Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

domingo, 15 de septiembre de 2013

El Buda se interesaba por la felicidad de los hombres. Él sostenía que sin una vida pura basada en principios morales y espirituales, la felicidad era imposible. Más sabía que era difícil llevar tal vida cuando reinaban condiciones materiales y sociales desfavorables.



Lectura Tangente
14/09/2013 Notitarde

Libre de miedo y ansiedad


Marisol Pradas
El monje budista Walpola Rahula (1907-1997), educado e instruido según la tradición Theravada en Sri Lanka, escribió en un artículo titulado Sobre la justicia social "… Los que piensan que al budismo solo le interesan las ideas excelsas, la elevada moral y el pensamiento filosófico, e ignora el bienestar social y económico de la gente, están equivocados. El Buda se interesaba por la felicidad de los hombres. Él sostenía que sin una vida pura basada en principios morales y espirituales, la felicidad era imposible. Más sabía que era difícil llevar tal vida cuando reinaban condiciones materiales y sociales desfavorables.

El budismo no considera al bienestar material como un fin en sí mismo, sino únicamente como un medio hacia un fin -un fin más elevado y más noble. Pero es un medio indispensable; indispensable para alcanzar una meta más elevada en la consumación de la felicidad del hombre. Por consiguiente, el budismo reconoce la necesidad de ciertas condiciones materiales mínimas para el éxito espiritual, aún las del monje que, en un lugar solitario, se halla sumido en la meditación.

El Buda no separa la vida del contexto de su fundamento tanto social cuanto económico; la considera como un todo, en todos sus aspectos sociales, económicos y políticos. Su enseñanza sobre problemas éticos, espirituales y filosóficos es bastante conocida; empero, poco se sabe, especialmente en Occidente, acerca de su enseñanza relacionada con asuntos sociales, económicos y políticos. Sin embargo, a lo largo de los textos budistas antiguos hay numerosos discursos que tratan de ellos. Permítasenos dar solo algunos ejemplos.

… la pobreza (daliddiya) es la causa de la inmoralidad y de crímenes tales como el robo, la falsedad, la violencia, el odio, la crueldad, etcétera. Tanto los reyes de la antigüedad cuanto los gobiernos de nuestros días, han buscado la supresión del crimen mediante el castigo. El Kutadanta-sutta del nikaya citado, expresa cuan fútil es este método y niega que el mismo pueda tener éxito. En lugar de ello, el Buda sugiere que para erradicar el crimen es preciso mejorar las condiciones económicas del pueblo: proveer de grano y otras facilidades agrícolas a los granjeros y labradores, poner capitales a disposición de los mercaderes y de todos los que negociaren, así como pagar salarios adecuados a los empleados. Cuando el pueblo esté así provisto de los medios para obtener un ingreso suficiente, estará satisfecho, libre del miedo y la ansiedad y, por consiguiente, en el país reinará la paz y desaparecerá el crimen.

Por eso el Buda les dijo a los laicos cuán importante era que mejoras en su situación económica. Mas ello no significa que haya aprobado el atesoramiento de la riqueza con avidez y apego, lo cual es contrario a su enseñanza fundamental, ni tampoco que haya dado por buenas todas las maneras de ganarse la vida, pues, como hemos visto más arriba, existen ciertos comercios que él condenó como medios de vida nocivos, por ejemplo, la fabricación y la venta de armas.

En tiempos del Buda -al igual que en nuestros días- había gobernantes que regían sus países injustamente. El pueblo era oprimido, torturado, perseguido, se le imponían cargas excesivas e infligían crueles castigos. Este trato inhumano conmovía profundamente al Buda. Por tanto, el Dhamma-padatthakatha relata que dirigió su atención al problema del buen gobierno; y sus conceptos no deben ser apreciados como contrarios a las condiciones sociales, económicas y políticas reinantes en aquella época. El Buda demostró de qué manera un país podía tornarse corrupto, degenerado y desdichado, cuando los dirigentes del mismo, esto es, el rey, los ministros y los funcionarios volvíanse corruptos e injustos. Para que un país sea feliz, debe tener un gobierno justo. En su enseñanza sobre "los diez deberes del rey" (dasa-raja-dhamma), expuesta en el texto llamado Jataka, el Buda explica cómo esta forma de gobierno justo puede ser llevado a efecto. Naturalmente, el término "rey" (raja) de antiguo cuño, debe ser reemplazado en la actualidad por "gobierno". Por consiguiente, "los diez deberes del rey" pueden aplicarse hoy día a todos los que constituyen un "gobierno": el jefe de Estado, los ministros, los dirigentes políticos, los legisladores y los funcionarios administrativos.

El primero de los "diez deberes del rey" significa, literalmente, practicar la generosidad y la caridad (dana). El gobernante no debe sentir ni avidez ni apego por la riqueza y la propiedad, sino que debe donarlas para bienestar del pueblo.

Segundo: un elevado carácter moral (sila). Nunca debe destruir vidas, trampear, robar, explotar a otros, cometer adulterio, decir mentiras, ni tampoco tomar bebidas intoxicantes. Vale decir, por lo menos debe observar los cinco preceptos del laico.

Tercero: sacrificar todo por el bien del pueblo (pariccaga). Tiene que estar dispuesto a sacrificar toda comodidad personal, así como su nombre y fama, y aun la vida en beneficio del pueblo.

El resto en: http://www.budismo.net/t8.php

E-mail: mpradass@gmail.com

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