El próximo Vicario de Cristo
Jorge Mario Bergoglio se convierte en Francisco I
El nuevo Santo Padre y sucesor de Benedicto XVI es argentino y será el Sumo Pontífice 266. Jorge Mario Bergoglio, originario de Argentina será el encargado de la Iglesia Católica y quien deberá enfrentar los nuevos retos de la religión.
Arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina
EL UNIVERSAL
miércoles 13 de marzo de 2013 03:46 PM
Buenos Aires.- El cardenal Jorge Mario Bergoglio, mencionado con uno de los prelados latinoamericanos mejor posicionados para suceder a Juan Pablo II, es un jesuita austero, que lleva una vida discreta y cultiva el bajo perfil No figuraba entre los "papables" en el cónclave que lo eligió como sucesor de Benedicto XVI.
Su designación para ocupar el sillón de San Pedro sería la primera de un jesuita para dirigir la Iglesia Católica que jamás estuvo a cargo de un representante de la Compañía de Jesús, aunque algunos expertos señalan que León XIII (1878-1903) tenía formación jesuita, señaló AFP.
Arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, este hombre de 76 años tímido y de pocas palabras, que desde su juventud vive con un solo pulmón, goza de un gran prestigio entre sus seguidores que aprecian su total disponibilidad y su forma de vida, alejada de toda ostentación.
Es también un ''wojtyliano puro'', estima Sergio Rubin, el cronista de temas religiosos del diario Clarín, en referencia a Karol Wojtyla, Juan Pablo II.
Al igual que Juan Pablo II, Bergoglio es ''conservador a nivel de la doctrina y progresista en materia social''.
El prelado es ''un crítico severo del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del neoliberismo'', según Rubin.
Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en el seno de una familia modesta de la capital argentina, hijo de un trabajador ferroviario de origen piamontés y de una ama de casa.
Asistió a la escuela pública de donde egresó como técnico químico y a los 22 años se une a la Compañía de Jesús, donde estudia Humanidades y obtiene una licenciatura en Filosofía.
Tras incursionar en la enseñanza privada, comienza sus estudios en Teología y se ordena como sacerdote en 1969.
Menos de cuatro años después, a los 36 años, fue designado responsable nacional de los jesuitas argentinos, cargo que desempeña durante seis años.
Es en los años difíciles, durante la dictadura militar argentina, cuando Bergoglio, un convervador, debe mantener a toda costa la unidad del movimiento jesuita taladrado por la teología de la Liberación bajo la consigna de ''mantener la no politización de la Compañía de Jesús'', relata su portavoz el sacerdote Guillermo Marco.
''El ha sido el gran salvador de los jesuitas al frenar la hemorragia y evitar la profundización de la crisis'', estima Rubin al destacar que el accionar de Bergoglio de entonces sigue siendo motivo de controversia dentro de los sectores de izquierda.
El futuro cardenal viaja luego a Friburgo, Alemania, donde obtiene su doctorado.
A su regreso retoma la actividad pastoral como simple sacerdote de provincia en la ciudad de Córdoba, a 700 kilómetros al oeste de Buenos Aires.
En mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombra obispo auxiliar de Buenos Aires y comienza a escalar rápidamente en la jeraquía católica de la capital: es vicario episcopal en julio de 1992, vicario general en 1993 y arzobispo coadjutor con derecho de sucesión en 1998.
Se convierte luego en el primer jesuita primado de Argentina y en febrero de 2001 viste finalmente el púrpura de cardenal.
Pese a esta meteórica carrera, sigue siendo un hombre ''muy humilde'' y cultiva ''un bajo perfil''. No posee automóvil, se desplaza mediante el transporte público y renuncia a ocupar la suntuosa residencia de los arzobispos de Buenos Aires.
Su rutina comienza a las 4 y media de la mañana y termina a las 9 de la noche, una hora bien alejada de los hábitos argentinos. Lleva ''una vida más bien austera'', resume el sacedorte Marco.
Se dice que siempre está atento a las necesidades de sus subordinados que pueden acceder a él en todo momento mediante una línea telefónica directa.
No concede entrevistas periodísticas, pese a ser un ávido lector de la prensa -lee a diario el periódico conservador La Nación- y a que ha puesto en marcha un eficaz servicio informativo.
Alicia de Oliveira, la amiga que fue salvada por Bergoglio de manos de los militares, dice que es un hombre ''de una extrema normalidad'', de una gran riqueza afectiva y destaca su disponibilidad permanente.
Pero no se explaya: ''respeto su deseo de mantener un bajo perfil'', subraya.
Se sabe sin embargo que es un gran lector de Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Dostoievsky, amante de la ópera y fanático del club de fútbol San Lorenzo, curiosamente fundado por un sacerdote.
El prelado argentino ha visto crecer su reputación entre sus pares por su trabajo como redactor adjunto del informe final sobre el sínodo de octubre de 2001.
El redactor principal, el arzobispo de Nueva York Edward Egan, no pudo concretar su misión debido a los atentados del 11 de setiembre de 2001 y fue el cardenal argentino quien tuvo a su cargo lo esencial del trabajo.
Su designación para ocupar el sillón de San Pedro sería la primera de un jesuita para dirigir la Iglesia Católica que jamás estuvo a cargo de un representante de la Compañía de Jesús, aunque algunos expertos señalan que León XIII (1878-1903) tenía formación jesuita, señaló AFP.
Arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, este hombre de 76 años tímido y de pocas palabras, que desde su juventud vive con un solo pulmón, goza de un gran prestigio entre sus seguidores que aprecian su total disponibilidad y su forma de vida, alejada de toda ostentación.
Es también un ''wojtyliano puro'', estima Sergio Rubin, el cronista de temas religiosos del diario Clarín, en referencia a Karol Wojtyla, Juan Pablo II.
Al igual que Juan Pablo II, Bergoglio es ''conservador a nivel de la doctrina y progresista en materia social''.
El prelado es ''un crítico severo del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del neoliberismo'', según Rubin.
Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en el seno de una familia modesta de la capital argentina, hijo de un trabajador ferroviario de origen piamontés y de una ama de casa.
Asistió a la escuela pública de donde egresó como técnico químico y a los 22 años se une a la Compañía de Jesús, donde estudia Humanidades y obtiene una licenciatura en Filosofía.
Tras incursionar en la enseñanza privada, comienza sus estudios en Teología y se ordena como sacerdote en 1969.
Menos de cuatro años después, a los 36 años, fue designado responsable nacional de los jesuitas argentinos, cargo que desempeña durante seis años.
Es en los años difíciles, durante la dictadura militar argentina, cuando Bergoglio, un convervador, debe mantener a toda costa la unidad del movimiento jesuita taladrado por la teología de la Liberación bajo la consigna de ''mantener la no politización de la Compañía de Jesús'', relata su portavoz el sacerdote Guillermo Marco.
''El ha sido el gran salvador de los jesuitas al frenar la hemorragia y evitar la profundización de la crisis'', estima Rubin al destacar que el accionar de Bergoglio de entonces sigue siendo motivo de controversia dentro de los sectores de izquierda.
El futuro cardenal viaja luego a Friburgo, Alemania, donde obtiene su doctorado.
A su regreso retoma la actividad pastoral como simple sacerdote de provincia en la ciudad de Córdoba, a 700 kilómetros al oeste de Buenos Aires.
En mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombra obispo auxiliar de Buenos Aires y comienza a escalar rápidamente en la jeraquía católica de la capital: es vicario episcopal en julio de 1992, vicario general en 1993 y arzobispo coadjutor con derecho de sucesión en 1998.
Se convierte luego en el primer jesuita primado de Argentina y en febrero de 2001 viste finalmente el púrpura de cardenal.
Pese a esta meteórica carrera, sigue siendo un hombre ''muy humilde'' y cultiva ''un bajo perfil''. No posee automóvil, se desplaza mediante el transporte público y renuncia a ocupar la suntuosa residencia de los arzobispos de Buenos Aires.
Su rutina comienza a las 4 y media de la mañana y termina a las 9 de la noche, una hora bien alejada de los hábitos argentinos. Lleva ''una vida más bien austera'', resume el sacedorte Marco.
Se dice que siempre está atento a las necesidades de sus subordinados que pueden acceder a él en todo momento mediante una línea telefónica directa.
No concede entrevistas periodísticas, pese a ser un ávido lector de la prensa -lee a diario el periódico conservador La Nación- y a que ha puesto en marcha un eficaz servicio informativo.
Alicia de Oliveira, la amiga que fue salvada por Bergoglio de manos de los militares, dice que es un hombre ''de una extrema normalidad'', de una gran riqueza afectiva y destaca su disponibilidad permanente.
Pero no se explaya: ''respeto su deseo de mantener un bajo perfil'', subraya.
Se sabe sin embargo que es un gran lector de Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Dostoievsky, amante de la ópera y fanático del club de fútbol San Lorenzo, curiosamente fundado por un sacerdote.
El prelado argentino ha visto crecer su reputación entre sus pares por su trabajo como redactor adjunto del informe final sobre el sínodo de octubre de 2001.
El redactor principal, el arzobispo de Nueva York Edward Egan, no pudo concretar su misión debido a los atentados del 11 de setiembre de 2001 y fue el cardenal argentino quien tuvo a su cargo lo esencial del trabajo.
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