TALLER
CRITICO
EN VENEZUELA: ¿LOS
GUERRILLEROS EN EL PODER?
NOTA
SOBRE UN ANACRONISMO HISTÓRICO.
POR:
ROBERTO LOVERA DE-SOLA.
Al ofrecer esta nueva
lectura de El round del olvido(2ª.ed.Caracas:
Alfaguara,2009. 581 p.) de Eduardo Liendo(1941) se impone una nueva reflexión.
Esa meditación es la siguiente: esta novela apareció catorce años después de la caída del Muro de Berlín(noviembre
10,1989), fue concebida como una elegía al fin de una época, la del deceso del
socialismo autoritario y, desde luego, la del nacimiento de un nuevo tiempo: el
de la libertad recuperada en las sociedades que lo padecieron, la de la plena
democracia universal. Recuérdese que toda elegía es una evocación de un
fallecido, es un lamento. En este caso de un tiempo ya ido.
Pero hay más: esa es
la época que vivimos, somos los hijos de la caída del muro berlinés. Los
sucesos vividos hace poco en los países del norte de África y el Medio Oriente,
proceso aun inconcluso, e incluso la insurgencia de “Los indignados” siguen
siendo otros coletazos de tan decisivo hecho(ver Stephane Hessel: ¡Indignados!. Barcelona: Destino,2011.
60 p.).
En Venezuela en los
últimos catorce años han sucedido tales acontecimientos que hay quien ha
llegado a pensar que los guerrilleros olvidados de Liendo han resucitado. Disentimos: estos desaparecieron. Y ello pese
a comprender el por qué de su observación. Y ello porque en la historia no hay
retorno. Pese a lo que hayamos visto entre nosotros, los que hoy están el poder
lo que están haciendo es quieren alterando el suceder de la historia.
Y esto que decimos, y
lo comprendemos con este libro en las manos, es que no podemos imaginarnos que
aquel responso a los últimos comunistas, cantado por Liendo, que aquel tiempo
ya fenecido, iba a resurgir entre nosotros en manos de aquel que ejercio
el poder hast la semana pasada,
ejercicio que terminó con su deceso(marzo 5,2013), aunque desde el pasado 8 de
diciembre de 2012 esperó la llegada de la parca en su cama de en fermo de un
hospital de La Habana. Ahira bien, no podíamos saber, desde 1999, que seríamos
testigos que en manos del neo-caudillo ido, llegaríamos a la regresión
política, al anacronismo histórico; que los guerrilleros, fracasados en su
acción, sin ideales ya, llegarían al poder para restaurar lo imposible: el
pasado, como lo dice con suma de agudas observaciones Gisela Kozak(1963), en
uno de los libros más agudos dedicados al asunto(Venezuela, el país que siempre nace. Caracas: Alfa,2008. 108 p.),
no pudimos vaticinar que otra vez, veríamos viva la contra-historia; que se
llegó a creer por quienes están en el poder que se podría revivir lo muerto, lo
inerte, que se popularizaría la errónea idea de que los guerrilleros habían
llegado al poder, como se leyó en el título de un publicitado libro del polaco
K.S.Karol(1972), creencia con la que murió otro dinosaurio de aquellos años,
Nestor Kirchner(1950-2010). Estos supuestos izquierdistas, que no lo son, de la
misma forma que su llamada revolución venezolana no es tal, mucho menos
bolivariana como ellos dicen. El período de las revoluciones feneció en el
mundo, las revoluciones izquierdistas, ya derrotadas, lo único que trajeron fue
“la revuelta entusiasta, aunque en gran medida vana” que dijo Jon Lee Anderson,
al escribir la biografía del llamado Guerrillero Heroico(El Che Guevara. Caracas: Alfa,2007,p.11). Pero esa supuesta
izquierda llegada al poder estaba además incapacitada para gobernar, lo ha
probado con creces en estos catorce años. Gobernar es distinto a mandar.
Gobernar es preveer para proveer. Estos han dejado claro la incapacidad que
poseían de regir al país, todos ellos eran, incluso su neo-caudillo Presidente,
uno de los últimos, gente sin ideales, sin preparación y sin amor al país. Y no
podían mandar porque todos estaban muertos, aquellos que evoca Liendo eran los
últimos espectadores, como muy bien dijo Ana Teresa Torres en su celebrada
novela Los últimos espectadores del
Acorazado de Potemkim(Caracas: Monte Ávila Editores,1999. 309 p.). Lo único
que hemos observado ha sido la presencia del anacrónico “idiota
latinoamericano” en Miraflores, el nuevo “regreso del idiota”, la presencia de
un gobierno que siempre ha estado rodeado de los dinosaurios de la izquierda
latinoamericana, actuando en contra del sendero que marcan los tiempos
actuales. Y lo que es peor: ya no son marxistas sino simplemente fascistas, en
el sentido que explicitó Umberto Eco(1932) en su célebre artículo en donde
todos los rasgos del fascismo, que él explicó, pueden ser aplicados a la
llamada Revolución Bolivariana y a su líder, de hecho definen y explican a
quienes llegaron a la Casona de Misia Jacinta en 1999. Solo con leer las
características del “fascismo eterno” que dijo Eco(Cinco escritos morales. Barcelona: Debolsillo,2004,p.31-58)
pareciera que estamos leyendo un libro sobre el gobierno actual, incluso en el
sentido sexual. Vean sus notas, según Eco, “1)culto de la tradición; 2)rechazo
a todo lo moderno; 3)culto de la acción por la acción; 4)el desacuerdo es
traición;5) miedo a la diferencia; 6)llamamiento a las clases medias
frustradas; 7)obsesión por el complot; 8)los enemigos son simultáneamente
demasiado fuertes y demasiado débiles;9) la vida es una guerra permanente;10)
desprecio por los débiles;11) cada uno está educado para convertirse en un
héroe;12) confiere su voluntad de poder a las cuestiones sexuales, origen del
machismo, que implica desdén hacia las mujeres e irrespeto a las minorías
sexuales;13) como los seres humanos no pueden poseer una voluntad común el
líder debe ser su interprete, así los ciudadanos no actúan;14) uso de una
neo-lengua”(p.47-55).
Y precisamente lo que
mejor explica su condición fascista es el manejo que han hecho de la historia
venezolana, de donde han surgido las que nosotros hemos denominado las
“falacias históricas del chavismo”. La obsesión por la historia que les
observamos coincide plenamente con los regimenes de Benito Mussolini(1883-1945),
Adolfo Hitler(1889-1945), José Stalin(1879-1953) y Fidel Castro(1926), tal que
el Presidente se considere sucesor de Bolívar, pero ello es igual al Duce que
se decía sucesor de los Cesares romanos, el cabo austríaco que creía descender
los dioses germanos, Stalin quien hizo borrar de la historia soviética los
nombres de sus adversarios; los hermanos Castro en su falaz interpretación de
José Marti(1853-1895) o el régimen venezolano actual en su interpretación,
errada, de Bolívar. El chavismo, como lo vio primero el ojo avizor de Ana
Teresa Torres en Los últimos espectadores
del acorazado de Potemkin, antes que este llegara al poder el chavismo y
más tarde Eduardo Liendo en El round del
olvido, es un régimen que apesta al
pasado, vive tan hondamente tal pesadilla que es incapaz de estudiar el
presente y de de mirar hacia adelante, por ello es un cadáver. Con ellos
mandando en el palacio de la avenida Urdaneta lo que hemos visto no son los
guerrilleros en el poder, quienes no podían estarlo porque solo eran un montón
de huesos inertes. Pero lo que hemos observado es mucho peor: los guerrilleros,
si es que pueden llamarse así, se han convertido en un pelotón que obedece, un
pelotón es lo único que supo mandar el Comandante, es decir un grupo inútil de
gente que no piensa, solo recibe órdenes. Pero a quien hemos visto mandar es a
un neo-caudillo, otro esqueleto sin piel, sepultados como lo fueron los caudillos
en las aguas del Orinoco en 1903. Es este neo-caudillo el que ha llevado a la
nación al extravío, somos con él
dominados por un solo hombre que como los caudillos del siglo XIX, igual ha
manejado todos los poderes a su antojo, en sus manos aquella nación unida se ha
convertido en un país dividido y polarizado, perdidos los valores de la
democracia en la añoranza del neo-caudillo por el pasado, días ya perdidos e
irrecuperables, vemos hondas señales autocracia, sin tolerancia ni respeto al
adversario, con una Constitución hecha ad hoc pero luego irrespetada cada día,
como las de aquellos que las montoneras llevaron al poder. Tal el anacronismo,
que no podemos dejar de señalar al leer este libro de Eduardo Liendo cuyas
derivaciones llegan hasta esto, en días en que los vencidos se han convertido
en una suerte de paridores de que aquella “sangre, locura y fantasía”(Antonio
García Ponce) que consideramos finalizada un día de 1965, cuando terminaron las
guerrillas, o de 1967 cuando la izquierda estableció la “paz democrática”, o en
1969 cuando se inició la política de pacificación. Lo que hemos vivido con el
neo-caudillo, tan inculto como los gamonales del siglo XIX, es un hecho
gravísimo: el devenir de las sociedades es hacia adelante y no hacia atrás, que
es de lo que hemos sido testigos. Es imposible ser dirigidos por los muertos.
Claro que son ellos, los ya sepultados, porque el devenir, lo sucedido en
Europa en 1989 es el presente. Desde las elecciones de aquel año en Polonia,
ganadas por Lech Walesa(1943), la apertura de las fronteras de Hungría(septiembre
11,1989), lo que precipitó la caída del Muro de Berlín, la reunificación de
Alemania(octubre 3,1990), el fin de la URSS(diciembre 31,1991), ninguno de
estos sucesos pueden ser soslayados. Un gobierno que solo espera que rectifique
lo sucedido en el Cheeckpoint Charlie de la capital alemana, el lugar donde el
Muro de Berlín se abrió a la libertad, quien sde opone a ello está gobernando
contra la historia. Y ello es imposible.
Eduardo Liendo en su
novela nos pone ante la historia de los últimos, seres anacrónicos,
inexistentes, pese a que tengan todo el poder del dinero del petróleo en sus
manos. La historia no puede ser alterada. Por ello para una honda compresión de
este suceder hay que releer El round del
olvido, que es una en la que más
filosamente, como con un bisturí entre los dedos, ha penetrado el gran drama
que se sucede cuando los que llegan al poder no comprenden el tiempo en que
están viviendo. Y no amar la época en que vivimos, solo añorar el pasado, ya
ido, imposible de asir, es el peor pecado que puede cometer un ser humano. Ya
lo cometió, en los días de la emancipación, José Domingo Díaz(1772-c1834),
caraqueño realista, enemigo de la República, llegó a estar tan arrepentido en
los años finales de su vida, como lo estarán los chavistas un día, que incluso
dedicó un artículo necrológico, en una gaceta del país vasco(abril 8,1831), a
su peor enemigo: el Libertador, allí pedía a Dios que a Bolívar lo recibiera en
su misericordia, la cual, al decir de Enrique Bernardo Nuñez(1895-1964), quien
pudo leer aquel texto(Figuras y estampas
de la antigua Caracas. Caracas: Monte Ávila Editores, 1991,p.104-106),
también implicaba que el doctor Díaz pedía la misma gracia para si mismo,
derrotado como estaba. Tal lo que es ser una personalidad anacrónica, y un
régimen tal, que ha dado la espalda a lo que somos en esencia los venezolanos,
para en vez de ver la realidad soñar con el pasado. Por ello a estos de ahora
solo podemos consideralos fantasmas. Por ello, desde el escribir de Liendo, que
tantas consecuencias tiene, hemos partido aquí
en nuestra meditación sabiendo que en su libro encontraremos aquello que
pasó, aquello por lo cual solo se puede rezar un responso, haciéndonos ver otra
vez que no podemos jurungar a los
muertos, que debemos dejarlos descansar en paz, distinto a como lo hemos visto
en estos trágicos años, lo que debe hacer es asumir sus culpas, y junto a los
demás ciudadanos volver a parir la sociedad de la democracia, del bienestar,
del saber. En El round del olvido
está el comienzo de esa meditación. Aquellos guerrilleros no existen, dejaron
de vivir. El mundo es hoy otra cosa, pese a todo el mal que el neo-caudillo ha
provocado entre nosotros y en nuestro continente.
¿CÓMO SE ESCRIBE LA
HISTORIA?
La historia de la
guerrilla es su suceso histórico del devenir vezolano del siglo XX. Por lo
tanto, debe escribirse como se redacta la historia. Este periplo debe ser
explorado como se examinan los sucesos de la historia: mirando sus dos caras,
teniendo en cuenta a los hombres y mujeres, que de cada lado lo protagonizaron.
Los guerrilleros por un lado y los democratas por el otro. En esta parte es
esencial también explorar a la
anti-guerrilla y leer las obras que escribieron los oficiales de nuestras Fuerzas
Armadas presentes en esos combates. Si
solo se interroga a uno de ellos se incurre en grave error: la historia solo
puede ser trazada escuchando los alegatos de los dos bandos. Si le lo hace con
los ubicados de un solo lado, como lo hacen hoy los chavistas, es imposible
llegar a un certero juicio de tan doloroso proceso.
Y HOY
Vayamos ahora a
nuestro punto: los chavistas en el poder no pueden continuar acusando a
nuestros gobiernos democráticos, en especial a AD y Copei, en el gobierno en le
período de la lucha guerrillera, de los posibles errores cometidos al reprimir
la insurección armada del PCV y el MIR. Hubo excesos, desde luego, aquello fue
una guerra. No podemos olvidar lo que sentimos, éramos estudiante de
bachillerato, cuando tuvimos la noticia de los asesinatos del Tren de El
Encanto(septiembre 29,1963), ordenados por Guillermo Garcia Ponce(1922-2010).
O, en los años siguientes, aquellos tiempos en que la guerrilla asesinaba cada
día un policía, hombres hijos del pueblo, a los que ellos supuestamente
pensaban redimir. Era entonces Gobernador de Caracas(1960-1964) Alejadro
Oropeza Castillo(1910-1964), Isa Dobles, su hija, conserva la lista de aquellos
muchachos muertos por los insurgentes.
Además el gobierno de
Betancourt, producto del Pacto de Punto Fijo(1958), estaba obligado a enfrentar
a los violentos y perservar la democracia elegida por la mayoría con sus votos.
La izquierda no puede acusar a los partidos democráticos en el poder entonces,
como hemos visto lo ha hecho la diputada Blanca Eekhout Gómez por Venezolana de
Televisión(marzo 3,2013), pues aquella fue una insurección armada, financiada
desde Cuba y fracasó porque los que les dieron vida ni siquiera hicieron un
análisis previo de la realidad en la que iban actuar, lo que es, ellos no lo
sabían, ni lo comprenden aun hoy, un principio de Carlos Marx(1818-1883). Fue
la carencia de ese análisis lo que los llevó al fracaso. El país salía de una
dictadura y solo deseaba una democracia y con sus votos la había construido. Y
la carencia del análisis, al cual nos hemos referido, fue lo que les llevó a
establecer las guerrillas en las zonas rurales en un país que se estaba
urbanizando, era en las ciudades donde todo sucedía desde muy atrás. Basta
pensar lo rápido que fue ese proceso que a los diez y nueve años de la muerte
del general Juan Vicente Gómez(1857-1935) Caracas pasó de los 203.342
habitantes que tenía en 1936 al primer millón de habitantes(octubre 1,1955).
Y fueron los electores urbanos los que derrotaron la guerrilla, cuando esta ya
lo estaba militarmente vencida. Ello sucedió en las elecciones del 1 de
diciembre de 1963 cuando la guerrilla llamó a la abstención y la gente votó por
elegir a Raúl Leoni(1905-1972), aquel día la guerrilla realmente quedó
descalabrada por la decisión de la mayoría de nuestros ciudadanos. La violencia
había sido exterminada sesenta años antes, en la batalla de Ciudad
Bolívar(julio 21,1903). Ese día comenzó el siglo de paz que aun vivimos pese a
los breves brotes insurgentes, siempre derrotados, como los alzamientos de
Carúpano y Puerto Cabello, en 1962, incluso, el más grave de todos: la guerrilla de los años sesenta. No deja de
ser insólito, y una especial suerte para Venezuela que en el siglo XX y lo que
va del XXI nosotros gocemos de amplia paz, la que pocos países del mundo han
tenido en la centuria que se inició el 1 de enero de 1901, día inicial del
siglo XX.
Sin embargo, y hay
que subrayarlo, tanto el siglo XIX como el siglo XX terminaron en Venezuela con
las fuerzas politicas enfrentadas, como alguna vez nos hizo ver el historiador
Ramón J.Velásquez en uno de nuestros habituales paliques, que su saber siempre
hizo estimulantes.
Y ahora bien, los
chavistas en vez de acusar al régimen democrático deben comenzar primero
pidiendo perdón ellos, sobre todo por aquellos que los precedieron. Fueron sus
líderes los que lanzaron a las montañas a una generación de jóvenes idealistas,
a los que terminaron uando, engañando y no respaldando. Con su acción se privó
al país de una generación de relevo, la que hacia los años setenta debía tomar
las riendas del país, no, desde luego imponiendo un régimen marxista como el
cubano, a lo cual siempre se han opuesto los venezolanos, lo que explica el
perenne fracaso de la izquierda marxista entre nosotros, lo que llevó al
historiador Manuel Caballero(1931-2010) a denominarla “la imposible izquierda”.
A ello añadió, en la misma página, “con la izquierda la realidad impone
proceder de manera inversa: su historia, en el siglo XX venezolano, tiene su
ámbito en la historia de las ideas, pues nunca llegó a constituir un opción
real de poder”(Historia de los
venezolanos en el siglo XX. Caracas: Alfa,2010,p.161-162). Aunque el número
de vidas juveniles perdidas en las guerrillas no han podido ser exactamente
precisadas por los estudiosos, ni siquiera por los mejores analistas de estos
hechos, ni por Luigi Valsalice en Guerrila
y politica, curso de su acción en Venezuela,1962-1969(Buenos Aires:
Pleamar, 1975. XVI,213 p.), también impreso como La guerrilla castrista en Venezuela(Caracas: Ediciones
Centauro,1979), esta última edición hecha por el interés del expresidente
Rómulo Betancourt(1908-1981), lo cual nos indica que siendo él el protagonista
de la anti-guerrilla consideró veraz del libro del diplomático italiano.Tampoco
por Antonio García Ponce en Sangre, locura y fantasía, la guerrilla de
los 60(Caracas: Editorial Libros Marcados, 2010.286 p.). De todas maneras
el número de fallecidos parece ser, según el profesor Germán Carrera
Damas(1930), quien también lo ha estudiado, de “cerca de 6000 jóvenes”(El asedio inutil. Conversaciones con
Ramón Hernández. Caracas: Libros Marcados, 2009,p.33. Ver también las p.98 y
182). Obra también fundamental, para conocer las razones de los propios
guerrilleros, en sus propios papeles, es el tomo recopilado por el funcionario
Luis Vera Gómez: La subversión armada
1964-1967 en sus documentos(Prólogo: Simón Alberto Consalvi. Caracas:
Fundación Rómulo Betancourt,2005. 703 p.) en donde se han recopilado los
papeles incautados por los órganos de inteligencia a los propios guerrilleros.
Es obra de difícil y fatigante lectura, pero clave para entender los qué de
aquel horror, el cual sigue siendo imperdonable por el número de vidas
sacrificadas. Aquella izquierda, e inlcuso el fascismo venezolano actual, se
olvida que si por un logro social o político se sacrifica una sola vida este
pierde todo su sentido porque la vida humana es superior a toda consigna. No se
nos olvida aquí el gran alegato a favor de la vida que se lee, para condenar la
guerrilla, en la novela de Antonieta Madrid(1939): No es tiempo para rosas rojas(Caracas: Monte Ávila Editores,1975.
184 p.) título en que se condenan las rosas rojas socialistas como aquellas que
se ponen al pie de las tumbas de los fallecidos, porque siempre la vida es lo
más alto. Y esto, además, porque matar, como lo hizo la izquierda venezolana,
empujada desde La Habana, es siempre imperdonable.
Y otra observación
más: entre los chavistas se dice que las obras de Victor Hugo(1802-1885), de
León Tolstoi(1828-1910), de Ernest Hemingway(1898-1961) son las propias de
escritores revolucionarios. Esto es toda una falacia: nunca fueron
revolucionarios ninguno de los tres. Lo que hicieron fue describir correctamente
la realidad de su tiempo en las grandes obras que nos legaron, lo cual no es
poco.
Y por su parte
tampoco se puede considerar como revolucionario a otro dinosaurio de la izquierda
latinoamericana: el uruguayo Eduardo Galeano(1940). Su obra Las venas abiertas de América Latina(1971.
11.ed. México: Siglo XXI Editores, 1975. VII,426 p.) es libro lleno de
numerosos errores históricos, sobre los cuales no se puede construir nada útil.
La mayor de sus alteraciones es aquella consideración suya según la cual
América Latina no se ha desarrollado porque lo han hecho, en nuestro
continente, los Estados Unidos y Canadá. Eso es lo que Carlos Rangel(1929-1988)
denominó el “tercermundismo”, en su libro así titulado(El tercermundismo. Caracas: Monte Ávila Editores, 1982.286 p.),
libro profético este como lo fueron siempre los suyos, siete años antes de la
Caída del Muro de Berlín lo avizoró Rangel. Igual fueron los vaticinios que se
leen en Del buen salvaje al buen
revolucionario(1975.12.ed.Caracas: Criteria,2005. 316 p.). No se dio cuenta
el equivocado Galeano que quienes tenemos la culpa de que aquello no se haya logrado
no son los norteamericanos, trabajadores de sol a sol, sino nosotros, los
propios latinoamericanos, que no hemos encontrado hasta ahora, con la excepción
del Chile actual, la manera de darnos gobiernos que nos lleven al desarrollo
pleno que, desde luego, perserve la libertad. Es por esta razón que el libro de
Galeano se ha considerado la obra de cabecera del “idiota latinoamericano”, por
los autores del Manual del perfecto
idiota latinoamericano(Barcelona: Plaza y Janés,1996.318 p.). Corolario de
esta sugerente obra de demolición de mitos es El regreso del idiota(Bogotá: Debate,2007. 344p.), ambas obras del
trío formado por el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza(1932), el cubano Carlos
Alberto Montaner(1943) y el peruano Alvaro Vargas Llosa(1966).
La izquierda
venezolana debe confesar públicamente de sus pecados, pedir perdón, rendir
culto a los inocentes sacrificados de ambos lados. No seguir diciendo “hasta
cuando nos va a pasar facturas”. No las seguirán recibiendo cuando logren hacer
sobrevivir a todos los inocentes muchachos y muchachas, que ellos llevaron a la
muerte. Acaso, es un ejemplo, ¿han pedido perdon por los fusilamientos de
Falcón?, por ejemplo, bien examinados
por Valsalice, Clara Posani(Los farsantes.
Caracas: Fuentes,1976. 262 p.) y Antonio García Ponce. Página inicua para la
izquierda fue aquella, para nada analizada como se debían. Al igual que el
martirio, así la llama García Ponce(Sangre,
locura y fantasía,p.214) de Nicolás Beltrán, suerte de Roque Daltón(1935-1975)
venezolano, ya que fue fusilado por la misma guerrilla a la que pertenecía, de
la misma forma que lo hizo con el destacado escritor salvadoreño la misma
guerrilla a la que pertenecía en su país, también financiada por Cuba. Es decir,
revolucionarios matando revolucionarios.
La guerrilla debe ser
estudiada buscando la verdad y señalándola y no escamoteandola y
trergiversandola, para adular el César imperante, hace una semana fallecido,
como lo hemos visto aquí desde 1999, aunque precisamente ese año fue impresa la
gran novela de Ana Teresa Torres sobre los últimos comunistas, Los últimos espectadores del acorazado de
Potenkim.
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