Porque esta humanidad ha dicho basta
El monstruoso error de cálculo de Nicolás Maduro y quienes lo controlan y dirigen desde La Habana comienza a saldarse con el cambio histórico que hemos comenzado a vivir en estos últimos días en Venezuela, y que no se detiene ni detendrá ante las clásicas consideraciones con las que esos mismos personajes – Fidel y Raúl Castro, Ramiro Valdés y la corte policíaca del G-2 y la tiranía cubana nariceando a Chávez y a Nicolás Maduro – vienen estirando la cuerda de la opresión, la explotación, el abuso, el saqueo y el sometimiento disfrazado de “socialismo del siglo XXI” y bolivarianismo: apretar la soga y salir gritando: “maten al ladrón”. Para endulzar el veneno disparando con ofertas de diálogo. Ese juego, que ya tiene diecisiete años, llegó a su fin. Para ver si lo entienden, lo diré parafraseando las palabras de Ernesto Guevara en la ONU en 1964: «Porque esta humanidad ha dicho ¡Basta! y ha echado a andar. Y su marcha, de gigantes, ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia”. Que, colmo de las contradicciones, no será la independencia frente a los Estados Unidos y el imperialismo norteamericano, sino frente al odioso, avieso y criminal imperialismo cubano. Último rescoldo del totalitarismo marxista del pasado siglo que han pretendido implantar en Venezuela en los comienzos de este tercer milenio apoyados en el rentismo petrolero y la monstruosa inconsciencia de las fuerzas armadas, convertidas en pandillas de narcotraficantes y saqueadores del erario.
Lo acaba de afirmar el en muy buena hora elegido secretario general de la OEA, Luis Almagro, que vino a sustituir al socialista chileno José Miguel Insulza, alcahuete de la tiranía cubana, del chavismo y del Foro de Sao Paulo: "si Venezolanos no toman acciones contundentes, estarán destinados a repetir la historia cubana". Asumiendo el único y legítimo poder de la República, el de la soberanía popular que le fuera delegada a este Congreso Nacional el pasado 6 de diciembre, su presidente, Henry Ramos Allup, las está asumiendo. La asamblea nacional ha decidido hacer valer en toda su profundidad y extensión el valor de nuestra Constitución Nacional, ha iniciado acciones para enjuiciar al sátrapa de los Castro en Venezuela, le ha dado un portazo en las narices a los correveidiles de la dictadura, de los cuales Zapatero debía ser declarado por nuestro futuro gobierno “personan non grata” por servir de lacayo del imperialismo cubano e incluso ha puesto en su lugar a quienes, sin considerar la abierta declaración de guerra de la dictadura al pueblo venezolano negándole el derecho a proceder constitucional, pacífica y electoralmente a la destitución del sátrapa colombocubano que nos desgobierna mediante un Referéndum Revocatorio, se propone como mediador en un diálogo absolutamente falaz, pues procede “post festum”. Me refiero concretamente al enviado del papa. ¿Dialogar sobre qué, si ya nos arrebataron el último resquicio constitucional para liberarnos del yugo dictatorial? ¿Para hacernos bajar la testuz y volver, una vez más, a afianzar las cadenas de la tiranía? Insólito en quién depositáramos tantas esperanzas.
El pueblo venezolano exige respeto. Ese respeto que Luis Almagro y los ex presidentes de Hispanoamérica, de Andrés Pastrana y Tuto Quiroga a Felipe González y Sebastián Piñera nos han dispensado con generosidad y grandeza en estos trágicos meses del despertar definitivo. Y se los exige por igual al Vaticano de SS Francisco y al prepósito de los jesuitas Arturo Sosa SJ como al Departamento de Estado, cuyo actual gobernante, Barak Obama, pasará a nuestra historia como el alcahuete de la dictadura y, lo que es mucho peor, de los tiranos habaneros.
Nuestro pueblo ha dado pruebas soberbias y magníficas de tolerancia, aguante y respeto al orden constitucional, así éste haya sido quebrantado y usado como vulgar pretexto para tiranizarnos y expoliarnos con saña y alevosía por parte de la bajeza castrocomunista nacional, en perversa alianza con las fuerzas armadas. Hundidas en la inmundicia del narcotráfico, la corrupción y los negociados, incluso a costas del hambre y la miseria del pueblo, la alta oficialidad ha demostrado su bajeza moral, su avaricia y su absoluta desconsideración por los valores patrios. Vladimir Padrino pudo haber pasado a la historia de nuestra liberación: prefirió hundirse en el estercolero de la dictadura. Ya el presidente de nuestra Asamblea barrió el piso con su pretendida autoridad. Es un vulgar servidor de los Castro.
Y aquí estamos: en la encrucijada. De no seguir el consejo de Luis Almagro y tomar decisiones drásticas y contundentes, nos espera medio siglo de cubanía. De asumir nuestro deber histórico, honraremos a nuestros mayores y volveremos a ser lo que jamás debimos perder: un ejemplo de libertad, tolerancia y prosperidad en el hemisferio. La decisión es nuestra.
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