SÁBADO, 15 DE DICIEMBRE DE 2012
El fin del mundo de egoísmo y destrucción…
Tomado del blog "Termómetro Zodiacal" del astólogo Pedro González Silva
Este viernes 21 de diciembre, a las 6:43 de la mañana, hora venezolana (11:13 GMT), el Sol hace su ingreso al signo de Capricornio, y se produce el llamado solsticio de invierno, cuando nuestro astro rey se encuentra en la parte más alta del zodíaco, iluminando con su brillo a la humanidad; se produce la noche más larga del año en la latitud norte, y una energía muy especial inunda al globo terráqueo. Es el momento de la llegada del Espíritu de la Navidad.
A partir de ese momento nos envuelve un ambiente energético que nos lleva a un viaje al interior de nuestro espíritu, para conmemorar la Navidad, el nacimiento de Cristo, que es un acontecimiento cósmico, es la primera manifestación de vida en la naturaleza, el principio de todas las manifestaciones.
En esta ocasión, el solsticio de invierno coincide con el cierre de un gran ciclo astrológico que los mayas previeron cuando el Sol se ubicara en el centro de la galaxia, a unos cinco grados de la constelación de Sagitario.
Es bueno aclarar que las constelaciones no son lo mismo que los signos, aunque los signos tomaron sus nombres de las constelaciones; los signos son campos de energía que se forman de la relación entre la rotación de la Tierra alrededor del Sol, mientras que las constelaciones son grupos de estrellas; cuando el Sol entra al signo de Capricornio, se encuentra en el área que abarca la constelación de Sagitario, en el centro de la Vía Láctea.
En este tiempo cósmico se cumple un gran ciclo del Sol alrededor de la galaxia, que abarca unos 25.000 años, y este fin de ciclo es al que se refieren las profecías de los mayas, grandes estudiosos de los movimientos planetarios.
Muchas de las profecías mayas se han venido cumpliendo a partir de la cruz cósmica y eclipse solar de agosto de 1999: recalentamiento global, derretimiento de los polos, cambios climáticos, desastres naturales, crisis energética y económica, entre otros aspectos.
Los mayas nos advirtieron que “la humanidad deberá optar entre desaparecer como especie pensante que atenta contra el planeta o evolucionar hacia una Nueva Era de integración con el resto del Universo”.
En lo que respecta a las señales astrológicas, sin duda que la configuración planetaria del 21 de diciembre indica que es un día muy especial: por una parte, una alineación de planetas: Saturno en Escorpio, Venus y Mercurio en Sagitario, Sol, Plutón y Marte en Capricornio.
En medio de esta alineación, Saturno en Escorpio y Plutón en Capricornio (cada uno en la casa del otro, intercambiando energías de cambio y reconstrucción) se conectan con Júpiter en Géminis, formando un Yod o “Dedo de Dios”.
Estas energías destructoras y reconstructivas de Saturno y Plutón apuntan como destino a Júpiter, el astro de la buena fortuna, de la prosperidad, de los altos ideales, el Dios del Olimpo que con su magnanimidad nos guía y lidera; y Júpiter está a su vez en conjunción con Aldebarán, la estrella fija que anuncia valor, elocuencia, y capacidad para negociar en medio de la guerra y la agitación.
Son tiempos difíciles los que vienen, de cambios intensos, de crisis regeneradora, con claras señales que apuntan a grandes realizaciones, a la expansión de la consciencia, un gran salto cuántico para la humanidad. La era de la luz.
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