Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

miércoles, 26 de marzo de 2014

¿Quién fundó a Valencia?

Notitarde 26/03/2014 

¿Quién fundó a Valencia?

El estudio de las encomiendas en Tacarigua es una perspectiva que permite la reconstrucción histórica de los primeros años de la ciudad. Si apareciese algún día, algún documento con fechas, personajes, etc., en nada perjudicarían este breve artículo, pues está basado en la vida, en el palpitar de un pueblo. Es fáctico. Podemos citar Fuente Ovejuna de Lope, todos a una.



El poeta y cura Juan de Castellanos

Juan de Castellanos, puede decirse cronista, estuvo en Venezuela, y en la Margarita, antes de ser cura de Tunja. Con respecto al tópico sobre la ciudad de la Nueva Valencia, fue él quien ya en 1588 puso en duda la actuación de Arias de Villasinda. Lo expresa en sus versos: menciona los fundadores de las ciudades que al momento están fundadas, con respecto a la Nueva Valencia dice “está poblada”. Y más adelante refiriéndose a Arias de Villasinda, escribe que fue bueno, pero que sus obras fueron escasas. Nótese que marca la diferencia entre “fundada” y “poblada”. El Moloch de los historiadores son los orígenes, para complacer a Bloch, comenzamos.



El caso de Oviedo y Baños

Oviedo y Baños publicó en 1723 su “Historia de la Conquista y Población de Venezuela”. Esta obra ha sido lo que Clark (1978) denomina: “un núcleo óseo difícil de desentrañar”. Desde su aparición, se transformó en un libro canónico, estableció que en tiempos de Villasinda (lo que es cierto) el capitán Alonso Díaz Moreno batalló fuertemente con los naturales de Tacarigua y venciéndoles fundo la Nueva Valencia. Lo que no fue cierto. Lo del 25 de marzo y la Virgen de la Anunciación, es asunto posterior. Lo que sí es cierto que fundaron en nombre del Rey. ¿Acaso el Gobernador y Capitán General estuvo medroso? Hemos estudiado más de 50 historiadores, que con pocas excepciones: han diferido de los datos de Oviedo y Baños.



Lucas Fernández de Piedrahíta (1624-1688)

Oviedo cita, como una de sus fuentes principales, a Fernández de Piedrahíta, cuya obra fue publicada por Verdussen, en 1688, mismo año de la muerte del autor. Relata la fundación de la Nueva Valencia. Escribe: “…. por el año de cincuenta y cinco, eligieron por capitán a Diego de Parada, y con las noticias que le habían dado de la muchedumbre de naturales que habitaban la provincia cercana a la laguna de Tacarigua, allí tuvieron ocasión de manifestar su valentía española en trances bien arriesgados por ser belicosos los naturales, y pareciéndole al Capitán (Diego de Parada) con la orden que llevaba de Villasinda, fundó una ciudad por el año de cincuenta y seis, que llamó la Nueva Valencia. Sesenta leguas al sureste de Coro y siete de la Borburata... en cuyo tiempo murió Villasinda… etc.

Treinta y cinco años luego, Oviedo y Baños copió a Fernández de Piedrahíta, en todo el capítulo, referente a Valencia, pero en vez de darle el título de capitán fundador a Diego de Parada, como lo hizo su fuente, lo dio a su pariente político: Alonso Díaz Moreno. Podríamos profundizar más en los detalles, pero para una nota de prensa, nos parece recargar a los lectores con citas, datos, etc.



¿Quién fundó a Valencia?

En 1937, el Pbro. Pablo Farret Raventós, de los padres de San Blas, descubrió en el Archivo Diocesano un documento, y publicó en “El Carabobeño” un artículo titulado: “¿Quién fundó a Valencia? Documento del archivo atribuye a Vicente Díaz, y no a Alonso Díaz Moreno, la fundación de Valencia”. ¡La Valencia de 1937 se conmovió! Pero donde dolió más hondo el desengaño fue en el obispo Adam, quien más que un epígono de Oviedo y Baños, era un entusiasta. ¡Pronto partió Raventós a su natal España! El hermano Nectario María, enterado del hallazgo de Raventós, escribió desde Barquisimeto, al sabio José Saer D´Heguert, su amigo en Valencia, solicitándole copia del documento. (Posteriormente, Nectario publicaría su libro “Orígenes de Valencia” (1977) con el material del Pbro. Farret, sin citarlo).



El parteaguas

1937 fue el parteaguas, se dividieron las opiniones: partidarios de Alonso Díaz Moreno, con el Obispo a la cabeza, y partidarios de Vicente Díaz, a sotto voce. El 25 de marzo de 1955, el obispo Adam peroró el Sermón del Cuatricentenario, elevada pieza oratoria, y por supuesto, casi artículo de fe, sobre la figura de Alonso Díaz Moreno. En 1945, el Dr. Ulrich Leo, contratado por el ilustre Dr. Manuel García Guevara para el Archivo del Concejo Municipal, comentó haber encontrado un documento..., no dijo más, pero por los mentideros de la Plaza Bolívar, donde pasaba todo Valencia, se murmuró que era el “verdadero” documento de la fundación. ¡Otro desengaño! El documento de marras resultó ser de los últimos años de la Colonia, y por supuesto, era epígono de Oviedo.



Nueva vía

En 1979, nuestro discurso de Incorporación al Centro de Historia versó sobre el tema, lo abordamos desde una nueva perspectiva, basado en fuentes primarias no explotadas anteriormente con esa finalidad. Si carecíamos de documentos específicos que aclararan el punto tan trillado, buscaríamos otros… ¿Pero qué documentos?, por aquel tiempo cumplíamos asistiendo a las reuniones de la Academia Nacional de la Historia, y mis buenas amigas Marianela Ponce y Leticia Vaccari concluían su investigación sobre los Juicios de Residencia, dirigidas por el ilustre maestro Guillermo Morón. ¡Allí encontramos hechos y personajes que nos darían la pista tan ansiada: Naguanagua, cuidando las vacas, las ovejas y los puercos del hato del encomendero Pedro Álvarez, y más de otros doce encomenderos, establecidos en la zona, y los nombres de los nombres de los naturales de cada grupo. Villasinda llegó de Coro a Borburata por mar (1554), trajo varios indios farautes -intérpretes-, tiempo perdido: los caquetíos no entendían el idioma de los guaiqueríes que eran los habitantes de toda la zona! Hay una ley histórica, Ramos (1976), que da más fuerza probatoria a los testimonios inmediatos al suceso, si además acusan falta de intención con lo que se quiere probar. Los expedientes de los Juicios de Residencia rebasan esos requisitos. ¡No todos los queridos colegas del Centro de Historia de aquel momento (1979) compartieron la alegría de muchacho alzado que me embargaba! Allí se encontraba Don Alfonso Marín, ilustre primer cronista de Valencia, con militancia ferviente en el ala diocesana de Díaz Moreno.

Pude comprobar documentalmente (no es que sea un devoto de los documentos, pero sí de su interpretación) que Juan de Villegas hizo el primer reparto de encomiendas o reparto de indios en 1547, cuando vino a tomar posesión de la laguna. En viajes anteriores, había hecho amistad con los tres caciques principales de la zona: Naguanagua, Don Diego y Patanemo. En 1549 fundó jurídicamente a Borburata y salió a Barquisimeto, donde formuló las “Ordenanzas de Barquisimeto” llamadas “Las doce tablas”. Los conquistadores y cabildantes de Barquisimeto se indignaron, pues las ordenanzas basadas en Leyes Nuevas daban a los indios la jerarquía de súbditos reales, hombres libres; ante la reacción, Villegas se vio precisado a salir raudo hacia Borburata. Antes de llegar, el cacique Naguanagua lo esperaba para llevarlo a Chirgua (Chiroa), donde estableció el Real de Minas, y se encaminaron a Borburata. Borburata era un importante pueblo aborigen de naturales guaiqueríes productores de sal marina, cuyo comercio llegaba hasta los caracas. En Borburata erigió el Cabildo, e hizo nuevos repartimientos en la “otra banda,” territorio entre la laguna y el piedemonte de la Cordillera de la Costa. Pudimos identificar doce encomenderos, y casi cincuenta naturales, entre principales y naborías (especie de esclavos que tenían los indios) y “periamos” (¿primos?). Según Arias Vaca, hijo de Arias de Villasinda (1600), los encomenderos de Tacarigua poblaron a la Valencia” (Cubillán).



Como una conclusión

Los documentos me permitieron formalizar la hipótesis: Valencia se formó, se pobló, se estableció, espontáneamente. Este tipo de población no ha sido estudiado en Venezuela, y refleja el cauce jurídico que originó ciudades que hemos denominado de formación espontánea, tales: Nueva Cádiz (1528), La Asunción (1536), Nuestra Señora de los Remedios (1543). Antes de este estudio, era generalizada la obsesión en la búsqueda de un documento que dijera los datos, que serían usuales después de 1573, remitiéndose a la Ordenanza de Nuevas Poblaciones de ese año. Antes de esta ordenanza, el cauce jurídico estaba contenido en los numerales 101, 102, publicados por Diego de Encinas en el Cedulario Indiano, también recogidos en la Ordenanza de Nuevas Poblaciones (1573) que los dejó en vigor. Dicen así: 101. “E habiendo quien quiera obligarse a hacer nueva población en la forma y manera dicha, de más vecinos de treinta o de menos, conque no sean menos de diez, se le conceda el término y territorio al respecto y con las mismas condiciones….”. Otro: 102. “No habiendo personas que hagan asiento y obligación para hacer una nueva población, si quiere copia de hombres casados que se quieran concertar, ha hacer nueva población, adonde la fuere señalado, conque no sean menos de diez casados, lo puedan hacer, y se les dé término y territorio al respecto, de lo que está dicho y ellos puedan elegir, entre si alcaldes ordinarios y oficiales del consejo añales”. (Recogido en el Cedulario Indiano de Encinas) y posteriormente, Ordenanza de Nuevas Poblaciones (1573).

En nuestra opinión, el proceso de poblamiento euroafricano en Tacarigua se inicia en 1547, con los repartos de indios (encomiendas) cuando los indios fueron puestos bajo la encomienda de los españoles, y se obliga a los encomenderos a permanecer en su encomienda, impedidos de sacar a los naturales de sus comarcas, además hicieron acciones comunitarias, que los fueron acercando: la paga del doctrinero, de los avisadores de piratas, el costo de un corral para cazar un tigre cebado en los cargueros de vituallas de la otra banda a la ciudad de Borburata. Este que hemos considerado “período formativo de la ciudad” se cierra en 1596, cuando Diego de Osorio le otorgó a la ciudad formada jurídica y socialmente el territorio: Ejidos para que creciera y propios, parcelas que pagaban anualidades para la manutención del Cabildo. Seguramente se organizó la ciudad con la plaza frente a la iglesia que existía desde mucho antes. En 1664, se cree necesario acrecentarla la forma y plaza de la ciudad siguiendo “la forma de la de la planta vieja, y formando en ella las cuadrías” (sic) y el 18 de diciembre de 1664 se presentó el proyecto de la planta nueva guardando la forma de la antigua (1664), el que fue aprobado.



¿Y Vicente Díaz?

Vicente Díaz llegó posteriormente a los repartos de indios de Tacarigua. No fue quien trajo el primer ganado, ya los encomenderos ganaderos y mineros de la zona habían comercializado estas especies con los habitantes de Santa Fe de Bogotá ya en 1553. El llamado “Documento de la fundación” o de “Vicente Díaz” es solo un traslado de la información intencionada hecha por Rodríguez Espejo, para beneficio de sus familiares. Así lo publicamos en el Boletín del Centro de Historia (1983) Nº 2, pág. 2), pero se invalida con los documentos de los Juicios de Residencia, que como ya explicamos, dan mayor y más confiable información, porque carecen de lo que abunda en el mentado documento: intencionalidad.

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