Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

sábado, 14 de julio de 2012

QUIENES HAN IDO O IRAN A LA ABADIA "SAN JOSE" en Guigue veran dos grandes vitrales uno a la derecha y otro a la izquierda de la Iglesia Abacial, pues bien, su título Amanecer y Anochecer...Ellos nos recuerdan que la vida es un círculo y nunca podremos suprimir los efectos de nuestras acciones


JUEVES, 3 DE JULIO DE 2008


 
Pedro González Silva

Si piensa que la vida transcurre linealmente, que la cadena de sucesos que conforman nuestra cotidianidad va en línea recta, que vamos directo hacia el cumplimiento de nuestro destino, deténgase un momento y haga memoria de todo lo que ha vivido.

¿No siente que hay hechos que suelen repetirse una y otra vez, hasta que un día logra “cerrar un ciclo”? ¿Cuántas veces tiene que repetirse una determinada situación para que sienta que ha logrado una experiencia que le permitirá no volver a caer en lo mismo?

Ocurre que la vida no transcurre linealmente, sino en forma circular, en lo grande y en lo pequeño. El universo se manifiesta en forma circular, dando vueltas sostenido sobre sí mismo; los átomos giran sobre su eje y describen una órbita alrededor de un cuerpo mayor.

Los cuerpos intermedios también: los planetas giran sobre su eje y describen una órbita alrededor del Sol, que a la vez recorre en círculos una galaxia. En uno de estos cuerpos celestes habitamos nosotros.

Amanece y anochece gracias a un movimiento circular mediante el cual medimos nuestro tiempo, y lo llevamos a una representación más pequeña, que es el reloj. La vida fluye en nuestro cuerpo porque el corazón bombea la sangre que recorre el organismo y regresa a su punto de partida.

Nuestra vida avanza circularmente, sí avanza, recordemos que hay un movimiento de rotación y uno de traslación. Si sólo diéramos vueltas, sería un círculo vicioso, pero a la vez que damos vueltas, avanzamos; es un movimiento en espiral, y así como ocurre en lo físico con los planetas, ocurre también en el plano espiritual con nuestro destino.

Cuando nos proponemos una meta, creemos que vamos hacia adelante en busca de la misma, pero no es así: avanzamos y nos devolvemos en el círculo de la vida, para luego volver a avanzar, hasta que después de numerosas vueltas por fin llegamos a la meta.

Y por eso en el camino ocurren hechos que parecen repetirse, pero en cada una de esas repeticiones hay una nueva experiencia que nos permite avanzar, evolucionar, y cuando no se repite más una situación, cerramos un ciclo.

Por eso en la vida hay momentos de avance y retroceso, altas y bajas. Sólo la constancia y la paciencia nos permiten avanzar, esa es la historia de la humanidad: nacer, crecer, reproducirnos y morir, pero en cada nuevo nacimiento está la semilla de la evolución.


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