ENTREVISTA PATRICIA ORTEGA, CINEASTA
La niña de Maracaibo
"'El regreso' está hecho para crear sentimientos en función de esas realidades que son invisibilizadas "
DANIEL FERMÍN , PATRICIA ORTEGA , CINEASTA | EL UNIVERSAL
domingo 18 de agosto de 2013 12:00 AM
Patricia Ortega realizó un documental en el año 2009 sobre los desplazamientos indígenas de La Guajira a Maracaibo. Durante la realización del filme escuchó testimonios de los sobrevivientes de la llamada Masacre de Bahía Portete (2004) en la que murieron 12 personas. Aquellas historias conmovieron a la cineasta marabina, que decidió reconstruir el hecho en su ópera prima de ficción: El regreso, que se estrena el próximo viernes en el país.
La directora venezolana utilizó el suceso como punto de partida para contar un relato que se convierte en un viaje: una niña que escapa de la matanza empieza a buscar a su madre desde la capital del Zulia. La dificultad propia de una extranjera que no habla español en una ciudad desconocida; la pobreza, la delincuencia, el tráfico de drogas, la impunidad, la complicidad de los policías. El drama social que suele verse en las pantallas venezolanas ahora en versión zuliana.
La realizadora mostró un rostro feo de su ciudad natal: el casco histórico que, a la distancia, parece estar en el olvido. "Hablamos mucho de regionalismo, de lo orgullosos que nos sentimos, pero cuando vas al centro de la ciudad lo encuentras hecho un caos terrible (...) Quise visibilizar eso a manera de autocrítica, ese submundo, esas cosas que uno no quiere mirar porque incomodan", dijo la cineasta, que vino a Caracas a presentar el filme.
El ir y venir de un lado a otro fue una constante en Ortega durante la realización de la cinta. Hacer cine fuera de Caracas, aseguró ella, es una travesía. "Aquí todo está centralizado. Si quieres registrar los derechos de autor de tu guión, en Maracaibo no lo puedes hacer. Los distribuidores están acá, los postproductores también. Hay que partirse en dos, tener un dinero extra para viajar. Mientras haya más películas regionales más rápido se descentralizará todo el proceso", agregó la propia directora, que dijo que su filme es el segundo largometraje zuliano del cine venezolano después de Joligud (Augusto Pradelli, 1989).
El regreso, entonces, ofrece una visión local de Maracaibo. Ortega plasmó parte de la cotidianidad de los indígenas allá. "Es normal convivir con ellos. No es un tema extraño o ajeno. Allá te montas en un autobús y escuchas a tu lado a la gente hablando en wayuunaiki", indicó Patricia Ortega, que rodó más de la mitad de la película en el idioma guajiro (tiene los subtítulos en español).
El trabajo de preproducción fue más difícil que el rodaje. Ortega y su equipo fueron en busca de una niña (la elegida fue Daniela González) que tuviera las características para el personaje. El casting incluyó niños, animales, ancianos y actores indígenas que no son actores (Laureano Olivares, que hace de villano con acento mitad gocho, mitad maracucho, es la cara más conocida del reparto). Todos los elementos que sugieren no incluir en una película. "El tiempo que invertimos en ello, que fue un trabajo de hormiguita, hizo que todo fluyera con naturalidad al rodar. Hubo que entrenar al perro, enseñar a los indígenas en comunidades, valerme de una traductora para hablar con ellos".
Patricia Ortega cree que la cultura wayúu debe explorarse más en el cine nacional (ya en 2012 Miguel Curiel estrenó Wayúu: la niña de Maracaibo). Y que su largometraje puede estar cercano a todo público. "El desplazamiento es un tema de carácter universal. Ejemplo: la Tragedia de Vargas, esa gente tuvo que irse a otro territorio. El regreso no es sólo una película sobre indígenas", agregó la realizadora, que quiere que el espectador se conmueva tanto como ella cuando escuchó la historia de la masacre.
Al ver la película uno queda con la sensación de que la directora quería que el público también se sintiera mal. Hay una desgracia tras otra (tanto que, por momentos, abruma). "Yo quiero que la gente se conecte con la niña protagonista. El regreso está hecha para eso, para crear sentimientos en función de esas realidades que muchas veces son invisibilizadas No siento que exageré (...) Mi cinta no es sólo una tragedia, porque las protagonistas sueñan, son luchadoras".
La comunicadora social confía tanto en la emotividad del filme que lo postulará a los festivales de Venecia y Cannes. Ortega cree que su obra tiene la calidad necesaria para ser aceptada en eventos Clase A. "El regreso tiene todos los ingredientes para gustar no sólo en la taquilla nacional sino también a un público internacional. La envío a todos los certámenes que puedo, sé que en alguno va a a ser seleccionada. Ya veremos los resultados", concluyó la cineasta venezolana, que trabaja en la investigación de una próxima película sobre la intersexualidad. Por ahora, el estreno de la historia de una niña perdida en Maracaibo absorbe su tiempo.
dfermin@eluniversal.com
La directora venezolana utilizó el suceso como punto de partida para contar un relato que se convierte en un viaje: una niña que escapa de la matanza empieza a buscar a su madre desde la capital del Zulia. La dificultad propia de una extranjera que no habla español en una ciudad desconocida; la pobreza, la delincuencia, el tráfico de drogas, la impunidad, la complicidad de los policías. El drama social que suele verse en las pantallas venezolanas ahora en versión zuliana.
La realizadora mostró un rostro feo de su ciudad natal: el casco histórico que, a la distancia, parece estar en el olvido. "Hablamos mucho de regionalismo, de lo orgullosos que nos sentimos, pero cuando vas al centro de la ciudad lo encuentras hecho un caos terrible (...) Quise visibilizar eso a manera de autocrítica, ese submundo, esas cosas que uno no quiere mirar porque incomodan", dijo la cineasta, que vino a Caracas a presentar el filme.
El ir y venir de un lado a otro fue una constante en Ortega durante la realización de la cinta. Hacer cine fuera de Caracas, aseguró ella, es una travesía. "Aquí todo está centralizado. Si quieres registrar los derechos de autor de tu guión, en Maracaibo no lo puedes hacer. Los distribuidores están acá, los postproductores también. Hay que partirse en dos, tener un dinero extra para viajar. Mientras haya más películas regionales más rápido se descentralizará todo el proceso", agregó la propia directora, que dijo que su filme es el segundo largometraje zuliano del cine venezolano después de Joligud (Augusto Pradelli, 1989).
El regreso, entonces, ofrece una visión local de Maracaibo. Ortega plasmó parte de la cotidianidad de los indígenas allá. "Es normal convivir con ellos. No es un tema extraño o ajeno. Allá te montas en un autobús y escuchas a tu lado a la gente hablando en wayuunaiki", indicó Patricia Ortega, que rodó más de la mitad de la película en el idioma guajiro (tiene los subtítulos en español).
El trabajo de preproducción fue más difícil que el rodaje. Ortega y su equipo fueron en busca de una niña (la elegida fue Daniela González) que tuviera las características para el personaje. El casting incluyó niños, animales, ancianos y actores indígenas que no son actores (Laureano Olivares, que hace de villano con acento mitad gocho, mitad maracucho, es la cara más conocida del reparto). Todos los elementos que sugieren no incluir en una película. "El tiempo que invertimos en ello, que fue un trabajo de hormiguita, hizo que todo fluyera con naturalidad al rodar. Hubo que entrenar al perro, enseñar a los indígenas en comunidades, valerme de una traductora para hablar con ellos".
Patricia Ortega cree que la cultura wayúu debe explorarse más en el cine nacional (ya en 2012 Miguel Curiel estrenó Wayúu: la niña de Maracaibo). Y que su largometraje puede estar cercano a todo público. "El desplazamiento es un tema de carácter universal. Ejemplo: la Tragedia de Vargas, esa gente tuvo que irse a otro territorio. El regreso no es sólo una película sobre indígenas", agregó la realizadora, que quiere que el espectador se conmueva tanto como ella cuando escuchó la historia de la masacre.
Al ver la película uno queda con la sensación de que la directora quería que el público también se sintiera mal. Hay una desgracia tras otra (tanto que, por momentos, abruma). "Yo quiero que la gente se conecte con la niña protagonista. El regreso está hecha para eso, para crear sentimientos en función de esas realidades que muchas veces son invisibilizadas No siento que exageré (...) Mi cinta no es sólo una tragedia, porque las protagonistas sueñan, son luchadoras".
La comunicadora social confía tanto en la emotividad del filme que lo postulará a los festivales de Venecia y Cannes. Ortega cree que su obra tiene la calidad necesaria para ser aceptada en eventos Clase A. "El regreso tiene todos los ingredientes para gustar no sólo en la taquilla nacional sino también a un público internacional. La envío a todos los certámenes que puedo, sé que en alguno va a a ser seleccionada. Ya veremos los resultados", concluyó la cineasta venezolana, que trabaja en la investigación de una próxima película sobre la intersexualidad. Por ahora, el estreno de la historia de una niña perdida en Maracaibo absorbe su tiempo.
dfermin@eluniversal.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario