del Libro se inauguró la I Muestra Contemporánea de Artistas Carabobeños
en Homenaje al Libro y la exposición de máscaras "Diablos de Yare de
Venezuela" en la Biblioteca Pública Central "Dr. Manuel Feo La Cruz".
La I Muestra Contemporánea de Artistas Carabobeños en Homenaje al
Libro se concentró en los espacios de la Galería Luis Guevara Moreno,
dirigida por Fredis Armas, quien reunió a Alicia Belden, Alicia Font,
Adile Ruiz, Balkys Brett, Blanca Orsattoni, Cecilia Ragni, Eddy Chacón,
Gladys Cunha, Isabel Abreu, Luisa Dunia, Margarita Méndez, Maritza
Góngora, María Esther Barbieri, María Pequeño, María Carolina Méndez,
María Helena Rodríguez, Marlene La Rosa, Miquelina Ferreira, Míriam
Da Silva, Nancy Salvatierra, Omaira García, Piera Reverón, Renzo Rivera,
Rosa Tabares, Tania Zambrano, Zaida Castellanos.
Todo ello sirvió como marco para brindarle un homenaje a la artista Anna
Fioravanti con su muestra Barco de la Luna, que reúne obras efectuadas
a lo largo de cinco años, en el muro derecho del espacio, dentro de una
propuesta conceptual alrededor de la palabra, la mujer, los sueños y la
belleza de descubrir en las cosas mas simples un gran tesoro. También
sirvió para presentar su poemario "Carta Blanca hacia un Cielo Blu".
Antes de rendirle homenaje, la artista Maritza Góngora fue la encargada
de presentar a Anna Fioravanti, quien junto a ella pertenece al Colectivo
Artemusa, destacando su pasión por el arte, por entregar lo mejor de sí
y ser solidaria con cada una de sus compañeras, animándoles y escribiendo
sobre el trabajo creativo que cada una desarrolla.
Justo sobre la obra de Fioravanti podemos decir que la creación viene siendo
una manifestación espiritual, una luz entre la masa, una esencia que despierta
nuestra íntima necesidad de ser. Ser para amar, para dibujar, para
pensar, para sentir, para observar el maravilloso o a veces insospechado
universo en el que habitamos.
Residimos nuestra mente, nuestro corazón y la sensibilidad aflora en
descubrimientos sencillos: una flor, un paisaje; un nacimiento o la misma
muerte que con su contundencia reafirma la vida.
Los recuerdos viajan unos con otros y van construyendo toda una gama de
imágenes, percepciones, aprendizajes y hallazgos que requieren especial
atención. Para la mayoría de los seres humanos que no han encontrado
en el arte esa fuente permanente de crecimiento, de entrega, de amor,
del lenguaje intermitente de dar y recibir, todo ese mundo pasa desapercibido.
Justo allí es donde Anna Fioravanti pone especial atención. Ella elaboró un
mundo plástico a partir de sí misma y todo su alrededor, distinguiendo las
emociones buenas de las que no lo son tanto para sacar a la luz los
signos, que bañados también bajo una estética personal, revelan lo que son:
esencias nobles conectadas con el mismo espíritu universal, alojados por el
mundo real e imaginario.
Su radical distinción nace de la búsqueda en los asuntos que otros no
se atrevieron a escudriñar porque representan un riesgo y un esfuerzo por
alcanzar una armonía conceptual que ella ha logrado con la plena disposición
de madurarla porque forma parte de ella.
Estamos hablando de elementos como la luna y su especial conexión con la
psiquis femenina, sus emociones, sus aguas internas, que se transforman en
luz y oscuridad todos los meses, así como el satélite de la tierra tiene su
lado oscuro. Su protección ilimitada hacia todos los seres y la fertilidad que
toca aún en los más gélidos océanos.
Estamos hablando de mariposas, con corto tiempo de vida, que llenan
de ilusión al corazón, que invitan a permanecer en el color que, Anna
Fioravanti, conduce por un camino que siempre llega al encuentro
con los hijos.
Estamos hablando de los libros que se abren como mariposas, llenándonos
de luz, de aprendizajes, de historias e inclusive descubrimiento de profundos
miedos que debemos abordar en los momentos adecuados.
Estamos hablando de esos rostros que ella a veces apenas esboza en un
mar de emociones. Estamos hablando de un cielo intacto al que baña
con palabras que buscan, encuentran y se hilvanan con esa enorme
madeja que es una mujer, una madre, una pareja.
Estamos hablando de una búsqueda que no se detiene. De la paz que
se encuentra cuando una obra se cierra. De la mirada de la pieza frente
a un espectador.
Estamos hablando de la armonía con que se asumen los retos, pese
sus dificultades, para poder eclosionarlos al mundo. Y ese es un gran
secreto que está presente en ella y en ese colectivo llamado Artemusa.
Anna Fioravanti tiene ese empeño de hacer magia con sus obras. Rodearlas
de delicadeza que posee el alma, inquebrantable, paradójicamente, quebradiza.
Por eso ella despierta los signos más hermosos, las palabras duraderas,
los conceptos sinceros y el lado más positivo de toda su expresión para
integrarla al mundo, necesitado del poder del amor. Una minúscula
partícula de polvo puede salvarnos si tiene del fuego, la sustancia.
El mundo de Anna Fioravanti salva. Porque está tejido en pacto secreto
y abierto con el universo. Con la madre mar, el padre cielo, los hijos árboles.
E-mail: mpradass@gmail.com
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