Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

miércoles, 26 de julio de 2017

Maduro y sus secretos


Maduro y sus secretos
26 DE JULIO DE 2017 12:01 AM
Cuando los momentos fundamentales de la historia de un país se asoman con toda nitidez en el horizonte, entonces la impaciencia y la duda entran en un juego de sombras y misterios extremadamente doloroso. La cercanía de un triunfo hace que las horas se alarguen regocijándose en nuestra angustia, en la inesperada jugarreta que la camarilla civil y militar siempre tiene como una carta bajo la manga para desviar el curso de la victoria y afianzarse por un tiempo más en el pillaje del poder.
Ha sido un largo y amargo camino el que los venezolanos han tenido que recorrer no solo para rescatar al país de su inmediato derrumbe, de las garras del narcotráfico y de la dictadura más cruel y ladrona que nos ha tocado vivir, sino de la falta de futuro y de la ausencia de esperanzas, de la inmoralidad más abyecta y de la mediocridad ética impropia de una Venezuela que se merecía y se merece una nueva oportunidad para lograr la felicidad de sus ciudadanos.
No conocemos todavía las profundidades de este daño material y moral cuyas consecuencias no alcanzamos siquiera a proyectar en el corto y mediano plazo. No sabemos hasta dónde llega la destrucción, el robo descarado de nuestras riquezas y la gigantesca traición que un grupo de aventureros se atrevieron a cometer hincándole el diente al tesoro público, acumulando riquezas en sus cuentas personales en el exterior, practicando el asesinato y la complicidad judicial, persiguiendo a quienes valientemente se oponían a convertirse en hampones que atracaban a la luz del día a su propio país.
Lo que nunca imaginaron es que Venezuela es un país de valientes, de gente con coraje y arrojo, de un amor por la democracia que raya en la obsesión y la entrega total. Hace poco lo decía un general chavista al analizar el curso de los acontecimientos y del comportamiento heroico de nuestros demócratas, de los jóvenes estudiantes y de la nueva generación de líderes que no solo reinventan el lenguaje y la praxis política que muchos creían hundidas en el pantano. Enhorabuena se equivocaron estruendosamente sus críticos y los decrépitos pesimistas de larga data.
Acostumbrados a descalificar a la gente joven, a las mujeres, a los intelectuales y a las minorías que exhibían su diversidad sexual, hoy han tenido que callar porque el coraje y la valentía no es propiedad de nadie. Si bien la multitud de jóvenes que se juegan la vida en las manifestaciones, porque salir a la calle y protestar es desafiar a la muerte y los disparos cobardes de la Guardia Nacional contra gente desarmada, nadie ha retrocedido, nadie ha desertado y más bien exhiben un desplante ante el peligro.

Tiene razón el Pollo Carvajal al decir que el gesto que más lo impacta es la ausencia de miedo a la muerte entre los jóvenes. Si eso ocurre es porque el objetivo final es lo suficientemente heroico para ofrendar la vida. Ello indica que, de múltiples y hermosas maneras, la vida es despreciable si un mediocre como Nicolás Maduro dirige nuestras pobres vidas. La esperanza está en liberar al Estado del lazo cruento que el crimen organizado tiene en el seno de nuestras vidas.

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