El Carabobeño 22 mayo 2013
Luby de Chacín || Hoy y Después en Valencia
Durante muchos años, todos los domingos religiosamente abrimos las páginas del diario “El Carabobeño” y la primera lectura corresponde a la columna denominada “Hoy y después en Valencia”, cuyo autor, el periodista Alfredo Fermín nos informa de manera veraz y objetiva del acontecer a su amada Valencia.
Hace poco tiempo nos enteramos que Alfredo Fermín, nuestro querido amigo, sufrió problemas de salud y por tiempo indefinido su columna tan importante no aparecería en el Diario “El Carabobeño”.
Decidimos orar al Señor para que devolviera la salud a este gran periodista, lleno de fuerza espiritual y moral que ha entregado a Valencia los mejores años de su vida profesional, luchando por causas nobles y por el bien común.
En estos momentos difíciles que vive nuestra querida patria, Venezuela, necesitamos de periodistas dignos, con principios y valores morales, con capacidad de análisis, que amen a su país, Venezuela, y luchen por la verdad, la justicia, la democracia y la defensa del gremio periodístico que ha sido y es perseguido por intereses mezquinos.
El trabajo periodístico de Alfredo Fermín no solo se refleja como columnista, se desarrolla en todas sus facetas mediante reportajes, denuncias, entrevistas famosas y no solamente cubre a Valencia, también ayuda a otras entidades de Carabobo. Muchas regiones han resuelto grandes problemas con la ayuda de la pluma de este Decano del periodismo venezolano.
Bienvenido, Alfredo Fermín, a tu noble trabajo en el Diario “El Carabobeño”, la ciudad de Valencia te lo agradecerá.
El Carabobeño 26 mayo 2013
Hoy y Después en Valencia
Alfredo Fermín
afermin@el-carabobeno.com
afermin@el-carabobeno.com
Si algo indigna al gobierno es la afirmación de que, en Venezuela, no existe libertad de expresión. Según sus voceros, en este país, podemos decir lo que sea sin temor. Debe ser porque Mario Silva, en “el canal de todos los venezolanos”, tenía la potestad de calumniar, difamar, agredir, insultar y utilizar el vocabulario más procaz para descalificar a quienes no creemos que Hugo Chávez fue otro libertador, que recuperó nuestra independencia y nos dio “la mayor suma de felicidad posible”.
Pero a ese “ señor de la noche” lo volvió loco el poder y se atrevió a darle el mismo tratamiento a sus superiores y, como medida de profilaxia, le suspendieron sus programas en radio y televisión, aunque él -en su despedida- dijo que era porque se iba a Cuba para someterse a un tratamiento médico.
No nos sorprendería que todo esto sea un show bien montado para que nos olvidemos del desabastecimiento, de la carestía, de la inseguridad y de la inflación. Lo cierto es que, al diputado Ismael García, quien dio a conocer la famosa grabación de Mario Silva, le quitaron el programa Aló Venezuela que transmitía por la nueva Globovisión, que también entró por el aro, luego de que su junta directiva fue citada a Miraflores por el presidente Nicolás Maduro.
Equilibrio para los otros
El gobierno exige equilibrio informativo a los medios privados pero, en los que están bajo su tutela, la programación está dedicada a exaltar las bondades del comandante fallecido, las excelencias del gobierno, a insultar a la dirigencia opositora y a tratar de convencer de que, en los gobiernos democráticos, solo hubo represión y persecución política.
No puede haber libertad de expresión en Venezuela cuando los periodistas no tienen acceso a las fuentes informativas, al extremo de que las sesiones de la Asamblea Nacional deben ser cubiertas de acuerdo con lo que permite la televisora de ese organismo supuestamente integrado por representantes del pueblo.
Tragedia en el periodismo
Estamos en uno de los momentos más trágicos de la libertad de expresión en Venezuela porque, al mejor estilo cubano, se está induciendo a la autocensura. Francisco Miguel -Pancho- Pérez es la víctima más emblemática, en el país, de esta política, con dos demandas seguidas por presunta difamación e injuria a funcionarios del gobierno.
Antes se había salvado de la demanda que, en su contra, introdujo el alcalde Edgardo Parra quien, gallardamente, rectificó. Pero las de ahora vienen con todo para imponer un castigo ejemplarizante a la disidencia. Una de las demandas es del secretario general de gobierno, Miguel Flores y la otra del mayor general Jacinto Pérez Arcay a quien el difunto presidente Chávez honraba como su maestro.
Es evidente que Flores, quien es uno de los nuevos políticos con mayor solvencia para continuar ejerciendo mayores responsabilidades estuvo mal aconsejado para actuar en contra de un gremio que lo ha proyectado en tiempo récord.
El delito cometido por Pancho Pérez, para la segunda demanda, fue afirmar, en su columna En Secreto, de El Carabobeño del 18 de marzo de este año, que el mayor general Pérez Arcay, habría afirmado en una reunión que, el presidente Chávez no murió el 5 de marzo en el Hospital Militar de Caracas sino en otra fecha en Cuba. En el caso de que esto sea falso la gente en la calle decía que el deceso se había producido en diciembre y que, por eso fue suspendida, apresuradamente, la fiesta que iba a montar el gobierno en la plaza Bolívar de Caracas, el 31 de diciembre.
El entorno presidencial se encargó de que se hicieran esas especulaciones, porque, en un principio, se insultaba a quienes decían que el presidente estaba enfermo y, hasta la fecha, no se conoce el parte médico sobre las causas de su muerte.
Muy grave
El caso de Pancho Pérez es sumamente grave porque, como él mismo lo ha manifestado, es un acoso para que los demás periodistas nos autocensuremos y sólo publiquemos lo que el gobierno quiere. Si en verdad, el general Pérez Arcay se sintió ofendido ha debido pedir el derecho a réplica, en este diario que, con mucho gusto, se lo habría dado, mucho más cuando se trata de una personalidad altamente respetada y admirada especialmente en el sector militar.
Al caso se le dio otra vía con la finalidad de amedrentar, especialmente a las nuevas generaciones de periodistas, para que tengan en cuenta que sólo deben informar sobre lo que el gobierno quiere si no quieren meterse en problemas.
El Colegio Nacional de Periodistas, cuya esencia es defender el principio de la libertad de prensa, y las instituciones representativas del país no pueden hacerse de la vista gorda ante este cerco que le están tendiendo a un periodista de digna trayectoria, como Pancho Pérez, para privarlo de su libertad.
Este no es un caso aislado. Ya acabaron con Globovisión, el único canal que informaba sobre la decadencia gubernamental. Ahora inician la etapa de eliminación del Periodismo crítico para que, como lo hizo Fidel Castro, tengamos un solo periódico, una sola estación de radio y un solo canal de televisión que exalte a la revolución y a sus jerarcas. Esto es más peligroso de lo que nos imaginamos. Sin embargo, parece que no nos hemos dado cuenta de lo que nos espera si no nos ponemos las pilas.
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