Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

domingo, 18 de agosto de 2013

Del "Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos" de Manuel Carreño al boca de cañería y problemas de virilidad del pobre infeliz ex-militar de cuarta y cantinero rapaz de Pedro Carreño hay un abismo no sólo de siglos sino de venezolanidad y talento...que las corbatas Vuitton y zapatos Gucci no logran eliminar...

Notitarde 15/08/2013 
Albersidades

El del manual no es


Peter Albert
Una nueva situación ha provocado el diputado aquél, célebre por denunciar que una empresa de televisión satelital espiaba a los venezolanos a través de sus televisores, entre otros disparates. Un lamentable espécimen de la raza humana, de quien no se conoce habilidad alguna, como no sea la del insulto, el uso del lenguaje soez y la coprolalia para denigrar de quien no comulgue con sus ideas. Hasta ha sido acusado de malos manejos de cierto dinero ajeno a él confiado. Hombre de poco fiar.

La Asamblea Nacional, degeneración del antiguo Congreso Nacional con sus dos cámaras, ha venido convirtiéndose en una institución despreciable, donde las agresiones, tanto verbales como físicas, son cosa de todos los días, a las cuales están expuestos los diputados que no se han cuadrado con los caprichos de su presidente, quien maneja a su antojo las deliberaciones, permite el vejamen y la violencia contra quienes no vacila en llamar “la derecha corrupta”, entre otros epítetos, escudándose prepotente en su investidura, lograda por medio de una discutible mayoría; pues es de todos sabido que la composición de la tal Asamblea no corresponde a la realidad política del país, siendo resultado de unas amañadas elecciones, donde quienes obtuvieron menos votos lograron meter más diputados. Curiosa matemática.

Y contra esa supuesta “derecha corrupta” se dirigen ahora los cañones de los diputados que apoyan al “gobierno” del Sr. Maduro. En una evidente maniobra para inhabilitar a los posibles ganadores en las elecciones del 8 de diciembre, se inventan expedientes, se manipulan sumisos jueces (cuya “temporalidad” ya va por década y media) y se acusa, como el pillo cuando grita “¡al ladrón!” señalando a algún inocente, a luchadores por la democracia que han demostrado mucha mayor capacidad administrativa, cuando han ocupado cargos públicos, que la pila de ineptos que el “presidente” enroca para simular cambios importantes en un gobierno que ya es varias veces “el anterior” y del cual ya la mayoría de los venezolanos estamos hartos.

Como a los malos lanzadores de beisbol, a estos incapaces hasta se les ven las costuras de la pelota con la que tratan de “ponchar” a sus adversarios políticos. Todos sabemos, porque la opulencia es inocultable, sobre todo cuando no se hace ningún esfuerzo para ello, de los lujos que se permiten muchos de los funcionarios que hace 15 años no tenían, como reza el viejo dicho, “ni dónde caerse muertos”. Yates, aviones jet privados, lujosas camionetas blindadas, mansiones en las más exclusivas urbanizaciones de Caracas, membrecía en los más rancios clubes, son cosa común entre los que se ha dado por llamar “los enchufados”.

Todo el cuadro es lo que llaman “el legado del comandante eterno”: Un país en quiebra, con las reservas del Banco Central agotadas ante tanto despilfarro, con el campo abandonado, con los servicios en “emergencia” desde hace años, con la educación llevando a los jóvenes a la desesperanza ante un cuadro de escuelas y liceos en ruinas, con autopistas y carreteras en situación de una “recuperación” que nunca llega. Dirán que los que llenamos columnas de diarios con nuestra opinión siempre andamos con la misma cantaleta.

Pero ¿qué hacer si lo que queremos es un país próspero y moderno, y no este esperpento que los verdaderos corruptos llaman “patria”?

peterkalbers@yahoo.com

@peterkalbers
Lectura Tangente
17/08/2013 Notitarde 

¿Es constitucional la homofobia en Venezuela?


José Ignacio Hernández


La homofobia puede ser definida como toda práctica consistente en el trato peyorativo y discriminatorio basado en la homosexualidad y, en un sentido más amplio, basado en la orientación sexual del individuo. Esa práctica puede estar presente en la sociedad e, incluso, consistir en una política de Estado. Y cuando examinamos los regímenes totalitarios, encontramos varios ejemplos. Pero para mencionar un solo caso, en la Alemania nazi se aplicó el párrafo 175 del Código Penal como herramienta de persecución de los homosexuales, incluso, por razones políticas. Para muchos, la caída de Ernst Röhm, en el marco de la noche de los cuchillos largos, fue precisamente una represalia política fundada en su condición reconocida y aceptada de homosexual.

En Venezuela, la homofobia es inconstitucional por consistir en una discriminación contraria a la Constitución y, más allá, un trato ofensivo a la dignidad humana. Así incluso lo ha reconocido la Sala Constitucional en su sentencia N° 190/2008, cuando concluyó que no cabe la discriminación por la inclinación sexual del individuo.

Mucho más grave es la homofobia como parte del discurso político. Es ya común ver intentos de desprestigiar al oponente político tildándolo de homosexual. Lo censurable de esa práctica es que se utiliza el término homosexual en un sentido peyorativo, considerándolo como un insulto y no como la simple descripción objetiva de la identidad sexual de un individuo.

Calificar a alguien de homosexual no es ni un insulto ni un trato discriminatorio, en tanto se emplee el término como descripción objetiva. Decir que Oscar Wilde era homosexual, por ejemplo, es un dato objetivo que nada dice sobre la calidad humana ni literaria de ese gran escritor quien, por cierto, sufrió duras represalias debidas a la homofobia.

Muy distinto es desvirtuar el término homosexual para emplearlo como insulto y descalificar, lo que es doblemente inconstitucional: Por afectar la dignidad humana y por ser trato discriminatorio. Incluso, la legislación ha llegado a prohibir el uso de expresiones que, a pesar de no ser un insulto, pueden ser utilizadas peyorativa y discriminatoriamente. Por ejemplo, negro o negra. En la sociedad venezolana esa expresión es muy usada, en especial, como muestra de cariño o aprecio. Común es llamar a la niña pequeña de la casa la negrita, lo que en modo alguno puede ser tenido como insulto. Pero usar los términos negro o negra como un insulto, para denigrar a la persona, es un trato discriminatorio prohibido en la Ley.

La decadencia del discurso político en Venezuela ha llevado a sustituir la razón por el insulto. A falta de argumentos, se insulta y se discrimina al oponente. Esa práctica, además, afecta uno de los valores esenciales de toda democracia: El pluralismo basado en el respeto a la dignidad humana. En una democracia que se precie de tal, este tipo de conductas no solo deben ser rechazadas sino, además, severamente sancionadas.

17/08/2013 Notitarde. TANGENTE

Escalofrío de terror


Víctor Maldonado
La noche del martes transcurrió entre insultos y anacronismos. El lugar no fue otro que la Asamblea Nacional y los protagonistas de la tragedia fueron los representantes del pueblo. La gramática del agravio y la prevaricación se transformaron en la moneda de uso corriente y el país expectante vio desgranar acusaciones y referencias personalísimas como si ellas fueran parte de las soluciones a los graves problemas del país. Al final un sabor amargo fue el único saldo, eso y la reacción de muchos que vieron en el episodio una versión más de la descomposición social y política que poco a poco nos ha ido pasando factura.

De lo que estamos hablando son de las tensas relaciones entre la ética y la política. Y de cómo hemos ido permitiendo que eso vaya ocurriendo sin encontrarle una solución que no nos derrumbe definitivamente, sin poder hallarle razones a la indiferencia y al conformismo social que ha permitido que la barbarie se enseñoree entre nosotros, nos gobierne sobre la base de la mentira y nos imponga a todos la humillación de la vulgaridad apuntalada hacia lo público, impuesta con violencia como la primera y única relación entre nosotros, reduciéndonos al odio y al resentimiento y haciéndonos pensar que somos dos países y que tarde o temprano la confrontación será brutal. Estamos refiriéndonos a la responsabilidad personal sobre lo que está ocurriendo como colectividad y también al cómo se puede enfrentar en la práctica esta arremetida de las montoneras de la brutalidad.

El régimen persigue al menos tres cosas: La desmoralización social y su envilecimiento, la desinstitucionalización de la alternativa democrática, y el evitar que se hable de lo realmente importante, escamoteando de la manera más escalofriante que el debate se de sobre la realidad económica y social, que no se pregunte por lo sustancial: Que el socialismo del siglo XXI no da para seis meses de este tipo de administración.

El esfuerzo de evitar referirse a la realidad que sí nos importa apela al peor camino, a la igualación escatológica, a la negación de una alternativa moralmente superior, al presentarnos como que si todos fuéramos igualmente culpables, cómplices y partícipes de un fracaso que solo ellos han provocado, pero cuyas consecuencias nos atacan a todos.

No hay nada peor que la estupidez, eso que Bolívar llamaba “la patria boba”, que concede, acepta y cede sus espacios de decencia y de realismo. Lo ocurrido en la Asamblea es simplemente intolerable. No se puede aceptar ni convalidar con el silencio. Y la primera trinchera es la familia, ese fuero interno que no puede renunciar a la pedagogía de la decencia y que debe encontrar la oportunidad para reflexionar si ese es el país que queremos. La segunda trinchera es el lugar de trabajo, donde debemos cuestionar si la política va a ser ese referente que usa el poder para dañar no solamente las condiciones materiales del país sino también su esencia espiritual. Estoy seguro que nadie está conforme con transformar el debate público en un intercambio fecal no solo en la forma como se discute sino también en el fondo de lo que se discute. Pero hay que plantearlo con la persistencia de un apóstol, sin miedos y buscando imaginar cuál es el monto de lo inaceptable y cuáles son las salidas a eso que nos parece inadmisible. La tercera trinchera es la opinión pública, las redes sociales, la participación ciudadana, las iglesias. Esa es la calle que muchos piden y que deben ser los resonadores de nuestra indignación. Que el régimen sepa que repudiamos esa forma de enchiquerarnos a todos mientras encubre su propia responsabilidad en la debacle de la realidad.

Es la calle la que debe acompañar el asco moral y la que debe rechazar el que el insulto sea privilegiado en los medios de comunicación. ¿Cómo se puede entender que el insultador termine al día siguiente en los canales abundando en las razones de las ofensas? ¿Cómo se puede entender que los que asumieron el riesgo de denunciarlo hayan sido silenciados?

En ética y en política es tan importante lo que se discute como lo que se calla. Lo que se hace como lo que se deja de hacer. Lo que se permite y lo que se impide. Por eso lo ocurrido esta semana, el restregarnos en la cara la vileza de un debate a la vez brutal y también fútil no puede dejarse pasar como anécdota. Debe tener una respuesta social que nos deslinde de la complicidad y el conformismo, que nos permita narrarnos con un vigoroso “yo no fui” que nos salve ante la historia que van a relatar nuestros hijos. Lo ocurrido estremece por primitivo, pero también por haberlo permitido.

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