Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.

Casa de la Estrella. Donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830.
Casa de la Estrella, ubicada entre Av Soublette y Calle Colombia, antiguo Camino Real donde nació la República libre y soberana de Venezuela en 1830, con el General José Antonio Páez como Presidente. Valencia: "ciudad ingrata que olvida lo bueno" para el Arzobispo Luis Eduardo Henríquez. Maldita, según la leyenda, por el Obispo mártir Salvador Montes de Oca y muchos sacerdotes asesinados por la espalda o por la chismografía cobarde, que es muy frecuente y característica en su sociedad.Para Boris Izaguirre "ciudad de nostalgia pueblerina". Jesús Soto la consideró una ciudad propicia a seguir "las modas del momento" y para Monseñor Gregorio Adam: "Si a Caracas le debemos la Independencia, a Valencia le debemos la República en 1830".A partir de los años 1950 es la "Ciudad Industrial de Venezuela", realidad que la convierte en un batiburrillo de razas y miserias de todos los países que ven en ella El Dorado tan buscado, imprimiéndole una sensación de "ciudad de paso para hacer dinero e irse", dejándola sin verdadero arraigo e identidad, salvo la que conserva la más rancia y famosa "valencianidad", que en los valencianos de antes, que yo conocí, era un encanto acogedor propio de atentos amigos...don del que carecen los recién llegados que quieren poseerlo y logran sólo una mala caricatura de la original. Para mi es la capital energética de Venezuela.

jueves, 14 de agosto de 2014

La película “Libertador”: una nueva falacia sobre Simón Bolívar

Opinión
Roberto Lovera De-Sola
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La película “Libertador”: una nueva falacia sobre Simón Bolívar

Las falacias históricas del gobierno venezolano actual, un hecho cultural, prosiguen. Desde el pasado jueves 24 de julio de 2014, natalicio del Libertador, se ha venido repitiendo una nueva falacia. Forma parte de la magnífica película “Libertador” de Alberto Arvelo, obra artística de singular valor plástico, fotográfico, de recreación del pasado, escrita por un muy buen guionista norteamericano, con música de Gustavo Dudamel, es una película norteamericana, su costo fue de 50 millones de dólares.

Pero en esta película, que sobrecoge al espectador, hay una inmensa falsedad histórica en la forma como cuenta el deceso del Libertador, ya en esas imágenes han alterado completamente la verdad histórica del suceso, perfectamente bien conocida, gracias a una amplísima documentación, la cual casi nos cuenta día a día el año 1830 en la vida de Bolívar. Y, desde luego, sus últimos diez y siete días, desde su llegada a Santa Marta al atardecer del 1 de diciembre de 1830, en tan mal estado de salud que debió ser bajado del barco que lo traía en una silla de manos. Vivió allí hasta su deceso diez y seis días después, falleciendo en compañía de su médico de cabecera el doctor Alejandro Prospero Reverend y de sus más fieles oficiales y amigos.

Pero en “Libertador” se han alterado completamente los hechos, con la sola idea de adular al César imperante. Nada de aquello sucedió como se ve en la cinta. La comunidad cultural debe protestar por tan grande y grave falsificación de nuestra historia, especialmente por hacer creer al espectador que el Libertador fue asesinado, cuando murió rodeado de gente de su afecto, entre los cuales estaban su querido sobrino, que fue casi su hijo, Fernando Bolívar Tinoco(1809-1898) y quien fue, meses más tarde(noviembre 4,1831), su sobrino político, al casarse con su sobrina Felicia Bolívar Tinoco(1806-1868) el general José Laurencio Silva(1791-1873).

Todo esto proviene del libro de Jorge Mier Hoffman, La carta de cambiará la historia, la que es una inmensa falsificación de hechos históricos, siempre refutables, y conocidos por la investigación sobre Bolívar. Es Mier, un hombre que no sabe cómo se escribe la historia porque desconoce las normas de la metodología histórica, sin la cual los temas que tocan a ella no pueden ser tratados. En su obra hay prácticamente un error histórico en cada página y, desde luego, numerosas interpretaciones falsas. Se dice que Mier es bisnieto de don Joaquín de Mier, el generoso anfitrión del Libertador en Santa Marta, dueño de la Casa de las Aduana y de San Pedro Alejandrino. Mier Hoffman ha acusado también a su propio bisabuelo de haber participado en el asesinato del Libertador, cosa que nunca sucedió, es un invento suyo. ¡Con un nieto así el magnánimo don Joaquín no necesitó de enemigos!. De hecho la supuesta carta que cambiara la historia sabemos que es una misiva apócrifa, el Libertador nunca la dictó, como era su costumbre, fue inventada por el doctor Luciano Mendible en las primeras décadas del siglo XX y publicada en un diario de Barranquilla. Cuando Mendible volvió del exilio reconoció personalmente ante el doctor Vicente Lecuna (1870-1954), la mayor autoridad en la documentación bolivariana, que había sido él quien la había inventado. Toda esta grande falacia ha ido a parar a “Libertador”, la película de la que hablamos, con lo cual se engaña al pueblo venezolano, cambiando lo que sabe de la muerte del Libertador, todo ello respaldado por una amplísima documentación: cartas de Bolívar de todo el año 1830; el Diario y la historia médica de su enfermedad, hecha por el doctor Reverend, que incluye el protocolo de la autopsia, que Reverend mismo practicó, a las pocas horas del deceso, en presencia de varios oficiales; cartas de testigos de la enfermedad como Perú de La Croix y de pasajes de las Memorias de O’Leary.
Este es apenas un ejemplo de los muchos que podrían multiplicarse. Insistimos que al hacer estas observaciones para nada lo hacemos como si fuera un acto de oposición sino para poner en su justo lugar la verdad histórica, esencia de la identidad nacional, fuente del vivir nacional.

La enfermedad

Pese a que el presidente Hugo Chávez(1954-2012) haya dicho que dudaba que el Libertador en 1830 estuviera enfermo, entre otras cosas por estar intentando invadir a Venezuela por Maracaibo. Ello no es así, ninguno de los hechos son ciertos.

Que estaba enfermo, seriamente, se ha conocido desde entonces, avalado por su propia correspondencia. Pero además por los estudios histórico-médicos hechos con el tiempo, en especial gracias al nutrido y documentado libro del médico e historiador Oscar Beaujon (1914-1990), se trata de El Libertador enfermo (Caracas: Grafos,1963) con varias ediciones, en donde estudia la salud de Bolívar a lo largo de toda su vida y señala claramente lo enfermo que estuvo desde 1828, y la gravedad que sufrió en Ecuador en 1829.

Y segundo, que si bien hay una carta en donde Bolívar habla de su idea de invadir por Maracaibo, ello no pasó de ser una idea, nunca realizada. Su salud se lo impidió. Basta seguir sus cartas de esos meses de 1830 para verificarlo.

Y es allí donde está otra alteración que se ve en la parte final de la película: el Bolívar que llega a Santa Marta, en el film, es una persona de muy buena salud, evidente en todas las escenas, hasta la final, cuando lo asesinan, lo que ya hemos dicho, basados en la documentación, no sucedió. En los últimos diez y siete días de su vida estuvo casi siempre acostado, bien atendido con Reverend, quien se dio cuenta la vastedad de su dolencia, lo que luego certificó al hacerle la autopsia. Por lo tanto es personaje de tan buena salud, que encarna, Edgar Ramírez, nunca existió. Hacerle creer lo contrario a los espectadores es alterar la historia, es una nueva falacia.

¿Qué es una falacia histórica?

Como esto que hemos advertido y diversos hechos más han sido falsificados, todas falacias históricas, copiamos aquí tal concepto de ello, al cual nos adherimos que debemos al historiador Jorge Olavarría (1933-2005) cuando escribió:

“Una falacia histórica, es un razonamiento falso que parte de premisas ciertas pero que por la forma como ellas son presentadas y aceptadas, lleva a conclusiones falsas… Una falacia histórica es el camino por el cual se llega a consagrar a una mentira como una verdad y ésta es aceptada como verdad por quienes sospechan o saben que es una mentira, pero que se empeñan en que sea verdad, ya sea porque ello conviene a un propósito convertido en dogma político; o sirve para encubrir hechos que se tienen como bochornosos y les ayuda a ocultar o preterir el complejo de culpa por conductas activas u omisivas… Si no se hace un esfuerzo serio por desmontar la falsedad de estas falacias, el enigma seguirá siendo inescrutable. El primer paso para correr los velos que los cubren es ordenar las falacias para abordarlas sistemáticamente” (Gómez, un enigma histórico. Caracas: Fundación Olavarría, 2007, p.15).

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