Nicolas Maduro dizque tocando piano mientras el pueblo se muere de mengua y hambre.
Sesquipedalia
Los
Rinocerontes
Humberto Seijas Pittaluga
María José, la Heroína que detuvo el
rinoceronte de la GNB
El Guardia Nacional le expresó: “Sigue
luchando”
María José, así se llama la señora que
el pasado 19 de abril se interpuso en el paso a los rinocerontes (Tanqueta anti
disturbios) de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), hasta hacerla retroceder.
Las diversas fotos de su acto heroico se
han convertido en imágenes icónicas de las luchas en contra del gobierno de
Nicolás Maduro.María José es de nacionalidad lusitana, y se convirtió en
venezolana por tiempo de residencia.
Sus padres emigraron a Venezuela el
siglo pasado.”Su lucha es por volver a tener el país maravilloso que consiguió
ella y sus padres cuando emigraron de Portugal”, contó Karen Fereira en su
cuenta Instagram @kaferreiraf.María José llegó a la marcha junto con una amiga,
pero la gran cantidad de personas hizo que se separaran.
Su amiga caminó hacia Bello Monte, pero
María José se dejó llevar por la multitud al encuentro con el piquete de la
GNB. El fotoperiodista Régulo Gómez contó lo sucedido en el instante heroico
durante una entrevista dada a NTN24: Todo sucedió aproximadamente a la 1:30 de
la tarde, en la autopista Francisco Fajardo, a la altura de El Recreo.
Ya la GNB había hecho retroceder a la
manifestación, a la masa de personas que estaban en la marcha. María José llegó
sin insultar, sin gritar, sin hacer ningún tipo de ademan, simplemente se paró
frente al rinoceronte para evitar el paso del mismo. Únicamente portaba una
toalla pequeña con lo que se tapaba la nariz y una bandera de Venezuela con la
cual se arropaba.
Portaba una gorra con el tricolor
nacional que ocultaba su canosa y corta cabellera.”Ella estaba sola”, le relató
a CNN en Español el fotógrafo Horacio Siciliano, quien también captó
momentos de la escena ahora famosa. “En una oportunidad me acerqué a
aconsejarle que se retirase, pero ella declinó. Primero estaba hablando con
cuerpos antimotines pidiéndoles que dejarán de reprimir, luego cuando vio la
tanqueta se paró frente a ella. Le echaron gas, nunca se movió”.
La reacción de la guardia fue arrojarle
lacrimógena desde la parte superior del rinoceronte, cuenta Régulo Gómez. Le
arrojaron aproximadamente entre 20 y 30 lacrimógenas en un periodo de 10
minutos. La cantidad de humo la rodeaba hasta el punto de perderse la
visibilidad. Era imposible respirar.Luego de varios minutos, las tanquetas
retroceden por completo. La señora quedó completamente sola, y unos 10 guardias
se acercan en moto para capturarla. Esta ofreció un poco de resistencia pero
entre varios guardias la montan en una moto para llevársela.
Así ha dado en llamar la sabiduría popular a esos armatostes chinos, pintados de blanco y dizque blindados con los que el aparato represivo del Estado hostiga a las manifestaciones de los que, con justa razón, ven las intenciones nada sanas del régimen de convertir a esta que fue tierra de gracia en un mal remedo de lo que es Cuba. Es por ello que han decidido hacer demostraciones de su oposición a esa insensatez. El libreto ya nos lo sabemos hasta la saciedad: la marcha comienza tranquilamente, con multitudes impresionantes que demuestran que somos mayoría, míresele por donde se le mire, con las manos, limpias, llevando solo banderas y pancartas, con los pechos henchidos de orgullo por el sacrificio que se hace para rescatar a la patria de las malhadadas intenciones, y con las gargantas voceando consignas que reflejan el pensar de casi todo el mundo. Todo se lleva a cabo de acuerdo a los postulados constitucionales: el ejercicio de un derecho a manifestarse pacíficamente y sin armas. Y hete aquí que, sin tener motivo o razón —actuando solo por las órdenes insensatas y criminales emitidas por una nomenklatura que se aferra al poder para seguir medrando y huirle a la justicia—, los uniformados (iba a escribir “tropa” pero hasta ese término les queda grande) arremeten con exceso de medios, poder de fuego y una sevicia que clama por una consulta psiquiátrica, contra los manifestantes.
Solo
entonces, y solo como mecanismo de defensa en contra de una agresión injusta,
aleve, sin fundamento, es que se suceden las acciones impetuosas de unos
cuantos jóvenes que tratan de proteger a la gran mayoría de los participantes,
compuesta de personas de uno y otro sexo, muchas con bastantes años a sus
espaldas, algunas en estado, o discapacitadas.
En casi todas las ocasiones, los heridos y los muertos son puestos por
marchistas. Es que, contrariando la
letra y el espíritu constitucionales, solo basados en una perversa resolución
ministerial, son los uniformados quienes emplean armas letales contra la
población desarmada. Todos los días,
desde que las protestas comenzaron hace más de dos meses, hay una muerte que
lamentar. Todas, de gente joven que
podría haber contribuido con el progreso de la nación si la hubieran dejado
vivir. De esos asesinatos, son tan
culpables quien accionó el disparador como quienes, escondidos en sus salones
palaciegos, dan las instrucciones; como los rábulas togados que prefieren
disfrutar de la vista del Ávila desde las cercanías del Panteón a volver la
vista hacia la dura realidad y hacia la justicia; y como quienes conforman los
altos mandos, tan ocupados contando los dineros con los que han sido comprados,
que solo retransmiten las consignas que reciben desde más arriba y hacen la
vista gorda ante los desmanes de sus subalternos.
Estos
son tan rinocerontes como los artilugios mecanizados que han sido utilizados
hasta para pasárselos por encima a los protestantes caídos. ¿Qué por qué lo digo? Sencillo: tienen la piel muy gruesa, todo les
resbala. Se les ha acusado, con base, de
tener contactos y negociados con narcotraficantes, de quebrar al país para
poder seguir cobrando comisiones por importaciones innecesarias (entre ellas,
de rinocerontes), de ser solo meros sátrapas, tanto por depender y obedecer a
un soberano extranjero como por mandar despótica y arbitrariamente y por hacer
ostentación de su poder. Y ellos, al
igual que en la propaganda de las toallas Stayfree, “como si nada”. En el lenguaje de la frontera
nortesantandereana que tan bien conoce Nikolai, son “conchudos”.
Además,
al igual que los integrantes de la megafauna africana, tienen un cerebro muy
pequeño. Todos. Aunque el propio arquetipo sería el mismo que
mencioné anteriormente: se caracteriza por ser inmensamente bojotudo pero con
poca materia gris entre los parietales.
Tanto, que no entiende que eso de bailar y tocar la tumbadora en cadena,
mientras sus huestes causan muertes, heridos y estropicios materiales a gente
inocente, es algo insensato (por decir lo menos).
Tan
parecidos a los Diceros bicornis son
que también sufren de una pésima vista.
Que son burriciegos, pues. Se les
ha planteado (y se les ha demostrado) de mil maneras que esa economía tan
sectaria que propugnan, tan alejada de la convencional —de esa que ha ayudado
desde toda la historia para el florecimiento de las naciones— solo sirve para
quebrar al erario; ¡y nada! Siguen en
sus trece, repartiendo (entre los suyos solamente) los mendrugos de lo que fue
la riqueza de la nación, dilapidando el tesoro y endeudándose más para seguir
apareciendo como munificentes; comprando aviones de combate en vez de los de
combatir incendios de vegetación, carros de pisar muchachos en las
manifestaciones en vez de tractores. Y
el refrán explica que no hay peor ciego que el que no quiere ver…
Y,
por último, al igual que los de la familia Rhinocerotidae,
están en peligro de extinción. Lo cual,
si es malo en lo que se refiere a las pobres bestias cegatas que pastean por
las sabanas africanas, será muy bueno para la población si ocurre con la
variedad que pace a su buen saber y entender por Miraflores, Carmelitas, Dos
Pilitas, Fuerte Tiuna y la Avenida Páez.
Porque de alimañas no pasan…
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