de sembradíos de plátano, maleza y cuyo límite al norte es el río Táchira que comunica, a través de casi 100 trochas (puentes improvisados), con Colombia. En este sitio, precisamente, es donde se agrupan los militares que tomaron La Invasión. “Durante los primeros días del cierre de la frontera nos permitían salir y entrar con nuestras cosas. Estamos trasladando nuestros enseres a Colombia, o eso intentamos. Pero ahora nos impiden hacerlo, algunos guardias nacionales cobran por dejarte pasar y uno les paga entre 300 y 4.000 bolívares, el costo varía según el día y lo que vaya a llevar al otro lado de la frontera. Cerca de las 6:30 de la tarde o muy temprano, en la mañana, dejan pasar por las trochas. También baja la vigilancia en la noche, porque a la guardia le da miedo quedarse a oscuras y muchos se van”, afirma un habitante del barrio. Esta versión es validada por otros vecinos.
El éxodo por las trochas
Las trochas son utilizadas por hombres, mujeres, ancianos, niños; en familias o solos. Casi todos cargan con pesados bultos, maletas, jaulas con mascotas, electrodomésticos, motocicletas, cabillas, zinc, neveras, cocinas, camas. Es un éxodo que depende de la apertura de los caminos.
Para Yurley Higuera, colombiana de 28 años de edad, ha sido una larga espera. Cuando supo que sería deportada remató toda la mercancía que tenía en su puesto de ropa en el Centro Cívico de San Cristóbal, en Táchira. Después fue a su casa para empacar sus pertenencias y pagó a un camión de mudanzas para trasladarlas a Cúcuta por el Puente Internacional Simón Bolívar. Pero no pudo hacer el recorrido, las autoridades venezolanas le dijeron la semana pasada que no podía pasar con esa cantidad de objetos a Colombia y solo le permitían cargar con la ropa. Se fue a una de las trochas del río Táchira, acompañada de su perro Chester y de un amigo motorizado que contrató para guiarla, y allí aguardó durante ocho horas. Pero este plan tampoco funcionó, pues los militares que custodiaban estos caminos no permitieron el paso ese día. “Todo lo que tengo está en Venezuela. No puedo irme sin esto, porque sería como quedarme en la calle. Ya llevo dos días esperando”, contó el miércoles. El jueves pudo pasar, pues algunas trochas fueron reabiertas completamente.
“Hijos de la patria”
La separación de familias producto de las deportaciones ha sido denunciada por las autoridades de Colombia y representantes de la Iglesia católica, que están asistiendo a los expulsados en Cúcuta. Juan Fernando Cristo, ministro de Interior de Colombia, aseguró que 34 niños venezolanos fueron separados de sus padres colombianos desde que comenzó el proceso. Pero Hugo Caro, defensor del Pueblo del Táchira, declaró el lunes a la prensa nacional que esto no es cierto. El diario El Tiempo de Colombia reseñó el miércoles el rescate que hizo un soldado colombiano de un niño de 2 años de edad que se perdió cruzando el río Táchira. Desde la Diócesis de Cúcuta confirman la llegada de familias rotas a los albergues instalados en la ciudad para recibir a los deportados.
Ingrid Torres, una joven oriunda de la ciudad de Girardot (en el departamento colombiano de Cundinamarca), es una de las expulsadas de Venezuela por no contar con documentos legales. Ella fue separada de su bebé de 4 meses de edad. “Ingrid había sellado recientemente su pasaporte en Colombia y eso le permitía estar legalmente unos meses más en Venezuela, pero los guardias nacionales no hicieron caso de eso. Se la llevaron sin mediar palabras”, cuenta Diego Trejo, su pareja.
Torres solo pidió llevar consigo a su hija. Antes de ser deportada, insistió en que necesitaba darle pecho a su bebé y por eso no podían ser separadas. “Los guardias nacionales no quisieron que se la llevara fuera de Venezuela, dijeron que son hijos de la patria”, recuerda Trejo.
Pese al cierre de la frontera y las medidas del Ejecutivo, el intercambio sigue ocurriendo como un proceso vital. Ahora Torres y su pareja se encuentran en la mitad del río Táchira para que ella amamante a su bebé. Lo hacen casi a diario, pero en ocasiones deben interrumpir la rutina debido a los cierres de las trochas.
Las cifras
6.262 colombianos fueron deportados en dos años y medio, entre enero de 2013 y mayo de 2015. Esta semana, luego del cierre de la frontera, 5.717 han vuelto a su país por el OLP que inició el gobierno de Venezuela
441.256 personas habitan en los municipios Libertad, Independencia, Bolívar, Ureña, Urdaneta y Junín, que fueron declarados en estado de excepción el 21 de agosto, y en Lobatera, Ayacucho, García de Hevia y Panamericano, adonde se amplió la medida el viernes.

Venezuela abandonó los mecanismos binacionales suscritos para la resolución de conflictos fronterizos. Desde 1999 la Asamblea Nacional está en mora con la ley de fronteras

Estado de excepción, una medida desproporcionada

Muchos comercios se mantienen cerrados y en otros siguen las colas para comprar alimentos | Raúl Romero
Muchos comercios se mantienen cerrados y en otros siguen las colas para comprar alimentos | Raúl Romero
Venezuela abandonó los mecanismos binacionales suscritos para la resolución de conflictos fronterizos. Desde 1999 la Asamblea Nacional está en mora con la ley de fronteras

La noche del viernes 21 de agosto el presidente Nicolás Maduro sorprendió al país al transformar un cierre de frontera, por un presunto ataque de paramilitares en el que resultaron heridos  tres oficiales de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana y un civil, en un estado de excepción en los municipios fronterizos Bolívar, Pedro María Ureña, Junín, Libertad, Independencia y Rafael Urdaneta, que durará por dos meses y que el viernes fue ampliado a cuatro municipios más: Ayacucho,   García de Hevia, Panamericano  y Lobatera.
La medida originó la deportación de cientos de colombianos y el repudio de los venezolanos y de la comunidad internacional por el éxodo masivo al que fueron obligados estas personas, que desde el lunes comenzaron a llegar a la ciudad colombiana de Cúcuta, declarada en situación de emergencia.
El presidente Juan Manuel Santos afirmó: “Colombia privilegia el diálogo y la diplomacia. Ojalá de parte de Venezuela tengan esa misma actitud porque, hasta ahora, lo que hemos visto es que no tienen ninguna voluntad de diálogo ni de soluciones diplomáticas, son soluciones de fuerza”.
Las autoridades colombianas han denunciado la falta de respuesta del gobierno venezolano, que no ha atendido a las llamadas y ha faltado a las reuniones convocadas después del encuentro entre las cancilleres de Colombia y Venezuela, María Ángela Holguín y Delcy Rodríguez, celebrado el miércoles en Cartagena. El encuentro, que duró más de seis horas, no permitió llegar a un acuerdo para reabrir la frontera y facilitar el día a día de venezolanos y colombianos que viven a un lado y otro de la línea. Después de eso, los embajadores fueron llamados a consulta por sus respectivos países.
No es la primera vez que las relaciones entre las dos naciones atraviesan una situación tensa. El conflicto de mayor gravedad se remonta a 1987, cuando corbeta colombiana Caldas surcó áreas marinas que Venezuela reclama como propias. A partir de ese hecho y por los constantes reclamos de Venezuela debido al accionar de fuerzas irregulares, se creó en 1989 la Comisión Presidencial de Asuntos Fronterizos Colombo-Venezolanos, cuyas funciones se diluyeron con el paso del tiempo.
Edmundo González Urrutia, ex director de Política Internacional de la Cancillería, recuerda que en la década de los noventa ambos países trabajaron en la creación del Memorándum de Entendimiento para la Verificación de Incidentes Fronterizos, suscrito en 1997: “Se concertaron acciones para la coordinación, cooperación y vigilancia por las autoridades civiles y militares de las dos naciones en la zona de frontera y se fijaron protocolos de acción en casos como los de la agresión a estos militares. Lo que ocurre ahora es bochornoso, es deplorable el abandono de la arquitectura institucional del país para reducir la inseguridad fronteriza”. Además, Venezuela está en mora con el proyecto de ley de fronteras desde 1999. 
González Urrutia añade que la situación se ha manejado con abusos y uso desproporcionado de la fuerza en los primeros seis municipios afectados por el estado de excepción, todos dirigidos por alcaldes de la oposición y en cinco de ellos Nicolás Maduro perdió en la contienda presidencial frente a Henrique Capriles.
La internacionalista Elsa Cardozo opina que existe “una gran desproporción, ineficiencia y falta de correspondencia entre la medida tomada y el asunto que la originó, que de ninguna manera se resuelve ni se frena con un estado de excepción y que más bien lo que ha traído es un gran desprestigio internacional para el gobierno”.
El decreto presidencial 1950, publicado en la Gaceta Oficialextraordinaria 6194, afecta la inviolabilidad del hogar doméstico, la privacidad de las comunicaciones, el libre tránsito, el derecho a reunión, el derecho de manifestar pacíficamente y a la libertad económica. También quedó suspendido el porte de armas de fuego para los civiles. En algunos de los municipios la medida se ha traducido en miedo. Los locales permanecen cerrados y las calles están desiertas. En Capacho, por ejemplo, el transporte público redujo su jornada en función de un “toque de queda” no establecido oficialmente.
El decreto indica que se busca frenar las amenazas del narcotráfico, el paramilitarismo y el contrabando de extracción. “El argumento que se utiliza es que se pretende combatir el contrabando y el bachaqueo. Sin embargo, hay que preguntarse quiénes custodian las fronteras y por dónde pasan los camiones cargados de combustible. Se trata de un negocio muy lucrativo”, afirma González Urrutia.
Hubo un tiempo en el que Venezuela fue el segundo socio comercial de Colombia y el comercio bilateral superó los 7 millardos de dólares. Ahora la cifra está por debajo de los 2 millardos de dólares, afirma Cardozo.
La frontera entre Cúcuta y San Antonio del Táchira llegó a ser llamada la frontera más viva de América Latina por el intercambio comercial y cultural. “Allí hay familias de lado y lado, se dan casos de ciudadanos que viven en una ciudad y estudian o trabajan en la otra. Ocurre una integración sociocultural muy estrecha y muy compleja que se ha forjado durante años”, subraya el internacionalista González Urrutia.
Conflictos más recientes
Pese a la tirantez que caracterizó las relaciones bilaterales con Colombia en el período en el que Hugo Chávez y Álvaro Uribe ocupaban la Presidencia en sus respectivos países nunca se tomó una decisión que afectara directamente a tantos ciudadanos, aunque en varias oportunidades Chávez amenazó con la posibilidad de una guerra.
El 2 de marzo de 2008, durante un Aló, Presidente, Chávez ordenó movilizar diez batallones del Ejército a la frontera y amenazó con usar aviones Sukhoi contra el país vecino en rechazo a la incursión del Ejército de Colombia en territorio ecuatoriano, en la que murió el líder guerrillero Raúl Reyes. En ese momento Maduro ocupaba la Cancillería –cargo en el que estuvo por siete años, entre 2006 y 2013– y recibió la orden de cerrar la Embajada en Bogotá: “Ordeno de inmediato el retiro de todo nuestro personal de la Embajada en Bogotá. Señor canciller Maduro, ciérreme esa embajada. Pongo a Venezuela en alerta y apoyaremos al Ecuador en cualquier circunstancia”, y agregó: “Esto puede ser el comienzo de una guerra en Suramérica”.
Antes, en diciembre de 2004, la aprehensión de otro líder de las FARC causó roces entre ambas naciones cuando se confirmó que Rodrigo Granda fue capturado en Caracas por cuerpos de seguridad venezolanos, los cuales lo entregaron en Cúcuta a la policía colombiana sin la autorización nacional.
Cardozo recuerda que, a pesar de esos incidentes, Chávez no llegó a romper relaciones con Colombia hasta los últimos meses del gobierno de Uribe. El 22 de julio de 2010 el mandatario hizo el anuncio en respuesta a las denuncias de Colombia ante la OEA sobre la presencia de jefes guerrilleros escondidos en Venezuela. “Lo hizo cuando ya Santos había ganado la Presidencia y se estaba negociando la asistencia de Maduro, quien era el canciller, a la toma de posesión”.
Con Maduro en la Presidencia también han ocurrido impasses. “Para la Cancillería colombiana las deportaciones han sido un tema de reclamo frecuente. Entre 2012 y mayo de 2015 registraron casi 7.000 deportaciones; y en mayo de 2013 la visita de Henrique Capriles a Santos, cuando Maduro peleaba por su legitimación, causó malestar y unos ataques muy ofensivos”, dice Cardozo. En esa oportunidad Maduro recordó en un acto realizado en Valencia que había sido canciller por más de seis años, por lo que conocía “qué es diplomacia en este mundo”. Aseguró luego: “El comandante Chávez, con su amor ferviente hacia el pueblo colombiano, apostó por la resolución de los conflictos internos entre el gobierno y la guerrilla colombiana. Nosotros amamos a Colombia, esta oligarquía venezolana, esta derecha, es la que odia a Colombia”.
Frontera caliente
9/8/1987 Crisis del Caldas            
La corbeta colombiana surcó áreas marinas que ambos países reclamaban como suyas. En su recorrido se topó con la cañonera Libertad, embarcación militar venezolana. Ambos exigían al otro retirarse. El presidente Jaime Lusinchi autorizó el despliegue de tropas en la frontera y el sobrevuelo de aviones bombarderos sobre el Caldas. El presidente colombiano Virgilio Barco también ordenó una movilización militar. El 17 de agosto de 1987, después de la intervención de la OEA, y el presidente de Argentina, Raúl Alfonsín, el gobierno colombiano retiró sus navíos.
25/2/1993 Masacre de Cararabo
En un ataque del ELN contra el puesto fluvial Carabobo de la Armada, en Apure, 8 militares venezolanos murieron y 12 resultaron heridos. El presidente Rafael Caldera adoptó una política de “persecución en caliente” que permitía a las FAN seguir a guerrilleros aun en territorio colombiano. Ese conflicto además causó deportaciones de entre 700 y 1.000 campesinos colombianos de la sierra de Perijá. Los conflictos se resolvieron con la firma de acuerdos binacionales entre cancilleres y ministros de Defensa.
13/12/2004 Caso Rodrigo Granda
El llamado canciller de las FARC, Rodrigo Granda, fue capturado el 13 de diciembre de 2004 en Caracas, aunque en principio el gobierno colombiano declaró que la aprehensión se realizó en Cúcuta. La detención hecha con la participación de funcionarios de inteligencia venezolanos ocasionó una investigación de lo que para las autoridades venezolanas se trató del “secuestro” de Granda en Caracas. El hecho hizo que se suspendieran las relaciones comerciales. El conflicto se prolongó hasta mediados de febrero.
2/3/2008 Amenazas de guerra
En el Aló, Presidente 306 Chávez ordenó mover tropas a la frontera debido a un operativo del Ejército colombiano en suelo ecuatoriano que terminó con la muerte del líder de las FARC, Raúl Reyes y de otros 16 guerrilleros. Por este incidente el cantante colombiano Juanes organizó el concierto Paz sin fronteras realizado el 16 de marzo en el puente Simón Bolívar. La reconciliación ocurrió con un abrazo entre Chávez y Uribe en la reunión del Grupo de Río, en República Dominicana.
21/7/2009 Relaciones en revisión
El presidente Chávez ordenó revisar las relaciones entre ambos países debido a un acuerdo militar entre Colombia y Estados Unidos que le permitía a la nación norteamericana instalar siete bases militares en territorio colombiano. Chávez ordenó el retiro de su embajador en Colombia y “congelar las relaciones”.
22/7/2010 Reunión de guerrilleros
Hugo Chávez ordenó romper relaciones con Colombia debido a la exposición del embajador del país vecino en la OEA, Luis Alfonso Hoyos, en la sesión del Consejo Permanente del organismo, en la que señaló que en Venezuela había campamentos de jefes guerrilleros. “Venezuela rompe a partir de este momento todas las relaciones con Colombia. Vienen días muy peligrosos y he ordenado la máxima alerta en la frontera”, declaró Chávez.

“Mi libro –dijo Aquiles Nazoa a propósito de ‘Caracas física y espiritual’– más que un libro parece un viejo carro de mudanzas… He aquí que me senté a escribir un libro sobre Caracas y lo que me salió fue un caleidoscopio. A lo largo de su lectura, irá dejando en el alma del lector un reguero de cositas pequeñas y coloridas, de botones deslumbrantes… desechos del tiempo cuyo destino es la diáspora”. En este breve ensayo, Luis Britto García logra expresar un viejo sentimiento que ruboriza al mundo contemporáneo: la impúdica ternura de Aquiles

Aquiles físico y espiritual

Aquiles Nazoa | Archivo
Aquiles Nazoa | Archivo
“Mi libro –dijo Aquiles Nazoa a propósito de ‘Caracas física y espiritual’– más que un libro parece un viejo carro de mudanzas… He aquí que me senté a escribir un libro sobre Caracas y lo que me salió fue un caleidoscopio. A lo largo de su lectura, irá dejando en el alma del lector un reguero de cositas pequeñas y coloridas, de botones deslumbrantes… desechos del tiempo cuyo destino es la diáspora”. En este breve ensayo, Luis Britto García logra expresar un viejo sentimiento que ruboriza al mundo contemporáneo: la impúdica ternura de Aquiles

La celda del monje se hace amable habitándola: Caracas, comprendiéndola. Solo accederemos a la vida de la ciudad física entendiendo a su biógrafo espiritual.
Aquiles fue un poeta. Es decir, un hombre que asume la sensibilidad como forma de existencia, y todo lo contrario de un importador de modas literarias, un manipulador de jurados o un rapiñador de prebendas. Viven ellos de la poesía: el poeta la vive.
Aquiles fue además poeta popular. Dominó la difícil soltura de comunicar sin degradar la calidad, que resulta de transmitir siempre algo legítimo. Aquiles era en oportunidades complejo pero siempre transparente. A diferencia del populista, que representa al pueblo como amasijo de fealdades, torpezas y carencias, Aquiles siempre lo describió en su armonía entrañable: reléanse “Polo Doliente”, “Galerón con una negra”, “Cholita barrendera”.
Aquiles fue humorista. El humor es inteligencia químicamente pura, lucidez sin pedantería, nihilismo enamorado, capacidad de revelar como evidentes verdades que nos enemistan y a la vez nos reconcilian con la vida. Está el humorista en todo, estando en nada: acompaña toda pasión con la activa solidaridad de la distancia.
Aquiles fue un revolucionario: es decir, entendió la vida como militancia y la estética como rebelión. De allí su poética franciscana, que celebra las cosas y las existencias más sencillas. En las vastas liturgias del poder que la ciudad desarrolla perennemente, Aquiles no aspiró a otra condición, según titula uno de sus libros, que la de Transeúnte sonreído. Transeúnte, peregrino minimalista de las modestas mecas citadinas, ciudadano a pie, sin otro patrimonio que el deambular, veraz baquiano de la ternura.
Aquiles fue un segregado. Madre terrible es la ciudad para el humorista. A menos que se rebaje a bufón, le reserva el horrible destino del paria, a pesar de ser acaso el único que está de su parte. En su caja de regalos están el exilio, la execración, la prisión. Varios carcelazos padeció el sonreído. Uno en los calabozos de López Contreras, por urgir la aplicación de medidas de lucha antipalúdica. Otro por la Seguridad Nacional, de donde partió a un largo exilio en Bolivia. Otro, por decisión propia, cuando el transeúnte liberó a un grupo de niños detenidos en una jaula y se encerró él adentro, inventando así anticipadamente el performance.
Una de sus publicaciones se llamaba El Fósforo: un periódico que en cualquier momento lo raspan. En una entrevista adujo como prueba de que había decaído el humor venezolano el hecho de que “A mí no me han vuelto a encarcelar desde 1956”. También sufrió largos exilios de los medios de comunicación y de los círculos de la cultura exquisita. A quien fue quizás no solo el más alto poeta humorístico sino el más alto poeta de su tiempo, solo se le concedió el Premio Nacional de Prosa tardíamente y como a regañadientes.
Contrastó con esta inquina de la policía física y espiritual la devoción que el pueblo siempre le mostró dondequiera que iba. Sin ser jamás meloso, y sí a veces áspero, el transeúnte encontró en todos los rostros esa sonrisa con la que los labios salen de paseo.
Álbum de barajitas
Sabemos ahora el inaudito curso de sus errancias: cada paso trasponía siglos. Toda conciencia comienza por la del tiempo. Por efectos de su militancia en la utopía, no quiso Aquiles pensar su yo sino confundido con el drama colectivo. A la vuelta de la esquina veía sembrar la ceiba de San Francisco; a media calle cedía el paso a la procesión de Nuestra Señora de la Luz. Quizá ganaba apresurado la acera para contemplar a los estudiantes derribando a Manganzón y Saludante, las estatuas del vanidoso Antonio Guzmán Blanco. Siempre prestaba oídos a la conversación del mendigo con su pan y la del perro callejero con su libertad. A la altura de la plaza Bolívar se detenía para una sosegada tertulia con don Francisco Delpino y Lamas, el Chirulí del Guaire, o ayudaba al duque de Rocanegras y príncipe de Austrasia a desenredar sus fantasiosas genealogías. Para todo había tiempo: el de la vida, que se apura en un sorbo, y el inagotable de la ciudad, que en la caducidad patética de sus gestos por momentos reviste esa profusión que en el campo o en el mar se confunden con la perennidad.
La biografía de una ciudad no es la de sus funcionarios ni la de sus magnates; no está tampoco en las pomposas ceremonias, en las aclamaciones ni en los fastos. La ciudad es apenas marco sensible de la misteriosa trama de complicidades que constituye una comunidad. Como nuestra vida, es estadística de afanes desvanecidos, colección de instantes fallidos, feria incesante de énfasis y locuras que animamos para distraernos del riesgo de la reflexión. Hormiguero sígnico, perora en el ademán de sus arquitecturas de poder y se sosiega en el remilgo de los espacios amables.
Las ciudades antiguas eran elipse que circunscribía los dos centros del templo y del circo, del espectáculo sagrado y del profano. Nunca en Caracas supimos distanciar lo uno de lo otro. Siempre contagiamos de postiza solemnidad lo cotidiano o de trivialidad lo trascendente. En las postales viejas descubrimos antepasados a los que por sus rebuscados atuendos, sus erráticos peinados y sus gestos mayestáticos no podemos imaginar de otra forma que como actores caracterizados para representaciones delirantes.
La ciudad es así escenografía que nos obliga a vivir en plena interpretación de una pieza cuyo principio y final ni siquiera intuimos. En el desmantelamiento de estas escenografías pomposas entre acto y acto queda el resquicio sutil por el que cuela la poesía; acaso único espacio sagrado que nos resta: lo que pasa inadvertido para todos los maquilladores y sólo puede atrapar el ojo del desprevenido. Solo ella compensa la ironía cruel que convoca tantos rostros para hacerlos anónimos.
Caracas allí está
La de la poesía es entonces la leve condición que le iremos descubriendo a la ciudad descrita por el sonreído. Esa Caracas que Aquiles nos describe va abriendo sus zaguanes y sus patios al visitante amoroso, lo acompaña en su distraído pasear por los siglos sin una meta fija, embelesándose por momentos en los pequeños tumultos de la piñata de la ambición, dejándose llevar de un sitio a otro por las seducciones de las vitrinas de las pretensiones baratas y las modas caras. Sólo en compañía del transeúnte advertimos que los edificios tienen rostros que hacen guiños y muecas repitiendo la pretensión cómplice de dueños y constructores. Como en un gran tocador de las señoras se compone la ciudad el rostro con los ridículos afeites de las modas arquitectónicas caducas y los oropeles ya desechados por las metrópolis, sin conceder apenas atención a su único encanto: su mirada.
Caracas allí está: arrodillada en el confesionario de la sonrisa que absuelve todo pecado menos el de la prepotencia.
Buen día, señor Ávila
Pues así como dispensa la complicidad para los mismos secretos, asesta el transeúnte ácidas miradas a todos los dislates que convoca la ostentación. Alienta el saludable reverdecer de los patios, diagnostica la patológica cursilería de los festones de yeso, del abuso de las ingeniosas invenciones que pueden devenir monstruos: el teléfono, la radio, el automóvil. Su crónica jamás soslaya esas minucias que pasan la página de las épocas con mayor rotundidad que la onomástica de las cronologías y las aclamaciones.
Sabemos así del pasmo con el cual los caraqueños como niños maravillados por el descubrimiento del hielo asistieron a la llegada del primer sorbete, del primer daguerrotipo, del primer tranvía, del primer cinematógrafo. A la llegada, nunca a la invención o a la fabricación. Nos arracimamos desde siempre en los muebles de un puerto o los andenes de una estación esperando que otros nos proporcionaran la maravilla, de espaldas a nuestros sabios que asombraron a Humboldt con sus aparatos eléctricos o inventaron aeroplanos en pleno siglo XIX.
Y, sin embargo, Aquiles no es el pasatismo. Nadie como él supo elevar al medio televisivo, que todo lo rebaja. Para nada deplora la demolición de lo insalubre, lo mugriento, lo cursi: pero tampoco celebra el progresismo acéfalo que levanta en su hogar lo esperpéntico, lo ostentoso, lo contaminante, el rascacielos que insulta al mismo tiempo a la estética y a la naturaleza.
Caracas física y espiritual no es un solo libro: es un clima presente en toda la vida y la obra de Aquiles ¿Quién sino él cursó las disciplinas indispensables para novio de la ciudad: muchacho mandadero, botones del hotel Majestic, improvisado guía de museos, aprendiz de carpintero, periodista autodidacto? ¿Quién más tuvo la minuciosidad requerida para reseñar la bitácora de los barcos de papel o la vida privada de las muñecas de trapo? Supo Aquiles tomar estos pulsos y soportar esas heridas. Su talón era Caracas. Tras destruir la ciudad, el automóvil se llevó a su cronista más amado. En vano agasajaron y premiaron las autoridades a tanto figurón pretendiente o pretencioso, sin saber que Caracas terminaría fugándose con su más desamparado huérfano y que desde entonces vivirían felices en el cuento interminable de la memoria.

Caracas desvestida por sus pretendientes
Caracas es una ciudad que se presta a ser descrita desde la perspectiva del odio. Los moralistas, con Andrés Bello a la cabeza, censuraron al citadino el abandono de la agricultura de la zona tórrida. Los costumbristas recargaron las tintas de sus acres retratos hasta revelar bajo los adornos del pastel el relleno de la pesadumbre. Arístides Rojas, Pedro Emilio Coll y Enrique Bernardo Núñez narraron con gracia anécdotas que la fijaban como en aisladas instantáneas. Guillermo Meneses le redactó un conciso currículum: la narrativa de la violencia la transcribió con la trepidación del tumulto.
En 1967 cumplía Caracas cuatrocientos años. La burocracia le deparaba una conmemoración y la naturaleza un terremoto. No se sabe cómo sobrevivió la ciudad a ambos. Aquiles Nazoa acudió a la celebración con el más humilde de los presentes en aquella catarata de fastos y ampulosidades: con un libro, Caracas física y espiritual. Fue como una segunda fundación.
Presunción enciclopédica parecería redactar la Historia de una ciudad: demasiado se prestaba al repertorio de citas y al fárrago de conceptos. He dicho siempre que la utopía es la magnificada biografía de un hombre. Una ciudad, como un personaje de novela, puede ser nueva rica, despiadada, truculenta: la villa escrita y descrita y descrita es siempre el retrato de su autor. Nadie sabe si la urbe fue en sí misma importante o desmesurada o profunda: tuvo siempre la talla exacta de quien la transitó. Caracas física y espiritual es la tumultuosa autobiografía sentimental de Aquiles Nazoa.

Amor y humor de la ciudad
Por Jesús Sanoja Hernández
A la hora y punto de su trágica muerte, en abril de 1976, escribí una nota para el Anuario Internacional, de Barcelona la de España, que anda perdida entre los secretos de mi papiroteca, y otra, más larga, que incluyó la revista Actual, de Mérida la de Venezuela, junto con una entrevista de Salvador Garmendia –bastante anterior a la desaparición de Aquiles– y otra que Arnaldo Acosta Bello le hizo a Mario Abreu y Jacobo Borges, “para encontrar a Aquiles”, y dos comentarios de Javier Villafañe, y un material de Rafael Pineda intitulado “El humorismo en Venezuela, a propósito de Aquiles Nazoa”. Pineda había prologado en 1950, para la histórica editorial Ávila Gráfica, El ruiseñor del Catuche, y estuvo tan cercano a él como Alarico Gómez, un monaguense guayanizado, cuya obra fue rescatada en buen momento. Alarico murió a los 33 años, y acerca de él y su tempranísima poesía, en 1938, Aquiles dejó correr palabras de admiración en El Verbo Democrático, de Puerto Cabello.
Quise conservar como joya bibliográfica, y no pude, aquella maravillosa colección empastada y con lujo de tipografía y diseño que Aquiles Nazoa concibió para el Círculo Musical, con motivo del cuatricentenario de Caracas, una ciudad que si no existiera como realidad “física y espiritual”, existiría por lo que de ella dejaron, en larga suspensión histórica y humorística, Job Pim, Leo y el mismísimo Nazoa, y en otros niveles Enrique Bernardo Núñez, Arístides Rojas, Mariano Picón Salas, Arturo Uslar y Guillermo Meneses.
En aquella colección de 1967, cuyo bautismo fue interrumpido temporalmente por el terremoto del 29 de julio, dio a conocer Nazoa, precisamente, su Caracas física y espiritual, por fortuna reeditada, más modestamente, por la UCV en uno de los volúmenes dedicados a la prosa del “ruiseñor del Catuche”, y al cual su hermano Aníbal introdujo breve y humorísticamente, afirmando que aquella era una Historia de Caracas libre de “larguísimas citas de autores, tomos y páginas”, obra para ser leída de corrido, “como una buena novela, sin la molesta interrupción de las llamadas y las aclaraciones”.
La Caracas de Nazoa pasa por la fotografía, el alumbrado, el álbum de avisos, la era guzmancista, el souvenir del 900 (este siglo que agoniza y entonces despuntaba), las pequeñas historias (de los helados, de los vehículos, de la radio), y casi culmina con la Caracas del petróleo, capítulo el más polémico de todos. En él cuestiona a fondo el urbanismo cuartelario del perezjimenismo, cuyo máximo exponente fue el Copódromo de El Valle (nombre que se le debió a Picón Salas), cuyo antecedente habría que buscarlo en el patrioterismo del general Gómez cuando quiso transformar “el campo de Carabobo en una utilería de chivera”.
Pero si me diese por elegir el capítulo, o el esbozo maestro, escogería entre todos (y es empresa nada fácil), el dedicado al Duque de Rocanegras, donde simultáneamente al dibujo del singularísimo personaje que fue Vito Modesto Franklin, “criatura insólita de la fantasía y el humorismo de la ciudad”, corre una descripción gozosa de la bohemia y los gustos de nuestros twenties . Y en este punto desearía detenerme para remate de una nota de presentación que recoge menos de milésima parte de lo que debería decir.
A propósito de su fecha de nacimiento (17 de mayo de 1920) me atreví a sostener que “no en vano se nace tal día, tal año, tal década”, pues “la existencia se da en el tiempo, con estos o aquellos materiales. Los de Nazoa fueron tan decisivos que incluso sirvieron a los mayores ensayistas, Picón Salas y Uslar Pietri, para definir el decenio de los veinte como los años de la gran mutación en el país y, muy señaladamente, en Caracas: el petróleo, el whisky, el fox y el one-step, la radio y el tennis, la flapper y el cine, Lindbergh y los ídolos, las primeras noticias acerca de la TV y las posibilidades de los viajes extraterrestres, el urbanismo de imitación, chato y de mal gusto”…
Lo demás y con mayores habilidades y conocimientos discurre en esta misma página, gracias a la prosa de Britto García.

*Publicado el 8 de noviembre de 1998

sábado, 29 de agosto de 2015

Puntos y rayas que, en las salas situacionales de Miraflores y en Fuerte Tiuna, sirven para que Maduro y su alto mando divaguen en hipotéticos escenarios sobre imaginarias guerras económicas...y en el cielo hay configuraciones muy delicadas, relacionadas con las fuerzas armadas en el mundo, asi como la xenofobia de Donald Trump que hay que saber escudriñar...pues Venezuela es del signo Cáncer, el opuesto a Capricornio y somos aliados a Teherán...¿Qué realidad paralela estamos viviendo con lo de Colombia y qué "huevo de serpiente" está anidando Donald Trump aparentemente un millonario loco, que está haciendo despertar la xenofobia de los estadounidenses, mientras en Europa surge el problema migratorio????

Soledad Bravo - Punto y Raya - YouTube

www.youtube.com/watch?v=zP_A70HIUqw

23 feb. 2012 - Subido por WagnerianYes
Entre tu pueblo y mi pueblo hay un punto y una raya. La rayadice no hay paso, el punto, via cerrada. Y ...

Punto y raya

La frontera colombo venezolana tiene una longitud de 2.219 kilómetros y está amojonada por 603 hitos que demarcan la línea divisoria entre los dos países y que en los mapas aparece como sucesión de puntos y rayas. "Entre tu pueblo y mi pueblo hay un punto y una raya: la raya dice no hay paso, el punto vía cerrada", se escuchaba en una canción de Aníbal Nazoa cantada por Soledad Bravo.
Puntos y rayas que, en las salas situacionales de Miraflores y en Fuerte Tiuna, sirven para que Maduro y su alto mando divaguen en hipotéticos escenarios sobre imaginarias guerras económicas.
En esa extensa linde suponemos apostados y patrullando a un ingente número de soldados para resguardar los intereses de ambas naciones; y, a lo largo de ella, encontramos lo que los economistas conceptúan como "fronteras vivas", zonas de convivencia e intercambios de toda índole que dan origen a vigorosas conurbaciones como la de Cúcuta y San Antonio, poblaciones entre las cuales siempre hubo más afinidades que desavenencias.
La dinámica de esas relaciones, similar a la de otras regiones del país a las que la diputación roja quiere aplicar el mismo descabellado estado de excepción que pesa sobre seis municipios del Táchira -y que es blanco de sarcasmos y cuestionamientos internacionales-, está, lógicamente, signada de desequilibrios, ventajas e inconvenientes eventuales, de los cuales, como en todas las fronteras vivas de casi todo el orbe, contrabandistas y estraperlistas se aprovechan, y es probable que, en ocasiones, el impacto de sus actividades erosione la economía de una u otra nación.
Pero, precisamente para evitar esas situaciones, existen las leyes, la Fuerza Armada y, en general, los órganos de control y seguridad del Estado. Si el problema que se quiere atacar y erradicar es el contrabando, lo que procede no es el cierre o clausura de peajes y alcabalas, sino su reestructuración, pues las causas de la expansión del comercio ilícito binacional ha de buscarse en complicidades de oficiales, soldados y funcionarios (de lado y lado) que reciben pingües tajadas por su vista gorda.
Sin embargo, como el gobierno venezolano anda  buscando lo que no se le ha perdido para sacudirse por la tangente y suspender los comicios parlamentarios, solo está interesado en medir los efectos de sus globos de ensayo -primero Guyana y ahora Colombia-.
Mas, cuando vemos las dramáticas imágenes de familias enteras deportadas que huyen con sus enseres a cuestas del hostigamiento del ejército dizque libertador, y nos enteramos que, al otro lado de los alambres de púas hay compatriotas a la espera de regresar a su país (se les castiga por haber ido a comprar allá las medicinas que no consiguen aquí), debemos preguntarnos qué hace Unasur al respecto y señalar la doble moral de un gobierno que hace exactamente lo mismo que critica a otros, como en el caso de Estados Unidos y México.
Para colmo, después de 6 horas de parloteo, Delcy y María Ángela no pasaron de jugar al punto y raya.
UN MIRADA ACCIDENTAL AL CIELO ASTROLÓGICO
Estaba mirando el cielo en modo astrólogo, nada que ver con el modo de observación de mis hermanos cainitas los astrónomos, que ahora dedican su mejor tiempo a buscar exoplanetas, una tarea encomiable y digna de admiración, pero que nada tiene ver con el mirar al cielo de los astrólogos.

Miraba al cielo en sentido matemático, estaba calculando cartas de cielo de las Puertas del año, para que se entienda, cartas del año que son como calendarios de las estaciones, la carta de la primavera, la del verano, la del otoño y la del invierno, que por supuesto siempre son cielos diferentes para según el lugar que se calculen.

En las cartas del cielo de las Puertas del año, al igual que en cualquier carta del cielo, lo más importante, lo que llama la atención siempre son los planetas angulares, en especial los planetas que se colocan justo en el Ascendente, pues la experiencia demuestra que el significado de esos planetas angulares se dejan notar de manera notable.

Hoy estaba observando la carta del cielo del 0 Capricornio y me he fijado en que tiene una configuración especialmente tensa. He tenido la sensasión que tiene un meteorólogo cuando localiza dos frentes atmósféricos que cuando se crucen han de desatar fuertes lluvias u otro tipo de temporales.
Al igual que las nubes que van atravesando las diferentes regiones del globo terráqueo, las configuraciones astrológicas cambian, y en unos lugares se forman unas y en otros otras.  He detenido mi mirada sobre un lugar del mundo donde en la carta de cielo del 0 Capricornio de 2015-16, el planeta Plutón, planeta focal de la configuración tensa, se ubica justo en el Ascendente del ese lugar.
Al observar esta carta se destaca el hecho de que el planeta Plutón es angular en el Ascendente, además es el centro o planeta focal de la figura de T cuadrada que se forma con Urano y Marte.  Plutón es un planeta cuya influencia suele ser aterrorizadora. Rápidamente se me ha venido a la cabeza la carta del cielo del 0 Aries de Madrid del año 2004, cuando los terribles atentados terroristas de Atocha.
En la carta del 0 Aries de 2003 calculada para Madrid, se observaba esta configuración con Plutón en pleno Ascendente.  En esos tiempos gobernaba Aznar y aún se temían atentados de la banda terrorista ETA, por ello cuando analizamos esta carta en varias ocasiones, todos llegamos a la conclusión de que era señal de atentados terroristas en Madrid.  Lo que nunca podíamos imaginar es lo que realmente sucedió y lo terrible que fué. Erramos en el pronóstico, pero no del todo.  Lo mejor es que en mi mente se ha quedado marcado el que un planeta en el Ascendente deja notar su influencia si o si.  Un ejemplo cómodo es el del la carta del cielo del 0 Aries 2001 para New York, donde Saturno, era el planeta angular y además había una configuración terrible.
Saturno en el angulo y mal dispuesto, en astrologia social significa derribos o derrumbes, algo que si ocurrió en ese lugar, pero nadie hubiera podido imaginar que fuese tal terrible. Una cosa es hacer análisis y otra hacer prónosticos.

Regresemos al ejemplo de la carta del 0 Capricornio para el año 2016 calculada en Teheran, cuya influencia afecta a todo Irak y a todos aquellos que tienen conexión o soporte de los ayatolas chiíes.

¿Cómo se puede escenificar esta influencia astrológica?  Ese es el arte del pronóstico.
La primera posibilidad y la más sensata es que no pase nada en Teheran, que no se note la influencia de Plutón porque todo esto son tonterias que no funcionan.

Pero siempre hay que tener un plan B, digo yo.  Pudiera ser que si se notara la influencia de esta configuración astrológica, y si así fuera, ¿en que forma se escenificaría?

Conviene recordar que estamos analizando la carta del cielo de 0 Capricornio, cuya función astrológica es reflejar lo que ocurre en un país a causa o en relación con sus fuerzas armadas. 

En la carta del 0 Aries de 2003-4 analizamos aquello que ocurre a causa de las "ocurrencias" del gobernante, ese año fué cuando Aznar, junto a Bush y Blair se reunieron en la Azores para meterse en el avispero de Irak del que áun estamos pagando las consecuencias-  Los atentados terroristas fueron una clara venganza de los islamistas radicales, que castigaron a los norteamericanos, a los españoles y a los ingleses. Mira tu como a los alemanes, italianos o franceses nos los tocaron y casi no los han tocado aún.

Pero en la carta del 0 Capricornio no interviene el gobernante y sus ocurrencias, sino las fuerzas armadas.  

¿Qué  podría ocurrir si las fuerzas armadas del Iran tuvieran desarrollada el arma atómica?  Tendrían que ensayarla, probarla, hacerla estallar en algún lugar.  ¿Y qué ocuriría continuación?  Porque un bombazo atómico se capta perfectamente.   
Y ese Urano, cuya naturaleza esencial lo relaciona con todo lo que vuela, como los aviones, formando oposición con Marte y cuadratura con el Plutón del Ascendente, me lleva a imaginar unas escenas donde intervienen las fuerzas armadas aéreas.  Eso es lo que me refleja este cielo de Teheran.
.¿Qué significado puede tener que el planeta Marte se localice en la Casa IX, el escenario de todo aquello que ocurre o proviene del extranjero?
¿Y todo eso qué significa?  No lo se, otra cosa es adinivinar. ¿Pero tu crees que Israel se iba a quedar quieto?