El mundo de Pancho Quilici
El artista venezolano inaugura el domingo en D'Museo.
La muestra estará abierta al público hasta el 7 de abril OSWER DÍAZ
DANIEL FERMÍN | EL UNIVERSAL
viernes 1 de marzo de 2013 08:35 AM
El pintor Armando Morales decía que lo increíble de los cuadros de Pancho Quilici es que uno no los ve; uno se asoma. La Galería D'Museo (Centro de Arte Los Galpones), que el domingo inaugura Mundo uno, se convirtió en una suerte de planetario para acercarse al universo del pintor venezolano, que reunió seis piezas para su exposición individual.
La obra de Quilici mezcla dos tradiciones del arte nacional: el paisaje y lo geométrico. Naturaleza intervenida por elementos de formas abstractas. "Creo que, en el fondo, lo que me movió a llegar a eso es una especie de construcción de un mundo y de aproximación de una noción justa y correcta de lo que es nuestra percepción del mundo que nos rodea", dijo el artista, que tenía 20 años sin exhibir en una galería local.
El pintor trabaja con un sistema que parte del caos. Sus obras, aunque a simple vista lucen exteriores, representan las elucubraciones internas que giran alrededor de uno. "Me interesa la interioridad; tratar de buscar una especie depsicogonía (palabra que el propio Quilici inventó), cómo representar eso que es la psiquis", agregó el autor, que estudió en el Instituto de Diseño Neumann en los años 70.
La arquitectura es otra de las pasiones del artista caraqueño. Quilici traslada su gusto por ese oficio a través de su obra. "Mi impulso es construir como un arquitecto en un terreno; medir, aplicar la razón sobre el caos. El centro del círculo es uno, pero pienso que el primer circulo después del uno, es la arquitectura. Es lo que nos protege, nos envuelve, y a partir de él, vemos la naturaleza".
La obra de Pancho Quilici también hace uso de lo digital. La tecnología es un elemento que complementa su pintura. No la desplaza ni reemplaza. "Viene a ser como el bastón que ayuda al tipo que camina mal. Creo que los seres humanos somos insuficientes, hay que aceptar que tenemos límites. La computadora vino como una especie de herramienta para cubrir nuestras deficiencias. Cuando el hombre crea un martillo es porque no le puede dar golpes con la mano al clavo. Yo no puedo hacer perspectivas tan complejas como estas si no me ofrecen una computadora. Aunque no es algo que condiciona a priori; la computadora no es el punto de partida, el punto de partida es la idea", agregó el pintor, que lleva ya 33 años residenciado en París.
El vivir entre dos países, quizás, también haya influenciado ese caleidoscopio que es la obra del autor caraqueño. Ya antes había dicho que un artista debe nutrirse culturalmente para enriquecer su obra. "Hay que estimular la interrogación, interesarse en las cosas, mirarlas, considerarlas. Una relación humana puede ser más importante que leer 40 libros. El arte es ser curioso, ver el mundo; y a partir de eso, construir su propia obra".
Y Quilici crea su arte a partir del universo en el que vive. "Vengo a Caracas con frecuencia y saco información útil. Digo que esencialmente lo que busco del país lo encuentro: la gente, los amigos, la naturaleza, el mundo para mi obra", concluyó el también dibujante. Una serie de dibujos, una instalación, dos piezas grandes hechas con nueve obras y otras dos pinturas conforman ese Mundo uno al que el público podrá asomarse hasta abril.
dfermin@eluniversal.com
La obra de Quilici mezcla dos tradiciones del arte nacional: el paisaje y lo geométrico. Naturaleza intervenida por elementos de formas abstractas. "Creo que, en el fondo, lo que me movió a llegar a eso es una especie de construcción de un mundo y de aproximación de una noción justa y correcta de lo que es nuestra percepción del mundo que nos rodea", dijo el artista, que tenía 20 años sin exhibir en una galería local.
El pintor trabaja con un sistema que parte del caos. Sus obras, aunque a simple vista lucen exteriores, representan las elucubraciones internas que giran alrededor de uno. "Me interesa la interioridad; tratar de buscar una especie depsicogonía (palabra que el propio Quilici inventó), cómo representar eso que es la psiquis", agregó el autor, que estudió en el Instituto de Diseño Neumann en los años 70.
La arquitectura es otra de las pasiones del artista caraqueño. Quilici traslada su gusto por ese oficio a través de su obra. "Mi impulso es construir como un arquitecto en un terreno; medir, aplicar la razón sobre el caos. El centro del círculo es uno, pero pienso que el primer circulo después del uno, es la arquitectura. Es lo que nos protege, nos envuelve, y a partir de él, vemos la naturaleza".
La obra de Pancho Quilici también hace uso de lo digital. La tecnología es un elemento que complementa su pintura. No la desplaza ni reemplaza. "Viene a ser como el bastón que ayuda al tipo que camina mal. Creo que los seres humanos somos insuficientes, hay que aceptar que tenemos límites. La computadora vino como una especie de herramienta para cubrir nuestras deficiencias. Cuando el hombre crea un martillo es porque no le puede dar golpes con la mano al clavo. Yo no puedo hacer perspectivas tan complejas como estas si no me ofrecen una computadora. Aunque no es algo que condiciona a priori; la computadora no es el punto de partida, el punto de partida es la idea", agregó el pintor, que lleva ya 33 años residenciado en París.
El vivir entre dos países, quizás, también haya influenciado ese caleidoscopio que es la obra del autor caraqueño. Ya antes había dicho que un artista debe nutrirse culturalmente para enriquecer su obra. "Hay que estimular la interrogación, interesarse en las cosas, mirarlas, considerarlas. Una relación humana puede ser más importante que leer 40 libros. El arte es ser curioso, ver el mundo; y a partir de eso, construir su propia obra".
Y Quilici crea su arte a partir del universo en el que vive. "Vengo a Caracas con frecuencia y saco información útil. Digo que esencialmente lo que busco del país lo encuentro: la gente, los amigos, la naturaleza, el mundo para mi obra", concluyó el también dibujante. Una serie de dibujos, una instalación, dos piezas grandes hechas con nueve obras y otras dos pinturas conforman ese Mundo uno al que el público podrá asomarse hasta abril.
dfermin@eluniversal.com
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