Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

domingo, 27 de abril de 2014

Hoy, primer domingo después de Pascua y fiesta de la Divina Misericordia, la Iglesia Católica protagoniza un inédito capítulo en sus 2.000 años de historia: Dos papas vivos, en distintas funciones, elevarán a la gloria de los altares, como Santos, a dos predecesores: Juan XXIII (1958-63) y Juan Pablo II (1978-2005).

Dos Papas para canonizar a dos Papas!

Seremos testigos de un acontecimiento sagrado y único en la historia del Cristianismo.
La capital italiana se prepara a vivir una jornada histórica tras el anuncio de que el papa emérito Benedicto XVI y el papa Francisco concelebrarán mañana domingo la misa de canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II en el Vaticano, lo que se conoce ya como el "día de los cuatro papas". 
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La fiesta de dos santos y dos papas

El Vaticano está listo para las canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II este domingo | Agencias
El Vaticano está listo para las canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II este domingo | Agencias
La Iglesia Católica vive hoy un proceso inédito con la canonización simultánea de Juan XXIII y Juan Pablo II por parte del papa Francisco con la presencia del emérito de Roma, Benedicto XVI

Hoy, primer domingo después de Pascua y fiesta de la Divina Misericordia, la Iglesia Católica protagoniza un inédito capítulo en sus 2.000 años de
historia: Dos papas vivos, en distintas funciones, elevarán a la gloria de los altares, como Santos, a dos predecesores: Juan XXIII (1958-63) y Juan Pablo II (1978-2005).
 La ceremonia de canonización de los beatos será oficiada por el primer papa latinoamericano y jesuita, Francisco, con la participación del obispo emérito de Roma, Benedicto XVI, quien renunció al papado el 11 de febrero de 2013.
 La asistencia de Benedicto XVI se mantuvo en suspenso hasta el miércoles pasado cuando el presidente de la Obra Romanade Peregrinaciones, Liberio Andreatta, confirmó su participación. “Dos papas vivos y dos papas santos.
Roma vivirá un evento histórico. Imagino qué emoción sentirán Benedicto XVI y Francisco", comentó Andreatta.
 Durante su pontificado, Joseph Ratzinger, inició el proceso de santificación de Juan Pablo II a meses de su muerte en el año 2005, mientras que la ascensión de Juan XXIII al Panteón de los Santos comenzó en 1965 dos años después de su muerte.
 El simbolismo que este acto de ascensión supone, tanto para la Iglesia Católica como para los 1.200 millones de fieles en el mundo, le imprime un sello singular a esta fiesta religiosa. El teólogo venezolano, residente en Roma, Rafael Luciani expresó al respecto: “Más allá de las particularidades y estilos de cada papado, tenemos que ver el significado de este acontecimiento en el hecho de lo que representa una canonización de un papa, de cara a su ministerio o servicio eclesial y a su función en medio de la sociedad, porque no se canoniza a un papa por el poder que concentra o por los milagros que se le atribuyan, sino por su servicio incondicional y el estilo de vida que ha llevado, en fidelidad a las palabras y las acciones de Jesús”.
 El teólogo Félix Palazzi agregó: “Vivimos tiempos de una gran expectativa en la compresión del ministerio o servicio en la Iglesia. Sin duda alguna, la presencia de Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro, como papa emérito, evidencia la línea asumida por el papa Francisco desde el inicio su ministerio petrino. Reforzando la comunión en el servicio y en el amor fraterno, y no desde las meras palabras, sino a partir de hechos y acciones concretas”. Manifestó que hay antecedentes de un doble proceso en un solo
acto: “Curiosamente Juan Pablo II presidió la beatificación de Pío IX y Juan XXIII”, dijo Palazzi quien también es venezolano de origen.  Este momento de fe tiene otras lecturas como la político-estratégica, perspectiva que intenta analizar la trascendencia que esta canonización simultánea implica para el papa Francisco. En los últimos días analistas han manejado la tesis según la cual el pontífice intenta reconciliar dos visiones de la Iglesia Católica y balancear el culto a la personalidad que aún suscita el carismático Juan Pablo II. “Se busca mantener  el equilibrio entre dos figuras tan contrapuestas como el agua y el aceite”, afirmó el especialista en asuntos religiosos y escritor del diario El País de España, Juan Bedoya. Esta opinión es matizada por Palazzi, quien consideró que “el equilibrio, mucho más que un acto aislado de una canonización, es producto de la participación plural y el espíritu de acogida y de servicio que se evidencian en el ministerio de Francisco como obispo de Roma y sucesor de Pedro”.
 Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli) es reconocido por haber convocado el gran Concilio Vaticano II (1962-1965) que abrió la Iglesia Católica al mundo para su modernización. “Juan XXIII no solo fue un hombre bueno, sino uno que supo estar a la altura de los retos y las necesidades de la comunidad eclesial de su época, sin miedo a iniciar un proceso de revisión y reforma radical de toda la Iglesia para que esta pudiera servir, nuevamente y con frescor, al hombre en todas sus dimensiones, y a la luz de los retos de los nuevos tiempos. Le tocó vivir una época difícil, tanto en lo sociopolítico como en lo eclesial”, enfatizó Luciani. Se suele comparar el carácter afable del “papa bueno” con el de Francisco, quien con esta canonización valora el ejemplo vanguardista y de reforma de su predecesor sobre todo ante los desafíos que enfrenta la institución religiosa durante el nuevo siglo.
 Una de las narrativas que intenta comprender la pronta ascensión de Juan Pablo II (Karol Wojtyla) es que el Vaticano busca equilibrar la veneración que aún suscita el papa polaco entre los fieles, razón por la cual existiría la necesidad de cerrar ese capítulo en el mundo terrenal. Aunque el día del funeral de Juan Pablo II la gente clamó para que fuese proclamado Santo Súbito, Palazzi consideró que Francisco no necesita de esta maniobra porque él ha abierto un nuevo capítulo sin necesidad de sobreponerse a su predecesor. “Afortunadamente en la Iglesia no sucede como en los partidos políticos donde para mostrar las virtudes hay que señalar las fallas o errores de las gestiones anteriores o adversarios”, comparó.
 Francisco, no obstante, ha recibido críticas de una parte de la Iglesia polaca por su estilo directo y poco protocolar. Este sector ve con inquietud el interés del papa argentino por los laicos y su forma de abordar los problemas  sociales.
 Las prerrogativas que se abrogó el actual jefe de la Iglesia Católica para hacer particular este proceso de ascenso a los altares también están en cuestión. No solo se especula sobre la canonización en tiempo récord de Juan Pablo II, cuyo proceso comenzó el mismo año de su fallecimiento por orden de Benedicto XVI, quien eliminó el requisito canónico de esperar cinco años tras la muerte de un candidato para iniciar la causa aunque cumpla con todos los pasos exigidos por la Iglesia; sino a la disposición de elevar a Juan XXIII sin que se haya comprobado el segundo milagro necesario para ser proclamado santo. Luciani sostuvo que “la santidad no viene reconocida por los milagros que una persona pueda hacer, sino por el ejemplo de vida que ésta ha llevado a la luz del seguimiento de Jesús”. Palazzi abunda en el mismo sentido al considerar que el mismo Juan XXII o Juan Pablo II hicieron uso de prerrogativas. “No creo que esto obedece a una intención privada del papa Francisco, sino a la acogida de un clamor eclesial”.
 A la par de los análisis sobre el asunto, el mundo católico estará de fiesta al contar con dos nuevos santos, uno de ellos –Juan Pablo II– reconocido y vivido por la actual juventud católica que ahora ve en Francisco la posibilidad de una nueva Iglesia al servicio del hombre y a la altura de los actuales retos sociales, políticos y económicos.

Los papas hacen la tarea

EMILY AVENDAÑO

Cuando el papa Juan Pablo II aterrizaba en Venezuela la tarde del 26 de enero de 1985, Margarita de Jesús –para entonces una adolescente– acampaba con sus compañeros de liceo en la explanada de Montalbán. Se preparaban para presenciar la eucaristía multitudinaria que al día siguiente oficiaría el papa viajero en el lugar que ahora ocupa la urbanización Juan Pablo II. 29 años más tarde, De Jesús asistirá hoy a una misa a realizarse exactamente en el mismo lugar, esta vez para celebrar la canonización de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII.
Pedro Hidalgo, uno de los organizadores de los actos, calcula que a la ceremonia asistirán alrededor de 1.000 personas. Es una fecha importante para los residentes de la zona, quienes el 17 de noviembre de 2013 lograron la creación de la parroquia eclesiástica Beato Juan Pablo II y que a partir de hoy cambiará su nombre al de Santo.
“En este lugar, que ahora es el templo Nuestra Señora de la Visitación, el papa celebró su primera misa en Venezuela y justo aquí estaba el altar”, afirmó el párroco Roberto Plachta, polaco al igual que Karol Wojtyła y que en dos oportunidades pudo coincidir con quien hoy se sumará al santoral católico.
En Montalbán esperan que con la canonización, el Estado concluya la iglesia, cuya obra se paralizó en 1991; retire la concretera ubicada detrás del templo y mejore la seguridad. “Confiamos en que Dios interceda para que haya más paz, seguridad y a la larga mejor calidad de vida”, afirmó Hidalgo.
Evangelizar en las escuelas. En el colegio Juan Pablo II, ubicado en El Paraíso, rendirán homenaje a los papas santos mañana. “Vendrá un sacerdote a reflexionar sobre la vida de ambos, cantaremos la canción ‘El Peregrino’, casualmente aquí estudia un primo de Adrián Guacarán, los estudiantes traerán flores y globos, y los alumnos de quinto año prepararon marcalibros sobre la canonización”, dijo Gladys Remedios, directora de la institución.
Si bien Juan XXIII nunca pisó Venezuela aquí también se le rendirán honores en el colegio que lleva su nombre ubicado en Los Rosales. Nicola Di Mattia, fundador y director de la unidad educativa, recuerda que la institución se creó hace 51 años, cuando él y su colega Paolo Liistro tenían la intención de formar una escuela italo-venezolana: “Queríamos darle un nombre que fuese representativo para ambas culturas. Entonces, el 3 de junio de 1963, murió el ‘papa bueno’ y pensamos que ese sería el nombre ideal”, dijo Di Mattia.
En el colegio hay varias placas con frases pronunciadas por Juan XXIII. En la entrada, sobre el escudo se lee: “La justicia se defiende con la razón y no con las armas. No se pierde nada con la paz y puede perderse todo con la guerra”. Allí, el viernes hubo una misa, actuó la banda del colegio entonando un canto al papa Juan XXIII, develaron una imagen pintada a mano del pontífice y los niños ondearon la bandera del Vaticano.
“El colegio celebra con alegría la canonización. Nos enorgullece que Juan XXIII haya sido el promotor de algunas de las encíclicas más representativas de la Iglesia Católica”, afirmó Zulay de León, directora académica del colegio.


Celebraciones

Anoche el Instituto Educacional Juan XXIII de Valencia realizó una vigilia por la canonización de los papas. Se hicieron peticiones, a las 10:00 pm estaba prevista una misa, a las 12:00 am se proyectó la película del papa Juan XXIII y a las 4:00 am se unieron a la transmisión en vivo de la ceremonia.

En la iglesia Santa Rosalía de Palermo, en El Hatillo, realizarán hoy una misa solemne a las 12:00 pm para celebrar la canonización de Juan Pablo II.
A las 4:00 pm el alcalde David Smolansky reinaugurará el monumento en honor a Wojtyla, ubicado en la avenida Intercomunal y que fue restaurado para la ocasión.

La eucaristía en la iglesia Nuestra Señora de La Visitación, en la urbanización Juan Pablo II, se realizará a las 10:00 am. Luego, la comunidad realizará un compartir para celebrarlo.

12
colegios en Venezuela llevan
el nombre de Juan XXIII,
de acuerdo con las
cuentas de Nicola Di Mattia, fundador
de una de esas instituciones.

Pintura sacra

Un óleo de Juan Pablo II
de 1,20 metros de ancho por 2,40 de alto está en la iglesia de La Visitación, en Montalbán. Sixto Orozco Pieretti lo pintó en 2011, cuando Benedicto XVI aprobó la beatificación de Wojtyła. El artista sacro estuvo en la primera misa del papa en Venezuela: “Estuve parado toda la noche previa en la explanada. Cuando lo vi, fue como ver a un ángel. Se notaba que se trataba de un enviado de Dios”

#2popesaints
El Vaticano lanza plataforma digital
para las canonizaciones de Juan Pablo
II
y Juan XXIII. Tendrá web y perfiles en las redes sociales. Los interesados podrán consultar el portal www.2papisanti.org , una página en Facebook (2popesaints), una cuenta en Twitter (@popesaint), otra en Instagram (#2popesaints) y un canal de video en Youtube

El “papa bueno” cumple su meta

Franz von Bergen

“El pensamiento de que estoy obligado, como mi tarea principal y única; hacerme santo cueste lo que cueste, debe ser mi preocupación constante”. La frase fue escrita por Angelo Giusseppe Roncalli cuando tenía 15 años en un diario que mantuvo hasta su muerte, según escribe la biblioteca de autores cristianos en una breve biografía de quien, 63 años después de anotar esas palabras, en 1958, tomaría el nombre de Juan XXIII al convertirse en Sumo Pontífice.
“No tomaré nunca sal, no comeré nunca fruta por la noche, ni beberé más de un vaso de vino (…) con mujeres de cualquier condición aunque sean parientes o santas tendré un cuidado especial huyendo de su familiaridad, particularmente si se trata de jóvenes”, escribió Roncalli en su diario pocos años después de entrar al seminario. Cosas como esa hicieron que se ganara el apodo de “Angelito, el cura” entre sus amigos.
Fue ordenado sacerdote en 1904 y en 1921 obtuvo su primer cargo de relevancia dentro del Vaticano: secretario para Italia de la Obra de la Propagación de la Fe. Esa misión le llevó a visitar a todos los obispos italianos, por lo que desarrolló un amplio conocimiento de la situación de la Iglesia en su país. “Cómo comprendo -y ahora sin dificultad- que el principio de la santidad es mi completo abandono a la santa voluntad del Señor, incluso en las cosas pequeñas”, escribió en su diario el prelado en 1928, cuando encaraba estas delicadas empresas.
Roncalli fue nombrado cardenal en 1953 y llegó a Papa cuando estaba a punto de cumplir 77 años de edad, por lo que se pensaba que su pontificado sería uno de transición. Pero la experiencia adquirida en sus recorridos por el mundo lo animó a impulsar cambios dentro de la Iglesia. En su primer año, amplió el número de miembros del colegio cardenalicio de 70 a 87 para lograr una mejor representación mundial, lo que permitió que Venezuela tuviese su primer cardenal cuando fue proclamado José Humberto Quintero en 1961. Fue el primer papa en más de 80 años que salió del Vaticano: su primer viaje fue a Loreto y a Asís para pedir a la virgen y a San Francisco por el Concilio.
El 25 de enero de 1959, convocó el Concilio Vaticano II, hecho por el que pasó a la historia aunque Dios no le dio vida suficiente para guiar hasta el final esa convención, que tuvo como objetivo la reforma de la Iglesia y propulsó cambios como la celebración de la misa en idiomas distintos al latín.
Durante su pontificado, Juan XXIII también tuvo tiempo para acercarse a los feligreses. Visitó hospitales pediátricos y geriátricos, así como la cárcel romana Regina Coeli, lo que lo llevó a ser conocido como “El papa bueno”.
Murió en 1963 a causa de un cáncer terminal. Confesó que ofrecía su sufrimiento “para la santa Iglesia y para la humanidad entera que suspira por la paz”.

El líder religioso más influyente del siglo XX Anna Carolina Maieramaier@el-nacional.com

Karol Józef Wojtyla, conocido como Juan Pablo II desde su elección en octubre de 1978, fue el primer papa no italiano en más de cuatro siglos. Su pontificado duró casi 27 años, el tercero más largo de la historia solo superado por los de San Pedro y el beato papa Pío IX. Era diocesano, no pertenecía a ninguna congregación, y fue uno de los líderes más influyentes del siglo XX.
Recordado por su lucha contra la expansión del comunismo, influyó en la reorganización de las fronteras europeas tras el fin de la Unión Soviética.
Durante su pontificado abogó por la creación del Estado Palestino y el Vaticano estableció relaciones diplomáticas con Israel. Hizo historia al ser el primer pontífice que oró en una mezquita en Damasco.
Se entrevistó con numerosas personalidades y tuvo 984 encuentros con jefes de Estado y de gobierno. Entre los más controvertidos están los que realizó con el expresidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov (1989) y con el exmandatario de Cuba, Fidel Castro (1998). Hablaba 13 idiomas, por lo que en cada visita solía dirigirse a sus fieles en la lengua local. Visitó dos veces Venezuela: en 1985 y 1996.
En 1981 el mundo se conmocionó por el atentado al pontífice, baleado en la Plaza de San Pedro por Alí Agca, quien luego recibió el perdón papal en un acto de  misericordia. Menos mediático fue un segundo atentado en Fátima
(Portugal) en 1982 a manos del sacerdote Juan María Fernández Krohn.
En el año 2000 pidió perdón ante las faltas cometidas, a lo largo de la historia, por la Iglesia Católica por Las Cruzadas, La Inquisición y la discriminación de género y origen.
Su espíritu conservador y los escándalos (pederastia y corrupción por parte de religiosos) en el Vaticano ensombrecieron su principado y le generaron señalamientos por parte de los sectores más abiertos de la Iglesia Católica.
Juan Pablo II criticó el uso de los métodos anticonceptivos, el divorcio, el aborto y la eutanasia.
El polaco influyó en la Iglesia más que muchos de sus predecesores. Además de 14 encíclicas, publicó los nuevos Códigos de Derecho Canónico Latino
(1983) y Oriental, así como el Catecismo Universal de la Iglesia Católica
(1992) basado en el Concilio Vaticano II.
Con la ocupación de Polonia por parte del Ejército de Hitler (1939), Lolek –como le decían su familia y amigos– tuvo que vivir en la clandestinidad hasta 1945. En este período reafirmó su vocación religiosa. El 1° de noviembre de 1946 se ordenó sacerdote y en 1978, fue electo como el sucesor
263 del apóstol Pedro.
Su última aparición pública fue el 30 de marzo de 2005, cuando se asomó a la Plaza de San Pedro a bendecir a los fieles. Intentó hablar, pero no lo logró. Dos días después, falleció.

Mater et magistra
Elías Pino Iturrieta

La convocatoria del Concilio Vaticano II, hecha por el papa Juan XXIII, es de notable  importancia para la renovación de la Iglesia católica. Sin embargo,  el contenido de su carta encíclica Mater et magistra, publicada el
15 de mayo de 1961, le concede un lugar trascendental  en la historia contemporánea.
La encíclica no sólo se detiene en el combate de las injusticias sociales y en la reafirmación de los derechos de los trabajadores, planteados ya por León XIII. Juan XXIII desarrolla  un asunto de envergadura, que después formará parte ineludible de las polémicas relacionadas con el ámbito internacional. De Mater et magistra se desprende la obligación de las naciones ricas ante las comarcas expoliadas con las cuales han establecido vínculos en cuyo desarrollo se han perdido las nociones  de la compasión y la caridad.  Las comunidades más favorecidas en el proceso de creación y distribución de la riqueza tienen una deuda imprescindible con los pueblos explotados,  afirma Juan XXIII en su mensaje para Roma y para el mundo. ¿No hace un planteamiento extraordinario, hasta entonces  soslayado por  los poderosos del siglo XX?
La encíclica también plantea el problema de la propiedad privada como un derecho propio de los seres humanos que requiere un tratamiento semejante, es decir, una valoración que lo estime y proteja independientemente del tratamiento que haya tenido  en una latitud determinada, más allá de consideraciones particulares o locales. Otro planteamiento capaz de provocar políticas y análisis inesperados y retadores. De allí que, por los motivos esbozados, haya divulgado Juan XXIII en su Mater et magistra, uno de los mensajes esenciales del mundo contemporáneo. Mucho le debe la renovación de la liturgia a los empeños  del Concilio Vaticano II,  pero el entendimiento de problemas fundamentales del género humano es otro después de la publicación de su imprescindible encíclica. 

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