El Carabobeño 02 noviembre 2012
Fernando Facchin B. || Carabobo
mira al futuro
Un pasaje de la “Oración Fúnebre” de Pericles, dice: “si bien sólo unos pocos están preparados para regir los asuntos públicos, todos los ciudadanos están capacitados para juzgar su política”.
Así que, como ciudadanos, juzgamos las decisiones políticas tomadas sin el consenso social.
Ante lo que ocurre en Carabobo debemos hacernos algunas preguntas:¿Qué pasa cuando en una sociedad una de las partes -la que detenta el poder- no quiere reconocer a los demás para producir un orden político?; o ¿Qué pasa cuando un orden político no se fundamenta en un proceso de mediación y en el cual una parte decide no reconocer a la otra? ¿Existe un orden político? Y si existe, ¿A quiénes abarca ese orden? Conforme se vive la realidad de Carabobo, uno va descubriendo que el orden político que se quiere perpetuar en el estado se fundamenta, no solo en la destrucción de la identidad política de sus ciudadanos, sino también en su exclusión. Carabobo está sumido en la iniquidad política, social y económica, para los amarillos el único orden político existente es auto-conferirse el derecho inconstitucional de perpetuarse en el poder, lo que conlleva el retroceso, la regresión y la involución social con crecimiento de una gran sensación de inestabilidad y caos.
Cuando la gobernabilidad no se fundamenta en el respeto al Estado de Derecho, sino más bien en el “sagrado respeto” de los intereses individuales, la sociedad deja de ser conformistas, masoquista y vergonzosamente tolerante con los atropellos del poder.
Lo que está en juego en la elecciones del 16D es: continuar viviendo en un orden político y social para unos cuantos y para otros no, o si seremos capaces de construir un orden ciudadano para todos, capaz de establecer mediaciones democráticas entre los unos y los otros para constituir un orden político con capacidad de diálogo abierto y constructivo.
Carabobo es un estado en riesgo político, que viene sufriendo un sistema perverso de selección de los candidatos a cargo de elección popular, por lo que puestos claves del estado y los municipios, han sido ocupados por personas que no reúnen, ni de lejos, las calificaciones necesarias para llevar a cabo dignamente tan altas responsabilidades.
La sociedad, para progresar precisa de un clima de confianza y un entorno de relación personal en el que exista reciprocidad.
Y ese clima y ese entorno hoy han desaparecido gracias al radicalismo y sectarismo político. ¿Cómo decirle a los carabobeños que, hasta nuevo aviso, su horizonte es el de la incertidumbre? Quizá, para ello, lo primero sea, recuperar la confianza en nosotros mismos y en nuestro entorno socio-político, de tal manera que es necesario dar cabida a los nuevos liderazgos que sustituyan a las gastadas caras repetitivas en gobernaciones, diputaciones, alcaldías y concejalías. Gente nueva para nueva forma de hacer política.
Aún la historia no ha terminado. Carabobo mira al futuro.
ffacchinb@gmail.com
El Carabobeño 03 noviembre 2012
Manuel Barreto Hernaiz || Perseverar, porque nuestros hijos lo merecen…
Manuel Barreto Hernaiz | barretom2@yahoo.com
“En la pugna entre el arroyo y la roca, siempre triunfa el arroyo... no porque sea muy fuerte, sino porque persevera”. H. Jackson Brown
La perseverancia es un valor que radica en la resolución y el esfuerzo que se emplea para alcanzar una meta u objetivo. Es sinónimo de lucha, esfuerzo y sacrificio, por lo que se le puede equiparar a constancia o tenacidad, es uno de los elementos más importantes a la hora de alcanzar el éxito en cualquier objetivo. Perseverar es continuar buscando ese camino cuando todo parece indicarnos que las probabilidades de alcanzarlo son escasas.
¿Y a qué viene esta introducción que tiene casi el tinte de esos latosos libros de auto-ayuda? La respuesta es fácil; el logro, sin duda, muy difícil, pero no imposible: ¡Porque nuestros hijos lo merecen!
Debemos perseverar en dejarles un país donde nadie que viole los derechos humanos goce de impunidad, donde impere el pleno derecho y la igualdad ante la ley y donde la soberanía del pueblo esté por sobre los poderes fácticos. Porque ahora más que nunca estamos convencidos que la demagogia, el paternalismo y la fractura social a cambio de votos han sido, son y serán una oferta lastimosa; que un pueblo se engaña cuando acepta como dádiva la redención sin hacer nada, que tan sólo mediante la promesa cumplible de la creación eficiente de nuevas fuentes de trabajo, de una verdadera distribución de la riqueza -conscientes de que llegó el momento de acabar con el mito de la presunta riqueza venezolana- y del esfuerzo y compromiso de todos por colocar a nuestra Nación en el sitial que se merece, podremos salir de este lamentable ciclo. Debemos perseverar para lograr el fortalecimiento de la democracia como sistema político y de los métodos democráticos como forma por excelencia de resolución de los conflictos, así como la preservación de ámbitos estatales ajenos a la injerencia centralista apartada de las realidades locales.
Debemos perseverar en dejar a nuestros hijos un país que asegure salud, educación y vivienda a todos los ciudadanos. Un país seguro, sin miedo, no sólo respecto de la delincuencia, que no es otra cosa que el fruto insano de una sociedad enferma. Debemos perseverar en lograr un país industrializado, con empresas nacionales, que hagan de nuestras riquezas naturales una inagotable fuente de empleos estables, de calidad y justamente remunerados.
Después de 14 años de incertidumbre y de vivir en una Nación separada en dos toletes, pareciera que resulta imposible pensar en la construcción de una sociedad mejor. Pareciera que en nuestro país están prohibidos los sueños, anhelos y esperanzas. Invitamos a todos quienes viven la dura realidad de Venezuela, a perseverar en el logro de un país distinto, a sentirlo y a trabajar por él. Esta es una interpelación a todos aquellos que creen en la posibilidad de un país distinto.
Es un llamado todos los que creen que puede existir un país mejor y estén dispuestos a entregar lo mejor de sí para que ello sea realidad. Un espacio donde la única condición es compartir y trabajar por cambiar el actual estado de cosas. Nos une la sublime aspiración de alcanzar una democracia de verdad. Y ya para cerrar, tomamos de Fernando Savater una sentencia que nos invita a remontar el camino, una y otra vez... “La libertad de los muchos, perezosos o seducidos por la tiranía, se salva casi siempre por la determinación indomable de unos pocos que pelean contra lo que parece irremediable, contra lo verosímil predicado por los acomodaticios, contra lo que la prudencia sobornada por el dominio aconseja como más recomendable”.
El Carabobeño 03 noviembre 2012
Ricardo Alfonzo Inojosa || Seguridad General
De los derechos humanos consagrados en la Constitución de cada país del mundo, la seguridad ciudadana es quizás el derecho que reviste mayor importancia para la sociedad. Por ello, tal derecho tiene que ser considerado como un privilegio ciudadano y una responsabilidad de Estado, en lugar de un problema policial como se viene tratando desde hace mucho tiempo en nuestro país.
El hecho de haber dejado la seguridad pública en manos de las múltiples policías del país, sin una dirección rectora verdaderamente profesional y sin procedimientos acordes ha traído como consecuencia el colapso de la seguridad y la imposición casi absoluta de la delincuencia.
Es preocupante ver cómo más de 300 cuerpos policiales en todo el territorio nacional gastan tiempo y dinero implementando medidas, a veces inadecuadas, para garantizar la seguridad ciudadana sin resultados positivos.
Esto ocurre debido a que el problema de inseguridad se ha venido tratando como un conflicto aislado de los otros problemas sociales y lo cierto es que la inseguridad está ligada a múltiples factores sociales que alimentan su crecimiento y obligan a buscar soluciones correctas.
El campo es muy amplio y complejo por lo que requiere el aporte de personas con verdadera vocación y experiencia en la materia de lo contrario, se seguirá perdiendo tiempo y dinero. Si no se actúa de inmediato y en la dirección correcta, la delincuencia organizada terminará en controlar y dominar a los funcionarios públicos, a las autoridades policiales y en definitiva a la indefensa sociedad que por temor se rendirá.
A continuación ofreceré algunas recomendaciones, que de aplicarse, mejoraría la actividad policial, se reducirá el poder de los anti sociales y se lograría la seguridad que tanto anhela el pueblo venezolano.
1.-
PROHIBICIÓN DEL PORTE DE ARMAS
. El porte de armas en Venezuela sigue siendo la principal causa del estado de inseguridad que vive la población venezolana. Desde hace muchos años, los gobiernos, ante la imposibilidad de controlar la delincuencia, decidieron delegar en cada ciudadano su propia defensa. Fue así como los voceros oficialistas, insinuaron y motivaron a la ciudadanía comprar armas para su defensa. Nunca se imaginaron el daño que causarían con esta insólita decisión. La venta de armas fue muy grande, se vendieron y concedieron permisos sin muchos requisitos pero lo grave fue que las armas en su mayoría fue a parar a manos de los delincuentes. Las Discotecas, Bares, Restaurantes y Estacionamientos se convirtieron en los sitios ideales para que los antisociales se apoderaran de las armas.
Los cuerpos policiales todavía continúan sin jefes competentes, sin medios adecuados para sus funciones y generalmente se excusan ante la ciudadanía pregonando la eliminación de funcionarios indeseables, la necesidad de mejorar los sueldos y aplicar razias o redadas que generalmente no ofrecen los resultados esperados. Es necesario que el Ejecutivo decrete regulaciones para lograrlo. Que con firmeza tome las medidas para desarmar a los delincuentes. Las armas en mano de los delincuentes instaura la causa principal de la inseguridad. Si éstos no contaran con armas de fuego, no fueran tan agresivos y sanguinarios. Por ello, insistimos en la prioridad que tiene el desarme ante cualquier otra medida que pueda tomarse para controlar la inseguridad. Desarmando a los delincuentes los cuerpos policiales se sentirán más cómodos para cumplir sus funciones y se facilitará el control de la seguridad ciudadana. Por lo antes expuesto sugerimos la práctica de un Decreto Ley que suspenda el porte de armas a personas no autorizadas para ello y establecer sanciones para los infractores. Este decreto deberá ordenar la entrega voluntaria de todo tipo de arma de fuego no autorizada por el Ministerio de Relaciones Interiores. Para la entrega deberá concederse 15 días, después de los cuales, a toda persona que se consiga portando armas no autorizadas, será penado con la sanción establecida en el mismo decreto.
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