El Carabobeño 24 marzo 2014
Francisco M. Pérez || En Secreto
efeemeperez@yahoo.com
ABOGADO DEL DIABLO. No todo lo que brilla es oro. Al alcalde de Valencia, lo tienen apabullado y morado de ataques, algunos injustos. Ciertamente que ha cometido pifias, pero ninguna de mala fe, suponemos. No es político ni se deja asesorar políticamente, y allí puede estar el quid del asunto. Miguel Cocchiola es y siempre ha sido un empresario e inversionista exitoso, ahora prestado a la política, asumiendo, por supuesto, con cierta ingenuidad, toda clase de codazos y conchas de mango. La alharaca más reciente formada por los promotores de la estruendosa marcha del sábado, no narra exactamente lo ocurrido. El alcalde con tiempo suficiente les ofreció a los organizadores de la jornada, ponerles la tarima y el sonido con cargo a su peculio personal, en el lugar que quisieran, pero que no fuera la avenida Cedeño, para evitar malos recuerdos y posibles confrontaciones violentas en el sitio del asesinato de Génesis, pero no hubo acuerdo. No es cierto, tampoco, que se haya negado a dar autorización de la marcha. No tenía obligación de hacerlo, ya que lo que establece la ley es el recibo y conformidad de la participación, que tiene que hacerse con 24 horas de anticipación, y el oficio a los efectos llegó a la alcaldía el viernes a las 4 de la tarde. Lo extraño es que de la comunicación y su contenido se enteró primero el gobernador Ameliach, lo que hace presumir que hubo en el camino una “mano peluda”, o complicidad compartida. Las cosas son tal como son, sin más ni menos.
…Objetivos de guerra!
Enzo Scarano y Miguel Cocchiola comen el mismo menú y con el mismo apetito y sabor. Sólo que ahora Scarano sufre prisión en las mazmorras de Ramo Verde por decisión de una sala sin alzada, aunque paradójicamente alzada contra los propios derechos constitucionales, saltando sobre principios y valores universales, y en cuyas condiciones estableció una sentencia aberrante, en un juicio sumario que pasará a la historia con pelos y señales, por injusto, arbitrario y dictatorial. Mientras tanto Cocchiola baila en la cuerda floja, haciendo malabarismos extremos para no caer inerte en la olla de asco y pudrición. Ambos, hablando la misma lengua, fueron electos alcaldes por voluntad soberana, uno en San Diego y el otro en Valencia, que forman parte fundamental del gran anillo del Área Metropolitana de la capital carabobeña en donde, por añadidura, nació, creció y aún opera la zona industrial manufacturera más importante de Venezuela, consecuencia de una visión y oportunidad bien aprovechada por inversionistas nacionales y extranjeros que, evidentemente, no pensaron ayer ni pueden comulgar hoy, con los postulados del llamado socialismo del siglo XXI y menos con los propósitos del comunismo, depredador del capital y la iniciativa privada. En el ojo del huracán, en su mero centro, en esta hora negra, al primero le corresponde seguir manteniendo su firme postura de valoración y defensa de las libertades democráticas, las que abrazó con determinación al momento de sumarse a las luchas políticas, consciente de que su sacrificio y martirio, junto a la sangre de los mártires, no será en vano y dará frutos; y al otro le toca amarrarse bien los pantalones y asumir a conciencia, sin miedo ni vacilaciones, todos los riegos que supone y lleva implícito la custodia de las esperanzas, sueños y anhelos de un pueblo amenazado, golpeado y atropellado por la barbarie y el terror, con sus prerrogativas de libertad sometidas por la bota militar y sus deseos por una vida mejor, truncados por la inseguridad y el temor, el desabastecimiento y la escasez, la inflación y la incapacidad gubernamental, manifiesta y comprobada. ...¡Pero nunca es tarde. Fuerza y unidad!
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