Los barones de la plutocracia
ILDEBRANDO PORTILLO | EL UNIVERSAL
martes 6 de agosto de 2013
El discurso del ilegitimo denota una congoja espiritual, cuyo lúgubre lenguaje de reposada violencia se entrecruza, se cuestiona y se materializa con una lucidez teratológica; y lo peor, es que sus palabras gordas de escuelero le salen lentas y difíciles con trazos obsesos, propios del solipsismo y de intrincadas contradicciones que inserta en su carrusel de mentiras, desbordando prolijamente la capacidad de su mandíbula floja; en la cual trasgrede la realidad con grotescas mezquindades y premoniciones sin sentido. De esta manera, observamos al ilegitimo despotricando de la prensa escrita por exaltar el fervoroso nacimiento del bebé real y como sobreviviendo a los enemigos que porta en sus entrañas, les pregunto: ¿Y los niños de la patria, acaso no son reales?... La verdad atada a la triste realidad es el sublime egoísmo con que el excéntrico "humanista" ignora la desdichada vida de nuestros niños, que en su inocencia no imaginan que su único abrigo es el hambre y la ruinosa inseguridad, en la que se ven diariamente inmiscuidos, que asemeja un firmamento partido por relámpagos... Y lo que hace más duro el sueño de esta poblada niñez, es el inescrupuloso y voraz apetito socialista que ha hipotecado su futuro; a diferencia del bebé real que ha nacido con un futuro seguro, sin fantasmas que deformen su victorioso camino de fructíferas realidades.
Este circo marxista y sus catatónicos payasos se asemejan a una plaga de langostas en un sembradío de trigo y son más letales que la fiebre tifoidea, y con perspicacia se compaginan con la sublimidad de un paradójico misticismo que creen materializar con un intríngulis fervor patriota; donde la "santidad" socialista está aliada con la riqueza de los barones que hostilizan, socavan, estafan y saquean la patria, de modo que su rocambolesca conciencia se transforma en prodigalidad que contribuye a volver más dulce, más alegre, más generoso el carácter revolucionario; y en su sentido más lato del término, representan las águilas de rapiñas. Cuya visión es la miseria que se oculta tras la máscara de una nueva plutocracia que conculca el bienestar, la armonía y el derecho natural del pueblo que quedará sumergido en los avatares de una profunda nostalgia y con un futuro truncado. Reflexionemos: Si eres bueno en algo, sería un desperdicio temerle al miedo.
ildebrando21@yahoo.com
Este circo marxista y sus catatónicos payasos se asemejan a una plaga de langostas en un sembradío de trigo y son más letales que la fiebre tifoidea, y con perspicacia se compaginan con la sublimidad de un paradójico misticismo que creen materializar con un intríngulis fervor patriota; donde la "santidad" socialista está aliada con la riqueza de los barones que hostilizan, socavan, estafan y saquean la patria, de modo que su rocambolesca conciencia se transforma en prodigalidad que contribuye a volver más dulce, más alegre, más generoso el carácter revolucionario; y en su sentido más lato del término, representan las águilas de rapiñas. Cuya visión es la miseria que se oculta tras la máscara de una nueva plutocracia que conculca el bienestar, la armonía y el derecho natural del pueblo que quedará sumergido en los avatares de una profunda nostalgia y con un futuro truncado. Reflexionemos: Si eres bueno en algo, sería un desperdicio temerle al miedo.
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