"La inoportuna muerte de un presidente"
Un reciente libro en México ha abierto una seria discusión sobre la Constitución de ese país
JULIO CÉSAR PINEDA | EL UNIVERSAL
jueves 3 de enero de 2013 12:00 AM
Los presidentes, son seres humanos instalados en la finitud de su existencia, están sujetos a las enfermedades y a la muerte. Para Virgilio en la Eneida:"Breve e irreparable es el tiempo asignado a nuestras vidas". Para el poeta persa Omar Kayan, solo representamos un papel en un tiempo y un espacio determinado, donde Dios distrae su eternidad en contemplarnos.
Para los líderes mesiánicos, la enfermedad es la más severa experiencia existencial, porque al acercarlos a la muerte, piensan que se les interrumpe el proyecto que solo ellos podrían realizar. Olvidan la enseñanza de J.L. Borges que"toda vida es una muerte anunciada y toda muerte es una vida vivida".
Hemos denominado en un reciente libro al cáncer del señor Presidente como un Cisne Negro en su vida, por lo aleatorio, lo altamente improbable y las enormes consecuencias personales y sociales del mismo sin conocer su desenlace. Esta dinámica de lo imprevisible, la desarrollan Karl Popper y Nassim Taleb.
El presidente Chávez el 30 de julio de 2011 hizo pública su enfermedad y recientemente el Vicepresidente y Canciller desde Cuba ha reafirmado lo delicado de la misma. Días antes el señor Presidente había dado todas las instrucciones ante una posible falta temporal o absoluta de su presidencia.
El poder enferma física y mentalmente, los enfermos de poder tratan de ocultar esta manifestación humana, para no mostrar su debilidad. Dos clásicos de la literatura en esta materia son: Pier Accoce con su libro "Los enfermos que nos gobiernan" y Pascal Sutter "Los locos que nos gobiernan", describen numerosos casos de gobernantes con enfermedades físicas o mentales que prefieren terminar de destruirse con una permanente actividad, y no tomar el descanso necesario y la retirada oportuna. No aceptan que su enfermedad es un asunto de Estado y de gobierno.
Asunto de Estado
En nuestro continente y refiriéndose a presidentes argentinos, el periodista y médico Nelson Castro insiste en que la salud de un presidente es un asunto de Estado y de interés público que debe ser informada con absoluta transparencia.
Los presidentes pueden morirse durante su gobierno, e incluso antes de tomar juramento del cargo. Las constituciones latinoamericanas establecen mecanismos para uno de los temas más difíciles como es la designación del sustituto. En Venezuela tres presidentes murieron en sus cargos, en Estados Unidos ocho, en Argentina cuatro y en Chile tres. Siempre, a pesar de las normas constitucionales es complicado el tema de la sucesión, tanto por los miembros del partido gobernante como los que están en la oposición. Las interpretaciones legales muchas veces expresan más el interés y la conveniencia, que el espíritu originario de la ley.
Desde México
En México un reciente libro del escritor Alfredo Acle Tomacini titulado "La inoportuna muerte del Presidente" ha abierto la discusión, de la reforma del art. 84 de la Constitución de ese país, la cual prevé lo relacionado con la falta absoluta del presidente en funciones y el mecanismo legal para designar a su sucesor. La ficción literaria se inicia con el anuncio de la muerte del Jefe de Estado, desde la residencia oficial, luego de una larga enfermedad cuyo diagnóstico apenas conocían los mexicanos. Allí comienza el laberinto de intrigas, acuerdos, negociaciones y apetencias, cuando la prioridad es la elección del nuevo mandatario y la continuidad del gobierno. Este artículo 84 desde 1933 no se ha reformado.
Ni siquiera Estados Unidos con una Constitución tan precisa y una tradición consecuente, ha escapado a las dificultades de la sucesión presidencial por causa de muerte del presidente anterior. Se recuerda el caso del vicepresidente Andrew Johnson, después del asesinato de Lincoln por el problema de ser un Vicepresidente demócrata, sustituyendo a un republicano.
En la última Feria Internacional del Libro en Guadalajara, el nuevo Presidente de México Peña Nieto, al preguntársele por esta novela de su paisano Alfredo Acle Tomacini, simplemente contestó "siempre será inconveniente la muerte de un Presidente", la historia nos ratifica que siempre ha sido así, por eso no es extraño que en Venezuela hoy se expresen tantas diferentes interpretaciones al referirse a la Constitución sobre este tema.
jcpineda01@gmail.com
Para los líderes mesiánicos, la enfermedad es la más severa experiencia existencial, porque al acercarlos a la muerte, piensan que se les interrumpe el proyecto que solo ellos podrían realizar. Olvidan la enseñanza de J.L. Borges que"toda vida es una muerte anunciada y toda muerte es una vida vivida".
Hemos denominado en un reciente libro al cáncer del señor Presidente como un Cisne Negro en su vida, por lo aleatorio, lo altamente improbable y las enormes consecuencias personales y sociales del mismo sin conocer su desenlace. Esta dinámica de lo imprevisible, la desarrollan Karl Popper y Nassim Taleb.
El presidente Chávez el 30 de julio de 2011 hizo pública su enfermedad y recientemente el Vicepresidente y Canciller desde Cuba ha reafirmado lo delicado de la misma. Días antes el señor Presidente había dado todas las instrucciones ante una posible falta temporal o absoluta de su presidencia.
El poder enferma física y mentalmente, los enfermos de poder tratan de ocultar esta manifestación humana, para no mostrar su debilidad. Dos clásicos de la literatura en esta materia son: Pier Accoce con su libro "Los enfermos que nos gobiernan" y Pascal Sutter "Los locos que nos gobiernan", describen numerosos casos de gobernantes con enfermedades físicas o mentales que prefieren terminar de destruirse con una permanente actividad, y no tomar el descanso necesario y la retirada oportuna. No aceptan que su enfermedad es un asunto de Estado y de gobierno.
Asunto de Estado
En nuestro continente y refiriéndose a presidentes argentinos, el periodista y médico Nelson Castro insiste en que la salud de un presidente es un asunto de Estado y de interés público que debe ser informada con absoluta transparencia.
Los presidentes pueden morirse durante su gobierno, e incluso antes de tomar juramento del cargo. Las constituciones latinoamericanas establecen mecanismos para uno de los temas más difíciles como es la designación del sustituto. En Venezuela tres presidentes murieron en sus cargos, en Estados Unidos ocho, en Argentina cuatro y en Chile tres. Siempre, a pesar de las normas constitucionales es complicado el tema de la sucesión, tanto por los miembros del partido gobernante como los que están en la oposición. Las interpretaciones legales muchas veces expresan más el interés y la conveniencia, que el espíritu originario de la ley.
Desde México
En México un reciente libro del escritor Alfredo Acle Tomacini titulado "La inoportuna muerte del Presidente" ha abierto la discusión, de la reforma del art. 84 de la Constitución de ese país, la cual prevé lo relacionado con la falta absoluta del presidente en funciones y el mecanismo legal para designar a su sucesor. La ficción literaria se inicia con el anuncio de la muerte del Jefe de Estado, desde la residencia oficial, luego de una larga enfermedad cuyo diagnóstico apenas conocían los mexicanos. Allí comienza el laberinto de intrigas, acuerdos, negociaciones y apetencias, cuando la prioridad es la elección del nuevo mandatario y la continuidad del gobierno. Este artículo 84 desde 1933 no se ha reformado.
Ni siquiera Estados Unidos con una Constitución tan precisa y una tradición consecuente, ha escapado a las dificultades de la sucesión presidencial por causa de muerte del presidente anterior. Se recuerda el caso del vicepresidente Andrew Johnson, después del asesinato de Lincoln por el problema de ser un Vicepresidente demócrata, sustituyendo a un republicano.
En la última Feria Internacional del Libro en Guadalajara, el nuevo Presidente de México Peña Nieto, al preguntársele por esta novela de su paisano Alfredo Acle Tomacini, simplemente contestó "siempre será inconveniente la muerte de un Presidente", la historia nos ratifica que siempre ha sido así, por eso no es extraño que en Venezuela hoy se expresen tantas diferentes interpretaciones al referirse a la Constitución sobre este tema.
jcpineda01@gmail.com
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