Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

jueves, 19 de noviembre de 2015

OTRA GRAN CLARIVIDENTE DE LO QUE LE ESPERABA AL MUNDO CON SU ACERCAMIENTO BLANDENGUE AL ISLAM FANÁTICO: LA GRAN PERIODISTA ITALIANA ORIANA FALLACI

13.9.08

Oriana Fallaci deja un mensaje póstumo al mundo













Este entrada es un pequeño homenaje a la escritora y 
periodista Orina Fallaci que murió de cáncer el 15.09.2006, 
hace ahora dos años lo cual no nos impide recordarla 
como se merece.
Oriana mantuvo siempre desde una posición liberal y 
laica su estilo literario, apasionado, controvertido y 
polemista. Ha tocado todo tipo de géneros, desde la opinión, a los 
reportajes, o 
las entrevistas a grandes personajes del siglo XX.
Para recordarla he elegido su “MENSAJE PÓSTUMO AL MUNDO”



UN MENSAJE PÓSTUMO AL MUNDO

La periodista se confesó en una entrevista para ser publicada a su muerte, 
las palabras 
de Oriana Fallaci desprenden una fuerza sublimar, y una libertad de 
expresión exenta 
de interesados prejuicios, destacando sobre todo su gran personalidad 
y su total 
indiferencia a las criticas mundanas. Es una satisfacción poder ofrecer a 
mis lectores 
este mensaje que seguro a nadie dejara indiferente.

LA VIDA 

El señor Bin Laden dijo que la muerte es un fin, una conquista. La palabra
que me ha 
horrorizado más es conquista. Para mí, para nuestra cultura, la conquista
es la vida. 
Siempre he amado la vida con desesperación, con alegría. Cuando
era muy joven, el 
recuerdo de los campos de concentración de Alemania formaba parte
de nuestra vida 
diaria. Y me decía que si hubiese sido un niño judío y el Padre Eterno me
hubiese 
preguntado: "¿Qué prefieres, morir de niño en un campo de concentración
o no 
nacer?", yo le habría contestado: "Prefiero nacer, así sabré lo que se siente,
aunque 
sea brevemente, al correr, al reír, al comer un helado y mirar el cielo azul".
Cada uno 
de mis libros es un grito de odio por la muerte y un grito de alegría por la vida.

LA ENFERMEDAD

Estoy convencida de que el cáncer es una dolencia inteligente. Esta
historia de la 
inteligencia se me ocurrió porque, cuando me quitaron esa cosa enorme
me dije 
quiero verlo, guardarlo, es algo mío, quiero verlo.
A los dos días de la operación, fui al hospital a verlo al microscopio.
Me impresionó 
muchísimo porque era una piedrecilla, nada más que una piedrecilla.
Blanco, limpísimo, gracioso. Pero seccionado parecía una plaza enloquecida. 
Había algo vital e 
inteligente en aquellas células que luchaban entre sí. Me hicieron pensar en 
criaturas de otro planeta.
Empecé a llamarlo Extraterrestre y desde entonces comenzó un silencioso
diálogo 
con él, un desafío a este enemigo que llevo dentro, como una especie de
Bin Laden: 
nunca se sabe en qué cueva está. De vez en cuando sale por algún sitio
donde 
no está el ejército estadounidense. Sólo estoy yo. Y cuando sale, lo hace
para 
eliminarme. Entonces le suelto un discurso. Le digo: tú existes porque
existo yo, 
eres un parásito mío, para vivir me necesitas a mí. Si me matas, tú también
mueres. 
Este desafío se ha vuelto tan personal y tan humano que sigo fumando
como antes, más que antes.

LA ENVIDIA 

No me preguntéis el motivo de todas las maldades que se han escrito
sobre mis libros. 
Cada vez que ocurre me pregunto, asombrada, perpleja, incrédula:
¿por qué?
No pertenezco a ningún partido, no pertenezco a ningún grupo, mejor
dicho, a ninguna 
mafia literaria. Jamás digo nada de nadie ni insulto los libros de los
demás. Si son 
malos, nunca digo que son malos. Ni siquiera digo que no me gustan.
No lo digo porque 
sé que escribir un libro, sea bueno o malo, es muy fatigoso. Y me
reconozco en esa fatiga, la respeto.

Entonces, ¿por qué? La gente asocia el éxito, la notoriedad, mejor dicho,
la popularidad, 
con la felicidad. Por eso se pasa la vida poniendo verdes a los divos, a
las divas, a los 
hombres de poder. De hecho, a los hombres de poder nunca se los
fustiga por lo que 
deberían ser fustigados, por sus errores, sus abusos, sus incapacidades,
sus culpas, 
las cosas por las que los ataco yo. La gente los ataca porque en su poder,
en su éxito, ve un triunfo de la felicidad.
Pero la felicidad no tiene nada que ver con la fama, con la popularidad,
con la fortuna 
económica que, de un modo u otro, se deriva del estatus del éxito. Es
todo lo contrario:
 la fama, el éxito casi siempre son fuente de muchas infelicidades.
La soledad, por ejemplo.

Todas las personas de éxito que he conocido eran personas que estaban
profundamente 
solas. Aunque vivieran rodeadas de multitudes, reverenciadas por
multitudes, o 
precisamente por eso. Además, está la vulnerabilidad; una persona
que tiene fama y 
éxito siempre está más expuesta a los ataques, a las calumnias, a las
heridas.
El aspecto más sórdido del cretinismo que acompaña casi siempre a
la envidia es 
que las personas sencillas nunca odian, al contrario, aman a las
personas de éxito 
porque transfieren en ellas sus sueños, sus ambiciones.

Quienes odian son las personas involucradas en cierto modo en el
mecanismo del 
éxito de la persona envidiada. Es decir, las que hacen su mismo trabajo,
las que 
pertenecen a su mundo. Pero tampoco lo entiendo. ¿Envidia de qué?

Mi vida ha sido durísima y muy infeliz. Aquellos a quienes más amaba
están muertos. 
Siempre he ganado poco en relación con el éxito que he tenido y el
trabajo que he 
hecho. Y he trabajado mucho, de verdad, muchísimo. Jamás tuve los
sueldos fabulosos 
que ganan hoy los periodistas, por no hablar de los de los directores,
ni siquiera me
 los he imaginado.

El cáncer que exterminó a toda mi familia me ha salido a mí también.
Y desde que 
me ha salido, llevo una vida muy difícil. Sin embargo, sigo trabajando,
viviendo 
dignamente, en silencio, por mi cuenta, sin poner verde a nadie,
sin hablar siquiera 
de los demás.
Pero los de mi oficio me odian a muerte. A veces he tratado de hacer
examen de 
conciencia. He intentado analizar si yo tenía la culpa y he llegado a la
conclusión de 
que soy una mujer que puede ser altiva, soberbia, en la misma medida
en que puede 
ser cordial y afectuosa. Tengo un sentido moral tan riguroso que
llego a adoptar 
posturas implacables, lo reconozco. Pero soy indulgente en igual medida.
Es más, 
soy generosa. Trato de entenderlo todo y a todos. O mejor dicho, las
dos caras de 
la moneda. Y esto me hace justa. Me convierte en una persona de bien.

EL BALANCE

Soy ante todo y sobre todo una persona de bien. En mi vida no hay
manchas. 
Nunca he hecho marranadas, ni he cometido traiciones ni perfidias.
He sido dura, 
pero lo he sido con los demás en la misma medida que conmigo
misma. 
La persona con la que soy más dura, menos indulgente y más
implacable es 
precisamente Oriana. Siempre me veo defectos y por ello me castigo. 
¿Qué defectos? Un exceso tal de rigor que puedo llamarlo maniqueísmo.
La incapacidad absoluta de perdonar. Puedo tratar de olvidar,
pero siempre llega 
el momento en que recuerdo, y cuando el recuerdo aflora desde
los abismos de 
las heridas encubiertas, la falta de perdón reaparece, impetuosa,
implacable.
Hay en mí como una vena monacal que puede molestar a cierta gente,
lo reconozco.
 Pero va acompañada de urbanidad; no conozco el chismorreo,
la calumnia, la 
difamación. O las conozco en la medida en que las he sufrido en
carne propia. 
Yo sólo envidio a las mujeres que tienen hijos. Nunca he podido
tenerlos; se morían antes de nacer.

LA MATERNIDAD

Si me preguntáis cuál es para mí el símbolo de la belleza femenina,
no pienso en 
la Venus de Milo ni en Sofia Loren. Pienso en una hermosa mujer
preñada. Una 
mujer que lleva dentro otra vida tiene algo poderoso, triunfal, de una belleza 
incomparable. Una mujer deformada por un barrigón que contiene a otro ser 
humano. Una de las estatuas que más me conmueven es una
prehistórica de una mujer preñada.
En cierta ocasión se la enseñé a un amigo y le dije: "Mira qué esplendor".
 Y él me contestó: "Querrás decir qué horror". Terminamos riñendo.

Respecto a la maternidad me enfado siempre, con pocas palabras
también lo 
hice en un libro al referirme a que el italiano es el pueblo con la más
baja natalidad 
de Occidente. Me parece una traición, una canallada contra el propio
país, la 
propia cultura, la propia sociedad, ¡contra la vida! Tener el privilegio
de traer al 
mundo a otro ser humano - ya sé que se precisan dos para traerlo
al mundo, 
pero el privilegio de llevarlo en el vientre, de alimentarlo con la propia
sangre, de 
cumplir con la responsabilidad de su llegada al mundo es
completamente femenino-, 
dar a luz a otro ser humano, es la única manera de ser inmortal.
Cuando has 
dado a luz a otro ser, al morir, no mueres, porque seguirás viviendo
a través de 
ese ser, hecho de tu misma carne, de tu misma sangre.

Me pesa, sí, me pesa no dejar al menos un hijo cuando me muera.
Por eso, 
cuando hablo de mis libros, siempre me refiero a ellos con la palabra
hijos. Mi hijo,
 mis hijos. Pero mis hijos son hijos de papel. No de mi sangre. Y l
os hijos de papel 
no paren otros hijos de papel. No son más que una pobre ilusión de
la maternidad.

LA VEJEZ

La vejez es, obviamente, una conquista. La alternativa, es decir,
el cementerio,
 es mucho peor. Pero la mayor virtud de la vejez es la libertad.
De joven no era libre. 
Luchaba por la libertad, soñaba con la libertad, pero no era libre.
La libertad que me rodeaba tras 1945, es decir, tras acabar la
Segunda Guerra 
Mundial, era una libertad política, no psicológica. No lo era, porque
yo era mujer 
y porque, precisamente, era joven. Al ir creciendo me fui haciendo
más libre (...). 
Pero nunca me sentí completamente libre. Empecé a sentirlo más
a medida que 
me fueron saliendo arrugas en la cara. Cuanto más profundas las
arrugas, más 
libre me sentía y menos temía los juicios de los otros, las
prepotencias de los 
otros, las incomprensiones. Cuando las arrugas llegaron a lo que
son hoy, me 
sentí completamente libre. De hecho, empecé a decir que mis
arrugas son mis medallas.

La vejez es una catarsis. Ya no temes a nadie; el único riesgo que
 existe es que si 
no tienes sentido ético, y yo lo tengo, llegas a pensar que todo te está
permitido, que 
puedes hacerlo todo. Sabes más, cuando eres viejo entiendes (...).
Está el 
problema físico, es cierto. Cuando somos viejos ya no podemos
hacer las cosas 
que hacíamos de jóvenes. Tu cuerpo es como el viejo motor de un
coche viejo; las 
piernas ya no corren como cuando eras joven, los pulmones no
respiran como 
respiraban antes y el corazón, ¡ay!, te da cada chasco...

A los sesenta años fui a la guerra del Golfo (...). Cuando me dijeron
que para ir 
con los estadounidenses al desierto había que (...) llevar una
 mochila que pesaba 
al menos 35 kilos, creí que me moría. No podía, no puedo cargar
35 kilos sobre los hombros. Ya no puedo (...).

ESCRIBIR

Escribir es el oficio más fatigoso del mundo. Cuando escribo, me canso,
incluso 
físicamente. Me canso como un mozo de cuerda, como un minero,
como los que 
hacen un trabajo pesado. Pese a ello, no puedo dejar de escribir.

BIN LADEN

Lo vi en la televisión. Se reían de los muertos (de las Torres Gemelas),
se reían, y 
entonces sentí crecer dentro de mí un odio intenso (...). Sentí crecer
en mí una 
repulsión física, algo que no suele ocurrirme, porque termino siempre
por ceder 
a la piedad, y si no es piedad, es profesionalidad.

Como escritora tengo que ponerme en el lugar de todos, tengo que
tratar de entrar 
en su cabeza. Y entendí cuál es el motivo de este odio. En el fondo
están el 
instinto, los sentidos. Estoy obsesionada por el mal que emana de
él. Es el Mal. 
Nadie puede negarle a esta gente la patente de personaje.
Son grandes 
personajes. Es verdad que hemos contribuido a crearlos con los
libros, la 
televisión, los periódicos, pero cuando el personaje no existe, ya
puedes hacerle 
toda la publicidad que quieras, si no existe, no existe.
La verdad es que la atracción por ellos nace de lo que hacen (...).
En mi opinión, 
la pregunta que hay que plantearse es:
¿por qué este mundo (...) produce personajes que nosotros no
soñamos siquiera? 
Porque ellos tienen algo que a nosotros nos falta: pasión.
Tienen fe y pasión. En el mal, en negativo, pero la tienen.

Nosotros ya no la tenemos, la hemos perdido, nuestra forma de
sociedad ha 
insensibilizado el ánimo, ha endurecido el corazón de la gente.
Incluso en las 
relaciones amorosas hay menos pasión. En cuanto a la fe, en
nuestro mundo 
ésa es una palabra desconocida. Ellos son más tontos que nosotros,
pero son 
profundamente apasionados, y por tanto, más vitales. Hasta la
guerra, que es 
un acto de pasión en negativo, la ferocidad, la sangre, se ha
vuelto estéril, limpia. 
Esta falta de pasión se refleja en nuestra vida diaria, porque en
lugar de la 
pasión tenemos el bienestar, la comodidad, el raciocinio. Todo lo
que somos 
es fruto del raciocinio, no de la pasión.

EL BIENESTAR

En lugar de pasión hoy tenemos hedonismo (...). Las ciruelas
sin hueso, el aire 
acondicionado. Yo me crié con frío, con hambre, con miedo.
Tres dimensiones 
que hoy no se aceptan siquiera.

EL ENEMIGO

¿Respeto a los militares de Al Qaeda que ahora luchan en Tora
Bora (en 
Afganistán, contra los estadounidenses)? Claro que sí. Tal vez
cada uno de 
ellos sea un posible kamikaze dispuesto a lanzarse contra un
objetivo civil y 
a matar a miles de civiles, incluidas las niñas de cuatro años.
Pero en este 
momento y en estos días, no se comportan como kamikazes,
se comportan 
como soldados. Y el enemigo que lucha siempre debe ser
respetado.

Existe una gran diferencia entre los talibanes que tras tanto
desgañitarse 
escapan y se rinden (...) y estos enemigos que combaten como
los alemanes 
en 1945 en Berlín. Siempre sentí, incluso de jovencita, mucho
respeto por mis 
enemigos alemanes que (...) combatían contra los rusos que
habían sitiado 
la capital. Es lo que Al Qaeda hace en Tora Bora.

LA GUERRA

Entre las armas, las explosiones, el miedo, la muerte y yo existe
una lúgubre familiaridad.
Es cierto lo que les grito a los hijos de Alá: nací en la guerra, me
crié en la guerra, 
de guerra entiendo más que vosotros. Por la vida que he llevado,
o sabe Dios 
por qué, lo veo todo en términos de guerra, de paz y de guerra.

Es mi referencia continua. Mi disciplina es militar (...). La guerra
es el desafío 
supremo (...). Cuando te movilizas para entrar en combate, o
cuando estás en 
él, nadie se ocupa de ti, nadie te mira. Estás solo contigo mismo.
Eres tu 
propio juez (...). Existe otra lúgubre seducción. Es la monstruosa
vitalidad que 
en sí misma trae la guerra. Nunca me sentí tan viva como después
de una batalla 
de la que salí sana y salva. Quien en la guerra dice que no tiene
miedo es un 
imbécil, un mentiroso (...). La cuestión está en hacer las cosas
pasando por 
encima del miedo (...).

Después de haber ganado ese desafío es cuando te sientes tan vivo.
Vivo como 
no te sientes siquiera en los momentos de alegría más
embriagadores, en los 
momentos de amor más vertiginosos. Por desgracia, esto es lo
que te da la 
guerra. El gran desafío: la vida o la muerte. El juego de dados.

Escuchemos a Santiago Carrillo en la entrevista que le hizo
Oriana Fallaci 
en octubre del año 1975: "Yo a los comunistas les reprocho,
si acaso, un orgullo 
y un triunfalismo exagerados. Se sienten siempre superiores a
todo el mundo. 
Y distintos de todo el mundo. Tal vez sea porque los demás les
hacen sentirse 
diferentes... Además, tienen otro defecto: apenas se convierten
en un partido 
de masas, se vuelven soberbios". Sólo añadiría a estas sabias
palabras que 
cuando se trata de un pequeño partido familiar ocurre
exactamente lo mismo.

LUCIA ANNUNZIATA 
La Vanguardia 17- 09 2006

El mundo recordara tu legado y tus advertencias, estés donde estés
descansa 
en paz Oriana Fallaci.

Otros artículos de la autora:

¿Que Diálogo entre Civilizaciones?
'La Fuerza de la Razón "Oriana Fallaci" 
La Rabia y el Orgullo (Oriana Fallaci)
Oriana Fallaci "Un sermón para Occidente" 
La escritora Oriana Fallaci ha muerto
Tratamos como amigo al enemigo

Oriana Fallaci convierte el islam en la gran amenaza de Occidente

La periodista dedica su nuevo libro "a los muertos de Madrid"

 Roma 6 ABR 2004
Oriana Fallaci (Florencia, 1929) publica esta semana La fuerza de la razón, su segundo libro contra el islam. Tras La rabia y el orgullo, de 2001, en el que descalificaba a la religión musulmana y a los musulmanes y por el que fue procesada en Francia y Suiza, la periodista italiana afirma en su nuevo libro que "Europa se convierte en una colonia del islam" y llama a "la resistencia contra quien nos invade".
La fuerza de la razón empezó a imprimirse el 12 de marzo, un día después de los atentados del 11-M, y va dedicado "a los muertos de Madrid". La nueva obra de Fallaci fue calurosamente recomendada ayer por el ministro de Justicia de Italia, Roberto Castelli, miembro del partido xenófobo Liga Norte, coaligado con la Forza Italia de Silvio Berlusconi. "Invito a todos a que lean el libro", dijo Castelli durante una entrevista radiofónica. El ministro criticó la polémica suscitada por La rabia y el orgullo y la que empezaba a levantarse en torno al nuevo texto antiislámico: "Parece que en los regímenes democráticos se puede decir todo menos la verdad, porque la verdad atemoriza", comentó.
La rabia y el orgullo vendió más de un millón de ejemplares en Italia y fue un best seller en Estados Unidos, pero no llegó a publicarse en países como Suecia porque su contenido xenófobo vulneraba la ley. Fallaci fue procesada y absuelta en Francia y condenada in absentia en Suiza. La fuerza de la razón resulta, en conjunto, aún más incendiaria que la obra anterior, aunque la autora asegure que esta vez no se entrega a la pasión, "sino a la razón". Fallaci califica de "filoislámicas" a la ONU y a la Unión Europea, afirma que Europa debería llamarse ya "Eurabia" y describe un continente supuestamente sumiso ante la poderosa inmigración musulmana y ante la arrogancia de los inmigrantes de religión islámica.
Alemania, según la periodista, "parece una sucursal del Imperio Otomano". En Suecia "se concede la ciudadanía a cualquiera que pueda susurrar Alá es grande". Hablando de España, donde "muchos llevan aún el Corán en la sangre" por los siglos de dominio musulmán y donde "se encuentran los terroristas mejor adiestrados", Fallaci cita el Albaicín de Granada como ejemplo de "feudo islámico ajeno a las leyes nacionales".
"La actual invasión de Europa no es más que un nuevo capítulo" de las invasiones árabes y otomanas que se han sucedido a lo largo de los siglos, dice Fallaci. "Los musulmanes no pueden entender la democracia", asegura, y, dado que "se reproducen como ratas", pronto dominarán la sociedad y suprimirán las libertades occidentales. La culpa, según la periodista, se reparte entre la Iglesia católica, los pacifistas, la izquierda política y, en general, todos aquellos que intentan dialogar con "el enemigo" y le conceden derecho de voto. El libro sólo se refiere en términos positivos a dos políticos: Silvio Berlusconi y George W. Bush. Y sólo expresa esperanza en "América, fuerte y generosa", aunque "no se baste sola para apagar el incendio" islámico.
En general, los políticos de la izquierda italiana han preferido no opinar por el momento sobre el nuevo libro de Fallaci. El director de la agencia misionera católica Misna, padre Giulio Albanese, consideró en un artículo publicado el domingo que Oriana Fallaci parecía "sentirse investida de una especie de misión divina" y lanzaba "ráfagas de excomuniones y anatemas". "La ecuación islam=Bin Laden" que propugna la periodista "representa una trampa mortal, porque legitima a los yihadistas", según Albanese, para quien, en último extremo y con abundancia de colorido, Fallaci "sigue al pie de la letra la doctrina de la Casa Blanca" y la del "conflicto de civilizaciones elaborada por Samuel Huntington".

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