Notitarde 01-11-12
Comunismo viene de comuna
Arnaldo Arnáldez, “Trabalenguas” para los amigos, fue sorprendido ayer por un piquete de hombres armados que prácticamente le derribaron la puerta de su casa. Entre ellos, varios con uniformes color verde oliva con sus identificaciones estampadas en la tela desteñidas, ilegibles. Entre ellos, una mujer parecía dirigir el pelotón de asaltantes; le informó que su casa estaba siendo expropiada, para ser entregada a su hermano Bernardo.
Aclaremos que Arnaldo es uno de cinco hermanos y que, a diferencia de los otros, nunca se casó; así que, a la muerte de su madre viuda, se quedó viviendo en la casa que lo vio nacer, en la parroquia de La Candelaria.
Desde que su hermano Bernardo empezó a obtener contratos con el gobierno se iniciaron sus diferencias con él. Todos en la familia había estado conscientes de la incapacidad del “comandante” para gobernar y de sus desvaríos mentales en la invención de lo que ellos, como muchos venezolanos, ya calificaban de “una vaina llamada socialismo del siglo XXI”. Pero Bernardo comenzó a obtener contratos para construir “barrio-adentros”, para tapar huecos con asfalto, y para construir escuelas que nunca se iniciaron. Le pagaban el anticipo, del cual se quedaba con una parte, repartiendo la tajada mayor entre sus favorecedores, y hasta ahí llegaba el contrato. “Mi corazón es democrático, pero mi bolsillo es chavista” decía con impúdica socarronería.
Se la pasaban discutiendo. Cuando Bernardo recordaba que “el comandante” había negado ser comunista, aunque propiciaba las comunas, Arnaldo preguntaba, fingiendo inocencia “Creo que ‘comunismo’ viene de ‘comuna’ ¿no?”. Lo que enfurecía al chavista de conveniencia. Su última discusión fue cuando, a manera de chiste, Arnaldo le comentó que había leído en alguna parte una imaginaria rueda de prensa del “minpopo” Giordani, explicando el nuevo presupuesto: Un asistente le pasó una bolsita de papel, de donde sacó diez granos de caraota. Apartó cuatro diciendo “esto para el presupuesto ordinario, ...y esto para nosotros” guardándose los otros seis en el bolsillo. Bernardo, molesto por el chiste, salió de la casa dando un portazo y vociferando los “majunche, vendepatria, esclavo del imperio”, que forman parte del diccionario de ofensas de los fanáticos del “comandante”.
Pero Arnaldo no esperaba tanta bajeza de su hermano, a pesar de las diferencias políticas. Su rencor le llevaba hasta a sacarlo de la casa, donde generosamente sus hermanos, herederos todos del inmueble, le habían dejado vivir hasta entonces. Y Bernardo vengaba así, de forma tan rastrera, que su hermano le echara en cara su vergonzosa actitud mercenaria. No tenía otro sitio a dónde ir, dados sus modestos recursos, y su hermano no necesitaba la casa, pues poseía un enorme penthouse en la mejor zona de la ciudad, gracias a sus jugosos contratos con el régimen.
Mientras cavilaba sobre toda esta novelesca situación, digna del mejor culebrón “cisnérico”, la mujer, la que parecía dirigir el pelotón de asaltantes, le informó que era juez (o jueza, para seguir con el estilo de moda) y que tenía órdenes de hacerlo desalojar la casa de inmediato. Buscó con la mirada a su hermano entre el grupo de invasores, y lo encontró rezagado y con la mirada gacha. Avergonzado, la cobardía le impedía mirarlo de frente.
Al más puro estilo de los tiempos...
peterkalbers@yahoo.com
Aclaremos que Arnaldo es uno de cinco hermanos y que, a diferencia de los otros, nunca se casó; así que, a la muerte de su madre viuda, se quedó viviendo en la casa que lo vio nacer, en la parroquia de La Candelaria.
Desde que su hermano Bernardo empezó a obtener contratos con el gobierno se iniciaron sus diferencias con él. Todos en la familia había estado conscientes de la incapacidad del “comandante” para gobernar y de sus desvaríos mentales en la invención de lo que ellos, como muchos venezolanos, ya calificaban de “una vaina llamada socialismo del siglo XXI”. Pero Bernardo comenzó a obtener contratos para construir “barrio-adentros”, para tapar huecos con asfalto, y para construir escuelas que nunca se iniciaron. Le pagaban el anticipo, del cual se quedaba con una parte, repartiendo la tajada mayor entre sus favorecedores, y hasta ahí llegaba el contrato. “Mi corazón es democrático, pero mi bolsillo es chavista” decía con impúdica socarronería.
Se la pasaban discutiendo. Cuando Bernardo recordaba que “el comandante” había negado ser comunista, aunque propiciaba las comunas, Arnaldo preguntaba, fingiendo inocencia “Creo que ‘comunismo’ viene de ‘comuna’ ¿no?”. Lo que enfurecía al chavista de conveniencia. Su última discusión fue cuando, a manera de chiste, Arnaldo le comentó que había leído en alguna parte una imaginaria rueda de prensa del “minpopo” Giordani, explicando el nuevo presupuesto: Un asistente le pasó una bolsita de papel, de donde sacó diez granos de caraota. Apartó cuatro diciendo “esto para el presupuesto ordinario, ...y esto para nosotros” guardándose los otros seis en el bolsillo. Bernardo, molesto por el chiste, salió de la casa dando un portazo y vociferando los “majunche, vendepatria, esclavo del imperio”, que forman parte del diccionario de ofensas de los fanáticos del “comandante”.
Pero Arnaldo no esperaba tanta bajeza de su hermano, a pesar de las diferencias políticas. Su rencor le llevaba hasta a sacarlo de la casa, donde generosamente sus hermanos, herederos todos del inmueble, le habían dejado vivir hasta entonces. Y Bernardo vengaba así, de forma tan rastrera, que su hermano le echara en cara su vergonzosa actitud mercenaria. No tenía otro sitio a dónde ir, dados sus modestos recursos, y su hermano no necesitaba la casa, pues poseía un enorme penthouse en la mejor zona de la ciudad, gracias a sus jugosos contratos con el régimen.
Mientras cavilaba sobre toda esta novelesca situación, digna del mejor culebrón “cisnérico”, la mujer, la que parecía dirigir el pelotón de asaltantes, le informó que era juez (o jueza, para seguir con el estilo de moda) y que tenía órdenes de hacerlo desalojar la casa de inmediato. Buscó con la mirada a su hermano entre el grupo de invasores, y lo encontró rezagado y con la mirada gacha. Avergonzado, la cobardía le impedía mirarlo de frente.
Al más puro estilo de los tiempos...
peterkalbers@yahoo.com
Trinchera
Corralitos del espíritu
Luis Cubillán Fonseca
Retorna un mensaje que ya se le oyó a Hitler, a Perón, a Mussolini, a Gómez. Habla de estado
docente, y con tal principio justifica el empoderamiento sobre la mente de los niños, quienes
deberán pensar y actuar tal como lo ordenen los optimates partidistas, y para su logro es
posible cualquier cosa: hasta corromper la historia. A los niños no se les enseña a ser
ciudadanos libres y críticos, se los quiere obedientes milicianos, al servicio de cualquier
ser que por carambolas se apodere del estado.
Dice que pretende un hombre nuevo. Taimadamente no dice comunista, meta perseguida por
Dice que pretende un hombre nuevo. Taimadamente no dice comunista, meta perseguida por
tiranos sangrientos desde hace mucho tiempo. Ese mensaje me recuerda un pasaje de
Roa Bastos en “Yo el supremo”. Andaba el Barón de Humboldt cerca de los predios del
tirano Rosas, de repente fue asaltado por guardias paraguayos, el sabio Barón y su eterno
acompañante Bompland, habían traspasado sin darse cuenta el límite entre uno y otro país.
De manera que habían caído bajo las pesuñas del tirano Doctor Rosas. Y este tirano, quiso
que su país, y decimos “su” con toda propiedad, pues nada se movía, nadie respiraba sin
la autorización del déspota. En aquel corral, que no país, nadie podía entrar, tampoco nadie
podía salir. El Paraguay debía permanecer totalmente aislado del mundo, aquella nación,
tenía un corazón y la víscera era perversa. No pudieron las argumentaciones de Simón
Bolívar, lograr la libertad de los científicos.. El Paraguay tenía “un corazón” idea que tiene
piquete. Es lógico pensar, que si muere el corazón inmediatamente aquella patria entra en
convulsiones irremisiblemente estirará la pata y concluirá tan fría y amojamada como un
jamón de automercado, pero tal no pasa.
En el Paraguay, se murió el tirano Rosas quien desempeñaba el rol de corazón, este se
En el Paraguay, se murió el tirano Rosas quien desempeñaba el rol de corazón, este se
paralizó una buena noche...., no por eso se acabó el Paraguay, siguió andando como si
nunca hubiese tenido corazón. Aun hoy, después de aquella prisión que le aplicaron
al sabio alemán y a su carnal Bompland, y de estar todos muertos, la historia, como un
curioso e inquisitivo ojo, ve y escribe lo que pasa, y sigue pasando, pues no se detiene.
Los corralitos intelectuales, son el primer síntoma de una tiranía. Los tiranos hacen de
las escuelas corralitos de adoctrinamiento; y mientras el mundo sigue su rumbo, en los
corralitos, llenos de niños, se les domestica para la esclavitud. Se les da diariamente
su ración de veneno espiritual, ya sea mediante el libro preparado por científicos prestados
a la tiranía, o por afiebrados maestros, que en los libros escolares desean dejar estampado
junto a su nombre, un texto glorificador del tirano. El texto será obligatorio, y la discusión
de las ideas se considerará delito. En los textos que mandó a confeccionar Perón,
para los niños justicialistas, encontramos en cada página el nombre de Perón o de Evita.
También los hubo de Hitler, de Mussolini, y de Gómez, quien tuvo el ojo de ponerse en
un intelectual de alto coturno, quien elaboró la doctrina del “Gendarme Necesario”.
Mussolini, lo encontró tan apropiado, que lo tradujo al italiano.
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