Hoy y Después en Valencia
Alfredo Fermín
afermin@el-carabobeno.com
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Durante tres meses mantuvimos suspendida esta columna por estar lesionados en la mano izquierda. Perdimos el equilibrio y sufrimos una grave fractura del radio que ameritó una operación y un período de fisioterapia, que nos salvó de quedar mancos, gracias a la sapiencia del doctor Rubén Limas y al equipo de fisioterapeutas que dirige María Elena Matos en el centro de rehabilitación Firetra en El Trigal.
Acabamos de reincorporarnos después de largos días de inactividad en los que reconfirmamos nuestra tesis de que el periodista es tomado en cuenta si permanece en un medio. Cuando no está, es como si no hubiese existido nunca. Esa es la razón por la cual hay que conservar el espacio logrado pues -cada vez- es más cierto que el que se aparta lo apartan.
A los jóvenes periodistas les insistimos en que nunca se crean unas estrellas, que cumplan con fervor su misión de comunicar con sensibilidad y compromiso profesional, que es lo que nos diferencia de los millones de personas que, diariamente, transmiten mensajes en las redes sociales.
Esta moda que, pronto pasará como tantas novedades de la tecnología, está influyendo en las nuevas generaciones de periodistas cuyos profesores no les han insistido en que el Periodismo es más que transmitir los mensajes de texto, Twitter, Facebook y tantas otras modalidades que cada día aparecen. El Periodismo no puede ser la transcripción de una declaración de personaje, sin aportar detalles sobre las razones que la originan. Ni puede limitarse a señalar los datos de un suceso sin ubicarlo y sin especificar causas y consecuencias.
En la prensa actual se observa que se está perdiendo la emoción para redactar las informaciones como si fueran mensajes de texto, partes oficiales o boletines de los servicios de prensa de organismos públicos o privados. Los fríos y descarnados mensajes de las redes sociales no podrán sustituir nunca al Periodismo como profesión que, en sus diferentes modalidades, tiene funciones específicas. La radio se caracteriza por la inmediatez, la televisión por la transmisión de la imgen y el periodismo impreso debe ahondar en detalles y análisis. Pero no con extensos textos que no dicen nada y cansan al lector sino con la precisión y elegancia que requiere el lenguaje escrito.
Las escuelas de Comunicación Social tienen que renovar, con urgencia, sus pensa para egresar profesionales con conocimientos tecnológicos pero con formación académica y humanística que, en la actualidad, es muy escasa. Y los jóvenes periodistas deben tener también un mínimo de humildad para dejarse orientar, como ocurre en otras especialidades, por quienes han recorrido el largo camino de una profesión que nunca se aprende completamente. Particularmente, no tenemos vocación de maestro, pero es triste que los jóvenes comunicadores no se dejen orientar creyendo que, para hacer Periodismo, con Internet basta y sobra. Es una ayuda pero carece de sensibilidad y emoción para transmitir mensajes.
Así lo constatamos después de tantos días de inactividad en los que, nuestra principal distracción, fue leer la prensa libre e independiente que aún nos queda en gobierno que -definitivamente- es enemigo de la libertad de expresión.
EN COMPLETO HERMETISMO se mantiene la posible celebración, mañana lunes, de un acto solemne de la Asamblea Nacional en la Casa de La Estrella, de esta ciudad, para hacerle un desagravio al Libertador Simón Bolívar.
Trascendió que el sector oficialista sesionará en la histórica casa con motivo de celebrarse, este lunes 6 de mayo, 176 años de la instalación en dicha casa del Congreso Constituyente de Venezuela en el que se acordó separar a Venezuela de la Gran Colombia y aprobó, en septiembre de ese mismo año, la Constitución de la soberana República de Venezuela cuyo primer presidente fue José Antonio Páez.
Durante ese congreso, algunos diputados, aprobaron extrañar del territorio venezolano a Simón Bolívar, por lo cual será celebrado un acto de desagravio encabezado por Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. En el salón de sesiones de la Casa de La Estrella será colocada una réplica de la Espada del Libertador como lo anunció, el 15 de diciembre, Francisco
Ameliach, al día siguiente de su elección como gobernador del estado Carabobo. El presidente Nicolás Maduro está invitado, pero no está confirmada su asistencia.
Para este acto a la Casa de La Estrella se le cambió el color vino tinto por un amarillo mantecado, se arregló la fuente que está en el patio y el antiguo jardín fue rea-condicionado con un adecuado paisajismo, que hacía bastante falta.
La Casa de la Estrella, casona construida en el siglo XVIII, en la esquina de la calle Colombia con la avenida Soublette, fue sede del primer hospital de Valencia, del primer Congreso de Venezuela en 1811, del Congreso Constituyente de 1830 y de la Asamblea Nacional de 1858, cuyas decisiones precipitaron la Guerra Federal.
En los años 70 el histórico inmueble estaba en ruinas por lo cual el Concejo Municipal ordenó su destrucción. Afortunadamente un grupo de historiadores y escritores encabezados por Torcuato Manzo Núñez, Adolfo Blonval López, Irma De Sola y Luis Cubillán realizaron una fuerte protesta frente al inmueble y se logró que desa-parecieran 300 años de historia. En los años 90 el gobernador Henrique Salas Römer ordenó la restauración del inmueble de acuerdo con el proyecto original.
Con la convulsión que tiene el país, en estos momentos, se supone que el acto será, más que un desagravio a Bolívar, un acto político para seguir machacando el tema de que la oligarquía valenciana echó a Bolívar de Venezuela y ocasionó su muerte. Ojalá que no se venga a repetir lo que decía el presidente Hugo Chávez según el cual Valencia era “un nido de traidores”, tesis repetida por el presidente Nicolás Maduro en el Campo de Carabobo durante la toma de posesión del gobernador Francisco Ameliach.
Ya está bueno que de Caracas vengan representantes del poder, que ignoran la historia de Venezuela, a repetir lo que han oído decir y a insultar a los valencianos.
Ya está bueno porque está suficientemente demostrado que el Congreso de 1830 lo integraron representantes de todo el país y su decisión, de separar a Venezuela de la Gran Colombia, fue la más acertada porque, de lo contrario, continuaríamos siendo un departamento de Colombia, como lo dispuso Bolívar que prefirió a Bogotá, en vez de Caracas, para que fuera la capital de su proyecto geopolítico.
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