Aguas Pútridas
Arq. Peter Albers
Hemos leído en la prensa local denuncias sobre el deterioro, por descuido, de los parques y plazas de nuestra ciudad. Deterioro que se hace más evidente al contemplar las fuentes de agua que los adornan. Vacíos sus estanques, o apenas cubierto su fondo por una delgada capa de agua verdosa, producto de las lluvias, son testimonio del ya proverbial abandono que sufren todos los edificios y demás bienes del estado venezolano. Incuria que se extiende también a otras ramas de la vida pública, como la seguridad ciudadana, la educación y la salud.
Por si algún “enchufado” se siente tentado a calificar estas denuncias como “matriz mediática” o “campaña desestabilizadora”, o cualquiera otro de los términos que tanto usa el oficialismo para desestimar las denuncias de su incapacidad, debemos señalar que sus mismos voceros reconocen el evidente deterioro al declarar, como una gran cosa, que “procederán al rescate” de plazas, parques y fuentes. Si su abandono no fuese real ¿por qué iban a rescatarlas? Solamente hay que rescatar algo que se ha perdido: a los secuestrados, de su cautiverio; a los amenazados de muerte, de sus asesinos. Pero, en el caso de las plazas y de los parques, casualmente los que procederán “al rescate” son precisamente los que amenazan con matarlos de abandono: los entes públicos, responsables de su mantenimiento.
Ya nos vamos acostumbrando (desgraciadamente) a estos “operativos” de rescate. Planes de seguridad que producen pánico entre la población supuestamente protegida por esos planes, planes de rescate de hospitales que solamente benefician a los contratados para tal fin; planes de recuperación de cárceles que, a manos de personas tan desequilibradas como para amenazar con “arruinar la economía de los Estados Unidos”, sólo conducen a más hacinamiento de los privados de libertad, a más muertes, y a corrupción tan burda como robarle dos cobijas y el almuerzo a un “huésped” de una de esas tenebrosas edificaciones que el eufemismo oficial llama “centros de reinserción social” o cualquier otro nombre que haga creer a algún inocente que de allí salen los malhechores vueltos unos santicos.
Y uno, a quien no le gusta saber de cosas tan lamentables como el deterioro general del país en manos de gente tan incapaz, le gustaría que perfeccionáramos el método que nos permite, mediante acciones regulares, sin trampas ni ventajismos, “proceder al rescate” del país que luce, como las fuentes de nuestras plazas, con un fondo apenas cubierto por una delgadísima capa de legalidad (caída de quién sabe dónde y no del cielo, como la lluvia) sobre cuya superficie nada una nata verde y maloliente, producto de la pudrición que hay debajo.
Pero ese rescate no procederá mientras los organismos del “poder moral” no reconozcan su propia inmoralidad y se decidan a salir del mismo fondo de los estanques donde reposan los miasmas gubernamentales, y resuelvan proceder a su purgación y desinfección.
Mientras tanto, que sigan llegando a nuestro pobre país, a nadar en las mismas sucias aguas, todos los Iván Márquez y Snowden que quieran. Todavía queda dinero para mantenerlos: Importamos suficiente alimento para darles y mantenerlos contentos y felices, a costa de la escasez de eso mismo para el pueblo. Eso sí, tendrán que buscar por sí solos con qué limpiarse. Porque papel tualé no hay…
peterkalbers@yahoo.com
@peterkalbers
Por si algún “enchufado” se siente tentado a calificar estas denuncias como “matriz mediática” o “campaña desestabilizadora”, o cualquiera otro de los términos que tanto usa el oficialismo para desestimar las denuncias de su incapacidad, debemos señalar que sus mismos voceros reconocen el evidente deterioro al declarar, como una gran cosa, que “procederán al rescate” de plazas, parques y fuentes. Si su abandono no fuese real ¿por qué iban a rescatarlas? Solamente hay que rescatar algo que se ha perdido: a los secuestrados, de su cautiverio; a los amenazados de muerte, de sus asesinos. Pero, en el caso de las plazas y de los parques, casualmente los que procederán “al rescate” son precisamente los que amenazan con matarlos de abandono: los entes públicos, responsables de su mantenimiento.
Ya nos vamos acostumbrando (desgraciadamente) a estos “operativos” de rescate. Planes de seguridad que producen pánico entre la población supuestamente protegida por esos planes, planes de rescate de hospitales que solamente benefician a los contratados para tal fin; planes de recuperación de cárceles que, a manos de personas tan desequilibradas como para amenazar con “arruinar la economía de los Estados Unidos”, sólo conducen a más hacinamiento de los privados de libertad, a más muertes, y a corrupción tan burda como robarle dos cobijas y el almuerzo a un “huésped” de una de esas tenebrosas edificaciones que el eufemismo oficial llama “centros de reinserción social” o cualquier otro nombre que haga creer a algún inocente que de allí salen los malhechores vueltos unos santicos.
Y uno, a quien no le gusta saber de cosas tan lamentables como el deterioro general del país en manos de gente tan incapaz, le gustaría que perfeccionáramos el método que nos permite, mediante acciones regulares, sin trampas ni ventajismos, “proceder al rescate” del país que luce, como las fuentes de nuestras plazas, con un fondo apenas cubierto por una delgadísima capa de legalidad (caída de quién sabe dónde y no del cielo, como la lluvia) sobre cuya superficie nada una nata verde y maloliente, producto de la pudrición que hay debajo.
Pero ese rescate no procederá mientras los organismos del “poder moral” no reconozcan su propia inmoralidad y se decidan a salir del mismo fondo de los estanques donde reposan los miasmas gubernamentales, y resuelvan proceder a su purgación y desinfección.
Mientras tanto, que sigan llegando a nuestro pobre país, a nadar en las mismas sucias aguas, todos los Iván Márquez y Snowden que quieran. Todavía queda dinero para mantenerlos: Importamos suficiente alimento para darles y mantenerlos contentos y felices, a costa de la escasez de eso mismo para el pueblo. Eso sí, tendrán que buscar por sí solos con qué limpiarse. Porque papel tualé no hay…
peterkalbers@yahoo.com
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