Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

sábado, 23 de abril de 2016

Recuerdos de Magdalena Sánchez

Los Veinte del Recuerdo

Recuerdos de Magdalena Sánchez


Recuerdos de Magdalena Sánchez


Asdrúbal González
María Magdalena Sánchez nació en Borburata (9 de
abril de 1915), que es como decir se lleva para siempre
la música por dentro...  Borburata es un pueblo
musical que se acuesta a dormir y se despierta
inmerso en un mundo de tambor:  durante el día,
desde cualquier rincón hay un tam-tam que sale de
algún cuero, y que repite onomatopéyico BOR-BU-
RA-TÁ,  BOR-BU-RA-TÁ.
En el golpe de sangueo, que recorre las
calles del pueblo especialmente en el día de la fiesta
de San Juan, pudo Magdalena lanzar a los aires
circundantes el timbre inicial de su hermosa voz.
Cuando su familia se mudó a Puerto Cabello, ya era 
una niña que cantaba.  Será cuestión de poco tiempo 
su debut en la emisora “Radio Puerto Cabello”, en un 
programa de aficionados.  A los veintiún años de 
edad había hecho de la música y la canción una 
carrera artística.  La emisora radial “Ondas 
Populares”, de Caracas, abre sus puertas para el 
profesionalismo de Magdalena:  se hará acompañar 
entonces por afamados grupos musicales:  
“Hermanos Fernández”, “Vicente Flores y sus 
Llaneros”, y el dúo “Espín Guanipa”.
En la “Broadcasting Caracas” (hoy “Radio Caracas
Radio”) será donde su trayectoria se afirma
definitivamente. A partir del año 1948 se presenta
en escenarios como “Cada Minuto una Estrella” y
“El Carrusel de la Alegría”.  Venezuela la recuerda
con cariño por su participación en el más
afamado programa de música popular de seis
décadas atrás:  “El Galerón Premiado” (“Radio
Continente”).
Escenarios más allá de las fronteras patrias
aplaudieron su presencia:  España, Portugal,
Méjico, Cuba, Colombia, entre otros destinos.
Uno de los tantos méritos de la porteña
Magdalena Sánchez consistió en interpretar, entre
las primeras, el repertorio criollo de muchos
autores: está considerada como la iniciadora del
canto popular venezolano.  No por ello dejó de
cantar guarachas y pasodobles, boleros y merengues,
en especial con la emisora radial “Sonora Caracas”.
Cuando la televisión se inicia en nuestro
país, participa activamente en los programas 
“Canciones de mi Tierra” y “El Show de Víctor 
Saume”:  participa en casi todos los canales 
televisivos que salieron al aire en los años de 
mediados del siglo pasado.  En algún momento 
dijo de sí misma:  “He dado mi voz y mi 
vida a la música venezolana, y el pueblo ha reconocido 
mi amor a la patria y a los compositores de esta 
tierra”.  Tan ligada estuvo a los grandes temas y 
autores, que ya al final de sus años dejó en recuerdo 
un volumen de canciones donde comparte temas 
con autores reconocidos y ennoblecidos del país: 
“Tierra Negra” (Loyola); “Cuando te vas”, 
de Pedro Emilio Sánchez; “Cajón de Arauca 
Apureño” (Julio C. Sánchez Olivo); “Mis 
Cantares” (Germán Fleitas Beroes); “El Cunavichero”, 
de José Romero Bello; “La Fundadora” 
(Joel Hernández): “Esteros de Camaguán (Juan 
Vicente Torrealba); “Linda Barinas” (Eladio 
Tarife); “Garcero de Soledad”, de Pedro F. Sosa 
Caro, y “Tardes Cojedeñas” (Juanito Navarro); 
cantando a dúo con los máximos exponentes 
de la musicalidad nacional:  María Teresa 
Chacín, Simón Díaz, Reyna Lucero, Héctor 
Cabrera, Carrao de Palmarito, Rummy Olivo, 
Rafael Montaño, Cecilia Todd, Denis del Río y  
Cristina Maica.
- “Victoria...  Yo no me robaba tus muñecas” -.
Y luego de una breve pausa:  “Sólo te las escondía”.
Quien habla es Magdalena, y su interlocutora mi
madre Victoria.  El lugar:el foyer del Teatro Municipal
de Puerto Cabello:  grueso cortinaje gris,
muebles sin estilo también grises...  Magdalena
es una risa perenne...  Habla de “negritas”, las
muñecas de trapo de la infancia común.  Que las
escondía para ver disgustada a su amiga, viviendo
ambas en un sector humilde de la población...
Yo las miro gesticular, hablar, abrazarse,
media hora de recuerdos...  Corresponde ahora a
Magdalena pasar a su puesto de honor en primera
fila, y a Victoria en un palco especial, porque
se le rinde un homenaje a la primera.  La fase previa
es un aplauso continuo.  La ciudad premia con
cariño a su triunfadora hija. Magdalena es un
todo de sonrisas...  Cuando para terminar el
homenaje el tenor Edgar Gurmeitte, flor pintada de
azul en mano, para cantar “Motivos” (Italo
Pizzolante) hinca una rodilla en tierra frente a
Magdalena, la emoción se desborda, usando un
lugar común, “el teatro se vino abajo”, bella noche
la que brindó la ciudad a la  hija amada.
Me mantuve en contacto, después de ese año 1970
del homenaje, con mi amiga Magdalena.
Uno de sus hijos compartía conmigo los estrados de
la República del Este, en el restaurante “Dal
Vecchio Mulino” caraqueño.  Hasta que supe la
mala nueva de su fallecimiento en Maracay, el
dieciocho de agosto de dos mil cinco. Contaba
entonces noventa y un años de edad. 
Dos estrofas declamadas por Víctor Morillo, de
“Esta Magdalena Sánchez”, del poeta Manuel
Graterol S. (Graterolacho).
Esta Magdalena Sánchez /
Hace mucho tiempo canta, /
Desde aquel tiempo en que nadie /
Lo de esta tierra cantaba /
Se quedaban las canciones /
Vibrando entre las guitarras /
Y nadie las recogía /
Y nadie las divulgaba /
Pero Magdalena Sánchez /
Llegaba con su garganta /
Y echaba a volar alegre /
El ave de las palabras, /
palmera que no se muere /
alondra que no se cansa, /
clarín de su voz sonora /
que la emoción despertaba /
pintando en lienzo de cuerdas / 
el tricolor de su Patria. /

Esta Magdalena Sánchez /
Con esa piel tan tostada /
Como si hubiera pasado /
A pie por la tierra llana /
Cantando el Seis por Derecho, /
El Carnaval, la Guayaba, /
Con el Indio Figueredo /
O Juan Vicente Torrealba. /
Orgullo del que aprendió /
A cantar en alpargatas /
Así con su nombre propio /
Sin palabras disfrazadas /
Que ser morena y ser Sánchez, /
Es modo de ser honrada, /
Es llegar hasta el conuco /
Y en la misma palangana /
Comer con aquel que sufre /
Por su tierra, por su raza, /
Por sus muchachos hambrientos /
Y por su mujer descalza /

Esta Magdalena Sánchez, /
Madrina de la alborada, /
Cantante, mujer de pueblo, /
Costurera, madre, hermana, /
Según me dijo la brisa /
Desde el balcón de una palma /
Hace muchísimo tiempo /
Que conoció a María Laya /
Rosalinda y Marisela /
En una casa de paja /
Y bailó con Florentino /
A orillas del río Arauca. /
Para cantarle a esta negra, /
Que la edad no le hace nada, /
Coloco en potros de nubes / 
El chis chas de las maracas /
Y le regalo tres cintas, /
Como Leo lo soñaba: /
Una azul, una amarilla /
Y la otra colorada. /   

Esta Magdalena Sánchez /
hace mucho tiempo canta /
desde aquel tiempo, en que nadie /
en que nadie, los de esta tierra /
los de esta tierra, cantaba. /

Uno de los tantos méritos de la porteña Magdalena
Sánchez consistió en interpretar, entre las 
primeras, el repertorio criollo de muchos autores.

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