Albersidades
Los zapateros sin zapatos
Peter Albers
Resulta difícil determinar o comprender este socialismo revolucionario, que como va parece de pacotilla, y de la más barata, aunque a los venezolanos nos está saliendo ya bastante cara. Con miles de millones de bolívares desperdiciados, provenientes de la venta de petróleo a más de 100 dólares el barril, hasta la ilusión de los crédulos venezolanos que creyeron que un militarote golpista podía tener la capacidad y la formación para dirigir una economía tan compleja como la nuestra, dependiente de una enorme riqueza del subsuelo, y otrora empeñada en avanzar para colocarse entre las naciones más adelantadas del subcontinente suramericano. Nada de eso ha quedado. La riqueza del subsuelo sigue allí, pero la estructura para extraerla ha sido destruida o reducida a una mínima capacidad operativa por la desidia, la ineptitud y la corrupción de los encargados de mantenerla generando bienes cuya exportación se traduzca en divisas para producir bienestar a todos los venezolanos.
Tampoco a la manufactura nacional le ha ido mejor: incapaz de adquirir materia prima producida en el país, dada la ruina de nuestras industrias del acero, el cemento o el agro, o de importar materia prima no producida en el país, dada la insolvencia a que los condena un control de cambio manejado discrecionalmente por el régimen, miles de empresas han cerrado sus puertas, despedido a sus obreros y empleados, convirtiendo en ciudades fantasmas a las zonas industriales que fueron una vez un activo conglomerado de obreros, empleados y empresarios trabajando juntos para construir un futuro mejor para todos.
De esta debacle no escapa la industria farmacéutica. La elaboración de medicinas comprende un proceso complicado, que va desde la investigación sobre nuevas fórmulas que aumenten la eficacia de las ya existentes, la obtención de componente químicos, a veces extraídos de tejidos vegetales o de elementos minerales mediante complejos procesos, hasta el empaquetado de las pastillas o el envasado de los jarabes que contengas las exactas cantidades de componentes necesarias para lograr en el enfermo el efecto deseado, sin efectos colaterales que puedan causarles mayores daños a su ya sufriente organismo. Que el remedio, como reza el viejo dicho, no sea peor que la enfermedad.
Toda la situación creada por la falta de divisas, que tiene que ver más con el robo de las mismas por ciertos jerarcas del régimen y sus allegados y socios que con “El Niño”, “El Imperio” o “La Guerra Económica”, ha llevado a que los diputados a la Asamblea Nacional planteen la grave situación en sus sesiones, a lo cual otro grupo de ellos, que representan más a los intereses del partido de gobierno que a sus electores, han pretendido minimizar o evadir el debate, mediante discursos que poco tienen que ver con el problema y nada resuelven.
Indignante, por decir lo menos, fue escuchar y ver a una señora diputado, otrora ministro, salir por la tangente, acusando a los que plantearon el problema del desabastecimiento de medicinas y la muerte de venezolanos a causa de esa carencia, de desconocer la existencia de los “médicos integrales” y del contingente de médicos cubanos por los cuales los Castro nos cobran, por cierto, una buena suma de dólares. Fue como si, por la carencia de pieles y cueros, los venezolanos fuéramos descalzos, y su estupidez la llevara a afirmar que en Venezuela abundan los zapateros. Vamos desnudos por falta de telas, pero abundan los sastres.
No hay zapatos, pero hay zapateros. ¡Maravilloso!
peterkalbers@yahoo.com
@peterkalbers
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