Crónica
Luis Cubillán Fonseca.
Individuo de Número Sillón “O”.
A cierta altura de la vida uno comienza a revisar lo vivido, entre recuerdos, nostalgias, afectos, amores, y sobre todo las acciones. En definitiva una vista al camino recorrido, con sus respectivas caídas, y algunos logros.
Estas líneas, no son más que la expresión de alegría que llevaré hasta mis últimos instantes, pues me permite decirle a Valencia, que allí queda, ese monumento, que estuvo a punto de ser destruido. Faltó poco, para que las máquinas que aquel domingo 21 de octubre de 1972, habiendo destruido ya el inmueble de la Beneficencia, avanzaran hacia la casa del oncológico. “La casa del Oncológico” era nada más y nada menos que la “Casa del Hospital de Caridad de San Antonio de Padua”, asilo el año 12 del Primer Congreso Constitucional Venezolano, y donde renació la República independiente y soberana en 1830, bajo la tutela del fundador del Estado Venezolano General José Antonio Páez. Héroe preclaro de Carabobo.
Los días 5, 6, 7, de Octubre de 1979, el inolvidable Don Torcuato Manzo Núñez reunió en Valencia El Primer Congreso Venezolano de Escritores. Allí presentamos la ponencia titulada: La gestión ductora del intelectual en la búsqueda de la Identidad cultural del pueblo venezolano. El domingo 21 de octubre de 1972, me dirigía a la Casa Páez, donde se reunía, la Comisión de la Memoria del Congreso, dirigida por la inolvidable intelectual venezolana Doña Irma De Sola Ricardo de Lovera. ¡Señores,-les dije- apenas terminemos esta reunión debemos ir, a tomar el Hospital de caridad, pues las máquinas están esperando para tumbarla! Doña Irma propuso irnos a pie, -deseaba pasar por la Logia Masónica Fénix N°8, porque el fundador había sido su antepasado el General D. Juan De Sola Ricardo, Héroe de la Independencia y Periodista. Seguimos camino hasta el viejo hospital, me anticipé para llegar hasta las Oficinas del El Carabobeño, con la suerte, que nuestro querido amigo Lic. Alfredo Fermín, estaba de guardia, lo esperamos en la puerta del antiguo hospital, apenas llegó con el fotógrafo, ordenamos el grupo de los “tomistas” y quedó para la historia el acto que salvó el inmueble. En la foto estamos de derecha a izquierda (para identificar) Luis Cubillán, Oswaldo Feo Caballero, Flor Gornés y Gallegos, Eduardo Arroyo Álvarez, F.J. Ávila, Irma de Sola de Lovera, Torcuato Manzo Núñez, (con mano sobre la aldaba del portón), Virginia Pérez Linares, Rafael Ramón Castellanos…(El Carabobeño 22 de Octubre de 1979) El portón estaba cerrado, pero unas oportunas patadas del que escribe,(era el menor) hicieron ceder la tranca.
¡Entramos…, la vista fue triste! Muchas partes del techo del corredor y varias columnas caídas, el piso de cemento, rajado, tubos por todas partes, -pues era la lavandería del Oncológico-, cuerdas de secado de ropa en todas direcciones, paredes sucias y pintarrajeadas de asbestina de varios colores, etc.. Además de montones de basura que depositaban los funcionarios del Capitolio.
Doña Irma viendo los envoltorios de sabanas ensangrentadas salidas de los quirófanos, y lencería, etc. se sintió mal. Realmente pensar en reconstruir el caserón parecía locura.
En aquellos momentos, no se tenía ni idea de la construcción original. Los mayores: Torcuato, Manzo Núñez, Virginia Pérez Linares, no recordaban; Ignacio Bellera Arocha, conservaba vagos recuerdos de “unas ruinas que se veían por la Calle Páez, cuando pasaba en dirección al Colegio Don Bosco” donde estudiaba…. Etc. Recordaban si, que aquello había sido en tiempos de López Contreras, laCasa del Niño, y para esas funciones había sido adecuado el caserón.
El Centro de Historia.
El Centro de Historia del Estado Carabobo. Fue un proyecto del Ilustre Doctor D. Adolfo Blonval López, para mantener viva la historia regional. Lo secundaba Don Carlos Vicci Oberto, (Ambos lamentablemente fallecidos). La Asamblea Legislativa, Presidida por el Dr. Jorge Colmenares, adoptó el proyecto, y designó a los miembros correspondientes de la Academia Nacional de la Historia: Adolfo Blonval López, Fabián de Jesús Díaz, Alfonso Marín, Torcuato Manzo Núñez, Felipe Herrera Vial, y Asdrúbal González, para redactar en el plazo de 60 días los Estatutos, y presentar la Nómina de los Miembros fundadores, quienes fueron presentado su Discurso de Incorporación, de acuerdo a la decisión del Presidente, solamente dos no lo presentaron, o sea que fueron elegidos pero no tomaron debida posesión del nombramiento.
Fue decretada La Casa de le Estrella, como sede permanente, o sea el antiguo Hospital de Caridad de San Antonio de Padua. El Poder Ejecutivo desempeñado en esos momentos por el muy querido Arq. Raúl Gómez, mandó a reconstruir las columnas caídas y tapar los numerosos huecos en el encañado del techo, alfombraron el salón, y le asignaron la cantidad de siete mil bolívares, en el presupuesto del Estado, porque se trataba de un organismo oficial por Decretado por la Asamblea Legislativa, la Asamblea donó muebles para la secretaria, un escritorio de madera tallada, que fue de José Rafael Pocaterra, y cuatro sillones Luis XV. El Concejo Municipal, una mesa de directiva con sus sillas, la Lic. Alicita Oliveros López -ejemplo de la cultura de la mujer carabobeña-, donó estantes para la biblioteca, La Universidad de Carabobo, dio en calidad de préstamo, (mientras se restauraba el piso del Paraninfo, que amenazaba ruina, trasladó el mobiliario y sus respectivas obras de arte, incluido el extraordinario retrato del General Joaquín Crespo, original de Arturo Michelena, sillas, cortinas, tarima y obras de arte), el Dr. Blonval mandó a fabricar el majestuoso mesón académico, y dos vitrinas para completar el mobiliario de la Biblioteca, que perteneció al General Isaías Medina Angarita, con ese mobiliario también recibimos la edición príncipe del Cojo Ilustrado. El 24 de septiembre de 1980, El Dr. Blonval instaló el Centro, nos impuso las medallas y entregó los diplomas, anunció que el día 6 de mayo, el Congreso de la República, sesionaría allí. La casa estuvo parapeteada para recibir al Presidente de la Republica Dr. Luis Herrera Campins y a las Cámaras del Congreso, que sesionaron en el augusto recinto con ocasión del 150 Aniversario de la Creación de la República. Entre los Senadores estuvo el Doctor Rafael Caldera. El discurso de esta sesión solemne del Congreso de la República, lo pronunció el parlamentario, político y profesor universitario carabobeño, Doctor Jesús Gánem Martínez. De hecho fue el reconocimiento de la Casa a nivel nacional. El 31 de mayo de 1982, falleció nuestro Presidente Fundador Dr. Adolfo Blonval López. El Dr. Fabián de Jesús Díaz, Vicepresidente electo, se encargó de la Presidencia. Luego de las elecciones para el periodo 1982-1984, quedamos en la Directiva: Fabián de Jesús Díaz Bejarano Presidente, Vicepresidente mi persona, Secretario el Profesor Lic. Francisco. Ramón Velásquez, Tesorero: Don Antonio Oswaldo Marvéz Sosa, Cronista de Bejuma, Bibliotecario: el Dr. Juan Ricardo López Ponce, los Vocales: Prof. Víctor Sierra y Don Alfonso Marín, Segundo Cronista de Valencia.
En enero de 1983, apareció bajo la dirección de los Profesores Vásquez Quirós, y Sierra, el primer número del Boletín, que tendría regularidad semestral.
A principios de 1989 falleció a sus 81 años el ilustre venezolano Dr. Fabián de Jesús Díaz Bejarano, -me eximo de comentarios sobre su persona, porque me llevarían muchas sentidas páginas-. Cuando decidió retirarse de la actividad académica, por quebrantos de salud, me llevó del brazo, recorriendo el ruinoso edificio, con su bastón iba señalando las paredes, igual honor le tributamos cuando entró su féretro a la casona, a hombros de académicos, fue llevado a recorrer por última vez la que había sido su casona amada. En 1989, cuando el Dr. Díaz fue llamado por el Señor, fui elegido Presidente, el otro candidato fue Don Alfonso Marín, quien retiró su candidatura. Desde ese momento los académicos me reeligieron en varias oportunidades como veremos más adelante. Me tocó ver morir y acompañar a casi todos los miembros fundadores, en cumplimiento de mis deberes como católico, tuve el honor de acompañar a Monseñor Henríquez a llevarles a muchos de ellos, los auxilios espirituales, los ilustres fundadores fallecidos al día de hoy suman 21, entre ellos : El Dr. Adolfo Blonval López, Lic. Carlos Vicci Oberto, D. Torcuato Manzo Núñez, D. Antonio Oswaldo Marvéz Sosa, El Arzobispo Henríquez, Dr. Luis Vásquez Quirós, D. Alfonso Marín, Dr. Luis Rafael Medina Ortega, Dr. Juan Ricardo López Ponce, Lic. Francisco Morales Urbano, Dra. Enriqueta Peñalver, D. Luisa Galíndez, D. Virginia Pérez Linares, D. Miguel Elías Dao, Prof. Alfonso Betancourt, Prof. Francisco Ramón Velásquez, Prof. Víctor Sierra, sobrevivimos, en orden de edad y eminencia los doctores José Ramón López Gómez, Asdrúbal González Servén, y quien escribe.
Como dijimos, en 1989, nos eligieron presidente. Desde que tomamos la casa, pensamos restaurarla, se decía en Caracas, que no se declaraba Monumento Nacional, pues había perdido su originalidad. (Meses después realizamos la historia de la casa, y descubrimos que más del 90 por ciento de los muros eran originales y que conservaban decorados. Solo la decisión del Dr. Henrique Salas Römer, pudo realizar, por su interés y por ser el Primer Gobernador electo de la Descentralización, lo que le permitió poner por obra sus deseos engrandecedores) Sin embargo, decidimos continuar mejorándola. Desde el siete de junio de 1979, veníamos en la Presidencia de la Junta Nacional Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación en el Estado Carabobo, y preparamos el Decreto para proteger al inmueble en calidad de Monumento Nacional,-jerarquía que le había sido negada. Los técnicos enviados por el CONAC, no autorizaban la declaración porque el inmueble había perdido sus elementos originales- (descubrimos que al declararlo se obligaban a restaurarlo, ¡y no tenían presupuesto!) El Dr. Gasparini, Historiador y Arquitecto, que nos apoyaba, nos envió un geómetra que elaboró el levantamiento de la manzana. Luego con la intervención del inolvidable amigo el Dr. Luis Herrera Campins, apareció el Decreto en Gaceta Oficial Nº 31.930 del 12. 12. 1980. De ello se hizo eco Don Felipe Herrera Vial en su columna de El Carabobeño.
Originalmente la Casa de la Estrella, ocupaba toda la manzana, la mitad hacia la Calle Páez.
la ocupaba el cementerio, los cadáveres de los enfermos los reducían en un pudridero de cal viva, ubicado en los excusados; cuando se secaban, decían “áridos,” los enterraban en el cementerio-huerta, allí, el Dr. Niño, (abuelo de la famosa Carolina Herrera, el doctor Bebé, de Pocaterra) construyó La Casa del Niño, que luego pasó a ser el Hospital Oncológico.
Cada vez, que pintábamos (con la pintura donada por “Nuestra Señora de la Cultura” Nuestra querida Frida Añez, siempre atenta y generosa) y se humedecían ciertos muros, translucían restos de pinturas anteriores. Marco Tulio Mérida, quien estuvo de Secretario durante ocho años, con un bisturí hizo algunos raspados: No quedaba duda, ¡los muros eran antiguos! El Arquitecto Luis Maldonado Pedroza, quizá el profesional más capacitado en la materia de restauración, tanto en su patria como en el Ecuador y otras partes, donde solicitan sus servicios, fue el asesor permanente y gratuito, y debe sentirse orgulloso al ver el Monumento que contribuyó con su gran conocimiento en la materia para que hoy exista.
Mucha ayuda nos prestaron los Profesores de la UCV. Y mejores amigos los Doctores Mario Sanoja Obediente e Iráida Vargas Arenas (descendiente de Francisco González Guinán y por ende de Miguel Peña) enviaron estudiantes de arqueología de la UCV. Para hacer prospecciones en el área del patio. Obtuvieron muestras de los varios niveles del terreno: prehispánico, cerámica valenzoide, periodo hispánico: cerámica vidriada, porcelana china, porcelana industrial, etc. Ladrillos de media luna, de las antiguas columnas, hierro, tejas, etc.
Comienzan los pleitos:
Desde siempre estuvimos pendientes de sacar un estacionamiento en el terreno donde estuvo el Asilo de Ancianos, inventamos que allí sería la Plaza de la República, lamentablemente, con títulos falsos, habían enajenado el terreno, sin embargo encargamos al Arq. Viso Volbrach el proyecto para Plaza de la República, nuestro artista Wladimir Zabaleta, proyectó una menina en metal de gran tamaño ¡Extraordinaria! No se pudo realizar, la maqueta quedó allí, porque la mitad de la manzana, para aumentar los males donde se iba a construir la Plaza, la había donado la Municipalidad a la Sociedad Anticancerosa, le opusimos el Decreto de Monumento Nacional. Sin embargo, mientras duraba el juicio, llevado adelante por el Lic. Lucas Barcia, lo alquilaron para estacionamiento, y así quedó…. Los gobernadores pasan como hojas que se lleva el viento, vimos pasar a Raúl Gómez, Correa, Acevedo, Celli, Luque, Izaguirre, y al Profesor González, con quien suscribimos un Comodato por cincuenta años, para reforzar la titularidad otorgada por la Asamblea Legislativa. Las enajenaciones siguieron, un vivo, ¡Con la ficha catastral del terreno de El Carabobeño, -sin que supieran los Alemán- ¡habían vendido la mitad del Monumento!, entonces fuimos nuevamente con el amigo Lucas Barcia (QEPD) a Tribunales….
Apenas llegado a la Gobernación Henrique Salas Römer dio muestras de su política cultural, la cual comenzaba con magnífico pie: se propuso restaurar los monumentos cuyo estado era deplorable. Se dice que esas políticas no dan votos, pero son acciones agradecidas eternamente por el pueblo. Hicimos nuestro el apotegma de Peguy: “ El patrimonio, es el patrimonio de quienes no tienen patrimonio” o sea que es patrimonio del pueblo, el paisaje, el cuadro que está en los museos, los Monumentos Nacionales que visita, como la comida sencilla, y el canto y baile que surge del pueblo mismo, o sea ciertos elementos constitutivos de la identidad de la Nación.
El 18 de febrero de 1991, fuimos designados para la Dirección de Ceremonial, y a petición nuestra, Comisionado para el Acervo Histórico. El Gobernador Salas siempre estuvo consciente de la importancia simbólica de la Identidad (Cualquier día escribiremos sobre su importante política cultural) El inicio de los trabajos, produjo gran alegría en el Centro de Historia, y en la ciudad. Inmediatamente, nos mudamos a un pabellón del Oncológico, y otras áreas para oficinas y biblioteca. Afortunadamente, habíamos adelantado mucho en los estudios científicos preparatorios pautados por la UNESCO, Cartas de Venecia y Quito, etc. Los estudios documentales en el Archivo Arquidiocesano de Caracas, adelantaban, al mismo tiempo hacíamos el curso de Paleografía en la Academia Nacional de la Historia para transcribir los documentos, se ubicó el plano de 1818, según este, la restauración resultaba fácil, pero el Arq. Luis Maldonado, nos indicó desenterrar la pileta que aparecía en el plano y acertó: la pila se encontró cuatro metros bajo el relleno, esto obligó al replanteo del proyecto. En el inventario de 1769, y en el presupuesto de 1818, se definen cuatro niveles de piso articulados por escalones, y arcos. Para la restauración de las pinturas murales, propusimos al señor de Tovar. Resaltamos la actividad de la arquitecta Sara Atienzar, que adoptó en la elaboración del proyecto los resultados de un estudio académico arqueológico e histórico enjundioso. Como es lógico, allí estuvimos diariamente viendo el desarrollo de la obra, intervenimos cuando fue necesario: como mandar a destruir la fila de columnas del lado norte, vaciadas en concreto, equivocadamente altas, con respecto al nivel indicado en el inventario de 1769. Hubo pleito, pues al poder lo rodean adulantes. Tuvimos razón en pleitear, pues esa es la Sede de la Academia, decretada por la Asamblea, y reforzada en Comodato por medio siglo. González Guinán asentó: ”Que las cosas públicas se defienden como propias y se pierden como ajenas” El Economista Henrique Fernando Salas-Romer, siguiendo la obra de su padre el Dr. Henrique Salas , de acuerdo con la Academia, decretó la restauración del antiguo Oncológico para desahogo de la Academia, la cual no podía ocupar con oficinas administrativas los espacios históricos, el proyecto contemplaba espacios para las academias de Medicina, Ciencias Políticas, Lengua y Ciencias Naturales, además del local para la expansión de la biblioteca de la Academia, que pasaría a permitir el uso a cierto número de lectores. Lamentablemente, con el cambio en la administración, el edificio volvió a ser usado para el siempre creciente Archivo del Ejecutivo del Estado, y la academia quedó reducida al espacio original.
______________________________
Notas:
1. Parte de esta Crónica fue publicada en el Diario “Notitarde” de Valencia, en cuatro entregas los días 3, 10, 17, 24. Pág. Cuatro. Columna “Trinchera”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario