Guías
202 años sin transparencia…
- Sergio Sequera (Notitarde / )
Sergio Sequera
El cabildo en la época de la colonia era la instancia principal de la relación entre los vecinos, su gestión municipal era la expresión más inmediata de la estructura de poder de la monarquía española. Cada ciudad ejercía los poderes del estado a través del cabildo, abarcando distintos aspectos de la vida del ciudadano, su función era ejecutiva, legislativa, policial, política, religiosa y militar, dependiendo de sí mismos para la administración de la ciudad e incluso de amplios territorios que conformaban su jurisdicción.
Las ciudades hispanoamericanas no contaban para su funcionamiento con ingresos o subvenciones otorgadas por la Corona española, los gastos debían ser cubiertos con recursos propios, la realeza les otorgaba una cantidad de ejidos y solares, se denominaban “bienes propios” conjunto de propiedades pertenecientes a una ciudad, villa o lugar, de los cuales se obtenían rentas; sin embargo, los grandes ingresos dependían de la riqueza de los productos de cada región. Estas rentas se denominaban “arbitrios”, impuestos especiales por determinado tiempo.
Las rentas regulares de los cabildos llamadas “propios” provenían del alquiler de los ejidos (tierras), en general huertas, fincas rurales para su agricultura y el pastoreo, el cultivo de la tierra de los ejidos garantizaba además a la ciudad la necesaria provisión de los alimentos, las rentas provenientes del arrendamiento de los solares (parcelas urbanas), en general casas, edificios de negocios, depósitos, molinos, entre otros, siendo el uso dado por el arrendador la realización de actividades comerciales.
Generalmente los recursos de los bienes propios no eran suficientes para el funcionamiento del cabildo, se recurría a los “arbitrios”, percibidos para sufragar gastos especiales; se trataba de impuestos a las actividades comerciales, comercio al menudeo, artesanales, derechos sobre las propiedades urbanas, entre otros. Los arbitrios se transformaron en recursos económicos permanentes, y se continúa en el caso de algunos hasta la actualidad. Entre los principales ingresos de arbitrios estaba la renta de sisa, impuesto aplicado al precio de venta del vino y el aguardiente, se destinaba a obras públicas, mantenimiento de calles, edificios públicos, sueldos a funcionarios, etc.
Este cabildo o ayuntamiento representaba legalmente a la ciudad, los vecinos velaban por los problemas de lo que hoy conocemos como el municipio, para ello el cabildo realizaba sesiones ordinarias y extraordinarias, en esta última se convocaba al vecindario a cabildo abierto, para tratar asuntos de importancia como la rendición de cuentas y cuestiones que requerían una solución extraordinaria, con la presencia de la representación de la ciudad.
Hace 202 años, el 5 de agosto de 1811, se nos otorgó el título de ciudad; pero hoy, aun con las bondades que nos brinda la tecnología, la información mostrada por las autoridades municipales sobre sus rentas y cómo la gasta no es totalmente transparente, y se limita a algunos sectores de la comunidad; incluso se restringe a los órganos de contraloría social. De igual manera con el constante incremento del impuesto sobre las actividades económicas a los comerciantes, la voracidad fiscal en nuestro municipio parece no tener límites.
Correo: guiasaldia@gmail.com
Twitter: @GuiasalDia
Las ciudades hispanoamericanas no contaban para su funcionamiento con ingresos o subvenciones otorgadas por la Corona española, los gastos debían ser cubiertos con recursos propios, la realeza les otorgaba una cantidad de ejidos y solares, se denominaban “bienes propios” conjunto de propiedades pertenecientes a una ciudad, villa o lugar, de los cuales se obtenían rentas; sin embargo, los grandes ingresos dependían de la riqueza de los productos de cada región. Estas rentas se denominaban “arbitrios”, impuestos especiales por determinado tiempo.
Las rentas regulares de los cabildos llamadas “propios” provenían del alquiler de los ejidos (tierras), en general huertas, fincas rurales para su agricultura y el pastoreo, el cultivo de la tierra de los ejidos garantizaba además a la ciudad la necesaria provisión de los alimentos, las rentas provenientes del arrendamiento de los solares (parcelas urbanas), en general casas, edificios de negocios, depósitos, molinos, entre otros, siendo el uso dado por el arrendador la realización de actividades comerciales.
Generalmente los recursos de los bienes propios no eran suficientes para el funcionamiento del cabildo, se recurría a los “arbitrios”, percibidos para sufragar gastos especiales; se trataba de impuestos a las actividades comerciales, comercio al menudeo, artesanales, derechos sobre las propiedades urbanas, entre otros. Los arbitrios se transformaron en recursos económicos permanentes, y se continúa en el caso de algunos hasta la actualidad. Entre los principales ingresos de arbitrios estaba la renta de sisa, impuesto aplicado al precio de venta del vino y el aguardiente, se destinaba a obras públicas, mantenimiento de calles, edificios públicos, sueldos a funcionarios, etc.
Este cabildo o ayuntamiento representaba legalmente a la ciudad, los vecinos velaban por los problemas de lo que hoy conocemos como el municipio, para ello el cabildo realizaba sesiones ordinarias y extraordinarias, en esta última se convocaba al vecindario a cabildo abierto, para tratar asuntos de importancia como la rendición de cuentas y cuestiones que requerían una solución extraordinaria, con la presencia de la representación de la ciudad.
Hace 202 años, el 5 de agosto de 1811, se nos otorgó el título de ciudad; pero hoy, aun con las bondades que nos brinda la tecnología, la información mostrada por las autoridades municipales sobre sus rentas y cómo la gasta no es totalmente transparente, y se limita a algunos sectores de la comunidad; incluso se restringe a los órganos de contraloría social. De igual manera con el constante incremento del impuesto sobre las actividades económicas a los comerciantes, la voracidad fiscal en nuestro municipio parece no tener límites.
Correo: guiasaldia@gmail.com
Twitter: @GuiasalDia
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