Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

lunes, 18 de marzo de 2013

La guerrilla debe ser estudiada buscando la verdad y señalándola y no escamoteandola y trergiversandola, para adular el César imperante, hace una semana fallecido, como lo hemos visto aquí desde 1999, aunque precisamente ese año fue impresa la gran novela de Ana Teresa Torres sobre los últimos comunistas, Los últimos espectadores del acorazado de Potenkim.


TALLER CRITICO     
EN VENEZUELA: ¿LOS GUERRILLEROS EN EL PODER?
NOTA SOBRE UN ANACRONISMO HISTÓRICO.
POR: ROBERTO LOVERA DE-SOLA.

Al ofrecer esta nueva lectura de El round del olvido(2ª.ed.Caracas: Alfaguara,2009. 581 p.) de Eduardo Liendo(1941) se impone una nueva reflexión. Esa meditación es la siguiente: esta novela apareció catorce años después  de la caída del Muro de Berlín(noviembre 10,1989), fue concebida como una elegía al fin de una época, la del deceso del socialismo autoritario y, desde luego, la del nacimiento de un nuevo tiempo: el de la libertad recuperada en las sociedades que lo padecieron, la de la plena democracia universal. Recuérdese que toda elegía es una evocación de un fallecido, es un lamento. En este caso de un tiempo ya ido.
Pero hay más: esa es la época que vivimos, somos los hijos de la caída del muro berlinés. Los sucesos vividos hace poco en los países del norte de África y el Medio Oriente, proceso aun inconcluso, e incluso la insurgencia de “Los indignados” siguen siendo otros coletazos de tan decisivo hecho(ver Stephane Hessel: ¡Indignados!. Barcelona: Destino,2011. 60 p.).
En Venezuela en los últimos catorce años han sucedido tales acontecimientos que hay quien ha llegado a pensar que los guerrilleros olvidados de Liendo han resucitado.  Disentimos: estos desaparecieron. Y ello pese a comprender el por qué de su observación. Y ello porque en la historia no hay retorno. Pese a lo que hayamos visto entre nosotros, los que hoy están el poder lo que están haciendo es quieren alterando el suceder de la historia.
Y esto que decimos, y lo comprendemos con este libro en las manos, es que no podemos imaginarnos que aquel responso a los últimos comunistas, cantado por Liendo, que aquel tiempo ya fenecido, iba a resurgir entre nosotros en manos de aquel que ejercio el  poder hast la semana pasada, ejercicio que terminó con su deceso(marzo 5,2013), aunque desde el pasado 8 de diciembre de 2012 esperó la llegada de la parca en su cama de en fermo de un hospital de La Habana. Ahira bien, no podíamos saber, desde 1999, que seríamos testigos que en manos del neo-caudillo ido, llegaríamos a la regresión política, al anacronismo histórico; que los guerrilleros, fracasados en su acción, sin ideales ya, llegarían al poder para restaurar lo imposible: el pasado, como lo dice con suma de agudas observaciones Gisela Kozak(1963), en uno de los libros más agudos dedicados al asunto(Venezuela, el país que siempre nace. Caracas: Alfa,2008. 108 p.), no pudimos vaticinar que otra vez, veríamos viva la contra-historia; que se llegó a creer por quienes están en el poder que se podría revivir lo muerto, lo inerte, que se popularizaría la errónea idea de que los guerrilleros habían llegado al poder, como se leyó en el título de un publicitado libro del polaco K.S.Karol(1972), creencia con la que murió otro dinosaurio de aquellos años, Nestor Kirchner(1950-2010). Estos supuestos izquierdistas, que no lo son, de la misma forma que su llamada revolución venezolana no es tal, mucho menos bolivariana como ellos dicen. El período de las revoluciones feneció en el mundo, las revoluciones izquierdistas, ya derrotadas, lo único que trajeron fue “la revuelta entusiasta, aunque en gran medida vana” que dijo Jon Lee Anderson, al escribir la biografía del llamado Guerrillero Heroico(El Che Guevara. Caracas: Alfa,2007,p.11). Pero esa supuesta izquierda llegada al poder estaba además incapacitada para gobernar, lo ha probado con creces en estos catorce años. Gobernar es distinto a mandar. Gobernar es preveer para proveer. Estos han dejado claro la incapacidad que poseían de regir al país, todos ellos eran, incluso su neo-caudillo Presidente, uno de los últimos, gente sin ideales, sin preparación y sin amor al país. Y no podían mandar porque todos estaban muertos, aquellos que evoca Liendo eran los últimos espectadores, como muy bien dijo Ana Teresa Torres en su celebrada novela Los últimos espectadores del Acorazado de Potemkim(Caracas: Monte Ávila Editores,1999. 309 p.). Lo único que hemos observado ha sido la presencia del anacrónico “idiota latinoamericano” en Miraflores, el nuevo “regreso del idiota”, la presencia de un gobierno que siempre ha estado rodeado de los dinosaurios de la izquierda latinoamericana, actuando en contra del sendero que marcan los tiempos actuales. Y lo que es peor: ya no son marxistas sino simplemente fascistas, en el sentido que explicitó Umberto Eco(1932) en su célebre artículo en donde todos los rasgos del fascismo, que él explicó, pueden ser aplicados a la llamada Revolución Bolivariana y a su líder, de hecho definen y explican a quienes llegaron a la Casona de Misia Jacinta en 1999. Solo con leer las características del “fascismo eterno” que dijo Eco(Cinco escritos morales. Barcelona: Debolsillo,2004,p.31-58) pareciera que estamos leyendo un libro sobre el gobierno actual, incluso en el sentido sexual. Vean sus notas, según Eco, “1)culto de la tradición; 2)rechazo a todo lo moderno; 3)culto de la acción por la acción; 4)el desacuerdo es traición;5) miedo a la diferencia; 6)llamamiento a las clases medias frustradas; 7)obsesión por el complot; 8)los enemigos son simultáneamente demasiado fuertes y demasiado débiles;9) la vida es una guerra permanente;10) desprecio por los débiles;11) cada uno está educado para convertirse en un héroe;12) confiere su voluntad de poder a las cuestiones sexuales, origen del machismo, que implica desdén hacia las mujeres e irrespeto a las minorías sexuales;13) como los seres humanos no pueden poseer una voluntad común el líder debe ser su interprete, así los ciudadanos no actúan;14) uso de una neo-lengua”(p.47-55).
Y precisamente lo que mejor explica su condición fascista es el manejo que han hecho de la historia venezolana, de donde han surgido las que nosotros hemos denominado las “falacias históricas del chavismo”. La obsesión por la historia que les observamos coincide plenamente con los regimenes de Benito Mussolini(1883-1945), Adolfo Hitler(1889-1945), José Stalin(1879-1953) y Fidel Castro(1926), tal que el Presidente se considere sucesor de Bolívar, pero ello es igual al Duce que se decía sucesor de los Cesares romanos, el cabo austríaco que creía descender los dioses germanos, Stalin quien hizo borrar de la historia soviética los nombres de sus adversarios; los hermanos Castro en su falaz interpretación de José Marti(1853-1895) o el régimen venezolano actual en su interpretación, errada, de Bolívar. El chavismo, como lo vio primero el ojo avizor de Ana Teresa Torres en Los últimos espectadores del acorazado de Potemkin, antes que este llegara al poder el chavismo y más tarde Eduardo Liendo en El round del olvido,  es un régimen que apesta al pasado, vive tan hondamente tal pesadilla que es incapaz de estudiar el presente y de de mirar hacia adelante, por ello es un cadáver. Con ellos mandando en el palacio de la avenida Urdaneta lo que hemos visto no son los guerrilleros en el poder, quienes no podían estarlo porque solo eran un montón de huesos inertes. Pero lo que hemos observado es mucho peor: los guerrilleros, si es que pueden llamarse así, se han convertido en un pelotón que obedece, un pelotón es lo único que supo mandar el Comandante, es decir un grupo inútil de gente que no piensa, solo recibe órdenes. Pero a quien hemos visto mandar es a un neo-caudillo, otro esqueleto sin piel, sepultados como lo fueron los caudillos en las aguas del Orinoco en 1903. Es este neo-caudillo el que ha llevado a la nación  al extravío, somos con él dominados por un solo hombre que como los caudillos del siglo XIX, igual ha manejado todos los poderes a su antojo, en sus manos aquella nación unida se ha convertido en un país dividido y polarizado, perdidos los valores de la democracia en la añoranza del neo-caudillo por el pasado, días ya perdidos e irrecuperables, vemos hondas señales autocracia, sin tolerancia ni respeto al adversario, con una Constitución hecha ad hoc pero luego irrespetada cada día, como las de aquellos que las montoneras llevaron al poder. Tal el anacronismo, que no podemos dejar de señalar al leer este libro de Eduardo Liendo cuyas derivaciones llegan hasta esto, en días en que los vencidos se han convertido en una suerte de paridores de que aquella “sangre, locura y fantasía”(Antonio García Ponce) que consideramos finalizada un día de 1965, cuando terminaron las guerrillas, o de 1967 cuando la izquierda estableció la “paz democrática”, o en 1969 cuando se inició la política de pacificación. Lo que hemos vivido con el neo-caudillo, tan inculto como los gamonales del siglo XIX, es un hecho gravísimo: el devenir de las sociedades es hacia adelante y no hacia atrás, que es de lo que hemos sido testigos. Es imposible ser dirigidos por los muertos. Claro que son ellos, los ya sepultados, porque el devenir, lo sucedido en Europa en 1989 es el presente. Desde las elecciones de aquel año en Polonia, ganadas por Lech Walesa(1943), la apertura de las fronteras de Hungría(septiembre 11,1989), lo que precipitó la caída del Muro de Berlín, la reunificación de Alemania(octubre 3,1990), el fin de la URSS(diciembre 31,1991), ninguno de estos sucesos pueden ser soslayados. Un gobierno que solo espera que rectifique lo sucedido en el Cheeckpoint Charlie de la capital alemana, el lugar donde el Muro de Berlín se abrió a la libertad, quien sde opone a ello está gobernando contra la historia. Y ello es imposible.
Eduardo Liendo en su novela nos pone ante la historia de los últimos, seres anacrónicos, inexistentes, pese a que tengan todo el poder del dinero del petróleo en sus manos. La historia no puede ser alterada. Por ello para una honda compresión de este suceder hay que releer El round del olvido, que es una en la  que más filosamente, como con un bisturí entre los dedos, ha penetrado el gran drama que se sucede cuando los que llegan al poder no comprenden el tiempo en que están viviendo. Y no amar la época en que vivimos, solo añorar el pasado, ya ido, imposible de asir, es el peor pecado que puede cometer un ser humano. Ya lo cometió, en los días de la emancipación, José Domingo Díaz(1772-c1834), caraqueño realista, enemigo de la República, llegó a estar tan arrepentido en los años finales de su vida, como lo estarán los chavistas un día, que incluso dedicó un artículo necrológico, en una gaceta del país vasco(abril 8,1831), a su peor enemigo: el Libertador, allí pedía a Dios que a Bolívar lo recibiera en su misericordia, la cual, al decir de Enrique Bernardo Nuñez(1895-1964), quien pudo leer aquel texto(Figuras y estampas de la antigua Caracas. Caracas: Monte Ávila Editores, 1991,p.104-106), también implicaba que el doctor Díaz pedía la misma gracia para si mismo, derrotado como estaba. Tal lo que es ser una personalidad anacrónica, y un régimen tal, que ha dado la espalda a lo que somos en esencia los venezolanos, para en vez de ver la realidad soñar con el pasado. Por ello a estos de ahora solo podemos consideralos fantasmas. Por ello, desde el escribir de Liendo, que tantas consecuencias tiene, hemos partido aquí  en nuestra meditación sabiendo que en su libro encontraremos aquello que pasó, aquello por lo cual solo se puede rezar un responso, haciéndonos ver otra vez  que no podemos jurungar a los muertos, que debemos dejarlos descansar en paz, distinto a como lo hemos visto en estos trágicos años, lo que debe hacer es asumir sus culpas, y junto a los demás ciudadanos volver a parir la sociedad de la democracia, del bienestar, del saber. En El round del olvido está el comienzo de esa meditación. Aquellos guerrilleros no existen, dejaron de vivir. El mundo es hoy otra cosa, pese a todo el mal que el neo-caudillo ha provocado entre nosotros y en nuestro continente.

¿CÓMO SE ESCRIBE LA HISTORIA?

La historia de la guerrilla es su suceso histórico del devenir vezolano del siglo XX. Por lo tanto, debe escribirse como se redacta la historia. Este periplo debe ser explorado como se examinan los sucesos de la historia: mirando sus dos caras, teniendo en cuenta a los hombres y mujeres, que de cada lado lo protagonizaron. Los guerrilleros por un lado y los democratas por el otro. En esta parte es esencial  también explorar a la anti-guerrilla y leer las obras que escribieron los oficiales de nuestras Fuerzas Armadas presentes en esos combates.  Si solo se interroga a uno de ellos se incurre en grave error: la historia solo puede ser trazada escuchando los alegatos de los dos bandos. Si le lo hace con los ubicados de un solo lado, como lo hacen hoy los chavistas, es imposible llegar a un certero juicio de tan doloroso proceso.



Y HOY

Vayamos ahora a nuestro punto: los chavistas en el poder no pueden continuar acusando a nuestros gobiernos democráticos, en especial a AD y Copei, en el gobierno en le período de la lucha guerrillera, de los posibles errores cometidos al reprimir la insurección armada del PCV y el MIR. Hubo excesos, desde luego, aquello fue una guerra. No podemos olvidar lo que sentimos, éramos estudiante de bachillerato, cuando tuvimos la noticia de los asesinatos del Tren de El Encanto(septiembre 29,1963), ordenados por Guillermo Garcia Ponce(1922-2010). O, en los años siguientes, aquellos tiempos en que la guerrilla asesinaba cada día un policía, hombres hijos del pueblo, a los que ellos supuestamente pensaban redimir. Era entonces Gobernador de Caracas(1960-1964) Alejadro Oropeza Castillo(1910-1964), Isa Dobles, su hija, conserva la lista de aquellos muchachos muertos por los insurgentes.  
Además el gobierno de Betancourt, producto del Pacto de Punto Fijo(1958), estaba obligado a enfrentar a los violentos y perservar la democracia elegida por la mayoría con sus votos. La izquierda no puede acusar a los partidos democráticos en el poder entonces, como hemos visto lo ha hecho la diputada Blanca Eekhout Gómez por Venezolana de Televisión(marzo 3,2013), pues aquella fue una insurección armada, financiada desde Cuba y fracasó porque los que les dieron vida ni siquiera hicieron un análisis previo de la realidad en la que iban actuar, lo que es, ellos no lo sabían, ni lo comprenden aun hoy, un principio de Carlos Marx(1818-1883). Fue la carencia de ese análisis lo que los llevó al fracaso. El país salía de una dictadura y solo deseaba una democracia y con sus votos la había construido. Y la carencia del análisis, al cual nos hemos referido, fue lo que les llevó a establecer las guerrillas en las zonas rurales en un país que se estaba urbanizando, era en las ciudades donde todo sucedía desde muy atrás. Basta pensar lo rápido que fue ese proceso que a los diez y nueve años de la muerte del general Juan Vicente Gómez(1857-1935) Caracas pasó de los 203.342 habitantes que  tenía en 1936  al primer millón de habitantes(octubre 1,1955). Y fueron los electores urbanos los que derrotaron la guerrilla, cuando esta ya lo estaba militarmente vencida. Ello sucedió en las elecciones del 1 de diciembre de 1963 cuando la guerrilla llamó a la abstención y la gente votó por elegir a Raúl Leoni(1905-1972), aquel día la guerrilla realmente quedó descalabrada por la decisión de la mayoría de nuestros ciudadanos. La violencia había sido exterminada sesenta años antes, en la batalla de Ciudad Bolívar(julio 21,1903). Ese día comenzó el siglo de paz que aun vivimos pese a los breves brotes insurgentes, siempre derrotados, como los alzamientos de Carúpano y Puerto Cabello, en 1962, incluso, el más grave de todos:  la guerrilla de los años sesenta. No deja de ser insólito, y una especial suerte para Venezuela que en el siglo XX y lo que va del XXI nosotros gocemos de amplia paz, la que pocos países del mundo han tenido en la centuria que se inició el 1 de enero de 1901, día inicial del siglo XX.
Sin embargo, y hay que subrayarlo, tanto el siglo XIX como el siglo XX terminaron en Venezuela con las fuerzas politicas enfrentadas, como alguna vez nos hizo ver el historiador Ramón J.Velásquez en uno de nuestros habituales paliques, que su saber siempre hizo estimulantes.
Y ahora bien, los chavistas en vez de acusar al régimen democrático deben comenzar primero pidiendo perdón ellos, sobre todo por aquellos que los precedieron. Fueron sus líderes los que lanzaron a las montañas a una generación de jóvenes idealistas, a los que terminaron uando, engañando y no respaldando. Con su acción se privó al país de una generación de relevo, la que hacia los años setenta debía tomar las riendas del país, no, desde luego imponiendo un régimen marxista como el cubano, a lo cual siempre se han opuesto los venezolanos, lo que explica el perenne fracaso de la izquierda marxista entre nosotros, lo que llevó al historiador Manuel Caballero(1931-2010) a denominarla “la imposible izquierda”. A ello añadió, en la misma página, “con la izquierda la realidad impone proceder de manera inversa: su historia, en el siglo XX venezolano, tiene su ámbito en la historia de las ideas, pues nunca llegó a constituir un opción real de poder”(Historia de los venezolanos en el siglo XX. Caracas: Alfa,2010,p.161-162). Aunque el número de vidas juveniles perdidas en las guerrillas no han podido ser exactamente precisadas por los estudiosos, ni siquiera por los mejores analistas de estos hechos, ni por Luigi Valsalice en Guerrila y politica, curso de su acción en Venezuela,1962-1969(Buenos Aires: Pleamar, 1975. XVI,213 p.), también impreso como La guerrilla castrista en Venezuela(Caracas: Ediciones Centauro,1979), esta última edición hecha por el interés del expresidente Rómulo Betancourt(1908-1981), lo cual nos indica que siendo él el protagonista de la anti-guerrilla consideró veraz del libro del diplomático italiano.Tampoco  por Antonio García Ponce en Sangre, locura y fantasía, la guerrilla de los 60(Caracas: Editorial Libros Marcados, 2010.286 p.). De todas maneras el número de fallecidos parece ser, según el profesor Germán Carrera Damas(1930), quien también lo ha estudiado, de “cerca de 6000 jóvenes”(El asedio inutil. Conversaciones con Ramón Hernández. Caracas: Libros Marcados, 2009,p.33. Ver también las p.98 y 182). Obra también fundamental, para conocer las razones de los propios guerrilleros, en sus propios papeles, es el tomo recopilado por el funcionario Luis Vera Gómez: La subversión armada 1964-1967 en sus documentos(Prólogo: Simón Alberto Consalvi. Caracas: Fundación Rómulo Betancourt,2005. 703 p.) en donde se han recopilado los papeles incautados por los órganos de inteligencia a los propios guerrilleros. Es obra de difícil y fatigante lectura, pero clave para entender los qué de aquel horror, el cual sigue siendo imperdonable por el número de vidas sacrificadas. Aquella izquierda, e inlcuso el fascismo venezolano actual, se olvida que si por un logro social o político se sacrifica una sola vida este pierde todo su sentido porque la vida humana es superior a toda consigna. No se nos olvida aquí el gran alegato a favor de la vida que se lee, para condenar la guerrilla, en la novela de Antonieta Madrid(1939): No es tiempo para rosas rojas(Caracas: Monte Ávila Editores,1975. 184 p.) título en que se condenan las rosas rojas socialistas como aquellas que se ponen al pie de las tumbas de los fallecidos, porque siempre la vida es lo más alto. Y esto, además, porque matar, como lo hizo la izquierda venezolana, empujada desde La Habana, es siempre imperdonable.
Y otra observación más: entre los chavistas se dice que las obras de Victor Hugo(1802-1885), de León Tolstoi(1828-1910), de Ernest Hemingway(1898-1961) son las propias de escritores revolucionarios. Esto es toda una falacia: nunca fueron revolucionarios ninguno de los tres. Lo que hicieron fue describir correctamente la realidad de su tiempo en las grandes obras que nos legaron, lo cual no es poco.
Y por su parte tampoco se puede considerar como revolucionario a otro dinosaurio de la izquierda latinoamericana: el uruguayo Eduardo Galeano(1940). Su obra Las venas abiertas de América Latina(1971. 11.ed. México: Siglo XXI Editores, 1975. VII,426 p.) es libro lleno de numerosos errores históricos, sobre los cuales no se puede construir nada útil. La mayor de sus alteraciones es aquella consideración suya según la cual América Latina no se ha desarrollado porque lo han hecho, en nuestro continente, los Estados Unidos y Canadá. Eso es lo que Carlos Rangel(1929-1988) denominó el “tercermundismo”, en su libro así titulado(El tercermundismo. Caracas: Monte Ávila Editores, 1982.286 p.), libro profético este como lo fueron siempre los suyos, siete años antes de la Caída del Muro de Berlín lo avizoró Rangel. Igual fueron los vaticinios que se leen en Del buen salvaje al buen revolucionario(1975.12.ed.Caracas: Criteria,2005. 316 p.). No se dio cuenta el equivocado Galeano que quienes tenemos la culpa de que aquello no se haya logrado no son los norteamericanos, trabajadores de sol a sol, sino nosotros, los propios latinoamericanos, que no hemos encontrado hasta ahora, con la excepción del Chile actual, la manera de darnos gobiernos que nos lleven al desarrollo pleno que, desde luego, perserve la libertad. Es por esta razón que el libro de Galeano se ha considerado la obra de cabecera del “idiota latinoamericano”, por los autores del Manual del perfecto idiota latinoamericano(Barcelona: Plaza y Janés,1996.318 p.). Corolario de esta sugerente obra de demolición de mitos es El regreso del idiota(Bogotá: Debate,2007. 344p.), ambas obras del trío formado por el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza(1932), el cubano Carlos Alberto Montaner(1943) y el peruano Alvaro Vargas Llosa(1966).
La izquierda venezolana debe confesar públicamente de sus pecados, pedir perdón, rendir culto a los inocentes sacrificados de ambos lados. No seguir diciendo “hasta cuando nos va a pasar facturas”. No las seguirán recibiendo cuando logren hacer sobrevivir a todos los inocentes muchachos y muchachas, que ellos llevaron a la muerte. Acaso, es un ejemplo, ¿han pedido perdon por los fusilamientos de Falcón?, por ejemplo, bien  examinados por Valsalice, Clara Posani(Los farsantes. Caracas: Fuentes,1976. 262 p.) y Antonio García Ponce. Página inicua para la izquierda fue aquella, para nada analizada como se debían. Al igual que el martirio, así la llama García Ponce(Sangre, locura y fantasía,p.214) de Nicolás Beltrán, suerte de Roque Daltón(1935-1975) venezolano, ya que fue fusilado por la misma guerrilla a la que pertenecía, de la misma forma que lo hizo con el destacado escritor salvadoreño la misma guerrilla a la que pertenecía en su país, también financiada por Cuba. Es decir, revolucionarios matando revolucionarios.
La guerrilla debe ser estudiada buscando la verdad y señalándola y no escamoteandola y trergiversandola, para adular el César imperante, hace una semana fallecido, como lo hemos visto aquí desde 1999, aunque precisamente ese año fue impresa la gran novela de Ana Teresa Torres sobre los últimos comunistas, Los últimos espectadores del acorazado de Potenkim.

Marzo 18,2013

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