"Adiós, Miami" y la generación "Tá barato"
Se cumplen 30 años del estreno de "Adiós, Miami", radiogafía de la viveza criolla
El galán de la época: Gustavo Rodríguez (Archivo)
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ÁNGEL RICARDO GÓMEZ | EL UNIVERSAL
domingo 16 de marzo de 2014
Virginia Sipl, que fue finalista en el Miss Venezuela 1975, forma parte del catálogo de mujeres que han sido pareja del español Julio Iglesias, y por un tiempo formó parte de la comidilla de la revista Hola. En 1983 ya no estaba vinculada con el cantante, pero seguía estando en los focos de la publicación. Para entonces tenía una relación con una persona con la que hizo un cameo en la cinta venezolanaAdiós, Miami de Antonio Llerandi. Hola se refirió a la "primera incursión en el cine" de Virginia Sipl y le dedicó dos páginas al rodaje en Florida, Estados Unidos.
El productor de Adiós, Miami, Reinaldo de los Llanos, consiguió para el equipo artístico y técnico, pasajes de ida y vuelta con "La línea aérea de Venezuela", Viasa, y alojamiento, desayunos y cenas en un nuevo hotel en Miami, al que le interesaba darse a conocer en Venezuela.
Todo parecía ir de maravilla para la película venezolana con la publicidad no pagada en Hola, muy vendida en Venezuela, y los intercambios publicitarios. Pero los sorprendió el llamado Viernes Negro de 1983: el tipo de cambio pasó de 4,30 a 10 bolívares. "A nosotros nos agarra la devaluación en Miami, ya no podíamos 'no filmar' allá. Lo que hicimos entonces fue que algunas secuencias se hicieron en Caracas, las de interiores fundamentalmente", recuerda Antonio Llerandi.
Paradójicamente, el equipo que viajó a Miami filmaba el derrumbe de Oswaldo F. Urbaneja (Gustavo Rodríguez), un típico macho vernáculo, que escapa con su amante a Miami, dejando en Venezuela a una familia desintegrada por su doble moral, a otra amante embarazada y algunos negocios turbios... En una situación donde ficción y realidad se confunden, Urbaneja queda atrapado en Estados Unidos como consecuencia de sus corruptelas.
Llerandi venía de recoger los laureles por País portátil (1979), película que dirigió con Iván Feo y que ganó, entre otros, el Premio Especial del Festival de La Habana. "Lamentablemente en Venezuela el hacer una película buena o de calidad, no significa que es más fácil rodar la segunda, y después de todo el éxito que fue País portátil, yo me plantee hacer una película, pero era muy difícil, hubo un momento en el que se paralizaron los financiamientos al cine en Venezuela", narra el realizador.
Pero una luz se encendería con Foncine, ente del Ministerio de Fomento. "Antes los financiamientos los daban a través de Corpoturismo. Foncine -antecesor del Cnac- se constituyó como el primer organismo dedicado a la cinematografía venezolana y esta es la primera película que se financia con este", señala Llerandi, quien recibiría poco más de 1.200.000 bolívares para la película.
El germen de Adiós, Miami estuvo en un proyecto surgido en Cartagena en la que tres cineastas hablarían de la inmigración latinoamericana hacia Estados Unidos. "Yo dije: '¿Qué venezolano se va para Estados Unidos? ¡Los 'tá barato dame dos'. Y empecé a armar esta historia. El proyecto nunca se dio. Y esa historia la alargamos después. Hablé con Fausto Verdial para que escribiera el guión".
Allí aparece entonces el arquetipo de la viveza criolla representado por Gustavo Rodríguez, a quien no le tiembla el pulso para comprar un caballo por accidente o engañar a su esposa con la actriz de moda: Tatiana Capote.
-¿Cree que esa clase media corrupta de entonces está hoy en el poder?
-Sí.
-¿Quién queda en la clase media de hoy?
-Se ha ido mucha. Yo creo que hay más de un millón de personas fuera del país.
-¿Y estas personas se van por las mismas razones que en los 80?
-En esa época se iban con real; ahora se van a buscar futuro porque aquí no hay.
-¿Persiste ese arquetipo del vivo criollo?
-Totalmente. ¿Qué es Antonini Wilson?
-Plantea una crisis en la familia. ¿Cree que esa descomposición devino en lo que hoy vivimos?
-Hasta cierto punto, sí, pero la descomposición fue más del lado político. Hubo dos personajes nefastos que fueron Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, que acabaron con sus partidos y se generó la antipolítica. La gente se hartó de la política, lamentablemente siguen hartos, cuando en realidad nos hace falta política, buena política.
@argomezc
El productor de Adiós, Miami, Reinaldo de los Llanos, consiguió para el equipo artístico y técnico, pasajes de ida y vuelta con "La línea aérea de Venezuela", Viasa, y alojamiento, desayunos y cenas en un nuevo hotel en Miami, al que le interesaba darse a conocer en Venezuela.
Todo parecía ir de maravilla para la película venezolana con la publicidad no pagada en Hola, muy vendida en Venezuela, y los intercambios publicitarios. Pero los sorprendió el llamado Viernes Negro de 1983: el tipo de cambio pasó de 4,30 a 10 bolívares. "A nosotros nos agarra la devaluación en Miami, ya no podíamos 'no filmar' allá. Lo que hicimos entonces fue que algunas secuencias se hicieron en Caracas, las de interiores fundamentalmente", recuerda Antonio Llerandi.
Paradójicamente, el equipo que viajó a Miami filmaba el derrumbe de Oswaldo F. Urbaneja (Gustavo Rodríguez), un típico macho vernáculo, que escapa con su amante a Miami, dejando en Venezuela a una familia desintegrada por su doble moral, a otra amante embarazada y algunos negocios turbios... En una situación donde ficción y realidad se confunden, Urbaneja queda atrapado en Estados Unidos como consecuencia de sus corruptelas.
Llerandi venía de recoger los laureles por País portátil (1979), película que dirigió con Iván Feo y que ganó, entre otros, el Premio Especial del Festival de La Habana. "Lamentablemente en Venezuela el hacer una película buena o de calidad, no significa que es más fácil rodar la segunda, y después de todo el éxito que fue País portátil, yo me plantee hacer una película, pero era muy difícil, hubo un momento en el que se paralizaron los financiamientos al cine en Venezuela", narra el realizador.
Pero una luz se encendería con Foncine, ente del Ministerio de Fomento. "Antes los financiamientos los daban a través de Corpoturismo. Foncine -antecesor del Cnac- se constituyó como el primer organismo dedicado a la cinematografía venezolana y esta es la primera película que se financia con este", señala Llerandi, quien recibiría poco más de 1.200.000 bolívares para la película.
El germen de Adiós, Miami estuvo en un proyecto surgido en Cartagena en la que tres cineastas hablarían de la inmigración latinoamericana hacia Estados Unidos. "Yo dije: '¿Qué venezolano se va para Estados Unidos? ¡Los 'tá barato dame dos'. Y empecé a armar esta historia. El proyecto nunca se dio. Y esa historia la alargamos después. Hablé con Fausto Verdial para que escribiera el guión".
Allí aparece entonces el arquetipo de la viveza criolla representado por Gustavo Rodríguez, a quien no le tiembla el pulso para comprar un caballo por accidente o engañar a su esposa con la actriz de moda: Tatiana Capote.
-¿Cree que esa clase media corrupta de entonces está hoy en el poder?
-Sí.
-¿Quién queda en la clase media de hoy?
-Se ha ido mucha. Yo creo que hay más de un millón de personas fuera del país.
-¿Y estas personas se van por las mismas razones que en los 80?
-En esa época se iban con real; ahora se van a buscar futuro porque aquí no hay.
-¿Persiste ese arquetipo del vivo criollo?
-Totalmente. ¿Qué es Antonini Wilson?
-Plantea una crisis en la familia. ¿Cree que esa descomposición devino en lo que hoy vivimos?
-Hasta cierto punto, sí, pero la descomposición fue más del lado político. Hubo dos personajes nefastos que fueron Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera, que acabaron con sus partidos y se generó la antipolítica. La gente se hartó de la política, lamentablemente siguen hartos, cuando en realidad nos hace falta política, buena política.
@argomezc
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