Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

martes, 22 de octubre de 2013

La vida de Óscar Yanes agota cualquier papel El famoso y querido "Chivo Negro" también nos dejó...

Adiós al último periodista

Óscar Yanes falleció ayer a los 86 años tras una larga lucha contra el cáncer

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JAVIER BRASSESCO |  EL UNIVERSAL
martes 22 de octubre de 2013  
La vida de Óscar Yanes agota cualquier papel: reportero fundador de Últimas Noticias a los 14 años, jefe de redacción a los 15 y director a los 18, director del diarioLa Esfera, entrevistador de Harry Truman, Salvador Dalí, Rómulo Betancourt, Gamal Abdel Nasser o Bill Clinton, autor de más de veinte libros, ganador de tres premios nacionales de periodismo, diputado en el Congreso, corresponsal en Vietnam, columnista en El Universal, narrador de la llegada del hombre a la Luna, vicepresidente de Venevisión, conductor de espacios televisivos y hasta actor en una obra de teatro y tuitero. Mejor lo dejamos en etcétera. 

Su vida interminable se encontró ayer con su imprevisto pero siempre previsible término, cuando las complicaciones de un prolongado cáncer de próstata provocaron su ingreso, ya sin signos vitales, en la clínica La Floresta. 

Una vez dijo que si tenía que escoger una palabra que lo definiera, diría "periodista", y que si le permitían usar dos entonces su respuesta sería "Periodista caraqueño". Tal vez nadie haya sido tanto y al mismo tiempo esas dos cosas: Caracas, la ciudad donde nació, se crió y murió, fue siempre su gran tema; el periodismo fue su vida desde los trece años, y el sonido que más amó fue el de las máquinas de escribir.

Nació cerca de Puente de Hierro en 1927, y hay dos anécdotas de su infancia que le gustaba contar porque definieron lo que sería su vida, todo lo que fue y lo que hizo: en vacaciones su familia se quedaba en Caracas y fue por esa circunstancia fortuita, más por aburrimiento que por otra cosa, que descubrió la Biblioteca Nacional y su amor por la lectura. Más tarde, a los 13 años, vio un aviso en el diario El Universal que cambiaría su existencia: la universidad Augusteo de Caracas invitaba a estudiar Periodismo. Un año después formó parte de la primera promoción.

El periodista Ángel Navas Aveledo, quien ingresó en ese periódico a principios de los 50, dice que Yanes era tan periodista que salía a la calle a "reportear" a pesar de que era director. "Hoy los jefes van de su casa al carro y del carro a la oficina. Ni siquiera los periodistas salen ya casi a la calle porque todo lo hacen con cables de agencias o con internet. Me gusta pensar que él fue el último periodista; yo aprendí con él que uno no puede llamarse periodista si no va al lugar en donde pasan las cosas". 

Y sobre todo le gustaban las pautas que interesaban al ciudadano común, aunque no fueran periodísticamente correctas: el fantasma que se aparecía en la esquina de El Conde o el nudista que espantaba a quienes se bañaban en Los Caracas.

Incluso la memoria que tanto le halagaron la había desarrollado (y esto también le gustaba contarlo) por un hábito que adquirió desde sus primeros días de reportero: nunca anotó ni grabó nada.

Cuenta Navas que la última vez que habló por teléfono con él lo sintió muy enfermo. Aunque lo saludó ("¡Ilustre!") y se despidió ("¡Siga vibrando!") como siempre, su voz ya no tenía la fuerza de antes. Por entonces, su única comunicación con el mundo exterior era la columna Así son las Cosas, en El Universal, con la que cumplió hasta la última entrega.

El historiador Elías Pino Iturrieta rescata de Yanes un hecho curioso: tuvo una personalidad tan peculiar que se sobreponía al suceso que comunicaba: "Fue el raro caso de un periodista que fue más célebre que las noticias que escribió".

Yanes, que vio tantas cosas, decía que al final Caracas y Venezuela eran siempre lo mismo: "Las cosas no han cambiado desde Crespo: aquí todo es maquillaje, jaladera, improvisación, eso lo llevamos en el alma. La diferencia es que nunca ha habido tanta ignorancia como ahora con Chávez", declaraba en su 80 cumpleaños.

Que siga vibrando, donde quiera que esté.

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