Pensamientos de José Antonio Marina Torres
Profesor, filósofo, ensayista, horticultor,...
Entrevista sobre educación
- Hoy el profesorado quizá representa un papel más comprometido que nunca. ¿Cómo lo ve un pensador y un docente como usted?
El profesorado no se siente con el apoyo y el respaldo de la sociedad que necesita para ejercer su trabajo con autoridad. La tarea más urgente es formar a unos profesores capaces de enfrentarse con unas metas educativas más exigentes y complejas de las que tenía hasta ahora.
- ¿Qué espacio le queda al profesor en su aula para educar presionado entre las fuerzas del sistema educativo, de la familia y de la sociedad, si pensamos que esas fuerzas no siempre empujan en la misma dirección ni defienden los mismos valores?
El poder del sistema educativo -dentro del que ejerce su trabajo el docente- es enorme. En este momento hay en España más de medio millón de profesores. El problema está en que tiene que funcionar como un sistema inteligente. Necesitamos mejor organización educativa, diseñar unos nuevos tipos de centros, crear sistemas de trabajo más modernos. Además, tenemos que saber explicar a la sociedad lo que estamos haciendo, y hasta qué punto depende de nuestro éxito el nivel de vida que podemos esperar.
- Hay quien ya ha definido la tecnología como el "humanismo del nuevo siglo". ¿Cómo debe hacer concordar la escuela las opiniones de los tecnófobos y tecnoutópicos?
Ni los tecnófobos ni los tecnoutópicos tienen razón. La técnica es una maravillosa herramienta, que puede servir para el bien y para el mal, para destruir o para construir. Lo importante es el ser humano que la maneje. Cuando digo que "un burro conectado a Internet sigue siendo un burro" no estoy desdeñando la tecnología informática, que admiro, y en cuyo estudio he gastado muchas horas. Estoy diciendo sólo que la calidad de un sistema informático depende de quien esté delante de la pantalla.
- Los nuevos Decretos sobre Enseñanzas Mínimas que ha sacado a la luz el actual Ministerio de Educación Cultura y Deportes prácticamente sólo hablan de contenidos conceptuales y olvidan por completo los valores. ¿Piensa que hoy es socialmente posible una educación puramente académica?
No. La enseñanza obligatoria es esencialmente ética. La ética es el marco en el que deben situarse el resto de las disciplinas. Nuestra obligación no es formar buena mano de obra, sino buenos ciudadanos.
- ¿Cuál cree que debe ser el perfil del nuevo profesional de la educación que muchas veces ha permanecido en la reivindicación del lamento más que en la de mejorar el quehacer del día a día?
Debe recuperar la propia confianza en lo que hace, saber que la tarea docente, en primaria y sobre todo en secundaria, exige una serie de habilidades complicadas. No basta con saber matemáticas, física, inglés, y con saber explicarlos. Es preciso saber organizar clases muy heterogéneas, saber imponerse con autoridad, ayudar a los alumnos a que vayan siendo personas autónomas, exigir sin claudicaciones.
- Es evidente que muchos jóvenes de hoy son personas emocionalmente muy desatendidas. ¿Está el profesorado en condiciones de, además de instruir, ayudar al desarrollo integral de sus alumnos y alumnas?
No. Los profesores necesitan una formación más humanista. Está apareciendo un nuevo modelo de inteligencia que va más allá de las puras actividades cognoscitivas, y que incluye los sentimientos, las motivaciones, la construcción de la voluntad, el compromiso con valores éticos. La sociedad actual está exigiendo de la escuela muchas cosas nuevas y debemos explicarla que son responsabilidades que no podemos cumplir sin contar con la ayuda de la sociedad, y con los medios formativos y materiales necesarios.
- Usted ha escrito que "Cuando una sociedad se libera de la miseria, de la ignorancia, del miedo, del dogmatismo y del odio, evoluciona hacia la racionalidad, los derechos individuales, la democracia, las seguridades jurídicas y las políticas de solidaridad". ¿Qué debe hacer la escuela para desarrollar con profundidad el valor de la solidaridad en un mundo multicultural, cuando aún observamos que hay opiniones que justifican la segregación y centros educativos que, unas veces a las claras y otras con el silencio, no admiten alumnado que pueda romper su homogeneidad?
En el nivel más elemental debe fomentar en los niños tres sentimientos fundamentales: la compasión ante el dolor ajeno, la indignación ante la injusticia, el respeto ante la dignidad humana. Debe también aprender el sentido crítico del deber. Y en la adolescencia, reflexionar y fundamentar lo aprendido en la infancia. En mi libro "La lucha por la dignidad" he explicado como había que contar la historia de la humanidad a nuestros alumnos: como un intento por librarnos de la violencia y de la injusticia, por una continua lucha por la dignidad. Así se darían cuenta de la belleza de nuestros esfuerzos y también de la precariedad de nuestra situación. Se trata de involucrarles en el gran proyecto de la creación ética.
- ¿Justifica usted la enseñanza obligatoria hasta los 16 años cuando es tan frecuente la figura del "objetor escolar"?
Creo que es buena la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, pero el modo actual de organizarla es demasiado rígido, ineficaz y convencional y, por lo tanto, malo. Hay que introducir antes la formación laboral, pero dentro de las metas formativas de la educación secundaria. La unión de educación y formación laboral no se ha conseguido. En España se siguen menospreciando los oficios. Es un disparate.
Revista EDUCAR
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