Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

lunes, 11 de febrero de 2013

En la exposición, el artista, que ha mirado a la naturaleza de manera cenital y desde las profundidades, decidió colgar 365 dibujos de troncos en papel de cigarrillo. Todos cubiertos por una caja de acrílico.


Audino Díaz: "Descubrí una pasión"

"Lo que le pasa a la naturaleza me pasa a mí. Estoy perdiendo cosas cada vez que salgo a la calle" "¡Me duele lo que pasa en mi tierra! Al final, es una mirada interna hacia mi ser. La obra soy yo", comenta el artista plástico.

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Díaz expone "Vestigios de memoria sobre papel" en Madrid (Cortesía)
DUBRASKA FALCÓN |  EL UNIVERSAL
domingo 10 de febrero de 2013  09:33 AM
Le duelen. Las fracturas de los árboles. La motosierra penetrando en la corteza. El sonido del tronco al caer. Los despojos que quedan regados sobre el suelo. Le duelen tanto como si su cuerpo fuera mutilado. "Lo que le pasa a la naturaleza me pasa a mí. Estoy perdiendo cosas cada vez que salgo a la calle", confiesa desde Madrid el artista plástico venezolano, nacido en México (1973), Audino Díaz. 

Está tan sensible que prefirió exorcizar tanto dolor. La simpleza fue el camino que escogió recorrer. Este hombre, que creó con cuero, tela y pesadas maderas, decidió trazar su dolor sobre papel. "Le devuelvo la vida a la madera a través del papel", explica quien con carboncillo, lápiz y tinta comenzó a dibujar más de 3.600 troncos en papel de cigarrillo. 

Son los troncos de su memoria los que presenta en la instalación Vestigios de memoria sobre papel, que forma parte de la exposición Colectiva 0.1 dentro del Espacio Catorce en Huerta de Madrid. 

"Esto ha sido una búsqueda a través del papel. Proviene del interés que siempre he tenido por la madera. Mientras te fumas un cigarrillo, ¿cuántas hectáreas de bosque no se eliminan? Hay muchas metáforas". 

Comenzó hacer los dibujos en las afueras de Berlín, Alemania, como parte de una residencia artística que ganó. Estaba rodeado de árboles y lagunas. El contacto con la naturaleza despertó su dolor y lo envolvió en la nostalgia. 

"Gracias a la nostalgia que me dio por no poder hacer esculturas comencé a dibujar troncos. Un día empecé hacer dibujos sobre papeles enormes. Parte de uno de los dibujos era un tronco. Luego fui quitando todo lo que está alrededor del tronco y comencé a repetirlo una y otra vez. ¡Los hacía de memoria! Todos esos troncos los tengo por dentro. Lo disfruté. Tengo miles de dibujos ya hechos. Descubrí una pasión. Estoy llegando a lo más simple, y lo que más me emociona es que puedo hacerlo desde cualquier parte", cuenta Díaz. 

En la exposición, el artista, que ha mirado a la naturaleza de manera cenital y desde las profundidades, decidió colgar 365 dibujos de troncos en papel de cigarrillo. Todos cubiertos por una caja de acrílico. 

"Es una crítica muy estética pero con un fondo. Trató de que las cosas no sigan así, o por lo menos, hago notar mi molestia. Sé que no voy a ponerle un parado, pero pueda que genere conciencia con mi trabajo. ¡A mí me duele... y esta es la manera de exorcizar ese sentimiento que tengo!", apunta. 

En total son cinco las series que expone en la colectiva, que en esta oportunidad permite que cada artista disfrute de su propio espacio. En una de las paredes se encuentra dibujada con carboncillo una escalera. "Esa obra se llama A dónde vamos. Es una mirada pesimista. Si quieres ir a algún lado no lo puedes hacer porque esa escalera es de carboncillo. No tiene utilidad práctica. Esta es una situación que toca a todos los seres humanos. Es frágil. No es que yo no sea una persona contenta, pero cada vez que veo estos desastres me doy cuenta de que no está bien. ¡Estoy sensible", confiesa el artista. 

Audino Díaz quiso introducir en la instalación una obra que forma parte de la serie Sur América. Se trata de la intervención de un papel de hilo, en el que dibuja la parte inferior del mapa del continente americano. "Es una forma de ubicar en dónde están los últimos árboles del planeta; y, también, de dónde han salido todos los troncos de mi memoria. ¡Me duele lo que pasa en mi tierra! Al final, es una mirada interna hacia mi ser. La obra soy yo", remata el artista, quien, incluso través del hilo telefónico, no puede ocultar lo que siente: ¡le duele!

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