Trinchera
¡Unidad Libertad!
Luis Cubillán Fonseca
“Un pueblo que no sabe de unidad, no sabe de Libertad” José Rafael Pocaterra (1939). Luego de 37 años de terrible dictadura militar de los Generales Cipriano Castro (10), y luego de su compadre el también General Juan Vicente Gómez (27), José Rafael Pocaterra escribió el apotegma que encabeza estas líneas: Un pueblo que no sabe de unidad, no sabe de Libertad. Pocaterra, comprendió como nadie, que había que apoyar a López Contreras, quien por carambolas del destino, quedó al mando de la República luego de la muerte del terrible Juan Vicente Gómez. López, bien pudo quedarse con la Presidencia de la República el tiempo que quisiera, pero era un hombre decente, incapaz, de apoderarse mediante miriñaques electorales del mando de un pueblo, que lo hubiera repugnado. La decencia de López, lo hizo poner en líneas muy claras cual sería su conducta luego que su benefactor el General Gómez, era cadáver. López Contreras, lo primero que hizo fue despojarse del uniforme militar, porque la Presidencia de la República, entendía, es un cargo civil, y se recortó el período presidencial de seis a cuatro años.
Volviendo al apotegma de Pocaterra, en los momentos que vive el país, es necesario mantenerse fieles a la unidad, pues es el único recurso que asusta a los tiranos. Un Pueblo unido, (podíamos decir como los muchachos: jamás será vencido) Castro, llegó y llenó de esperanzas al pueblo, pero al rato la máscara le molestaba. Fue cuando envió un tétrico telegrama a la tripulación del buque que transportaba al General valenciano Antonio Paredes, un rebelde, un patriota; aquellos desalmados, siguiendo las órdenes del tirano, le volaron los sesos, y lo tiraron al Orinoco, algunos campesinos encontraron el cuerpo en Barrancas.
Oí decir: que en el tiempo de Cipriano Castro fue cuando más se bailó en Venezuela. El andino no podía oír los acordes de un vals, porque de una vez, se le prendían los bombillos y sacaba a la primera que encontraba. Se cuenta que en el Centro de Amigos, (puro catire y linajes) para demostrar que era liberal, se salió a la Plaza Bolívar, y sacó a bailar a una negrita, que de golpe y porrazo se vio envuelta en el levitón de color de flor de romero, que usualmente vestía el Restaurador. Los asistentes del sarao del Centro de Amigos, no tardaron en salir a la plaza aplaudiendo al tirano, que casi volaba al son de las notas que Sebastián Díaz Peña arrancaba a la banda.
Los hombres de la Ley, los abogados, los conocedores de la Constitución, los profesores de las cátedras de derecho, donde hasta la fecha ha existido absoluta libertad de Cátedra, y autonomía, saben, que si triunfa el régimen marxista, pronto tendrán a la puerta del salón de clases, a un comisario que les impondrá las líneas que debe asumir para continuar adoctrinando.
Reciente está el caso Aponte Aponte, -ex alumno de la Carabobo-, típico ejemplar de los juristas del terror, servidores de los sátrapas, que sentencian por las bocas de estos juristas. Los mismos que dieron a Hitler un ropaje jurídico, para que esclavizara a Europa y se cebara en el pueblo judío.
Volviendo al apotegma de Pocaterra, en los momentos que vive el país, es necesario mantenerse fieles a la unidad, pues es el único recurso que asusta a los tiranos. Un Pueblo unido, (podíamos decir como los muchachos: jamás será vencido) Castro, llegó y llenó de esperanzas al pueblo, pero al rato la máscara le molestaba. Fue cuando envió un tétrico telegrama a la tripulación del buque que transportaba al General valenciano Antonio Paredes, un rebelde, un patriota; aquellos desalmados, siguiendo las órdenes del tirano, le volaron los sesos, y lo tiraron al Orinoco, algunos campesinos encontraron el cuerpo en Barrancas.
Oí decir: que en el tiempo de Cipriano Castro fue cuando más se bailó en Venezuela. El andino no podía oír los acordes de un vals, porque de una vez, se le prendían los bombillos y sacaba a la primera que encontraba. Se cuenta que en el Centro de Amigos, (puro catire y linajes) para demostrar que era liberal, se salió a la Plaza Bolívar, y sacó a bailar a una negrita, que de golpe y porrazo se vio envuelta en el levitón de color de flor de romero, que usualmente vestía el Restaurador. Los asistentes del sarao del Centro de Amigos, no tardaron en salir a la plaza aplaudiendo al tirano, que casi volaba al son de las notas que Sebastián Díaz Peña arrancaba a la banda.
Los hombres de la Ley, los abogados, los conocedores de la Constitución, los profesores de las cátedras de derecho, donde hasta la fecha ha existido absoluta libertad de Cátedra, y autonomía, saben, que si triunfa el régimen marxista, pronto tendrán a la puerta del salón de clases, a un comisario que les impondrá las líneas que debe asumir para continuar adoctrinando.
Reciente está el caso Aponte Aponte, -ex alumno de la Carabobo-, típico ejemplar de los juristas del terror, servidores de los sátrapas, que sentencian por las bocas de estos juristas. Los mismos que dieron a Hitler un ropaje jurídico, para que esclavizara a Europa y se cebara en el pueblo judío.
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