La Revista In-Fórmate es el único archivo de referencias al que puede acudir quien investigue sobre la ciudad, aunque siempre le achacaron a Don Pedro Rojas su diagramación particular.

El Carabobeño 30 abril 2012

Guillermo Mujica Sevilla 

|| De Azules y de Brumas

Eduardo Zárraga Seittiffe... y El Caballero de la Noche

Extrañados quedaron los conversadores noctámbulos de la Plaza Urdaneta, cuando a altas horas de la madrugada, vieron pasar con paso lento y seguro, una figura alta llevando sobre sus hombros una larga capa pluvial azul oscuro, de chambergo gris ligeramente ladeado y bastón delgado con empuñadura de plata que con gran habilidad y destreza, movía al portador en su camino; bajo el brazo llevaba un cartapacio de regular dimensión y en la mano disponible un pañuelo de madrás nerviosamente apretado.

Parecía aquel personaje, una especie de Conde de Luna, dirigiéndose a una cita romántica en aquella España galante, como lo presentaba la pantalla grande del cine o como lo expresaban aquellos libros caballerescos tan afamados y leídos.

Aquellos paseos nocturnos del personaje de marra llegaban hasta la estatua de la libertad en Camoruco y luego regresaban ya clareando la mañana al centro de la ciudad.

Algunos madrugadores lo bautizaron como “El Caballero de la Noche”. Más pronto de lo que se imaginaba, se develó el secreto y su identidad fue reconocida, era Don Diego Luis Pereira, poeta de fino estro, enamorado de la noche y sus estrellas que salían en pos de la inspiración que ansiaba su numen, para luego volcarla con gran sutileza en hermosos poemas los cuales recitaba a las seis de la tarde por la Voz de Carabobo en el programa “Voces en la Tarde”, usando el seudónimo de Fray Luis de Barrameda.

La audición de Don Diego tenía una audiencia inmensa, semanalmente, recibía correspondencia de sus innumerables admiradoras así como llamadas telefónicas a los que respondía con su voz pastosa y suave con gran amabilidad, recitando a la vez el verso que le solicitaban.

Todos los poemas que decía eran de su propia cosecha y estaban concebido e inspirados con lírica evocación y sentimiento de poeta gentil y galante, fiel enamorado de la noche y sus minadas de estrellas, de las nubes viajeras y soñadoras y de la inmensa majestad de la noche misma.

Aquellos versos rara vez eran publicados y la mayoría de ellos nunca llegaron a ver la luz, él los decía a través del éter con fino estilo, perfilándose en los ecos líricos de la tarde con la suprema donosura de bardo enamorado.

Varios años mantuvo Don Diego Luis Pereira, aquel fino espacio radial tan comentado y aplaudido, pero de la noche a la mañana no se escuchó más. La voz del “Caballero de la Noche” desapareció con el mismo misterio con el que había aparecido. Viejo y enfermo Don Diego se encerró en su casa, como en un castillo de sueños fabricado, con el prodigio de su mente de poeta inspirado, inteligente y culto.

Han pasado muchos años y el recuerdo de su magia nos la trae devuelta con todo el vigor que poseen las cosas que valen, siempre ajenas a la estulticia y a la necedad que hoy imperan a su antojo.

¡”Caballero de la Noche”!. Donde quiera que estés sigues vivo en la mente de quienes se amaron y conocieron. Ese es el privilegio que poseen los buenos poetas y tu fuiste uno de ellos.

Con éste hermoso artículo de este gran valenciano y de cuantos más que existen difícil hoy de conseguir se haría un hermoso recuento de la Valencia Antañona que tanto se necesita recordar, en unos momentos como los de hoy “que se siguen perdiendo a pasos agigantados”. Valencia está llena aún de vivencias, historias y costumbres, pero para conservar las escasas que quedan habrá que hacer magia como hizo Eduardo con su acuciosa memoria y excelente pluma...

Parte tomada de la Revista In-fórmate 359, mayo 2003.