Luis Noguera: Fuerza corpórea
- Columnista, Notitarde, Marisol Pradas (Notitarde / )
- Marisol Pradas
Dibujos es el nombre de la exposición de Luis Noguera que se podrá apreciar desde el domingo 14 de julio en los espacios del Centro Cultural Eladio Alemán Sucre.
Contendrá sus últimas indagaciones y tres trabajos anteriores que conectan con la nueva obra, que hacen recordar los sisales que lo estuvieron arropando durante los años 80' y 90' cuando poseía una vitalidad creativa, llena de intuición como artista pero también de mucha inocencia.
En todo caso, tanto en el pasado, como en sus piezas actuales, está la piel que intenta reinventar después de dejarla expuesta en sus lecturas sobre los paisajes indomables de la naturaleza que nos rodea.
"Cuando fui a New York dejo de ser inocente visualmente porque el contacto con los grandes maestros, con las grandes obras, me hicieron aflorar todo el aspecto gráfico de mi obra, marcada por una impronta", dijo mientras mostraba las piezas más importantes de esta muestra, justo acomodadas en un patio hermoso, lleno de grama y la exuberancia vegetal de un trópico que las hacían lucir contrastadas y generosas.
El también artista Douglas Monroy, quien conoce la investigación de Noguera y ha expuesto a su lado en varias oportunidades, en el catálogo explica: "Luego de este largo período de exposiciones, participación y premiaciones en salones de arte, fija residencia en Nueva York entre los años de 1995- 1999. Durante este tiempo el artista experimenta un retorno a los inicios, pues la academia Art Student League lo insta ha comenzar prácticamente desde cero, se propone en consecuencia reinventarse, aborda entonces con la misma pasión los medios mixtos: el papel, la tela, el carbón y la madera. Observa desde muy cerca los grandes pintores como Lee Krasner, William de Kooning, Antonio Tapies y Arshile Gorky. No obstante, su producción seguirá siendo monocroma, no renuncia ni al paisaje, ni a la invocación de su infancia: en este punto no hay espacio de inflexión. Baja el ritmo frenético de su producción plástica, en tanto que este tiempo le sirve de escenario de reflexión, su leguaje plástico adquiere un sentido más universal, emergen con intensidad atmósferas poéticas, pero sobre todo la línea se hace más fluida y rotundamente más gestual".
Detalles de un paisaje, La enramada detrás de Reverón, la ventana y el paisaje son apenas los nombres del grupo de cuadros que podrán apreciarse, que esconden y revelan, por igual, la mirada visual de Noguera, palpable e inquieta; escapada y atada a los poros de la piel, de diversas texturas que conforman los collages que con gestualidad y precisión va domando.
Paisajes dentro del paisaje, imágenes sugerentes, rupturas armoniosas; la fragmentación de nuestra alma y nuestro cuerpo; de nuestra Venezuela, están allí. Las obras de Noguera revelan los pliegues y las estrías de la piel. Hay sensualidad, erotismo; el poder de lo corpóreo.
"Dibujos es un homenaje a mis cuatro años en Nueva York, que después de diecisiete años van saliendo… Yo me fui, llegué allí, con mucha humildad… me fui a la academia más humilde, obtuve una beca, trabajé en la cocina… me gané todos los premios más importantes que ellos daban, entre ellos, el Edward G. Mc Dowel Travel Grant, que me permitió viajar por cuatro meses por Europa. Allí, en ese recorrido, es donde se ajusta la espontaneidad mía, ese temblor que está trazado por una línea, que se tensa, que se jala… Soy muy sensitivo… mi dibujo es una excusa por mostrar y celebrar todo lo que me rodea. Me gusta madurar la obra", dijo Noguera.
"… la poética del artista encontramos una huella, una impronta telúrica, que lo aproximan a esa discursiva latinoamericana, compuesta por esas resonancias del génesis del hombre y de las especies, en esos imaginarios mundos selváticos donde Noguera explora la arquitectura de los árboles convertidos éstos en descomunales tótems vegetales, símbolos al mismo tiempo, de catedrales ancestrales de este continente. Y junto a estos temas atávicos subsisten simultáneamente el vértice del tiempo personal del artista, la presencia de una geografía privada, de un territorio donde la infancia y la memoria familiar anidan en la fronda de sus mayores sentimientos", revela Douglas Monroy.
Va a ser una exposición holgada, como él la ha trazado, con instalación incluida, y un video de sus alumnos de la Escuela de Artes Plásticas Carmelo Fernández", de San Felipe, estado Yaracuy, del Colectivo Las Tres Potencias.
E-mail: mpradass@gmail.com
Contendrá sus últimas indagaciones y tres trabajos anteriores que conectan con la nueva obra, que hacen recordar los sisales que lo estuvieron arropando durante los años 80' y 90' cuando poseía una vitalidad creativa, llena de intuición como artista pero también de mucha inocencia.
En todo caso, tanto en el pasado, como en sus piezas actuales, está la piel que intenta reinventar después de dejarla expuesta en sus lecturas sobre los paisajes indomables de la naturaleza que nos rodea.
"Cuando fui a New York dejo de ser inocente visualmente porque el contacto con los grandes maestros, con las grandes obras, me hicieron aflorar todo el aspecto gráfico de mi obra, marcada por una impronta", dijo mientras mostraba las piezas más importantes de esta muestra, justo acomodadas en un patio hermoso, lleno de grama y la exuberancia vegetal de un trópico que las hacían lucir contrastadas y generosas.
El también artista Douglas Monroy, quien conoce la investigación de Noguera y ha expuesto a su lado en varias oportunidades, en el catálogo explica: "Luego de este largo período de exposiciones, participación y premiaciones en salones de arte, fija residencia en Nueva York entre los años de 1995- 1999. Durante este tiempo el artista experimenta un retorno a los inicios, pues la academia Art Student League lo insta ha comenzar prácticamente desde cero, se propone en consecuencia reinventarse, aborda entonces con la misma pasión los medios mixtos: el papel, la tela, el carbón y la madera. Observa desde muy cerca los grandes pintores como Lee Krasner, William de Kooning, Antonio Tapies y Arshile Gorky. No obstante, su producción seguirá siendo monocroma, no renuncia ni al paisaje, ni a la invocación de su infancia: en este punto no hay espacio de inflexión. Baja el ritmo frenético de su producción plástica, en tanto que este tiempo le sirve de escenario de reflexión, su leguaje plástico adquiere un sentido más universal, emergen con intensidad atmósferas poéticas, pero sobre todo la línea se hace más fluida y rotundamente más gestual".
Detalles de un paisaje, La enramada detrás de Reverón, la ventana y el paisaje son apenas los nombres del grupo de cuadros que podrán apreciarse, que esconden y revelan, por igual, la mirada visual de Noguera, palpable e inquieta; escapada y atada a los poros de la piel, de diversas texturas que conforman los collages que con gestualidad y precisión va domando.
Paisajes dentro del paisaje, imágenes sugerentes, rupturas armoniosas; la fragmentación de nuestra alma y nuestro cuerpo; de nuestra Venezuela, están allí. Las obras de Noguera revelan los pliegues y las estrías de la piel. Hay sensualidad, erotismo; el poder de lo corpóreo.
"Dibujos es un homenaje a mis cuatro años en Nueva York, que después de diecisiete años van saliendo… Yo me fui, llegué allí, con mucha humildad… me fui a la academia más humilde, obtuve una beca, trabajé en la cocina… me gané todos los premios más importantes que ellos daban, entre ellos, el Edward G. Mc Dowel Travel Grant, que me permitió viajar por cuatro meses por Europa. Allí, en ese recorrido, es donde se ajusta la espontaneidad mía, ese temblor que está trazado por una línea, que se tensa, que se jala… Soy muy sensitivo… mi dibujo es una excusa por mostrar y celebrar todo lo que me rodea. Me gusta madurar la obra", dijo Noguera.
"… la poética del artista encontramos una huella, una impronta telúrica, que lo aproximan a esa discursiva latinoamericana, compuesta por esas resonancias del génesis del hombre y de las especies, en esos imaginarios mundos selváticos donde Noguera explora la arquitectura de los árboles convertidos éstos en descomunales tótems vegetales, símbolos al mismo tiempo, de catedrales ancestrales de este continente. Y junto a estos temas atávicos subsisten simultáneamente el vértice del tiempo personal del artista, la presencia de una geografía privada, de un territorio donde la infancia y la memoria familiar anidan en la fronda de sus mayores sentimientos", revela Douglas Monroy.
Va a ser una exposición holgada, como él la ha trazado, con instalación incluida, y un video de sus alumnos de la Escuela de Artes Plásticas Carmelo Fernández", de San Felipe, estado Yaracuy, del Colectivo Las Tres Potencias.
E-mail: mpradass@gmail.com
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