Albersidades
San Agustín y la crisis
Peter Albers
El presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana
(CEV), Monseñor Diego Padrón, exhortó al Gobierno
y a la oposición a unir esfuerzos para resolver la crisis
que hay en el país. “La situación es grave, muy
difícil con la carencia de las medicinas y los alimentos”
afirmó. La verdad es que uno duda si Monseñor
oyó a nuestra brillante canciller afirmar que Venezuela
tenía alimentos suficientes para tres países.
Monseñor Padrón debería, dada su alta investidura
dentro de la institución eclesiástica, estar mejor informado.
Uno no sabe de dónde saca eso de que hay crisis en el
país. ¿Será que él personalmente visita nuestros mercados
y auto mercados, y así constata que los anaqueles
están vacíos? ¿Será que él personalmente acude a las
farmacias, en busca de las medicinas que, dada
su edad, seguramente necesita con regularidad, y no las
consigue? Debería averiguar, con la influencia que
tiene, dónde compran sus alimentos y medicinas los
altos jerarcas del gobierno, para quienes sí hay
alimentos y medicinas o, por lo menos, no se quejan
de la escasez que los venezolanos comunes y corrientes
sufrimos. Tan así, que cuando tienen que hacer ellos
mismos alguna cola, la encuentran “sabrosa”.
Y probablemente haya gente del pueblo, gente
común y corriente, que no es enchufada ni militar,
que encuentre las colas “sabrosas”. Tal vez eso se
deba a algo que escribió San Agustín en 430 d. C.
¡hace 1.586 años! y que copio de una atenta carta
de mi amigo Paolo Montanari desde Italia: “a fuerza
de verlo todo, se termina por soportarlo todo;
a fuerza de soportarlo todo, se termina por tolerarlo
todo; a fuerza de tolerarlo todo, se termina por aceptarlo
todo; y a fuerza de aceptarlo todo, se termina
tristemente aprobándolo todo”.
Y va terminando de ser como desde hace tiempo venía
temiendo: Nos hemos ido acostumbrando a lo
malo, a lo pernicioso, a lo que no podemos calificar de
otra manera que una pésima calidad de vida. Comprar
un kilo de queso es sólo para los privilegiados que,
adaptados a la situación, se aprovechan de ella para
revender productos regulados que consiguen por medio
de trácalas y pagos ilegales, para quienes se
mueven en un submundo de contactos con funcionarios
públicos necesitados de “ayuditas” que compensen
su mísero sueldo; conseguir una batería o un juego de
cauchos se ha vuelto un calvario de trasnochos,
colas nada “sabrosas”, compra de puestos en ellas,
infinidad de llamadas a un número de teléfono que
nadie atenderá. Lo que antes era tan rutinario como
dirigirse a una venta de baterías o de cauchos, escoger
el modelo entre una variada oferta de tipos y precios,
esperar a que instalaran lo comprado, y salir rodando
de nuevo, se ha vuelto una odisea digna de un guión
de “Misión Imposible”, gracias a la corrupción
de nuestros gobernantes, a su empeño por imponer
políticas económicas demostradamente erróneas, al
despilfarro, la desidia y la incapacidad.
Por si fuera poco, los jerarcas del régimen se niegan a
ver lo que tienen ante sus ojos: un rechazo total a su
permanencia en el poder, manifestada por el
pueblo en dos oportunidades demasiado recientes
como para ser ignoradas, cayendo más aun en el
fracaso de su gestión.
Los venezolanos seguiremos insistiendo en el cambio
de régimen por la vía constitucional y democrática;
pero no se equivoquen quienes se escudan en
interpretaciones a su conveniencia de nuestro
sistema legal: Todavía no hemos llegado al
extremo de las contundentes predicciones de San
Agustín.
Que no se olviden sus palabras.
“El Niño no es un juego; es una excusa”
peterkalbers@yahoo.com
@peterkalbers
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