martinoticias.com | 18/10/2017 | Web del
Frente Patriótico
Dicen que el hombre es el único ser humano que tropieza dos
veces con la misma piedra.
Los venezolanos lo han hecho varias veces en el curso de su
historia, pero nunca tan seguido como después de la ascensión al poder de Hugo
Chávez, quien trajo consigo planes específicos para apoderarse indefinidamente
de esa nación y sus riquezas.
Chávez se entregó con toda su alma a lo que le dictaba Fidel
Castro, a quien sirvió hasta su muerte en los proyectos de adueñarse de
Venezuela.
El pueblo venezolano, ingenuamente, tomó parte en un
plebiscito y en elecciones hechas por Chávez, quien quiso dar un tinte de
democracia a las maniobras que acaparaban y compartían el patrimonio de la
nación con el gobierno cubano.
Ningún cabo quedó suelto en las operaciones de robo de los
chavistas. La fuerza armada, especialmente los altos oficiales recibieron
constantes alzas en sus sueldos y numerosas prebendas que los dejaron atados a
los planes del gobierno.
Pero donde se vio la previsión a futuro para la continuidad
del chavismo, fue en la manipulación de las máquinas de votación.
Una y otra vez se ha advertido que las máquinas están
arregladas para alterar los resultados electorales.
El comandante cubano Ramiro Valdés personalmente
viajó a Caracas en febrero del 2010 invitado por Chávez, quien explicó que era
para asesorar y buscar solución al problema energético que sufría el país:
“Ellos (los cubanos) lo han tenido (el problema eléctrico) muy grave en otras
épocas (…) Está con nosotros al frente de esa comisión uno de los héroes de la
revolución cubana, el comandante Ramiro Valdés…”
Pero el problema era que precisamente el manejo de la
energía eléctrica en Cuba era y es un desastre. Los cubanos tenían (y tienen)
“apagones”, la mayoría del tiempo están sin luz y lo extraño es que tengan
energía. ¿Entonces, qué podía enseñar Valdés de electricidad a los venezolanos?
A lo que fue realmente fue Valdés a Venezuela era para
manipular las máquinas de votación y dejarlas listas para futuras consultas
electorales.
En agosto de este año Smartmatic, la empresa encargada del
recuento de votos en Venezuela, denunció que hubo “manipulación” del dato de
participación en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente.
Su consejero delegado, Antonio Múgica realizó esas declaraciones en una rueda
de prensa celebrada en Londres, después de que las autoridades electorales
cifraran el número de votantes en 8,1 millones de personas.
Smartmatic explicó que gracias a la existencia de un
“robusto sistema automatizado de votación” se pudo saber que “sin lugar a
dudas, en las pasadas elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente, hubo
manipulación del dato de participación”.
“Una auditoría permitiría conocer la cifra exacta de
participación. Estimamos que la diferencia entre la cantidad anunciada y la que
arroja el sistema es de al menos un millón de electores”, agregó la compañía.
Esa firma ha sido la encargada de proporcionar la plataforma
tecnológica de votación y servicios para las elecciones en Venezuela desde
2004, incluyendo la polémica elección de agosto para la Asamblea Constituyente.
Hoy “el trabajo” de Ramiro Valdés sigue dando sus frutos en
las elecciones regionales.
El Consejo Nacional Electoral anunció “tendencias
irreversibles” en 22 de los 23 estados. Aseguró que el chavismo ganó 17
gobernaciones, 5 la oposición y una permanece en disputa.
La opositora MUD denunció que el régimen manipuló los
resultados.
Un Maduro eufórico incluso quiere apropiarse de todo y
advierte que la Asamblea Constituyente hará una auditoria del proceso electoral
“a ver si no sacamos también esas 5 gobernaciones”.
Alexis Alzuru: Constituyente y conspiración
Oct 2, 2017 7:01 am
La salida de Maduro se perfila como un proceso sin
elecciones. Una fase que obligará a tejer pactos inesperados. Alianzas que para
muchos resultan desagradables siquiera imaginarlas; pues transitoriamente la
oposición estaría obligada a compartir el poder con militares chavistas. Sin
embargo, esa elasticidad política se justificará porque está en juego no sólo
el rescate de la democracia sino evitar que Venezuela se convierta en la otra
Cuba de América Latina. Por cierto, ese ciclo habrá que procurarlo pronto;
antes de que el gobierno gane oxígeno. Sobre todo, antes de que desde la
constituyente quienes conspiran contra la nación terminen de calzarla con el
comunismo cubano.
Las prioridades cambiaron con la Constituyente. Si hasta
abril el asunto era presionar la salida Constitucional y negociada del
gobierno, ahora el foco es evitar que la nación se convierta en pieza clave de
la política internacional cubana. Propinarle un golpe al sector pro-cubano que
hoy monopoliza el poder es la misión que tiene cabida en este momento.
Desterrados los cubanos habrá que negociar la vuelta a la democracia. Por
supuesto, para avanzar en esa dirección urge redefinir la visión, fines,
procedimientos y alianzas de la oposición; lo cual es un asunto complejo en sí
mismo. Por eso, resulta un derroche de tiempo, recursos, expectativas y
emociones participar en elecciones.
La legitimidad de la Constituyente son las armas y su
finalidad rebasa la reforma de la Constitución. La Constituyente es el marco en
el que se concreta la mayor conspiración contra Venezuela. En esa Asamblea se
realiza el endoso de la república al trabajo que Cuba realiza en la región; una
labor que tiene objetivos de largo alcance. Todo sugiere que ese programa tiene
carácter continental y, en especial, subregional. Además, hay datos suficientes
que sugieren que los cubanos no operan solos. Esa isla sería la punta de lanza
de un proyecto en el que estarían involucrados Rusia, Irán, Turquía y Siria, entre
otros; y, por supuesto, los grupos ilegales que esa alianza utiliza para
conseguir el dinero ilícito que necesita para financiar sus actividades
trasnacionales.
La envergadura del proyecto en el cual el gobierno de Maduro
está asociado explica que las decisiones sobre el destino del país se tomen en
la Habana, no en Caracas. Ese mismo hecho explica el protagonismo y el poder
que tienen los militares chavistas procubanos. Después de todo, son ellos
quienes a sangre y fuego deben garantizar la ejecución y la obediencia de los
planes que se pactan en Cuba. Los civiles oficialistas igual tienen su papel en
esta trama. Este grupo se encarga del costado comunicacional que los militares
no saben administrar: Simular, engañar y confundir con sofismas. De hecho, es
lo que realizan con el dialogo que convocaron en R. Dominicana. Con el cual
buscan ganar un poco de legitimidad; pero en especial desean tiempo, porque
quienes conspiran saben que la anexión del país al proyecto cubano debe hacerse
irreversible.
La oportunidad para retirar a Venezuela del ajedrez cubano
dependerá de la velocidad y la audacia que se tenga para tramitar que la salida
de Maduro era un problema civil exclusivamente hasta hace seis meses. Pero el
escenario cambió con la Constituyente. En el presente y en el futuro, cualquier
cambio político que se pretenda promover será una cuestión que deberán decidir
los militares antes que los civiles. Ahora bien, en este país todos sabemos que
en los cuarteles la mayoría de los militares son chavistas. Sin embargo,
también es razonable presumir que muchos serán chavistas pero no pro-cubanos.
Con esos sectores es que debe realizarse el trabajo político. Si la prioridad
es zafar a Venezuela del proyecto que ejecuta Cuba entonces habrá que
entenderse con el militarismo anti-castrista. Sin el consentimiento y las armas
que estos sectores tienen hoy la salida de Maduro no podrá producirse.
Colocarle punto final al dominio que Cuba tiene de Venezuela
no será un objetivo fácil de lograr, entre otras cosas porque Castro no
negociará su proyecto. Corresponde obligarlo a retirarse. Habrá que sacarlo a
empujones o por la fuerza porque Cuba es la piedra de tranca para recomponer la
vida de la república.
Alexis Alzuru.
@aaalzuru
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