Luis Ovalles requiere ayuda para ser operado con urgencia
Ovalles tiene un tumor en el colon que debe ser operado de urgencia. (Foto El Carabobeño)
Los amigos de Luis Ovalles Urriola, ciudadano ejemplar que por casi de 50 años se ha dedicado a la conservación y al mantenimiento de la casa del general José Antonio Páez, hacen un llamado a la solidaridad en momentos en que su estado de salud es sumamente delicado.
Don Luis fue hospitalizado de urgencia en la clínica Guerra Méndez, donde los médicos le diagnosticaron un tumor en el colon que debe ser operado de urgencia. Pero antes hay que mantenerlo hospitalizado para estabilizarlo por problemas de hipertensión y diabetes.
El presupuesto es muy elevado por lo cual se solicita la colaboración de sus amigos e instituciones que conocen su admirable labor en la conservación de la Casa Páez y como director de la Sociedad Amigos de Valencia y de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. (AF)
Quienes deseen colaborar pueden comunicarse con los teléfonos 04144243184 y 04269483068.
El Carabobeño 18 agosto 2013
Hoy y Después en Valencia
Alfredo Fermín
afermin@el-carabobeno.com
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Nuestro muy querido amigo Luis Ovalles se encuentra muy enfermo y necesita de la solidaridad de todos quienes conocemos de su misión, como conservador de la casa del general José Antonio Páez a la cual ha dedicado la mayor parte de su vida.
Su caso es como el de don Oswaldo Feo Caballero que derrocharon su generosidad para servir, sin esperar beneficios en recompensa. Pero no tenemos una seguridad social que proteja a quienes, como estos dos honorables ciudadanos, se han dedicado a promover nuestra historia, nuestra cultura, a cuidar el patrimonio y a orientar a mucha gente que hoy disfrutan de bienestar en diversas maneras.
Siendo adolescente llegó, procedente de San Felipe, a la Casa Páez, con su madre invitada por la historiadora María Clemencia Camarán para que cuidarán de ese recinto histórico que, el gobierno de Carabobo, cedió en comodato a la Sociedad Bolivariana de Venezuela, representada por monseñor Gregorio Adam, tercer obispo de Valencia y a la Sociedad Amigos de Valencia. La casona, adquirida por el general José Antonio Páez, para su residencia como primer presidente de la República, después de la separación de Venezuela de la Gran Colombia en 1830, estaba en muy mal estado. Había servido de cárcel, de cuartel de policía y de escuela sin que se le diera el mantenimiento que requiere un inmueble patrimonio histórico de la nación.
Madre e hijo se hospedaron en un pequeño aposento de la parte trasera de la casa, con una habitación, un corredor y un espacio para cocina y comedor. Allí ha vivido durante 50 años, con una modestia franciscana, pero con señorío, como albacea del héroe de la batalla de Carabobo, sin alterar, ni intervenir un inmueble que, por si solo, es uno de los museos históricos más importantes de la República.
Sin que el gobierno de Carabobo, propietario del inmueble desde 1906, cuando lo adquirió el presidente del estado, Samuel Niño, pague honorarios profesionales por los servicios prestados, Luis Ovalles ha cumplido las funciones de un curador museístico lo que le permitió lograr que el gobierno del presidente Luis Herrera Campins, encargara una restauración completa, supervisada por el Instituto de Patrimonio y la Galería de Arte Nacional. Esta institución se encargó de velar por la conservación de las pinturas mitológicas que adornan el salón principal Sol de Carabobo y los murales de los corredores. En ellos, el pintor Pedro Castillo, abuelo de Arturo Michelena, pintó escenas de las principales batallas ganadas por el general Páez, siguiendo sus instrucciones.
Durante los laboriosos trabajos, los expertos restauradores comentaban que estaban admirados del estado de conservación de la casa, de sus salas, corredores, de su jardín interno que conserva el ambiente de la época republicana y del sótano, que sirvió de prisión a los enemigos del gobierno
Por cierto: contaba el doctor Alejandro Divo, que integrando un coro de niños, que debía cantar el Himno Nacional con motivo de la visita al inmueble del general Juan Vicente Gómez, escuchó unos gritos. Preguntó que quienes gritaban y uno de sus edecanes le respondió: son los presos que tenemos aquí. El doctor Divo afirmaba emocionado que Gómez se puso iracundo y preguntó: ¿cómo es posible, que en la casa de mi general José Antonio Páez que luchó por la libertad de Venezuela tengan presos?. Y ordenó al gobernador Samuel Niño que convirtiera esa casa en un museo.
La Casa de Valencia
La orden se cumplió para lo cual familiares de los próceres de la Independencia hicieron donaciones de documentos, trajes, pinturas y otros objetos de valor, que fueron custodiados por Juan Antonio Michelena, padre de Arturo Michelena. Después fueron inspectores del museo el escultor Andrés Pérez, quien falleció en el cargo y le sucedieron su viuda Tatiana y Cecilia Celis Silva, de acuerdo con Francisco González Guinán en su libro Tradiciones de mi Pueblo.Después todo desapareció.
Luis Ovalles se encargó de recuperar lo que se pudo y de que el inmueble se mantenga impecable, por lo cual en sus espacios se siente una atmósfera particular. Pero éste no ha sido una pieza de arqueología del pasado. Ovalles convirtió el inmueble en la casa de la valencianidad, en la que la Sociedad Bolivariana y la Sociedad Amigos de Valencia, ha mantenido -sin exclusiones- el respeto por la memoria de los próceres de la patria, de sus efemérides y de sus tradiciones.
Valencia se lo agradecerá
Con esta obra cumplida, Ovalles nunca pensó que algún día tendría que abandonar su misión de conservar la casa del general José Antonio Páez a quien, algunas veces, ha visto recorrer sus corredores vestido de paisano. Pensaba que sus últimos años los pasaría allí, pues nunca ha dado motivo para que ocurra lo contrario. Pero llegó el día en que le dijeron que tiene que irse. Desde entonces se acentuaron las consecuencias de la diabetes, la hipertensión y la depresión. Hospitalizado de urgencia, en la clínica Guerra Méndez, le diagnosticaron un tumor en el colón que debió ser operado de urgencia. No teniendo ni bienes de fortuna ni un seguro que cubra los altos costos que tiene la medicina privada, porque la medicina pública no existe, don Luis confía en la solidaridad de sus amigos para que su familia cumpla con el compromiso adquirido.
Hemos escrito con la más profunda tristeza, pensando en que no estamos exentos de vivir una situación similar por lo cual, sabiendo del don de gente de Emir Giménez, secretaria de Cultura del gobierno de Carabobo, le pedimos que comunique al gobernador Francisco Ameliach, la situación de un ciudadano ejemplar que está necesitando de su bondad, generosidad y consideración. Estamos seguros de que así será y Valencia, su ciudad que tanto quiere, se lo agradecerá.
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